sábado, 21 de diciembre de 2013

PRECISIONES SOBRE LA CONSAGRACIÓN PEDIDA EN FÁTIMA

PRECISIONES SOBRE LA CONSAGRACIÓN PEDIDA EN FÁTIMA

[Esta entrada ofrece algunos datos interesantes sobre las gestiones hechas para comunicar al Papa los deseos de Nuestra Señora sobre la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón y la promesa de su conversión. Esta es la razón de que la traigamos al blog tomada de la Revista Roma. Pero la óptica del autor es algo divergente de lo expresado en el blog en diferentes posts sobre este asunto. No obstante la publicamos por la razón dicha]

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A LA PROFECÍA DESOÍDA SIGUE LA GRAN RUINA

Araí Daniele  (Fray Francisco de Fátima)
Revista Roma N° 127 – Pentecostés de 1993
Queridos amigos:
La fe en la Resurrección es la única esperanza para la decadencia humana y siempre ha sido el alma del llamado a la conversión, sea personal, sea de los pueblos. Ése es el espíritu misionero que se halla presente en el mensaje profético de Fátima para la conversión de Rusia. Solamente ese celo por cumplir la voluntad de Dios podrá rescatarnos de los deletéreos engaños actuales.
Los sorprendentes cambios del mundo comunista desde 1989, seguidos de la iniciación del proceso democrático en Rusia que garantiza la libertad religiosa, hacen hablar de un milagro. La última Navidad se conmemoró en Rusia con solemnes ceremonias promovidas por el Patriarcado de Moscú, no más controlado por la KGB, mas apoyado por jefes del gobierno. En la Plaza Roja se colocó un gran Nacimiento. En días anteriores los presidentes ruso y norteamericano habían firmado un tratado para la reducción drástica de las armas nucleares, y esto se anunció como una gran señal de paz.
Y luego, como en el Mensaje de Fátima se halla la profecía de que Rusia se convertirá después de ser consagrada al Inmaculado Corazón de María, Juan Pablo II presenta el cambio político ruso como el principio de la conversión anunciada, que se logró no sólo con la consagración hecha en el Vaticano el 25/3/1984, sino por la oración por la paz hecha por los jefes religiosos reunidos en Asís el 27/10/1986. Eso inspira el espíritu del Vaticano II, que declaró el derecho a la libertad religiosa según los principios masónicos de la ONU.
En verdad la perestroika es una desesperada tentativa de supervivencia al fracaso de la URSS, cuyos errores no renegados quedan emboscados alimentando un incontrolable tráfico de armas para nuevas revoluciones de odios nacionalistas o nihilistas en el mundo. En cuanto a la libertad religiosa, sirve para abrir los dominios del ateísmo estatal al caos de las sectas, no para la recuperación moral y espiritual, que no puede venir del occidente descristianizado.
Por lo tanto la gran Pascua de una Rusia convertida en un mundo donde reina la paz, según la promesa de Fátima, es aun un miraje que el espíritu conciliar y el humo de Asís sólo hacen trágicamente más engañoso. Ciertamente que una profunda conversión del sufrido y mariano pueblo ruso podría significar mucho para la resurrección religiosa en el siglo veintiuno. Los sorprendentes cambios actuales dan una idea de la influencia de Rusia en los destinos del mundo. Ello hace ver el alcance profético de la petición y de la promesa del Mensaje de Fátima de 1917. Pero Nuestra Señora habla de la conversión de Rusia a la Fe Católica. Y esto pide una clara acción papal. Pero vista la ausencia actual, la victoria de María tendrá que empezar… ¡en Roma!
No se enfrenta esta crisis ignorando su causa: la infidelidad a la Voluntad de Dios que suscitó el espíritu misionero de la Iglesia para la conversión del mundo y de Rusia, sólo con el Mensaje de Fátima. La Iglesia, o se convierte o se transforma en tierra de conquista. Si los hombres no contestan a la Voluntad divina, será la realidad la que contestará a los hombres.
LAS INTENCIONES DE NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA
El Suceso de Fátima examinado a la luz de la fe es la respuesta de la Madre de Dios a la Iglesia Militante en la persona de su jefe, Benedicto XV, el cual, el 5 de mayo de 1917, invitó oficialmente a la Iglesia, representada por todos sus obispos, para que requirieran de la Regina Pacis en las letanías lauretanas, su intercesión por la paz. Ocho días después, el 13 de mayo de 1917, en la Cova de Iria (paz) en Fátima, Nuestra Señora aparecía como un arco iris de paz y de gracia para indicar a la Iglesia el camino de la verdadera paz en el mundo.
El 13 de julio de 1917 la Señora dijo: “La guerra va a terminar, pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor (…). “Para impedirla vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si atendieran a mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz, si no, ella esparcirá sus errores por el mundo promoviendo guerras y persecuciones contra la Iglesia”.
Palabras proféticas sobre los males que estaban para condicionar el siglo XX: los errores de Rusia, y la ceguera eclesiástica para con la profecía que había anunciado y ofrecido socorro para este flagelo mundial. En 1917 el doble peligro, exterior e interior a la Iglesia, era desconocido, como lo era el nombre de Pío XI. Lucía dirá al P. Jongen en 1946 que no tenía idea de si se trataba de un rey o de un papa. Pío XI es el único papa citado en la profecía de Fátima y en su pontificado la Señora volvió con las peticiones anunciadas en 1917.
El 10 de diciembre de 1925, María Santísima apareció a Lucía en Pontevedra, España. A su lado sobre una nube luminosa estaba el Divino Niño que le dijo: “Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre, coronado de espinas que los hombres ingratos continuamente le clavan, sin haber quien haga un acto de reparación para quitárselas”. Así le mostró el Corazón herido de María Reina, que, a pesar de ser despreciado por la ingratitud humana, hace una promesa extraordinaria: asistir en la hora de la muerte a todos aquellos que acojan su petición, “con todas las gracias necesarias para su salvación”. El Corazón de la Corredentora, como el Corazón Sagrado de Cristo Rey, todo lo puede.
Al día siguiente, 11 de diciembre 1925, fue publicada en Roma la EncíclicaQuas primas en la cual Pío XI, en aquel Año Santo, trata con especial claridad teológica de la realeza de Nuestro señor Jesu-Cristo. Más tarde Pío XI pronuncia un discurso en el Consistorio Secreto sobre los problemas de la Iglesia en el mundo y especialmente en México, donde comenzaba una persecución atroz. La Iglesia de México fue entonces golpeada por el ateísmo y el comunismo, “los errores esparcidos por Rusia”. El Papa habla de la Comunión de los Santos, lo cual tenía una clara conexión con la petición de la Comunión reparadora de los primeros sábados. Aceptando la devoción pedida, la Iglesia podía fortalecerse en la fe, preparándose para la segunda petición, la consagración de Rusia.
La intención de Fátima iba al encuentro de las del Romano Pontífice.
El 13 de junio de 1929, la Santísima Virgen María se aparecía en la capilla del Convento de Tuy, en España, a Lucía, que tuvo entonces la grandiosa visión del Misterio de la Santísima Trinidad. Esto mostraba la importancia de la petición: “Ha llegado el momento en que Dios pide que el Santo Padre haga, en unión con todos los obispos del mundo, la consagración de Rusia a mi Corazón Inmaculado, prometiendo salvarla por este medio. Son tantas las almas que la Justicia de Dios condena a causa de sus pecados, cometidos en contra mía, que yo vengo a pedir esta reparación: sacrificaos por esta intención y orad”.
Lucía hizo saber en seguida lo que había visto y oído a su confesor, el cual le ordenó que escribiera lo que el Señor quería que se hiciera. Ella confirmaría más tarde al historiador nortamericano William Tilomas Walsh que su confesor, el P. Bernardo Goncalves, S. J., transmitió su carta al Obispo de Leiría, y, además, que ésta poco después llegaba a las manos de Pío XI. “No sé la fecha exacta en que Su Santidad la recibió, ni el nombre de la persona que se la llevó, pero recuerdo muy bien que mi confesor me dijo que el Santo Padre escuchó el mensaje benévolamente y prometió tomarlo en consideración”. Eso está también en la carta que Lucía escribió a Pío XII el 2/12/1940, sobre la petición del 13/6/1929, aún no atendida: “El R.P. confesor utilizó algún medio para que se realizara, haciéndola llegar al conocimiento de Su Santidad Pío XII.
Además merece la atención especial de los fieles la extraordinaria y providencial “coincidencia” que ocurrió entonces: la visita imprevista y fuera de lo corriente del Nuncio papal, Mons. Beda-Cardinale, al convento de Tuy, que tuvo lugar una semana después de la visión. Se sabe que el Nuncio se entrevistó con la Vidente, pero no hay la seguridad de que se le entregó al representante del Papa en Portugal la petición del Señor a su Vicario. Pero se comprende el cuidado de la Providencia para facilitar esto. Hoy, sabemos que aquél era el momento ideal para la Consagración de Rusia. Entonces, sólo un aviso profético podría decirlo.
LAS INTENCIONES DE PÍO XI
El Papa Pío XI conocía de cerca la tragedia por la que pasaba Rusia, aunque como delegado apostólico se le había prohibido entrar allí. Apenas elegido Papa concede 300 días de indulgencia a la jaculatoria: “Salvador del mundo, salva a Rusia”. Entre 1929-1930, frente a una ola creciente de errores en todos los campos y en todo el mundo, el Papa insistía en la prioridad de luchar contra el comunismo y por la conversión de Rusia. Para formar sacerdotes con esta misión el 15/8/1929 funda el Russicum. En 1930 organiza en varios lugares de Europa conferencias sobre la gravedad de la persecución comunista, convocando “a una reparación más universal y solemne, aún más necesaria por el recrudecimiento de la propaganda soviética basada en la blasfemia y la impiedad” (…)• “No sólo han cerrado centenares de iglesias, han quemado innumerables iconos, han obligado a los trabajadores y a los alumnos de las escuelas a cancelar el domingo y días de fiesta, sino que han llegado a forzar a los obreros de las fábricas, hombres y mujeres, a firmar declaraciones de apostasía formal y de odio a Dios, bajo pena de privárselos de todo (…). Hasta llegaron al infame espectáculo carnavalesco en las últimas Navidades en el cual se burlaban y escupían la Santa Cruz”.
Por todo esto Pío XI invitaba al episcopado católico y a todos los cristianos del mundo a unirse el 19 de marzo de 1930 a Roma en una súplica solemne en reparación a las persecuciones en la pobre Rusia. La petición recibida de Nuestra Señora de Fátima en aquel momento histórico, se identificaba con los objetivos de Pío XI, que había promovido públicamente aquella devoción y animado al Obispo de Leiría (Fátima), en aquel momento en estrecho contacto con el Vaticano, al reconocimiento oficial de las Apariciones. Esto fue declarado sólo el 13 de octubre de 1930, meses después de aquell a ceremonia en Roma y 13 años después del grandioso Milagro del sol, que como sello divino para confirmar una profecía sólo se había dado en el Antiguo Testamento. Esta demora puede ser la razón por la cual Pío XI no hizo uso de la petición del Mensaje profético de las Apariciones de Fátima, todavía no reconocidas por la Iglesia, en aquella ocasión. Desgraciadamente pasó el gran momento de hacer la consagración para la conversión de Rusia y razones de política internacional impidieron su repetición con las trágicas consecuencias que pronto se producirían en el mundo.
De aquel momento quedó el decreto papal del 30/6/1930 por el cual las plegarias al final de la Misa en Rito Latino se recitaran por la intención de Rusia, conservado después por Pío XII. ¿Se puede negar una conexión entre la intención implícita de los Papas y la intención de Fátima, para la conversión de Rusia? Lucía escribió después: “Por medio de una comunicación interior, nuestro Señor, quejándose, me dijo: «Participa a mis ministros que, en vista de seguir el ejemplo del Rey de Francia, en la dilatación de la ejecución de mi petición, también lo han de seguir en la aflicción…»” y a Pío XII: “Rusia habrá extendido ya sus errores por el mundo provocando guerras y persecuciones a la Iglesia; el Santo Padre tendrá mucho que sufrir”. El Señor compara el flagelo mundial en que estaba por transformarse la Revolución rusa, porque Roma no cumplía con Su petición, a la Revolución que golpeó el Reino de Francia, porque Luis XIV ignoró su petición del 1689 de consagrarlo al Sagrado Corazón. En el 1789 a Luis XVI le cortaron los poderes y después la cabeza. ¿Y con la autoridad de Roma qué pasaría? Es el Tercer Secreto, más claro desde 1960.
