PRECISIONES SOBRE LA CONSAGRACIÓN PEDIDA EN FÁTIMA
[Esta
entrada ofrece algunos datos interesantes sobre las gestiones hechas
para comunicar al Papa los deseos de Nuestra Señora sobre la
Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón y la promesa de su
conversión. Esta es la razón de que la traigamos al blog tomada de la
Revista Roma. Pero la óptica del autor es algo divergente de lo
expresado en el blog en diferentes posts sobre este asunto. No obstante
la publicamos por la razón dicha]
A LA PROFECÍA DESOÍDA SIGUE LA GRAN RUINA
Araí Daniele (Fray Francisco de Fátima)
Revista Roma N° 127 – Pentecostés de 1993
Queridos amigos:
La fe en la Resurrección es la única esperanza para la decadencia
humana y siempre ha sido el alma del llamado a la conversión, sea
personal, sea de los pueblos. Ése es el espíritu misionero que se halla
presente en el mensaje profético de Fátima para la conversión de Rusia.
Solamente ese celo por cumplir la voluntad de Dios podrá rescatarnos de
los deletéreos engaños actuales.
Los sorprendentes cambios del mundo comunista desde 1989, seguidos de
la iniciación del proceso democrático en Rusia que garantiza la
libertad religiosa, hacen hablar de un milagro. La última Navidad se
conmemoró en Rusia con solemnes ceremonias promovidas por el Patriarcado
de Moscú, no más controlado por la KGB, mas apoyado por jefes del
gobierno. En la Plaza Roja se colocó un gran Nacimiento. En días
anteriores los presidentes ruso y norteamericano habían firmado un
tratado para la reducción drástica de las armas nucleares, y esto se
anunció como una gran señal de paz.
Y luego, como en el Mensaje de Fátima se halla la profecía de que
Rusia se convertirá después de ser consagrada al Inmaculado Corazón de
María, Juan Pablo II presenta el cambio político ruso como el principio
de la conversión anunciada, que se logró no sólo con la consagración
hecha en el Vaticano el 25/3/1984, sino por la oración por la paz hecha
por los jefes religiosos reunidos en Asís el 27/10/1986. Eso inspira el
espíritu del Vaticano II, que declaró el derecho a la libertad religiosa
según los principios masónicos de la ONU.
En verdad la perestroika es una desesperada tentativa de
supervivencia al fracaso de la URSS, cuyos errores no renegados quedan
emboscados alimentando un incontrolable tráfico de armas para nuevas
revoluciones de odios nacionalistas o nihilistas en el mundo. En cuanto a
la libertad religiosa, sirve para abrir los dominios del ateísmo
estatal al caos de las sectas, no para la recuperación moral y
espiritual, que no puede venir del occidente descristianizado.
Por lo tanto la gran Pascua de una Rusia convertida en un mundo donde
reina la paz, según la promesa de Fátima, es aun un miraje que el
espíritu conciliar y el humo de Asís sólo hacen trágicamente más
engañoso. Ciertamente que una profunda conversión del sufrido y mariano
pueblo ruso podría significar mucho para la resurrección religiosa en el
siglo veintiuno. Los sorprendentes cambios actuales dan una idea de la
influencia de Rusia en los destinos del mundo. Ello hace ver el alcance
profético de la petición y de la promesa del Mensaje de Fátima de 1917.
Pero Nuestra Señora habla de la conversión de Rusia a la Fe Católica. Y
esto pide una clara acción papal. Pero vista la ausencia actual, la
victoria de María tendrá que empezar… ¡en Roma!
No se enfrenta esta crisis ignorando su causa: la infidelidad a la
Voluntad de Dios que suscitó el espíritu misionero de la Iglesia para la
conversión del mundo y de Rusia, sólo con el Mensaje de Fátima. La
Iglesia, o se convierte o se transforma en tierra de conquista. Si los
hombres no contestan a la Voluntad divina, será la realidad la que
contestará a los hombres.
LAS INTENCIONES DE NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA
El Suceso de Fátima examinado a la luz de la fe es la respuesta de la
Madre de Dios a la Iglesia Militante en la persona de su jefe,
Benedicto XV, el cual, el 5 de mayo de 1917, invitó oficialmente a la
Iglesia, representada por todos sus obispos, para que requirieran de la
Regina Pacis en las letanías lauretanas, su intercesión por la paz. Ocho
días después, el 13 de mayo de 1917, en la Cova de Iria (paz) en
Fátima, Nuestra Señora aparecía como un arco iris de paz y de gracia
para indicar a la Iglesia el camino de la verdadera paz en el mundo.
