EL SECRETO MEJOR GUARDADO
[Se
ha publicado en el periódico madrileño La Razón, el día 18 pasado, una
crónica del libro sobre el Secreto de Fátima, del cual hemos dado cuenta
en el blog, que transcribe una entrevista del autor con el exorcista
Amorth, la cual aparece en el libro y es recogida por el diario.
Tengo que decir que después de haber leído el libro- un poco
apresuradamente- tengo que manifestarme negativamente sobre el
contenido. El libro trata del Secreto sólo en el capítulo 10, a pesar de
que da título al libro. Un título, pues, un tanto engañoso. Los
primeros 9 capítulos los dedica al tema de Fátima en general. Aunque da
datos interesantes (nada que no se sepa por la extensa bibliografía de
Fátima) en realidad adolece de una visión convencional sobre Fátima, la
propia de un devoto católico conciliar. Paga tributo a los tópicos al
uso y acepta la visión ya aceptada, del Secreto Vaticano que en realidad
“sería la visión sin el texto propiamente dicho “, sin percatarse que
el Secreto analizado ya tiene su visión. Algo en la línea de Ratzinger
que al parecer dijo a alguien mucho más tarde de su presentación de
junio de 2000, que “en realidad no publicamos todo” cosa que después ha
sugerido que no habló de eso nunca : Ratzinger en estado químicamente
puro. No dice nada de las dos, o tres, Lucías etc..
Acepta los
testimonios de la última Lucía, de lo dicho por el cardenal Sodano,
Ratzinger (aunque algo lo critica) etc…Además mantiene los tópicos
habituales pero falsos sobre la “conversión” de Rusia, la consagración
de Rusia, el triunfo del Corazón Inmaculado después de que un papa
consagre Rusia… se muestra admirador de Francisco a quien compara con el
Papa bueno, Juan XXIII etc.. En realidad parece que desconoce lo que en
muchos sitios web es moneda corriente. Mantiene un devoto concepto de
los “papas” conciliares etc.. En el capítulo 10 apenas analiza el
Secreto y se limita a una descripción superficial. Las objeciones que se
han puesto en este blog contra el Secreto y los comentarios a favor,
son para él algo que creo que ni soslecha. El libro puede calificarse
de un intento de un periodista sensacionalista de vender un libro con el
reclamo del Secreto de Fátima pero en una línea bastante convencional y
ñoña.
Aquí traigo el suelto del diario La Razón con el anuncio del viaje del vaticanista Marco Tosatti a Madrid el próximo día 6 de abril, para presentar el libro que lleva vendiéndose desde el día 21 de marzo.
La razón de que les comunique el artículo de La Razón es que me
sorprende lo rápido que se abre paso el conocimiento del Secreto que
tantos comentarios ha suscitado en el blog. Me pregunto si esto tiene
algo que ver con aquello de que “después de que sea anunciada a Orden ”
(o sea se llama orden al Secreto dentro de él quizás parafraseando la
profecía de Daniel de las 70 semanas que en algunas Biblias hablan de la
Orden dada sobre el Ungido, profecía de la que textualmente habla el
Secreto. Bueno ya veremos como se desarrollan los acontecimientos en el
futuro. De momento me parece excesivo decir que ha tenido ya lugar el
que ” está Orden sea anunciada” a causa de este libro publicado, el eco
en un diario, y los posts de este blog y de “Tradition in Action” y
alguno más.
El periodista habla del Secreto pero me da la impresión de que ni
siquiera ha intentado recabar información de él en internet. Todo parece
que le haya venido del cielo-vía email- y que sea una novedad que él
nos comunica y estudia por primera vez…
El proceder del periodista me parece poco ético porque dice que el
Secreto le llegó anónimamente en un email que tuvo que descifrar con la
ayuda de una lupa. Sin embargo no dice nada del sitio web en el que
apareció hace siete años y de lo que allí se comentó, a veces
exhaustivamente, en muchos posts, ni de lo que hemos tratado de él en
este blog , traduciéndolo, traducción “que él encargó a un experto…Todo
ello lo podría haber hallado en internet en una búsqueda somera. En su
lugar se refiere al Secreto como caído del cielo vía un mail de internet
y que él por primera vez lo da a conocer. Es decir procede siguiendo la
mejor tradición periodística de apropiarse de plumas ajenas y decirlo
todo con un sensacionalismo más que evidente.
El autor que se confiesa un hijo y dirigido del Padre Pío (habla
también de él y de una visión suya) , en mi opinión, aprendió muy poco
del humilde capuchino.
He aquí la crónica de La Razón:
¿El secreto mejor guardado de Fátima?
José María Zavala presenta en su nuevo libro una documentada investigación que, según el autor, pone de manifiesto que la tercera de las revelaciones no fue dada a conocer en su totalidad en el año 2000.