CONSECUENCIAS MUNDIALES DE LA PROFECÍA DESOÍDA
La autenticidad de un mensaje profético se puede conocer, o en la realización de su promesa, si es atendido, o en el trágico cumplimiento de sus avisos desoídos.
Pío XI continuó enfrentando el peligro comunista, mas como esperaba un arreglo diplomático, retardó sea la ejecución de la consagración pedida, sea la denuncia del mal “intrínsecamente perverso” con el cual “ninguna colaboración es posible” (Enc. Divini Redemptoris), publicada sólo en 1937. Era muy tarde: los errores esparcidos por Rusia ya habían causado daños irreparables.
A la Segunda Guerra Mundial siguió una falsa paz que envolvió a la humanidad en males crecientes. La guerra fortaleció a la URSS que podía imponer sus errores, persecuciones y revoluciones en naciones satélites y, tras éstos, en todo el mundo.
Se confirmó así el aviso de Fátima: fueron los “errores esparcidos por Rusia” que provocaron flagelos mundiales de larga duración. Al contrario, si Rusia hubiera vuelto al seno de la Iglesia, podría haber impedido la hecatombe mundial de 1939-45. Tal reconversión en los años 30, consecuencia de una consagración papal, habría suscitado gran y universal maravilla y el triunfo del Inmaculado Corazón de María.
LAS INTENCIONES DE PÍO XII, PAPA DE FÁTIMA
El Papa Pío XII, elegido en la víspera de la Gran Guerra, tuvo grandes dificultades políticas para cumplir la petición de Fátima. Los obstáculos suscitados por el Enemigo de la Mujer eran inevitables tratándose de la promesa de su gran victoria. Pero Eugenio Pacelli recibió gracias especiales para superarlos. Le agradaba ser llamado el Papa de Fátima porque había sido consagrado obispo el 13 de mayo de 1917, cuando la Virgen María aparecía en Fátima. Fue muy firme ante los peligros externos a la Iglesia, mas encontró otros internos más insidiosos que se manifestaban en una aversión eclesiástica a las devociones marianas, y aun a la proclamación del dogma de la Asunción. En la vigilia de este suceso, Pío XII tuvo en los Jardines Vaticanos la visión del Milagro del sol del 13/10/1917 en Fátima. Lo declaró públicamente el Cardenal Tedeschini y lo publicó el Osservatore Romano del 18/11/51.
Los Papas, fíeles a la misión de convertir las almas y los pueblos a la verdadera fe, siempre reivindicaron la libertad de la Iglesia, que no debe ser confundida con una general libertad religiosa. Ésta resultaba declarada hasta en la constitución soviética. Por esto el sentido de la acción y de la intención de oraciones para la libertad de la Iglesia en Rusia sólo podría ser el de su conversión, bajo Pío XI como bajo Pío XII.
Sea suficiente recordar la creación del Russicum y la misión del P. Michel d’Herbigny, consagrado obispo por el nuncio en Berlín (Mons. Eugenio Pacelli, futuro Pío XII), para hacer ordenaciones secretas de sacerdotes en los dominios del ateísmo soviético.
Que Pío XII buscó repetidamente cumplir las peticiones de Nuestra Señora de Fátima para la conversión de Rusia, lo podemos verificar por diversos actos suyos:
—La consagración del mundo al Inmaculado Corazón, con referencia implícita a Rusia, con el Radio-mensaje Bendicite deum caeli, del 31 de Octubre de 1942;
—La promoción del Mensaje de Fátima, publicado por la Poliglota Vaticana en 1944, tras la predicación del Cardenal Schuster, íntimo amigo de Pío XII;
—La consagración de Rusia y la Let. Apostólica Sacro vergente anno del 7/7/52;
— La Enc. Ad Caeli Reginam, del 11/10/1954, para la institución de la fiesta de María Reina del 31 de mayo, que, haciendo referencia a Fátima, ordena con Autoridad Apostólica la repetición en aquel día de la Consagración al Corazón Inmaculado de María del género humano: “De facto, en este gesto es puesta la grande esperanza que pueda surgir una nueva era, bendecida por la paz cristiana y por el triunfo de la religión”.
