La Corrupción K en la “Década Ganada” (Capítulo XLVI)
CAPÍTULO XLVI
DENUNCIA CONTRA DIANA CONTI POR CORRUPCIÓN
Los abusos, aun en el Estado más sólido, son minas sordas que tarde o temprano estallan. Joseph Sanial-Dubay
1. Acusan a la diputada kirchnerista de quedarse con parte del sueldo de un asesor[1] a) Conti fue denunciada por un ex colaborador
El ex asesor de la diputada
kirchnerista Diana Conti, Bruno Bimbi, denunció a la legisladora por
quedarse con parte de su sueldo cuando trabajaba como jefe de prensa
mientras era senadora. Según la denuncia, Conti lo
obligó a entregarle $ 4.429 del salario trimestral de $ 5.429 y cuando
se negó a entregar el dinero, se quedó sin trabajo. La causa data de 2005 y el juez
federal Rodolfo Canicoba Corral investiga el hecho llevado por Bimbi al
Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción n° 29. b) La historia
Bimbi dice haber sido contratado
en 2004 como jefe de prensa de Conti por un sueldo de $ 1.810. Al
percibir juntos los meses de setiembre, octubre y noviembre −$ 5.429 en
total−, Conti le dijo −según la denuncia−: “separás $ 1.000 y te los
quedás. Ese es tu sueldo a partir de ahora. Todos los meses hacemos lo
mismo: cobrás, te quedás $ 1.000 y me das el resto para mí”, según
informó hoy el diario Crítica de la Argentina, medio para el cual hoy
trabaja.
Pero Bimbi no obedeció y se negó. Por ende, fue despedido, según se constata en el expediente.
c) “Las monedas te las podés quedar”
Allí relató que “más allá de la
humillación personal, el dolor y la bronca que el hecho en sí me
produjo, lo más feo fue darme cuenta de que esa persona a la que
admiraba por haber propuesto la nulidad de las leyes de obediencia
debida y punto final, por defender los derechos de las parejas
homosexuales y otras posiciones que la colocaban en lo que suele
definirse con poca precisión como ‘progresismo’ tenía otra cara: la que
vi cuando contaba los billetes que me había sacado de las manos mientras
yo la miraba con asombro y sin entender qué estaba pasando. Y ella me
decía con cinismo: ‘Las monedas te las podés quedar’. Esa frase no me la
voy a olvidar nunca”, comentó hoy en diálogo con radio Mitre.
Por último añadió: “Mientras
espero que la Justicia se pronuncie sobre el delito que denuncié, me
muerdo los labios por consejo de mi abogado cada vez que debo asistir al
show político en el que la ahora diputada Conti da lecciones de ética
cada vez que le acercan un micrófono”.
Aunque ya le manifestó a otros medios que no realizará declaraciones públicas sobre el tema, Perfil.com intentó comunicarse en reiteradas oportunidades con la diputada o con sus asesores de prensa, pero no atendieron los llamados.
d) Sobreseimiento
La causa, finalmente, terminó con
el sobreseimiento de Diana Conti en primera instancia, fallo que fue
confirmado más tarde por la Sala I de la Excma. Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal[2].
Recordemos que ninguna denuncia
de corrupción contra los funcionarios kirchneristas ha llegado hasta la
fecha a una sentencia condenatoria, siendo Felisa Miceli la única
excepción.
2. La explicación de Bruno Bimbi[3]
a) Legalidad de los descuentos en carácter de donación al partido
Días atrás se hizo público que el
titular del AFSCA, Martín Sabbatella, había autorizado el descuento del
8% de los sueldos de los empleados y funcionarios del organismo que
militan en su partido y acepten donarlo −él mismo, inclusive− como
“aporte voluntario” para financiar a esa fuerza política. El aporte
partidario fue autorizado luego de un pedido formal realizado por
escrito por el presidente de Nuevo Encuentro, Adrián Grana, y el
tesorero del partido, Juan Le Blas, y se efectiviza mediante el código
de descuento 69300, detallado en los recibos de sueldo de los empleados.
La noticia generó polémica en las
redes sociales y fue interpretada por muchas personas como un acto de
corrupción. En mi opinión no lo es, y me gustaría explicar por qué,
partiendo para ello de una experiencia personal.
b) La denuncia contra Diana Conti
El 12 de abril de 2005 denuncié
ante la Secretaría Administrativa del Senado de la Nación a la entonces
senadora Diana Conti, de quien había sido jefe de prensa, por haberme
obligado a entregarle parte de mi sueldo cuando cobré por primera vez en
blanco y haberme despedido cuando, al mes siguiente, me negué a
entregarle nuevamente el importe que me exigía.
En mi denuncia, que luego
ratifiqué ante la justicia penal, por lo que se abrió una causa que
tramitó por varios años hasta que Conti fue sobreseída, detallé el monto
del “descuento” que la senadora pretendía realizarme cada mes, que
llegaba a casi la mitad de mi salario (el primer mes, fue mucho más) y
expliqué todo lo ocurrido desde el primer incidente hasta mi despido.
Esta nota de Osvaldo Bazán,
publicada años después, y esta otra escrita por mí para el diario
Crítica pueden servirle al lector para entender los hechos.
El periodista Jorge Liotti, que
me entrevistó cuando hice la denuncia penal, venía conversando con
empleados de otros senadores a los que les pasaba lo mismo, que
finalmente no se animaron a ir a la justicia.
Algunos testimonios obtenidos
durante la instrucción de la causa contra Conti mostraron que se trataba
de una práctica habitual, no sólo en el Senado sino también en otros
cuerpos legislativos.
c) Intervención del juez Canicoba Corral y de la Cámara
Lamentablemente, el juez Canicoba
Corral, luego de una reunión con el abogado León Arslanián −llamado por
Diana para asumir su defensa luego de que el caso tomara estado
público−, “durmió” la causa y tiempo después sobreseyó a la ahora
diputada.
Posteriormente, la Cámara usó una
chicana procesal para archivar mi apelación. Pero todas las evidencias
acumuladas en el expediente, luego de las declaraciones de varios
testigos, los careos y la prueba documental producida durante la
instrucción, sirven para entender cómo funciona este mecanismo ilegal
usado por muchos funcionarios para “hacer caja”.
d) Necesidad de los partidos de recibir aportes voluntarios
A quienes nunca militaron en un
partido político ni cumplieron una función política en el poder
ejecutivo o legislativo, los “aportes voluntarios” aprobados por
Sabbatella pueden resultarles parecidos a lo que hizo Conti conmigo.
De hecho, cuando la denuncia
penal que presenté contra Conti se hizo pública, muchas personas que no
conocían los detalles de la causa la justificaban suponiendo,
equivocadamente, que se lo sucedido era equiparable a lo que hoy se le
cuestiona al titular del AFSCA. Pero hay, entre un hecho y el otro,
enormes diferencias que me gustaría aclarar.
Y me parece importante decirlo, porque los conozco a ambos: Sabbatella no es Diana Conti.
La política cuesta dinero. Los
partidos precisan de recursos para financiar el alquiler y los servicios
de sus locales partidarios, el sueldo de funcionarios que cumplen
tareas administrativas o políticas full time, sus materiales de divulgación, sus periódicos y, sobre todo, sus campañas electorales, entre otros gastos.
Ese dinero puede venir de varias
fuentes (más adelante, entraremos en detalles), y una de ellas es el
aporte voluntario de sus militantes y simpatizantes (comúnmente llamado
“cotización”).
Muchos partidos incluyen en sus
estatutos una cláusula por la cual, cuando un militante ocupa un cargo
público, debe aportar un porcentaje de su salario.
El estatuto del partido de
Sabbatella dice que “el patrimonio del partido se forma con el 10% del
total de las remuneraciones percibidas por todo concepto por los
senadores y diputados provinciales, concejales, y funcionarios
designados hasta la categoría de director provincial o su equivalente,
con la cuota de aporte que fije la Asamblea Provincial para afiliados y
simpatizantes, con los subsidios estatales y con las donaciones
autorizadas por las leyes”.
Esa cláusula es absolutamente
legal y se encuadra en lo establecido por el artículo 14 de la ley
26.215, que regula el financiamiento de los partidos políticos.
Es, además, similar a la que existe en los estatutos de otros partidos, en Argentina y en el mundo.
Las diferencias entre lo que
hacía Conti y lo que hace Sabbatella son varias, entre otras: (a) el
aporte partidario que realizan los empleados del AFSCA es voluntario
(obligatorio solo para quienes cumplen funciones jerárquicas a partir
del cargo de director, es decir, cargos políticos diferentes al simple
empleo público, pero esa obligatoriedad es estatutaria y, por lo tanto,
legal); (b) el aporte es para el partido y no para el bolsillo de un
funcionario; (c) el aporte es legal, se realiza en blanco, consta en el
recibo de sueldo del empleado y el partido lo recibe directamente del
organismo, constando en sus asientos contables; d) el dinero recibido
por el partido es de conocimiento público, ya que Nuevo Encuentro
publica en su página web una rendición de cuentas donde detalla cuánto
dinero recibió y en qué lo gastó.