El 13 de julio de 1917 la Señora dijo: “La guerra va a terminar, pero
si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra
peor (…). “Para impedirla vendré a pedir la consagración de Rusia a mi
Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si
atendieran a mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz, si no,
ella esparcirá sus errores por el mundo promoviendo guerras y
persecuciones contra la Iglesia”.
Palabras proféticas sobre los males que estaban para condicionar el
siglo XX: los errores de Rusia, y la ceguera eclesiástica para con la
profecía que había anunciado y ofrecido socorro para este flagelo
mundial. En 1917 el doble peligro, exterior e interior a la Iglesia, era
desconocido, como lo era el nombre de Pío XI. Lucía dirá al P. Jongen
en 1946 que no tenía idea de si se trataba de un rey o de un papa. Pío
XI es el único papa citado en la profecía de Fátima y en su pontificado
la Señora volvió con las peticiones anunciadas en 1917.
El 10 de diciembre de 1925, María Santísima apareció a Lucía en
Pontevedra, España. A su lado sobre una nube luminosa estaba el Divino
Niño que le dijo: “Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre,
coronado de espinas que los hombres ingratos continuamente le clavan,
sin haber quien haga un acto de reparación para quitárselas”. Así le
mostró el Corazón herido de María Reina, que, a pesar de ser despreciado
por la ingratitud humana, hace una promesa extraordinaria: asistir en
la hora de la muerte a todos aquellos que acojan su petición, “con todas
las gracias necesarias para su salvación”. El Corazón de la
Corredentora, como el Corazón Sagrado de Cristo Rey, todo lo puede.
Al día siguiente, 11 de diciembre 1925, fue publicada en Roma la
EncíclicaQuas primas en la cual Pío XI, en aquel Año Santo, trata con
especial claridad teológica de la realeza de Nuestro señor Jesu-Cristo.
Más tarde Pío XI pronuncia un discurso en el Consistorio Secreto sobre
los problemas de la Iglesia en el mundo y especialmente en México, donde
comenzaba una persecución atroz. La Iglesia de México fue entonces
golpeada por el ateísmo y el comunismo, “los errores esparcidos por
Rusia”. El Papa habla de la Comunión de los Santos, lo cual tenía una
clara conexión con la petición de la Comunión reparadora de los primeros
sábados. Aceptando la devoción pedida, la Iglesia podía fortalecerse en
la fe, preparándose para la segunda petición, la consagración de Rusia.
La intención de Fátima iba al encuentro de las del Romano Pontífice.
El 13 de junio de 1929, la Santísima Virgen María se aparecía en la
capilla del Convento de Tuy, en España, a Lucía, que tuvo entonces la
grandiosa visión del Misterio de la Santísima Trinidad. Esto mostraba la
importancia de la petición: “Ha llegado el momento en que Dios pide que
el Santo Padre haga, en unión con todos los obispos del mundo, la
consagración de Rusia a mi Corazón Inmaculado, prometiendo salvarla por
este medio. Son tantas las almas que la Justicia de Dios condena a causa
de sus pecados, cometidos en contra mía, que yo vengo a pedir esta
reparación: sacrificaos por esta intención y orad”.
Lucía hizo saber en seguida lo que había visto y oído a su confesor,
el cual le ordenó que escribiera lo que el Señor quería que se hiciera.
Ella confirmaría más tarde al historiador nortamericano William Tilomas
Walsh que su confesor, el P. Bernardo Goncalves, S. J., transmitió su
carta al Obispo de Leiría, y, además, que ésta poco después llegaba a
las manos de Pío XI. “No sé la fecha exacta en que Su Santidad la
recibió, ni el nombre de la persona que se la llevó, pero recuerdo muy
bien que mi confesor me dijo que el Santo Padre escuchó el mensaje
benévolamente y prometió tomarlo en consideración”. Eso está también en
la carta que Lucía escribió a Pío XII el 2/12/1940, sobre la petición
del 13/6/1929, aún no atendida: “El R.P. confesor utilizó algún medio
para que se realizara, haciéndola llegar al conocimiento de Su Santidad
Pío XII.