Con respecto al decreto de Pío XI para la intención de las oraciones por Rusia después de la Santa Misa, se continuó a considerar, sin desmentidos, que si esta intención estricta y explícita era la libertad y exaltación de la Iglesia en Rusia, la intención plena era para su reconversión al Catolicismo. Si la intención del Papa fuera sólo la libertad de culto, no la conversión, habría que tener por objeto toda la Unión Soviética, con Ucrania, Bielorusia y Lituania, donde era golpeada la vida religiosa de millones de católicos. En Rusia éstos eran solamente una pequeña minoría.
Pío XII el 30/6/1952 repitió esta justa noción. En audiencia al Russicum, recordó la ceremonia organizada por Pío XI el 19/3/1930, para la conversión de Rusia, y su decisión de ofrecer las oraciones al fin de la Santa Misa por aquella intención: “Nosotros confirmamos y renovamos esta exhortación y prescripción…”.
Desgraciadamente hoy, de estos actos, decretos y encíclicas, quedan sólo recuerdos.
LAS CONSECUENCIAS RELIGIOSAS
DE LA PROFECÍA DESOÍDA
Para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, sólo Nuestra Señora del Rosario os puede ayudar. ¿Profecía? El reconocimiento del orden divino del Suceso de Fátima no trajo ningún reconocimiento de su Mensaje. Por un criterio eclesiástico restricto, esto pertenece sólo a la categoría de revelación privada. Esto a pesar de la atención que recibió de PíoXII, del reconocimiento de su carácter profético de parte del Cardenal Ottaviani, y de la realización de los males que había anunciado.
También implican la negación de su razón de ser:
1 – La Aparición y el Milagro del sol ocurrieron para traer y marcar con el sello divino el Mensaje de Fátima: para que se creyera en Quien lo había traído, y en su gravedad profética. La señal no tiene otro fin, que en lo que indica;
2 – Son los términos del mismo Mensaje, inseparable de la Aparición, que revela su carácter profético. Reconocer una y no aceptar otro, significa saber estar ante una señal de la voluntad de Dios, mas ignorarla, o dudar que Dios pudiera manifestar Su Voluntad en cualquier tiempo por medio de una profecía.
El juicio definitivo sobre esto los fieles lo confían a la Cabeza de la Iglesia que en dicha materia no puede equivocarse. Mas debido a una prudencia humana y una deliberación teológica estéril, se evitó de pronunciar y se dejó que se disminuya el significado profético de Fátima, con nefastas consecuencias. La autoridad papal recibe el auxilio del Espíritu Santo para enfrentar los grandes problemas de la iglesia. Los Papas sin una ayuda divina no podrían enfrentar la ruina religiosa de nuestra época. La profecía de Fátima se presentaba como esta ayuda. Pero temieron la creciente resistencia a Fátima de “teólogos” que presagiaban su mejor solución para los problemas del mundo: un concilio modernista.
El Mensaje del 13/7/1917 anuncia: “Para salvar (las almas del infierno) DIOS QUIERE establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os digo muchas almas se salvarán y tendrán paz…”. Si, al contrario, se prefirió una solución humana a la petición divina, fue a causa del racionalismo, que lleva a la apostasía. Fátima es la señal de contradicción que hace ver este colapso en la fe que hoy golpea aun a los “tradicionalistas”.
LAS ORACIONES CON LAS INTENCIONES DE
MARÍA; ÚLTIMO RECURSO DEL “RESTO”
La persecución peor para la Iglesia es la interna, que como un virus mortal destruye con la fe la caridad misionera y la esperanza en el triunfo del Bien.
