Blasfemia sin límites
- Augusto TorchSon
En la de por sí aberrante marcha feminista, un grupo de
activistas realizó una parodia en donde la Virgen abortaba a Cristo en la
ciudad de Tucumán en Argentina. La "actriz" sería nada menos que una
empleada o ex-empleada de la Dirección de la Niñez y la Adolescencia en
Tucumán, Marina Verónica BRESLIN , alias Pepena; y para completar o entender
mejor la situación, la pervertida es de origen judío. La misma después
de la espantosa blasfemia, bajó su cuenta de Facebook pero se olvida que nadie resiste a un
archivo, y las capturas de pantallas están disponibles para todos.
Ante
esta situación, el Arzobispo local Mons. Zecca, manifestó su rechazo con un
comunicado de prensa donde entre otras cosas señala:
¿No sabe acaso Mons. Zecca que la marcha feminista es de origen
marxista y tiene por objetivo la confrontación entre varón y mujer para
destruir la familia? ¿No entiende que la humillación, golpes y
asesinatos no son solo malos cuando las víctimas son mujeres sino
cualquier persona? Pero parece más políticamente correcto sumarse a la
cuestión en términos de "violencia de género", subproducto de la "ideología de género"
para no desentonar con el establishment y el Vaticano que apoya, desde
que está Bergoglio, todas estas marchas. Si le caben dudas puede tomarse
el trabajo de averiguar que incluso es el judío globalista y abortista
Soros, uno de los que financian en el mundo entero estas "celebraciones"
como le gusta decir a Monseñor.
Para mayor información, también le sugerimos nuestro anterior artículo al respecto: La
verdad sobre el día de la mujer.
Aquí
el comunicado completo para evitar que se nos acuse de descontextualizar.
Además de la propuesta de Marcha que realiza
el Arzobispo, debería solicitar una investigación y castigo para las culpables.
La violencia de las feministas se debe a la falta de consecuencias, su audacia
crece con la pasividad de quienes deben defender nuestra Iglesia.
Cabe recordar que ante
la blasfemia y herejías de la monja tucumana, Lucía Caram, abortista, prohomosexualista y hasta, separatista catalana;
si bien el obispo se manifestó en contra, al convocar un grupo de fieles una
marcha para orar en desagravio de Nuestra Santísima Madre, los más cercanos
sacerdotes allegados a Zecca, hicieron una campaña llamando a los fieles a no
concurrir porque la misma era convocada por “lefebristas y sedevacantistas”. Uno
puede terminar sospechando entonces que no importaba el desagravio a la Madre
de Dios sino el hecho de que no vayan a perder fieles aportantes.
Si las feministas agreden, insultan, escupen,
intentan profanar Iglesias, promueven el crimen de los niños en el vientre de
sus madres, y hasta llaman a asesinar a los varones; eso es considerado por los
Estados del mundo entero como libertad de expresión. Sin embargo, el pedir castigo
para quienes cometen tan terribles agravios hacia nuestras más sagradas y
profundas convicciones es considerado como una incitación a la violencia. Y
todo esto con la complicidad de la jerarquía eclesiástica que llama a no
defender los Templos, a no contestar agresiones por más violentas que sean y
hasta a festejar y confraternizar con las endemoniadas como muestra de “buena
voluntad”. Que pongan su otra mejilla, más no la de la Iglesia, la de los
templos, la de la fe, o la vida de los niños abortados si quieren dar muestra de su
irenismo.
Realmente ya no sabemos que más esperar, ya que no solo está anulada la
capacidad de asombro, sino lo que es peor, la capacidad de reacción.
Sería bueno recordarle a Zecca, a Poli y a todos los obsecuentes bergoglianos las palabras del mismo Obispo de Roma al decir: "Si
alguien insulta a mi madre, le daría un puñetazo". Entonces ¿cómo sugieren actuar ante tan terrible insulto a Nuestra Madre Celestial y Madre de nuestro Redentor?
Solamente queda recomendar que ante la agresión de cualquiera de estos
grupos hacia nuestra Iglesia, respondamos como corresponde.
Augusto
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