Además merece la atención especial de los fieles la extraordinaria y
providencial “coincidencia” que ocurrió entonces: la visita imprevista y
fuera de lo corriente del Nuncio papal, Mons. Beda-Cardinale, al
convento de Tuy, que tuvo lugar una semana después de la visión. Se sabe
que el Nuncio se entrevistó con la Vidente, pero no hay la seguridad de
que se le entregó al representante del Papa en Portugal la petición del
Señor a su Vicario. Pero se comprende el cuidado de la Providencia para
facilitar esto. Hoy, sabemos que aquél era el momento ideal para la
Consagración de Rusia. Entonces, sólo un aviso profético podría decirlo.
LAS INTENCIONES DE PÍO XI
El Papa Pío XI conocía de cerca la tragedia por la que pasaba Rusia,
aunque como delegado apostólico se le había prohibido entrar allí.
Apenas elegido Papa concede 300 días de indulgencia a la jaculatoria:
“Salvador del mundo, salva a Rusia”. Entre 1929-1930, frente a una ola
creciente de errores en todos los campos y en todo el mundo, el Papa
insistía en la prioridad de luchar contra el comunismo y por la
conversión de Rusia. Para formar sacerdotes con esta misión el 15/8/1929
funda el Russicum. En 1930 organiza en varios lugares de Europa
conferencias sobre la gravedad de la persecución comunista, convocando
“a una reparación más universal y solemne, aún más necesaria por el
recrudecimiento de la propaganda soviética basada en la blasfemia y la
impiedad” (…)• “No sólo han cerrado centenares de iglesias, han quemado
innumerables iconos, han obligado a los trabajadores y a los alumnos de
las escuelas a cancelar el domingo y días de fiesta, sino que han
llegado a forzar a los obreros de las fábricas, hombres y mujeres, a
firmar declaraciones de apostasía formal y de odio a Dios, bajo pena de
privárselos de todo (…). Hasta llegaron al infame espectáculo
carnavalesco en las últimas Navidades en el cual se burlaban y escupían
la Santa Cruz”.
Por todo esto Pío XI invitaba al episcopado católico y a todos los
cristianos del mundo a unirse el 19 de marzo de 1930 a Roma en una
súplica solemne en reparación a las persecuciones en la pobre Rusia. La
petición recibida de Nuestra Señora de Fátima en aquel momento
histórico, se identificaba con los objetivos de Pío XI, que había
promovido públicamente aquella devoción y animado al Obispo de Leiría
(Fátima), en aquel momento en estrecho contacto con el Vaticano, al
reconocimiento oficial de las Apariciones. Esto fue declarado sólo el 13
de octubre de 1930, meses después de aquell a ceremonia en Roma y 13
años después del grandioso Milagro del sol, que como sello divino para
confirmar una profecía sólo se había dado en el Antiguo Testamento. Esta
demora puede ser la razón por la cual Pío XI no hizo uso de la petición
del Mensaje profético de las Apariciones de Fátima, todavía no
reconocidas por la Iglesia, en aquella ocasión. Desgraciadamente pasó el
gran momento de hacer la consagración para la conversión de Rusia y
razones de política internacional impidieron su repetición con las
trágicas consecuencias que pronto se producirían en el mundo.
De aquel momento quedó el decreto papal del 30/6/1930 por el cual las
plegarias al final de la Misa en Rito Latino se recitaran por la
intención de Rusia, conservado después por Pío XII. ¿Se puede negar una
conexión entre la intención implícita de los Papas y la intención de
Fátima, para la conversión de Rusia? Lucía escribió después: “Por medio
de una comunicación interior, nuestro Señor, quejándose, me dijo:
«Participa a mis ministros que, en vista de seguir el ejemplo del Rey de
Francia, en la dilatación de la ejecución de mi petición, también lo
han de seguir en la aflicción…»” y a Pío XII: “Rusia habrá extendido ya
sus errores por el mundo provocando guerras y persecuciones a la
Iglesia; el Santo Padre tendrá mucho que sufrir”. El Señor compara el
flagelo mundial en que estaba por transformarse la Revolución rusa,
porque Roma no cumplía con Su petición, a la Revolución que golpeó el
Reino de Francia, porque Luis XIV ignoró su petición del 1689 de
consagrarlo al Sagrado Corazón. En el 1789 a Luis XVI le cortaron los
poderes y después la cabeza. ¿Y con la autoridad de Roma qué pasaría? Es
el Tercer Secreto, más claro desde 1960.