Nuestra Señora, que vino en el Nombre del Padre, es desoída, mientras cualquiera que viene en su propio nombre es bien recibido (Cf. Jn., 5,43). Fue así que un espíritu extraño penetró en la Iglesia después de Pío XII, para dominarla con el Vaticano II. Significativamente, mientras la apertura al mundo moderno debía aumentar la necesidad de oraciones y exorcismos con las intenciones anteriores, éstas fueron suprimidas. Así las del final de la Misa lo fueron en 1964, sin otra explicación que el silencio cómplice de un ecumenismo contrario al culto mariano y favorable a los arreglos de la ostpolitik conciliar. Se cambiaron las intenciones y después los ritos y doctrinas. Así para las cuestiones presentes: de la libertad de la Iglesia se pasó a la libertad religiosa, según los principios masónicos de la ONU; de la misión de conversión el Russicum pasó al ecumenismo, según su actual rector, John Long.
El “Tercer Secreto” que debía ser revelado en 1960, porque sería más claro, hoy es clarísimo: la demolición radical de la Iglesia Católica. En su nombre se ha promovido la “nueva evangelización” ecuménica del Vaticano II, con su inevitable secuela: la subordinación de la Ley Divina a la libertad de conciencia, que ha causado la descristianización galopante del mundo, la degradación moral que ninguna autoridad humana ya puede frenar, y la grande APOSTASÍA.
El cristiano cree en Nuestro Señor Jesucristo, el Verbo Divino, encarnado para cumplir la Voluntad del Padre. Ésta es la razón de su Iglesia en la cual se le pide al Padre: Venga a nosotros Tu Reino: hágase Tu Voluntad. El Cuerpo Místico de Cristo comunica en el Supremo Bien de la Voluntad Divina, de modo ordinario en la Ley revelada, y de modo extraordinario en las profecías. A la Voluntad de Dios, todos debemos convertirnos, y a ella está ordenada toda la autoridad de la Iglesia, que debe reconocerla también cuando se expresa por medio de señales y mensajeros divinos: ángeles, profetas y santos. Si el Señor envió a su propia Madre es porque el peligro era abismal: la APOSTASÍA.
La causa del mal está en la desviación de la Voluntad de Dios. El espíritu misionero de la Iglesia estaba en el Mensaje de María. La conversión depende siempre y sobre todo de la Gracia. No es fruto de los esfuerzos humanos, sino que exige una intervención divina. Es de carácter sobrenatural. ¿Cómo pueden convertirse las almas y los pueblos a la voluntad de Dios, ignorando la gracia de una profecía? Desoyendo el mensaje de Fátima no se negó un dogma, pero se rehusó una gracia. El efecto fue aceptar lo que es contrario a la fe: la ocupación por los falsos pastores para la demolición de la Iglesia misionera. Hoy el “diálogo interreligioso” con los Judíos, Musulmanes, adeptos del “vudú”, y “tutti quanti”, es la nueva misión por la que Juan Pablo II vuela por el mundo, y multitudes creen que es el enviado del Señor. He ahí la APOSTASÍA general.
¿Qué nos queda? Todavía las oraciones y penitencias por la conversión y por la paz según las intenciones de María. Dios, que edificó la Iglesia sin su “resto”, no la restaurará sin ellos. “Al fin, mi Corazón Inmaculado triunfará. El Santo Padre Me consagrará Rusia, que se convertirá, y se concederá al mundo un período de paz”. Si por desoír el Mensaje de Nuestra Señora de Fátima para la conversión de Rusia a la Iglesia Católica han sobrevenido tantos males, ¿no es porque oírla y amarla es el medio con que el Señor hará triunfar la Fe en una renovada Roma mariana? El celo por las señales de la Voluntad de Dios hará toda victoria posible.
LOS PRIMEROS SÁBADOS
“Mira, hija mía, mi Corazón cercado de las espinas que los hombres ingratos en todo momento clavan en él con blasfemia e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme, y di de mi parte a todos aquellos que en el primer sábado de cinco meses consecutivos se confesaren y recibieren la Sagrada Comunión, rezaren un rosario y me hicieren quince minutos de compañía meditando los misterios del Rosario con el fin de desagraviarme, que Yo prometo asistirlos en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de sus almas”.
(La Santísima Virgen a Sor Lucía, de Fátima, el 10 de diciembre de 1925).
Roma N° 127, pg. 37
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