3.9. Jean Paul Sartre
J.P.
 Sartre (1905 - 1980) desarrolla sus postulados a partir de las fuentes 
generales del existencialismo. Afirma así que la existencia precede a la
 esencia, razón por la que el hombre se va creando libremente en el 
devenir del tiempo, utilizando el método de lo inmediato. A partir de la
 afirmación: “Soy inaccesible para lo sagrado”, Sartre afirma: “No hay 
diferencia entre existir y autoelegirse”. Así, la existencia implica 
libertad y conciencia. Dirá: “Existencia es lo que nunca es objeto; es 
el origen a partir del cual yo pienso y actúo, sobre el cual hablo en 
pensamientos que no son conocimiento de algo: “existencia” es lo que se 
refiere y relaciona consigo mismo y, en ello, con su propia 
trascendencia... El tiempo no es sólo transcurso, sino manifestación de 
la “existencia”, la cual se conquista en el tiempo por virtud de sus 
decisiones... La “existencia” es el ser de la libertad. 
El ser objetivo 
(mecanismo, vida y conciencia) es dado. Pero yo como “existencia” soy 
origen; desde luego, no origen del ser en general, sino origen para mí 
en la existencia empírica”. Por tanto, el hombre existe en la medida en 
que se rige y se hace a sí mismo por medio de sus elecciones libres; 
igualmente, en la medida en que se posee a sí mismo por la conciencia. 
Sartre consigna así que, en el hombre, “la existencia precede a la 
esencia”, razón por la que el hombre es libertad. Afirma Sartre: “La 
libertad humana precede a la esencia del hombre y la hace posible; la 
esencia del ser humano está suspendida de su libertad. Lo que llamamos 
“libertad” no puede, por tanto, ser distinguido del ser de la “realidad 
humana”. El hombre no “es” primero, para ser libre después, sino que no 
hay diferencia entre el “ser” del hombre y su “ser libre”. Sartre parte 
de la premisa de la nada. Afirma que el hombre es conciencia, que es 
acción libre, que es la nada, y tiene por finalidad llegar a un ser 
cerrado, incomunicable, donde ya no pueda caber la nada. Pero según el 
mismo Sartre el hombre está condenado a ser libre, esto es, a ser nada. 
De allí que la existencia del hombre carece de sentido pues nunca 
llegará a su finalidad. En 1942, Sartre termina su escrito “El Ser y la 
Nada sentenciando: “El hombre es una pasión inútil… El hombre es una 
cuerda entre la bestia y el sobrehumano, una cuerda sobre el abismo”. 
Por otra parte, Sartre sostiene que pensar en un ser trascendental, 
conciente de sí mismo, encierra un absurdo pues la conciencia nunca 
puede ser de sí misma sino de algo pasado. Afirma pues Sartre que la 
idea de Dios es un absurdo y concluye: “Dios no existe, todo está 
permitido”. Con tal aserto sartreano no hay pues diferencia entre lo 
bueno y lo malo. El hombre sólo tiene como única obligación moral el 
elegir constantemente ser lo que quiera ser, procurando necesariamente 
llegar a “ser en sí”, sin lograrlo jamás. El obrar inmotivadamente 
podría ser pues la única norma de moralidad o conciencia de buena fe. El
 existencialismo sarteano es por ende relativista pues no hay reglas de 
conducta moral que deriven de una ley moral natural. Precisa Sartre que 
el hombre es “el ser que no es lo que es y que es lo que no es”. El ser 
“en sí”, es el ser bruto, incapaz de tomar conciencia de sí mismo. Del 
ser “en sí” surge el ser “para sí”. Gracias a la conciencia se realiza 
el permanente paso del “en sí” en “para sí”. Entonces, como la 
conciencia es la proyección hacia adelante de uno mismo, ésta viene a 
ser, sin más, acción pura. Expresa Sartre: “La conciencia es acción y 
nada más”. De esta forma, el cesar de actuar implica la cesación del 
ser. Por extensión, el ser humano no es algo estático; el hombre es lo 
que ha resuelto ser y llega a ello mediante la autodeterminación. “El es
 su existencia; él es lo que él hace”. Por tanto, el paso del “en sí” al
 “para sí” no perfecciona al ser, sino que lo reduce a una constante 
acción que al desarrollarse en el tiempo se transforma en pura duración.