CONSECUENCIAS MUNDIALES DE LA PROFECÍA DESOÍDA
La autenticidad de un mensaje profético se puede conocer, o en la
realización de su promesa, si es atendido, o en el trágico cumplimiento
de sus avisos desoídos.
Pío XI continuó enfrentando el peligro comunista, mas como esperaba
un arreglo diplomático, retardó sea la ejecución de la consagración
pedida, sea la denuncia del mal “intrínsecamente perverso” con el cual
“ninguna colaboración es posible” (Enc. Divini Redemptoris), publicada
sólo en 1937. Era muy tarde: los errores esparcidos por Rusia ya habían
causado daños irreparables.
A la Segunda Guerra Mundial siguió una falsa paz que envolvió a la
humanidad en males crecientes. La guerra fortaleció a la URSS que podía
imponer sus errores, persecuciones y revoluciones en naciones satélites
y, tras éstos, en todo el mundo.
Se confirmó así el aviso de Fátima: fueron los “errores esparcidos
por Rusia” que provocaron flagelos mundiales de larga duración. Al
contrario, si Rusia hubiera vuelto al seno de la Iglesia, podría haber
impedido la hecatombe mundial de 1939-45. Tal reconversión en los años
30, consecuencia de una consagración papal, habría suscitado gran y
universal maravilla y el triunfo del Inmaculado Corazón de María.
LAS INTENCIONES DE PÍO XII, PAPA DE FÁTIMA
El Papa Pío XII, elegido en la víspera de la Gran Guerra, tuvo
grandes dificultades políticas para cumplir la petición de Fátima. Los
obstáculos suscitados por el Enemigo de la Mujer eran inevitables
tratándose de la promesa de su gran victoria. Pero Eugenio Pacelli
recibió gracias especiales para superarlos. Le agradaba ser llamado el
Papa de Fátima porque había sido consagrado obispo el 13 de mayo de
1917, cuando la Virgen María aparecía en Fátima. Fue muy firme ante los
peligros externos a la Iglesia, mas encontró otros internos más
insidiosos que se manifestaban en una aversión eclesiástica a las
devociones marianas, y aun a la proclamación del dogma de la Asunción.
En la vigilia de este suceso, Pío XII tuvo en los Jardines Vaticanos la
visión del Milagro del sol del 13/10/1917 en Fátima. Lo declaró
públicamente el Cardenal Tedeschini y lo publicó el Osservatore Romano
del 18/11/51.
Los Papas, fíeles a la misión de convertir las almas y los pueblos a
la verdadera fe, siempre reivindicaron la libertad de la Iglesia, que no
debe ser confundida con una general libertad religiosa. Ésta resultaba
declarada hasta en la constitución soviética. Por esto el sentido de la
acción y de la intención de oraciones para la libertad de la Iglesia en
Rusia sólo podría ser el de su conversión, bajo Pío XI como bajo Pío
XII.
Sea suficiente recordar la creación del Russicum y la misión del P.
Michel d’Herbigny, consagrado obispo por el nuncio en Berlín (Mons.
Eugenio Pacelli, futuro Pío XII), para hacer ordenaciones secretas de
sacerdotes en los dominios del ateísmo soviético.
Que Pío XII buscó repetidamente cumplir las peticiones de Nuestra
Señora de Fátima para la conversión de Rusia, lo podemos verificar por
diversos actos suyos:
—La consagración del mundo al Inmaculado Corazón, con referencia
implícita a Rusia, con el Radio-mensaje Bendicite deum caeli, del 31 de
Octubre de 1942;
—La promoción del Mensaje de Fátima, publicado por la Poliglota
Vaticana en 1944, tras la predicación del Cardenal Schuster, íntimo
amigo de Pío XII;
—La consagración de Rusia y la Let. Apostólica Sacro vergente anno del 7/7/52;
— La Enc. Ad Caeli Reginam, del 11/10/1954, para la institución de la
fiesta de María Reina del 31 de mayo, que, haciendo referencia a
Fátima, ordena con Autoridad Apostólica la repetición en aquel día de la
Consagración al Corazón Inmaculado de María del género humano: “De
facto, en este gesto es puesta la grande esperanza que pueda surgir una
nueva era, bendecida por la paz cristiana y por el triunfo de la
religión”.
