Pacifismo como herramienta de descristianización (Repost) –
Augusto TorchSon
Abordado el tema palestino en mi artículo
anterior (Aquí),
es necesario también atender la cuestión del genocidio a cristianos en los
países islámicos, sin dejar de considerar que también se da por medios más
sutiles e igualmente perversos en el resto del mundo. Para esto es necesario
entender que el pacifismo se promueve casi exclusivamente en el Occidente
Cristiano, ya que así se nos pone en una peligrosa situación de vulnerabilidad.
El gobierno mundial necesita un rebaño manejable y así promueve especialmente
en el mundo católico este pacifismo para que se acepte lo inaceptable y se haga
concesiones con el mal y la mentira a fin de evitar la violencia. Pero una cosa
es evitar las situaciones conflictivas, y otra es escapar a nuestra
obligación ante cualquier agresión, esto es, repelerla.
El padre A. Ezcurra al referirse al deber
cristiano de la lucha enseñaba con respecto a poner la otra mejilla que podemos
válidamente en un acto de humildad y templanza, no responder a un ataque, pero
no podemos poner la otra mejilla de nuestra mujer, nuestros hijos, nuestra
Patria, nuestro Dios o su Iglesia; e ilustra a los pacifistas como quienes con
tal de salvar la vida pierden las razones para vivir.
El pequeño héroe y beato Cristero, José Sánchez
del Rio antes de morir en defensa de los derechos de Dios y su patria, le dijo
a su madre: “Mamá, nunca había sido tan fácil ganarse el cielo como
ahora, y no quiero perder la ocasión”, dándonos a sus 13 años un
maravilloso ejemplo de valentía y entrega cristiana. Sin embargo el martirio es
para el hombre moderno una patología que estaría relacionada con el masoquismo,
como enseña el herético monje alemán Anselm Grün. Por lo tanto la más sublime
muestra de amor fraterno que es dar la vida por los amigos, se transforma en un
acto autodestructivo y así Jesús, en vez de donarse para nuestra salvación, se
habría suicidado, según esta perversa concepción. Y hoy la obligación de seguir
a Cristo cargando su cruz y la advertencia de que “quien quiera salvar su
vida la perderá y que quién la entregue por Él, se salvará”, (Lc.
9,23-24); deja de ser tal para convertirse en una sugerencia opcional. Y esta
interpretación sentimentalista y acomodaticia de las escrituras nos lleva de
hecho, a un cristianismo sin cruz, que además nos lleva a un estado de
indefensión que vulnera hasta el más básico de los sentidos comunes, y es el
que tiene que ver con el instinto de superviviencia.
En el incansable ánimo de conseguir una vida
cómoda y confortable, hacemos grandes esfuerzos para lo que paradójicamente va
a implicar no esforzarnos. Y con inteligentes trabajos, los Mass Media
globalistas, promoviendo estas conductas pasivas, nos hacen bajar la guardia
hasta perder el más elemental de los sentidos de conservación, aislándonos para
que desprotejamos a los nuestros por considerar que no hay que tener reacciones
violentas o con sofismas como los de que nunca puede haber guerras justas, que
se escuchan hasta en la más alta jerarquía de la Iglesia.
Entonces con respecto a la religión que nos
liga a Dios, al considerársela una opinión más entre muchas, no vale la pena
dar la vida por ella. Sí se profanan lugares sagrados o se blasfema a Nuestro
Señor Jesucristo o contra su Santísima Madre Celestial, a quién Satanás
tiene especial odio; nuestra reacción en nombre del pacifismo y la supuesta
invencibilidad de la situación, es de una terrible indiferencia, paradigma de
tibieza. Decía San Juan Crisóstomo: "Si alguien blasfema,
corrígele, si vuelve a blasfemar corrígele otra vez; si vuelve a blasfemar
golpéale, rómpele los dientes, santifica tu mano con el golpe". Y
el Catecismo de la Iglesia Católica al respecto: 2264 "El amor
a sí mismo constituye un principio fundamental de la moralidad. Es, por tanto,
legítimo hacer respetar el propio derecho a la vida. El que defiende su vida no
es culpable de homicidio, incluso cuando se ve obligado a asestar a su agresor
un golpe mortal…” “es mayor la obligación que se tiene de velar por la propia
vida que por la de otro (S. Tomás de Aquino, s. th. 2-2, 64, 7)" y
continua diciendo: 2265 “La legítima defensa puede ser no solamente
un derecho, sino un deber grave, para el que es responsable de la vida de otro”
Los seres más vulnerables hoy en día son los niños
en el lugar donde deberían estar más seguros, esto es el vientre materno, y
asistimos al genocidio más atroz de la historia en donde el aborto de millones
clama al cielo por tanta sangre inocente derramada. Y estas políticas
eugenésicas son promovidas y hasta impuestas por la ONU, junto con otras
perversidades como la homosexualidad, que también tiene como objetivo la
reducción de la población. Y todo esto se realiza no sólo con la complicidad de
los cipayos gobernantes del mundo entero, sino con también, muchas veces
nuestra propia indiferencia.
En los libros de los Macabeos, se nos cuenta como
se atacaba al Pueblo de Dios en sábado y estos para no profanar el día santo no
reaccionaron, hasta que Matatías dijo a su gente: “Si todos nos
comportamos como nuestros hermanos y no peleamos contra esta gente en defensa
de nuestras vidas y de nuestras costumbres, muy pronto nos exterminarán de la
tierra”. Y dijeron: “Hagamos frente a todo el que venga a
atacarnos en día sábado, para no morir como nuestros hermanos en sus refugios”. (1
Mac 2, 29-41).
Sabiendo que el principal objetivo del demonio es
destruir a la única y verdadera Iglesia de Dios que es la Católica,
recordemos cuando Cristo dijo: «No penséis que he venido a traer paz
a la tierra. No he venido a traer paz sino espada” (Mt. 10,34), y
no tengamos miedo de defender nuestra fe, dando el buen combate por la causa,
honor y gloria de Dios.
Trabajando para que Cristo Reine
Augusto
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista