lunes, 27 de marzo de 2017

Peronismo

Peronismo

Vale la pena repasar en Youtube los documentales de la época de Perón (1943-1955) y escuchar sus encendidos, provocativos y violentos discursos, intimidando, sembrando enfrentamientos e incitando a la violencia.
Asombra el comprobar que ningún otro tirano de su época, ni Mussolini, ni Hitler, alcanzaron el grado de ultra-personalismo que exhibió Perón.
Su desbordado narcisismo, su demanda interna por subirse a un pedestal de mayor altura y su notable manipuleo de masas lo impulsó a imponer su nombre a su plagio socialista (movimiento peronista, edulcorado como justicialista) que en su delirio de grandeza ofrecía generoso al mundo entero como la suprema y definitiva solución para lograr un maravilloso y generalizado bienestar colectivo, esa tercera posición que pretendía universalizar como una absoluta e incontrovertible verdad.
Libros escolares, calles, barcos, ciudades, marchas, etc., eran rebautizados con “su” apellido y gozaba de oírlo (Perón, Perón, ¡qué grande sos…
 
‼) y verlo exhibido en todo rincón del país alimentando su insaciable y voraz pretensión de grandeza, su adicción a los halagos y los aplausos.
Con su hábil y seductora retórica lograba cautivar a una muy numerosa masa del pueblo que fiel y embelesada le rendía tributo y acataba sus “sugerencias” como verdades indiscutibles.
Su desbordada mezcla de soberbia, engañosa humildad y burlona e indulgente tolerancia para con los que “no entendían su verdad y no se sumaban espontáneamente a su movimiento”, enmascaraba una incontenible agresividad que se transformaba en estallidos de furia contra quienes no obedecían u observaban dócilmente su dogma, su incuestionable verdad, sus ideas y osaban no serle sumisos (leales según su vocabulario), convirtiéndolos en odiados enemigos de su persona y de su causa.
Su desmesurado narcisismo detonaba como un geiser excitado cuando su insaciable egocentrismo era contrariado, insatisfecho o herido, llevándolo a lanzar oleadas de incitación a la violencia.
Toda vez que alguna frustración, alguna crítica y/o aspectos de la realidad le generaba algún disgusto que hiciera mella en la exaltación de su autoestima, su incontenible furia narcisista le obnubilaba su encasillada conciencia exhibiendo su rígida dificultad de reflexión generándole reacciones desproporcionadas de enorme agresividad que se convertían en una verborragia violenta con la que encendía pasiones destructivas que se fueron traduciendo en crecientes actos de barbarie.
Perón empezó combatiendo el capital, continuó estatizando (ferrocarriles, etc), luego quemando sedes opositoras, iglesias, etc, y ante el rotundo fracaso de su doctrina, plagiada del inviable socialismo, terminó sometiéndose a su enemigo (el capital) entregándose a la Standard Oil poco tiempo antes de salir corriendo a esconderse en una cañonera paraguaya.
Y aun así, ya caído de su imaginario pedestal, exacerbado su resentimiento y desbordado por sus pasiones necrófilas, el huido General dejó sembradas las más virulentas semillas de violencia que germinaron (y aun germinan) en numerosas mentes psicóticas, descarriadas y confusas, sometidas a una suerte de hipnosis autodestructiva, una dependencia irracional que ha llevado al país a sufrir largos y sangrientos años de terror y empobrecimiento.
Este fue el rígido patrón de conducta exteriorizado por este militar en sus discursos que, para sorpresa de desapasionados y sensatos ciudadanos y pese a su inherente error e indiscutible fracaso, aún sigue siendo insólito paradigma no solo para aquellas personas que enfervorizadas quedaron religiosamente sometidas a su disolvente doctrina sino también para una gran cantidad de personas supuestamente ilustradas, lúcidas y/o sensatas, que aún hoy –pasados más de 60 años de aquella catastrófica época de disolución social- lo siguen endiosando y aceptando como referente político con ciego y fervoroso dogmatismo sin poder desprenderse de tan insana emocionalidad.
¿Cómo poder entender que este arrogante personaje haya podido lograr tan generalizado nivel de destructivo acatamiento sino a través de un estado colectivo de enajenación mental?
Recordemos algunas frases de sus necrófilos discursos:
*Al enemigo ni justicia*,
*Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores *(08 Set 1947)
*Con los muchachos madereros fabricamos unos palos “así” de grandes con un clavo en la punta y salimos quinientos a golpear cabezas y a romper todas las vidrieras de la calle Florida. Y tomamos la calle.
*Vamos a salir a la calle de una sola vez para que no vuelvan (sus opositores) nunca más, ni los hijos de ellos* (08 Junio 1951)
*Distribuiremos alambre de enfardar para colgar a nuestros enemigos*(31 Agosto 1951)
*Vamos a tener que volver a la época de andar con alambre de fardo en el bolsillo.
*Eso de leña que Uds. me aconsejan, ¿Por qué no empiezan Uds. a darla? (15 Abril 1953)
*El gobierno está decidido a hacer cumplir los precios aunque tenga que colgarlos a todos (cuando los supuestos especuladores, para sobrevivir, se veían forzados a eludir su antojadiza política de precios).
*Hasta ahora he empleado la persuasión, en adelante emplearé la represión. (15 Abril 1953)
*Aquel que en cualquier lugar intente alterar el orden contra las autoridades puede ser muerto por cualquier argentino* (31 Agosto 1955)
*El pueblo marchará con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes*
*Acá hay libertad para todos menos para los políticos. Para ellos, libertad ninguna. Estamos en estado de guerra, no se necesita libertad política. En eso somos tiranos, dictadores”.
*Por cada uno de los nuestros que caiga caerán cinco de ellos*(31 Agosto 1955) que dio pie al estribillo “5×1 no va a quedar ninguno”.
Muy escaso tiempo histórico ha transcurrido para corroer tanto esta Argentina sin rumbo cuando apenas 100 años atrás estábamos con un nivel de bienestar equivalente al de Canadá y muy por encima de países como Australia y otros que hoy disfrutan de un bienestar y un progreso que nuestro pueblo ha perdido.
No es esto sino culpa de nosotros mismos, del “soberano” pueblo argentino, de nuestra incultura cívica, de nuestra insolvencia política, de nuestra petulancia, de nuestra caída cultural por tantos dañinos actores que han enervado nuestro potencial dejándonos inermes, languideciendo penosamente.
Es imperioso el hacer una catarsis colectiva, superar el pasado tomándolo como referencia de lo que nunca más debe volver a suceder, despojar nuestras mentes de tanta violencia heredada y despejarnos para aplicar nuestras potencialidades apuntando hacia un futuro de libertad y desarrollo económico e intelectual para lograr una comunidad pacífica, respetuosa y armoniosa, trabajando, creando, generando riqueza y conviviendo en un proceso espontáneo y sostenido de cooperación productiva y de libre intercambio de afectos, productos innovadores y servicios enriquecedores.
Elijamos la Civilización sobre la Barbarie, pero no esperemos que suceda por sí sola. Actuemos.
Ing. Roberto Fernández Blanco