El juicio erróneo
(Nacionalismo Católico NGNP)
Cuando
el hombre no se preocupa de buscar la verdad y el bien y, poco a poco,
por el hábito del pecado, la conciencia se queda casi ciega
1790 La
persona humana debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia.
Si obrase deliberadamente contra este último, se condenaría a sí mismo.
Pero sucede que la conciencia moral puede estar afectada por la
ignorancia y puede formar juicios erróneos sobre actos proyectados o ya
cometidos.
1791 Esta ignorancia puede con frecuencia ser imputada a la responsabilidad personal. Así sucede “cuando el hombre no se preocupa de buscar la verdad y el bien y, poco a poco, por el hábito del pecado, la conciencia se queda casi ciega” (GS 16). En estos casos, la persona es culpable del mal que comete.
1792 El
desconocimiento de Cristo y de su Evangelio, los malos ejemplos
recibidos de otros, la servidumbre de las pasiones, la pretensión de una
mal entendida autonomía de la conciencia, el rechazo de la autoridad de
la Iglesia y de su enseñanza, la falta de conversión y de caridad
pueden conducir a desviaciones del juicio en la conducta moral.
1793 Si
por el contrario, la ignorancia es invencible, o el juicio erróneo sin
responsabilidad del sujeto moral, el mal cometido por la persona no
puede serle imputado. Pero no deja de ser un mal, una privación, un
desorden. Por tanto, es preciso trabajar por corregir la conciencia
moral de sus errores.
1794 La
conciencia buena y pura es iluminada por la fe verdadera. Porque la
caridad procede al mismo tiempo “de un corazón limpio, de una conciencia
recta y de una fe sincera” (1 Tm 1,5; 3, 9; 2 Tm 1, 3; 1 P 3, 21; Hch 24, 16).
«Cuanto mayor es el predominio de la conciencia recta, tanto más las personas y los grupos se apartan del arbitrio ciego y se esfuerzan por adaptarse a las normas objetivas de moralidad» (GS 16).