Con respecto al decreto de Pío XI para la intención de las oraciones
por Rusia después de la Santa Misa, se continuó a considerar, sin
desmentidos, que si esta intención estricta y explícita era la libertad y
exaltación de la Iglesia en Rusia, la intención plena era para su
reconversión al Catolicismo. Si la intención del Papa fuera sólo la
libertad de culto, no la conversión, habría que tener por objeto toda la
Unión Soviética, con Ucrania, Bielorusia y Lituania, donde era golpeada
la vida religiosa de millones de católicos. En Rusia éstos eran
solamente una pequeña minoría.
Pío XII el 30/6/1952 repitió esta justa noción. En audiencia al
Russicum, recordó la ceremonia organizada por Pío XI el 19/3/1930, para
la conversión de Rusia, y su decisión de ofrecer las oraciones al fin de
la Santa Misa por aquella intención: “Nosotros confirmamos y renovamos
esta exhortación y prescripción…”.
Desgraciadamente hoy, de estos actos, decretos y encíclicas, quedan sólo recuerdos.
LAS CONSECUENCIAS RELIGIOSAS
DE LA PROFECÍA DESOÍDA
DE LA PROFECÍA DESOÍDA
Para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, sólo Nuestra
Señora del Rosario os puede ayudar. ¿Profecía? El reconocimiento del
orden divino del Suceso de Fátima no trajo ningún reconocimiento de su
Mensaje. Por un criterio eclesiástico restricto, esto pertenece sólo a
la categoría de revelación privada. Esto a pesar de la atención que
recibió de PíoXII, del reconocimiento de su carácter profético de parte
del Cardenal Ottaviani, y de la realización de los males que había
anunciado.
También implican la negación de su razón de ser:
1 – La Aparición y el Milagro del sol ocurrieron para traer y marcar
con el sello divino el Mensaje de Fátima: para que se creyera en Quien
lo había traído, y en su gravedad profética. La señal no tiene otro fin,
que en lo que indica;
2 – Son los términos del mismo Mensaje, inseparable de la Aparición,
que revela su carácter profético. Reconocer una y no aceptar otro,
significa saber estar ante una señal de la voluntad de Dios, mas
ignorarla, o dudar que Dios pudiera manifestar Su Voluntad en cualquier
tiempo por medio de una profecía.
El juicio definitivo sobre esto los fieles lo confían a la Cabeza de
la Iglesia que en dicha materia no puede equivocarse. Mas debido a una
prudencia humana y una deliberación teológica estéril, se evitó de
pronunciar y se dejó que se disminuya el significado profético de
Fátima, con nefastas consecuencias. La autoridad papal recibe el auxilio
del Espíritu Santo para enfrentar los grandes problemas de la iglesia.
Los Papas sin una ayuda divina no podrían enfrentar la ruina religiosa
de nuestra época. La profecía de Fátima se presentaba como esta ayuda.
Pero temieron la creciente resistencia a Fátima de “teólogos” que
presagiaban su mejor solución para los problemas del mundo: un concilio
modernista.
El Mensaje del 13/7/1917 anuncia: “Para salvar (las almas del
infierno) DIOS QUIERE establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado
Corazón. Si hacen lo que yo os digo muchas almas se salvarán y tendrán
paz…”. Si, al contrario, se prefirió una solución humana a la petición
divina, fue a causa del racionalismo, que lleva a la apostasía. Fátima
es la señal de contradicción que hace ver este colapso en la fe que hoy
golpea aun a los “tradicionalistas”.
LAS ORACIONES CON LAS INTENCIONES DE
MARÍA; ÚLTIMO RECURSO DEL “RESTO”
MARÍA; ÚLTIMO RECURSO DEL “RESTO”
La persecución peor para la Iglesia es la interna, que como un virus
mortal destruye con la fe la caridad misionera y la esperanza en el
triunfo del Bien.