 Así, el ser es por consecuencia una permanente duración, un mero paso 
del “en sí” al “para sí”. Sartre sostiene que la noción de “condición 
humana reemplaza a la naturaleza humana… (es) otra forma de naturaleza 
humana; es una naturaleza – condición... que no se define simplemente 
como tipo abstracto de naturaleza, sino que se revela por algo mucho más
 difícil de formular por razones que... son históricas... es la historia
 quien hace a los individuos”. Enseña pues Sartre: “No hay naturaleza 
humana, porque no hay Dios para concebirla... El hombre no es otra cosa 
que lo que él se hacer... El hombre es ante todo un proyecto... nada 
existe previamente a este proyecto”. Sartre insiste: “El hombre es libre
 y... no hay ninguna naturaleza humana… No hay una naturaleza humana 
superior a él”.Entonces, para Sartre: “No hay una condición humana en 
general”. Sartre señala: “Dostoievski escribe: “Si Dios no existiera, 
todo estaría permitido”. Este es el punto de partida del 
existencialismo. En efecto, todo está permitido... El hombre es libre, 
el hombre es libertad”. Por tanto, “si he suprimido a Dios padre, es 
necesario que alguien invente los valores... nosotros inventamos los 
valores... la vida, a priori, no tiene sentido. Antes de que ustedes 
vivan, la vida no es nada... el valor no es otra cosa que este sentido 
que ustedes eligen…. Si los valores son vagos, y si son siempre 
demasiado vastos para el caso preciso y concreto que consideramos, sólo 
nos queda fiarnos de nuestros instintos... lo que importa es el 
sentimiento: debería elegir lo que me empuja verdaderamente en cierta 
dirección”. En consecuencia, “ninguna moral general puede indicar lo que
 hay que hacer... Los límites no son ni subjetivos ni objetivos, o más 
bien tienen una faz objetiva y una faz subjetiva... no son nada si el 
hombre no los vive… En el punto de partida no puede haber otra verdad 
que ésta: pienso, luego soy”. Indica categóricamente Sartre: “Se trata 
de una moral de la libertad”. En síntesis, en el pensamiento de Sartre 
no hay una visión trascendente, el mismo existir no tiene sentido. En su
 novela “La Náusea”, Sartre sentencia: “Cuando el hombre se pregunta lo 
que es y considera el mundo que lo rodea, se siente invadido por un 
sentimiento irresistible de lo absurdo, de la náusea y de la angustia.” 
Agrega: “Sentimos lo que nos rodea como absurdo porque somos incapaces 
de explicar su existencia... todo lo que existe nos parece sin razón, 
sin un fundamento, sin meta. Bien podría no existir nada o que todo 
fuese distinto... ¿Por qué existimos nosotros mismos? No lo sabemos. En 
realidad: estamos de más”. Por voz del protagonista de “La Náusea” 
Sartre afirma: “Éramos un montón de existencias incómodas, embarazadas 
por nosotros mismos; no teníamos la menor razón de estar allí, ni unos 
ni otros; cada uno de los existentes, confuso, vagamente inquieto, se 
sentía de más con respecto a los otros. De más: fue la única relación 
que pude establecer entre los árboles, las verjas, los guijarros... de 
más el castaño, allí frente a mí...”. Agregará Sartre: “Yo, flojo, 
lánguido, obsceno… removiendo melancólicos pensamientos, también yo 
estaba de más… Soñaba vagamente en suprimirme para destruir por lo menos
 una de esas existencias superfluas. Pero mi misma muerte habría estado 
de más… la carne carcomida hubiera estado de más en la tierra que la 
recibiese… Cuando consideramos la realidad desnuda, siento náuseas”. 
Sartre termina proclamando que el sufrimiento máximo es el vivir con los
 demás seres humanos. Sentencia Sartre: “El infierno son los demás… el 
verdugo es cada uno de nosotros para los demás”. No sin razón Jean Paul 
Sartre sentencia: “El mundo podría existir muy bien sin la literatura, e
 incluso mejor sin el hombre”. Si bien después de la guerra Sartre 
rechazó el marxismo, después evolucionó y terminó admirando a la Unión 
Soviética (URSS) y, en 1954, llegó a sostener: “Existe en la URSS total 
libertad de crítica”. Para él, los actos cometidos por el comunismo 
soviético sólo eran “errores”. Es más, en referencia a la conducta 
brutal del comunismo soviético, Sartre sólo lo concebía como “los 
excesos de poder”. Es en este contexto que se producen las acciones del 
movimiento juvenil de mayo de 1968 en Francia. Sartre dirá: “Los 
estudiantes representan la única fuerza antiburguesa de nuestros fofos 
países occidentales... Para ellos... lo que se debe abolir es la 
estructura social misma, pues permite el ejercicio del poder”. En 1975 
sentencia Sartre: “Todos los poderes se han eliminado porque cada 
individuo tiene plena posesión de sí mismo”.
EXISTENCIALISMO MATERIALISTA
Aparte de los conocidos "GUERREROS Y ASESINOS" que generaron el funesto COMUNISMO, existió asimismo una numerosa secta de "pensadores", prestos a elaborar, justificar, y afianzar tal endemoniada causa política.
Nos permitimos la cita de estas breves reflecciones relaciónadas a 14 Pensadores mencionados en el blog "NEOMARXISMO". Analizando tales pensamientos, observamos a esa "ideologíaª comenzar o terminar desde tres puntos básicos y elementales: ATEISMO, RESENTIMIENTO Y ODIO.
Si a la perversa doctrina (COMUNISTA) que contribuyeron a su constitución, obteniendo innumerables y maliciosas cantidad de seguidores adherentes, desde nuestra posición Católica, Apostólica y Romana, sentimos la obligación y necesidad de delatar a un idéntico número de "POCESOS" proveídos desde los avernos mismos.
Aparte de los conocidos "GUERREROS Y ASESINOS" que generaron el funesto COMUNISMO, existió asimismo una numerosa secta de "pensadores", prestos a elaborar, justificar, y afianzar tal endemoniada causa política.
Nos permitimos la cita de estas breves reflecciones relaciónadas a 14 Pensadores mencionados en el blog "NEOMARXISMO". Analizando tales pensamientos, observamos a esa "ideologíaª comenzar o terminar desde tres puntos básicos y elementales: ATEISMO, RESENTIMIENTO Y ODIO.
Si a la perversa doctrina (COMUNISTA) que contribuyeron a su constitución, obteniendo innumerables y maliciosas cantidad de seguidores adherentes, desde nuestra posición Católica, Apostólica y Romana, sentimos la obligación y necesidad de delatar a un idéntico número de "POCESOS" proveídos desde los avernos mismos.
 


 