Gabriele Amorth (izda.) junto a José María Zavala durante la entrevista inédita que recoge el libro
Con motivo del primer centenario de las apariciones de Fátima, se publica este martes mi libro «El
secreto mejor guardado de Fátima» (Temas de Hoy), una investigación con
documentos y testimonios nuevos, que incluye una entrevista inédita a
don Gabriele Amorth, exorcista oficial del Vaticano e hijo espiritual
del Padre Pío. Marco Tosatti, el decano de los vaticanistas
italianos y experto mundial en Fátima, viajará a Madrid el próximo 6 de
abril para presentar este trabajo, al cual califica ya de «un estudio
admirable e impactante, que ayudará a la fe». Esta nueva investigación
pone de manifiesto, entre otros extremos insospechados, que el Tercer
Secreto de Fátima no fue revelado en su totalidad en el año 2000 y
ofrece un documento nuevo que correspondería, según uno de los peritos
calígrafos más reputados de España, a las palabras explicativas de la
Virgen de Fátima dictadas a Sor Lucia en 1944 para avisar sobre una
futura apostasía en la Iglesia. He aquí, un extracto de la extensa
conversación con Amorth, durante la cual el exorcista analiza el
contenido del Tercer Secreto, la no consagración de Rusia al Inmaculado
Corazón de María y la situación interna de la Iglesia:
–¡Macellai! –vocifera don Gabriele en
italiano, como si quisiera expulsar al mismísimo demonio, recuperando el
antiguo destello de sus ojos cansados, acuosos, viejos–.
–¡Carniceros…! –murmuro yo, entre dientes–.
–En la cabeza y en el corazón del Padre Pío
–explica el exorcista oficial del Vaticano, con gesto de estupor–
retumbaba una y otra vez esa terrible palabra pronunciada por el mismo
Jesús contra varios altos mandatarios de la Iglesia y multitud de
sacerdotes.
–Esa patibularia sentencia –advierto– figura
en una carta del Padre Pío a su director espiritual, recogida en el
primer volumen de su Epistolario [del 19 de marzo, festividad de San
José, de 1913].
–Una carta profética, sin duda –asiente él–. Tan profética, que aún no se ha cumplido del todo…
–¿Cómo no recordarla? Contaba el Padre Pío
que se le apareció Jesús entonces con el rostro desfigurado,
asegurándole que se mantendría en agonía por todas esas almas infieles
favorecidas por Él… ¡hasta el fin del mundo!
–Y lo peor de todo –subraya el padre Amorth
con una mueca torcida, de dientes astillados– es que esos desgraciados
siguen correspondiendo aún hoy a su inefable Amor arrojándose en brazos
de la masonería. Jesús continuó todavía, pero aquello que le dijo al
Padre Pío no pudo manifestarlo él entonces a criatura humana alguna
sobre la tierra.
–Debía de ser aterrador…
–El Tercer Secreto de Fátima… –comenta él, chascando la lengua–.
–¡Qué me dice! –exclamo, atónito–. ¿Conocía
ya el Padre Pío las palabras de la Virgen, cuatro años antes de que Ella
se las revelase a los pastorcitos de Fátima?
–Por supuesto que las conocía–corrobora don
Gabriele, dejando al descubierto unas ojeras violáceas muy acentuadas–.
El Señor le dejaba leer a veces su cuaderno personal.
–¿Se lo dijo el Padre Pío en persona?
–¡Claro que me lo dijo! –insiste él, como
quien detesta el menor atisbo de desconfianza–. Él sufría lo indecible
por la situación de la Iglesia y de sus pastores. El demonio se había
colado en las propias entrañas de la Iglesia. Ya lo advirtió Su Santidad
Pablo VI, pero muy pocos le creyeron entonces: «El humo de Satanás se
ha infiltrado en el seno de la Iglesia», manifestó. El mismo Romano
Pontífice que pronunció aquella frase de que «una Misa del Padre Pío
vale más que toda una misión». ¿Cree usted, acaso, que si eso no fuera
verdad habría sectas satánicas y se celebrarían misas negras en el
Vaticano?
–Cierto. Usted ha comentado en alguna ocasión
que entre los miembros de las sectas satánicas figuran sacerdotes,
obispos y cardenales, y que incluso el Papa Benedicto XVI ha sido
informado de ello.
La extensa entrevista con don Gabriele
Amorth, nacido en Módena el 1 de mayo de 1925, transcurre en su misma
sala de exorcismos, el 25 de octubre de 2011.
Don Gabriele y un servidor estamos hermanados por el Padre Pío, como hijos espirituales suyos.
Poco antes de las tres de la tarde, cruzo el
umbral de la sede de la Sociedad San Pablo de Roma, un imponente
conjunto arquitectónico situado en la calle Alesandro Severo, del que
sobresale una basílica de formidable cúpula.
El escenario de tan reveladora conversación,
la cual, por expreso deseo del padre Amorth he mantenido en completo
sigilo hasta su fallecimiento acaecido el 16 de septiembre de 2016, no
es nada del otro mundo: apenas diez metros de largo por cinco de ancho,
con una sencilla mesa de madera en el centro rodeada de sillas a juego, y
un antiguo butacón tapizado en tono ocre, reservado a los «clientes» de
don Gabriele atormentados por el perverso diablo.