No existe ninguna denuncia de que
algún empleado haya sido obligado o presionado para autorizar el
aporte, o despedido por no hacerlo.
Una de las razones por las que
pensé en escribir esta columna fue algo que escribió en su muro uno de
mis contactos de Facebook. Se llama Marisol y trabaja en el AFSCA. El
recibo de sueldo que se publica junto con esta columna es suyo. Esto
decía:
”Mi nombre es Marisol
Hurtado, soy una de las trabajadoras de la AFSCA que, orgullosamente,
dona el 8% de su sueldo bruto al Partido Encuentro por la Democracia y
la Equidad. Trabajo en la Subdirección Nacional de Administración, desde
el 1/12/12, tengo categoría D, grado 0, que son los que corresponden a
mi puesto de trabajo (secretaria de la subdirectora nacional de
Administración), mi sueldo bruto del último mes fue de $7.099,05, mi
sueldo en mano $5.320,49, y realicé voluntariamente un aporte por
$567,92. Trabajo de lunes a viernes, mucho más que 8 horas diarias, y lo
hago con el mayor de los compromisos que, para todos nosotros, trae
consigo la responsabilidad de ocupar un cargo público. No solo el código
de descuento de aporte voluntario partidario está absolutamente dentro
de la ley, sino que también es el método que más transparencia le da al
aporte. Estoy absolutamente orgullosa de pertenecer a un colectivo que
se financia con el aporte voluntario de sus militantes y simpatizantes. Y
que, año tras año, publica y presenta ante la Justicia Electoral sus
balances e informes de campaña, detallando cómo ingresan y cómo y en qué
se gasta cada centavo”.
e) La diferencia entre el caso Sabbatella y el de Diana Conti
Si yo militase con Diana Conti en
la época en que trabajaba en su despacho y ella me hubiese pedido una
contribución del 8% para el partido, en blanco, con descuento en el
recibo de sueldo (o con un recibo oficial), yo hubiese dicho que sí. No
para el bolsillo de Conti, sino para una fuerza política cuyos objetivos
y principios compartiera. No porque sí, sino con una explicación de los
motivos que lo hacen necesario. No bajo amenaza de despido, sino
voluntariamente. No la mitad de mi sueldo, sino un porcentaje razonable.
No en mano, sino en blanco, sabiendo adónde irá ese dinero y pudiendo
luego saber −yo y el resto de los ciudadanos− para qué se usó.
No es lo mismo. Es la diferencia entre el afano y una forma transparente de financiar la política.
Habrá que ver, en todo caso,
cuánta gente nombró Sabbatella en el AFSCA, si esos nombramientos
correspondían, si las personas elegidas son idóneas y si los salarios
son acordes a sus funciones. Pero el descuento voluntario en sí no me
parece cuestionable.
Como decíamos, la política cuesta
plata. Y esa plata sale de algún lado. Además del financiamiento
público al que los partidos tienen derecho (artículos 5 a 13 de la ley
26.215), los fondos pueden venir del aporte voluntario de sus afiliados,
de las contribuciones de sus militantes que ocupan cargos públicos (es
el caso del AFSCA), de actividades de recaudación de fondos no
prohibidas por la ley y de donaciones de personas físicas y personas
jurídicas.
Claro que, como todos sabemos,
muchos grupos políticos (y muchos políticos, individualmente) se
financian con recursos ilegales provenientes de la corrupción y las
relaciones promiscuas con empresarios. Y los aportes de personas
jurídicas (empresas) muchas veces son fraudulentos, triangulados para
ocultar su verdadero origen o asociados a una contrapartida ilegal, es
decir, beneficios para esas empresas concedidos desde un cargo público,
perjudicando al Estado y a la población.
El financiamiento de la política
no es sólo un tema ético. Es un gran problema político, de gestión
pública y de políticas públicas.
f) Participación en la campaña de Marcelo Freixo
Vivo actualmente en Brasil y, el
año pasado, participé activamente de la campaña de Marcelo Freixo,
candidato a intendente de Río de Janeiro por un pequeño partido de
izquierda, Socialismo y Libertad (PSOL). Freixo enfrentaba una
maquinaria poderosísima, formada por 20 partidos políticos que, si
quisiéramos comparar con la Argentina, incluirían al kirchnerismo, la
UCR, el peronismo federal, Macri, Carrió, Pino Solanas, Binner, el
Partido Comunista, el ex Modin, la vieja Ucedé y los neonazis de Parque
Rivadavia, todos juntos en una misma alianza para apoyar la reelección
del intendente Eduardo Paes.