Nuestra Señora, que vino en el Nombre del Padre, es desoída, mientras
cualquiera que viene en su propio nombre es bien recibido (Cf. Jn.,
5,43). Fue así que un espíritu extraño penetró en la Iglesia después de
Pío XII, para dominarla con el Vaticano II. Significativamente, mientras
la apertura al mundo moderno debía aumentar la necesidad de oraciones y
exorcismos con las intenciones anteriores, éstas fueron suprimidas. Así
las del final de la Misa lo fueron en 1964, sin otra explicación que el
silencio cómplice de un ecumenismo contrario al culto mariano y
favorable a los arreglos de la ostpolitik conciliar. Se cambiaron las
intenciones y después los ritos y doctrinas. Así para las cuestiones
presentes: de la libertad de la Iglesia se pasó a la libertad religiosa,
según los principios masónicos de la ONU; de la misión de conversión el
Russicum pasó al ecumenismo, según su actual rector, John Long.
El “Tercer Secreto” que debía ser revelado en 1960, porque sería más
claro, hoy es clarísimo: la demolición radical de la Iglesia Católica.
En su nombre se ha promovido la “nueva evangelización” ecuménica del
Vaticano II, con su inevitable secuela: la subordinación de la Ley
Divina a la libertad de conciencia, que ha causado la descristianización
galopante del mundo, la degradación moral que ninguna autoridad humana
ya puede frenar, y la grande APOSTASÍA.
El cristiano cree en Nuestro Señor Jesucristo, el Verbo Divino,
encarnado para cumplir la Voluntad del Padre. Ésta es la razón de su
Iglesia en la cual se le pide al Padre: Venga a nosotros Tu Reino:
hágase Tu Voluntad. El Cuerpo Místico de Cristo comunica en el Supremo
Bien de la Voluntad Divina, de modo ordinario en la Ley revelada, y de
modo extraordinario en las profecías. A la Voluntad de Dios, todos
debemos convertirnos, y a ella está ordenada toda la autoridad de la
Iglesia, que debe reconocerla también cuando se expresa por medio de
señales y mensajeros divinos: ángeles, profetas y santos. Si el Señor
envió a su propia Madre es porque el peligro era abismal: la APOSTASÍA.
La causa del mal está en la desviación de la Voluntad de Dios. El
espíritu misionero de la Iglesia estaba en el Mensaje de María. La
conversión depende siempre y sobre todo de la Gracia. No es fruto de los
esfuerzos humanos, sino que exige una intervención divina. Es de
carácter sobrenatural. ¿Cómo pueden convertirse las almas y los pueblos a
la voluntad de Dios, ignorando la gracia de una profecía? Desoyendo el
mensaje de Fátima no se negó un dogma, pero se rehusó una gracia. El
efecto fue aceptar lo que es contrario a la fe: la ocupación por los
falsos pastores para la demolición de la Iglesia misionera. Hoy el
“diálogo interreligioso” con los Judíos, Musulmanes, adeptos del “vudú”,
y “tutti quanti”, es la nueva misión por la que Juan Pablo II vuela por
el mundo, y multitudes creen que es el enviado del Señor. He ahí la
APOSTASÍA general.
¿Qué nos queda? Todavía las oraciones y penitencias por la conversión
y por la paz según las intenciones de María. Dios, que edificó la
Iglesia sin su “resto”, no la restaurará sin ellos. “Al fin, mi Corazón
Inmaculado triunfará. El Santo Padre Me consagrará Rusia, que se
convertirá, y se concederá al mundo un período de paz”. Si por desoír el
Mensaje de Nuestra Señora de Fátima para la conversión de Rusia a la
Iglesia Católica han sobrevenido tantos males, ¿no es porque oírla y
amarla es el medio con que el Señor hará triunfar la Fe en una renovada
Roma mariana? El celo por las señales de la Voluntad de Dios hará toda
victoria posible.
LOS PRIMEROS SÁBADOS
“Mira, hija mía, mi Corazón cercado de las espinas que los hombres
ingratos en todo momento clavan en él con blasfemia e ingratitudes. Tú,
al menos, procura consolarme, y di de mi parte a todos aquellos que en
el primer sábado de cinco meses consecutivos se confesaren y recibieren
la Sagrada Comunión, rezaren un rosario y me hicieren quince minutos de
compañía meditando los misterios del Rosario con el fin de
desagraviarme, que Yo prometo asistirlos en la hora de la muerte con
todas las gracias necesarias para la salvación de sus almas”.
(La Santísima Virgen a Sor Lucía, de Fátima, el 10 de diciembre de 1925).
Roma N° 127, pg. 37
ÍNDICE DEL N° 127