¿Consagración? ¿Qué consagración?
–Retomemos ahora –sugiero al padre Amorth–
nuestra conversación sobre Fátima: ¿Cree usted que la Iglesia ha
cumplido con los requisitos exigidos por la Virgen para que la
Consagración a su Inmaculado Corazón sea válida?
–¿Consagración? ¿Qué consagración…? –inquiere él, contrariado–.
–La efectuada por Juan Pablo II, el 25 de marzo de 1984 –preciso–.
–No hubo tal consagración entonces –asevera–.
Yo fui testigo del acto. Estaba en la Plaza de San Pedro aquel domingo
por la tarde, muy cerca del Papa; tan cerca, que casi podía tocarle.
–¡Qué me dice! –exclamo con perplejidad–.
–Lo que oye –se ratifica él–.
–¿Y por qué afirma usted con tanta rotundidad que la consagración no existió?
–Muy sencillo: Juan Pablo II deseaba mencionar expresamente a Rusia pero al final no lo hizo.
–¿Qué se lo impidió?
–Dirá más bien quiénes se lo impidieron. Y yo le contesto: algunos miembros de su séquito.
–No me diga que pudo más entonces también la corrección política, que la propia voluntad expresada por la Virgen…
Don Gabriele asiente, impotente, con la cabeza.
–Los representantes de la iglesia ortodoxa
–advierte– presentes en el acto no debían escuchar de ninguna manera la
mención expresa de Rusia; de lo contrario, se temía una reacción
fulminante y de consecuencias impredecibles para el Vaticano por parte
de las autoridades soviéticas.
–¿Cobardía?
–¿Por qué disfrazarla de prudencia?
–Si no pronunció el nombre de Rusia, ¿qué hizo entonces el Papa?
–Dar un rodeo: «Sí, pero no…». De hecho, en
el texto impreso de la consagración figuraba Rusia de modo expreso, pero
a última hora las presiones diplomáticas surtieron efecto. Juan Pablo
II pretendía entonar esa palabra durante el acto, pero al final, como le
digo, se lo impidieron. Así que tuvo que contentarse con decir aquello
de «especialmente aquellas naciones necesitadas de esta consagración».
–Un lamentable circunloquio entonces –matizo
yo– para dar a entender que Rusia figuraba entre «aquellas naciones»
pero sin citarla, como pedía la Virgen.
–Exacto. Por eso mismo le insisto en que aquella consagración resultó inválida.
–Pero la misma Sor Lucia dijo que, pese a
excluirse la mención de Rusia, el Cielo la había aceptado finalmente
porque se hizo con la anuencia de todos los Obispos del mundo.
–¿Lucia dijo eso…? –se sorprende Amorth, con ojos desorbitados–.
–Bueno, lo dijo el cardenal Tarsicio Bertone
en el año 2000 escudándose en una carta de Lucia fechada en noviembre de
1989, en la cual ella manifestaba que el Cielo había admitido la
consagración pese a incumplirse una de las condiciones más importantes.
–¿Ha visto usted esa carta? –pregunta, como si dirigiese un interrogatorio policial en busca de una prueba decisiva.
–Jamás –niego con rotundidad–.
–Ni creo que la vea nunca, porque estoy convencido de que no la escribió Lucia.
–¿Cómo está usted tan seguro de ello? –interpelo–.
–¿Por qué no la mostró Bertone cuando debió
hacerlo, al dar a conocer el Tercer Secreto de Fátima? Una simple
fotocopia del manuscrito, incluida en el dossier oficial de Vaticano,
hubiese bastado para disipar cualquier duda. Si el Vaticano fue siempre
escrupuloso al aportar las pruebas documentales que autentificaban lo
dicho por Lucia sobre asuntos menores, ¿por qué razón escatimó entonces
la única evidencia documental que, según Bertone, otorgaba validez a un
hecho de tanta trascendencia como sin duda era la consagración efectuada
por Juan Pablo II?
–Sí que es raro –admito–.
–¿De verdad cree usted que Lucia tardó cinco
años en poner por escrito que la consagración había sido realmente
aceptada? ¿Y que Bertone aguardó dieciséis años nada menos para anunciar
la validez de algo tan crucial como la consagración de Rusia al
Inmaculado Corazón de María?
La voz del padre Amorth suena como las hojas secas.
–Resulta todo muy extraño, la verdad –asiento de nuevo–.
–Además –agrega él–, si la consagración del
mundo al Inmaculado Corazón de María efectuada por Pío XII en 1942 sólo
fue aceptada en parte, pues Jesús dijo que en atención a ella la guerra
sólo se acortaría en lugar de acabarse de inmediato, ¿por qué iba a
cambiar ahora de parecer con Juan Pablo II, si tampoco en esta ocasión
se mencionaba a Rusia?
–Sería una incongruencia, sí…