Mancharon los pañuelos, la historia, la memoria y al país
28/03 – 11:00 – El kirchnerismo en su máxima expresión utilizó todos los recursos que le dio el voto y el poder, no solo para robar fondos, sino la fe de los argentinos y las esperanzas de muchas generaciones. Pero destruyó (por mucho tiempo) un factor más impresionante aún, mató todo atisbo de reacción por muchos años. La gente esperaba una salida. La única salida fue el voto en octubre de 2015. Hoy, ese mismo kirchnerismo pero residual, está personalizado en unos pocos, casi todos procesados por algo y muchos de los cuales debieran estar presos y tratan por todos los medios de hacer lo que saben: destituir al gobierno de turno, ensuciar, embarrar la memoria del 24 de marzo y cagar sobre los pañuelos blancos (una vez más). (Por: Rubén Lasagno)LA IMAGEN NO CORRESPONDE A LA PUBLICACION ORIGINAL
No había posibilidad de que ocurriera algo distinto. Si el espíritu de la recordación del 24 de marzo, representaba hasta principios del 2000 una fecha de honda autocrítica social, donde no solo se ponía en jaque a la dictadura militar sino a los componentes políticos colaboracionistas que la alentaron, estaba claro que, en las manos equivocadas esto comenzaría a desvirtuarse por los cuatro costados; y finalmente eso ocurrió con la llegada del kirchnerismo al poder.
El acto del viernes 24 último fue una parada más en el relato K, de quienes no dudan en subirse a cualquier colectivo imaginario que los deje cerca de un motivo, aún el más excéntrico, siempre y cuando les permita agitar las aguas, enarbolar mensajes anti-gobierno y arrollar con sus mentiras y amenazas a cuanto obstáculo se le interponga en el camino de su vuelta al poder; sea este un presidente, un periodista, una institución o cualquier ciudadano que levante su voz en contra de su naturaleza golpista, derrocadora, anticonstitucional y antidemocrática.
No hay ningún sector político más destituyente que el kirchnerismo en sus diversas denominaciones (La Cámpora, Kolina, FPV, etc). Como forma de encubrirse y poner una coraza a sus dislates y mentiras, el partido creado por Néstor Kirchner presume de “democrático y progresista”, pero tiene en su ADN la impronta fatal del golpismo político. Lo hace contra propios y extraños. Su naturaleza, como la fábula del sapo y el escorpión, los lleva a suicidarse cruzando el río de la democracia, porque no soportan la diversidad, el disenso ni la institucionalidad, en ninguna de sus manifestaciones y formas; por tal motivo, todo lo que tocan, ocupan y gestionan, los rompen, lo vacían de contenido, lo desvirtúan en sus fundamentos y además, (de paso) lo funden financiera y económicamente.
La fecha de la memoria parcial que utilizó tan bien el kirchnerismo desde el 2003, fue otra derrota que el régimen le impuso al peronismo, a la sociedad y a quienes quisieron, realmente, reivindicar la fecha del “nunca más”. En ese marco, destruyeron la potencia del discurso de una institución clave como fue “Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”. No solo mancharon los pañuelos, sino que han defecado sobre ellos. Y es raro, entonces, ver que ciertas organizaciones que se dicen “independiente” del kirchnerismo, abrevan en las mismas aguas y comparten los mismos espacios en las calles, cuando estos inadaptados se apropian de las fechas y parasitan hasta los actos públicos, para figurar y mimetizarse entre quienes reclaman genuinamente o, como en este caso, ejercen el derecho de la memoria.
El helicóptero en la marcha del 24 de marzo, es la utilización más berreta y descarada de los símbolos por parte del kirchnerismo, puesta de manifiesto por el grupo destituyente de golpistas fracasados que quieren detonar al país para ver si pueden comer de los escombros y robar las sobras que no pudieron llevarse en los bolsos de López, los trenes de Jaime o la obra pública y los alquileres truchos de Lázaro y Cristóbal.
Energúmenos políticos, esta casta de golpistas indecentes, cree que si el gobierno establecido por el voto se cae, ellos vuelven (¡Hay que ser realmente idiota!). Una construcción a la medida de lo que son, de lo que muestran, de lo que han sido siempre y solo ahora sus acciones desesperadas permiten visibilizarlos.