A Paes lo apoyaban también Lula,
Dilma, la mafia evangélica fundamentalista y el grupo Globo, que es como
si en Argentina lo apoyaran Cristina, la Iglesia y el Grupo Clarín
juntos. Y tenía el respaldo económico de todas esas empresas a las que
les interesa el país, como decía Neustadt, incluyendo por supuesto a las
grandes constructoras y las empresas de transporte, beneficiarias
directas de sus políticas. Estaban en juego, entre otras cosas, la
organización del Mundial de 2014 y las Olimpíadas de 2016, con todas las
obras que habrá que hacer para ello, o sea, mucha plata.
La campaña de Paes costó decenas
de millones e inundó la ciudad. Era la unanimidad aplastante, el
discurso único, como tener un megáfono pegado a la oreja las 24 horas
gritándote que lo votes.
La campaña de Freixo (la más
linda y emocionante que vi en mi vida) fue mucho más barata y la
financiaron los militantes y simpatizantes, mayoritariamente jóvenes, y
miles de ciudadanos que donaron pequeñas sumas con tarjeta de crédito a
través de una página web.
Yo doné 100 reales. Caetano
Veloso y Chico Buarque organizaron un recital a beneficio para recaudar
fondos para la campaña, al que Freixo no pudo ir porque se lo prohibió
la justicia electoral, que le dejaba hacer cualquier cosa a su
adversario.
La entrada era carísima, pero la
pagué con mucho gusto. Se recaudaron cerca de 200 mil reales con ese
recital. Nada al lado de los millones que gastaba Paes, pero ayudaba a
pagar los pequeños volantes que repartíamos en la calle.
Paes tenía más de 16 minutos de
TV en el horario electoral y Freixo poco más de 1 minuto. El diario O
Globo jugaba groseramente para Paes. El lema de la campaña de Freixo fue
una frase de Bertolt Brecht: “Nada debe parecer natural, nada debe
parecer imposible de cambiar”, impresa en las remeras que miles de
ciudadanos comunes compraron para ayudar económicamente a su candidato y
vestían orgullosos por la calle.
Fue una campaña austera, pero
transparente y esperanzadora. Freixo tuvo el 29% de los votos, un
resultado impresionante para un pequeño partido de izquierda que en la
elección presidencial de 2010 había tenido el 0,87%. El partido de la
unanimidad se llevó un flor de susto.
No sé cuál hubiese sido el resultado si las condiciones hubiesen sido más parejas.
Cuento esto porque discutir el
financiamiento de la política significa también discutir los recursos
que el ciudadano común puede tener para hacerle frente a la maquinaria
de dinero que viene del poder económico y de la corrupción, para acabar
con esa monstruosa desigualdad de condiciones que ayudaron a Paes a ser
reelecto en Río. Si no, más que democracia tenemos apenas un sistema
electoral.
Hay mucho que hacer para cambiar
ese estado de cosas. Y ni el kirchnerismo ni las principales fuerzas de
oposición han mostrado hasta ahora la menor voluntad de cambiar nada.
La política cuesta plata, y hay
muchas maneras de conseguirla, pero cada una de ellas es una opción
ética y política. El financiamiento de partidos y campañas merece un
debate serio que mejore la calidad de nuestra democracia, combata la
corrupción, reduzca la influencia de los intereses económicos que
siempre juegan y le dé más poder a los ciudadanos de a pie y mejores
condiciones para competir a los políticos honestos, que siempre corren
con desventaja.
Estoy en desacuerdo en muchas
cosas con Sabbatella, cada día con más, aunque sigo respetándolo. Soy un
ex votante suyo, decepcionado por varias decisiones que tomó en los
últimos años. Pero si hay algo que le reconozco a Martín es que en ese
camino de transparentar la política y la función pública, hizo aportes
valiosísimos como intendente de Morón y como líder de un partido que
rinde cuentas de su financiamiento y de sus gastos como casi nadie lo
hace.
Repito: no es Diana Conti.
[1] Fuente de información: Perfil.com, 2/8/09, “Acusan a Diana Conti de quedarse con parte del sueldo de un asesor”, http://www.perfil.com.
[2] Ver Wikipedia, “Causa por corrupción contra Diana Conti”, http://es.wikipedia.org.
[3] Fuente de información: Letra P, 25/3/13, Bruno Bimbi, “Sabbatella no es Diana Conti”, http://www.letrap.com.ar.