Bonafini, la cloaquista de los derechos humanos, pidiendo la renuncia de Macri, puteando a todo el arco político, llamando dictador al gobierno democrático, asesina a Vidal y gritando que la democracia se vaya a la mierda, mientras amenaza de volar la Casa Rosada, es la patética foto del fracaso de ese relato insano que se apropió del país por más de una década. Como D`Elía, Moreno, Esteche y el collar de fanáticos adherentes desperdigados que tiene el kirchnerismo residual.
Máximo “preocupado” por lo que pasa en Jujuy, con la delincuente común Milagro Sala y haciéndose el compungido por la pobreza del norte, evade su obligación de ir a trabajar al Congreso (donde es un ausente sin aviso) y allí dice representar al pueblo de Santa Cruz, provincia por la que no ha levantado la voz, excepto para alentar alguna rosca política, a pesar del desmadre y el caos que rige bajo la administración de su tía, que no logra juntar dos ideas y acertarle a la gestión.
En Santa Cruz, mientras los empleados públicos no han cobrado aún el mes de febrero, el gobierno apostó a recordar el 24 de marzo con un perfil más bajo, pero igualmente culposo. Desde el sector político oficial se impone el pedido de renuncia del presidente, que no puede o no quiere sacar al país de la pobreza y la marginación, ni crear empleos (como si ellos sí hubieran podido) y a la vez el titular de los Derechos Humanos de Santa Cruz, Horacio Pietragalla, discursea contra Clarín y los medios que no pueden controlar, como una foto sepia, gastada, del recuerdo, que ya nadie mira y representa un tiempo que nunca más volverá.
Pietragalla, quien cree que por ser hijo de un desaparecido está imbuido de impunidad para hacer y decir cualquier cosa (Recordar que Fernández Meijide dijo “se madre (NdR: también ser hijo) de un desaparecido no te transforma en buena persona”), aparece como un mitómano más que hace un usufructo indebido del relato, enardecido por una entidad que no tiene y que le dieron sus patrones, quienes necesitan de idiotas útiles que hablen de sus enemigos, mientras los verdaderos padres del discurso permanecen a resguardo y agazapados para ver cuándo pueden volver.
Para desgracia de los Pietragalla, los Bonafini y otros impresentables voceros de “los helicopteristas de la democracia”, le decimos que lamentablemente para ellos la sociedad los desprecia y que con estos helicópteros de cartón del 24 de marzo, quemaron las naves como el viejo y recordado cajón de Herminio Iglesias. Ya nadie les cree nada, porque mientras “Madres y Abuelas” dejaban el símbolo de su lucha como ofrenda sobre el ataúd de Néstor en el 2010, defecaban en los pañuelos blancos con el fraude y el robo de “Sueños compartidos”, el sostenimiento del General Bendini (Margarita Belén) y el abrazo inconmensurable con el que aparecían las fotos de Hebbe y Milani, torturador, represor y desaparecedor de personas, comprobado por la justicia que lo acaba de procesar por estar a la misma altura que Benjamín Menéndez. Ni hablar de la historia que jamás lo tuvo a Néstor en Santa Cruz, recordando un 24 de marzo, sino más bien abrazado con los milicos de turno. De eso Pietragalla no habla; no porque lo ignore, sino, porque no le conviene.
En definitiva, este 24 de marzo, especialmente, ha tenido el gusto de la política barata que le imprime el kirchnerismo a todos sus actos. Lo descontextualizó, lo desvirtuó y sepultó la memoria legítima, en una orgía de discursos irrelevantes, mentirosos y golpistas, como son ellos (repasar las historias de Del Val, Acevedo, Sancho, Peralta, Aburto, Cantín) tratando de deslegitimar al actual gobierno, solo para sembrar el caos y la inquietud social.
Lo único que nos cabe como ciudadanos es castigarlos (una vez más) en las urnas. Votar en contra de cada uno de ellos y de quienes los lleven en sus listas. Promover su proscripción con el voto, no con la ley. Sacarlos del juego definitivamente en las urnas y si el peronismo no está convencido de esto y sigue adosado a su filosofía destitutiva, hacerle pagar las consecuencias, votando a cualquiera, menos a un Peronista que se nutra de estos antidemócrcatas confesos.
Solo limpiando de hipócritas y mendaces el país, podremos reconstruir entre todos, una Argentina sincera y esperanzadora para las generaciones que vengan. (Agencia OPI Santa Cruz)