BERGOGLIO SE MUERE DE LA RISA
Qué es lo que le da tanta risa al Sr Bergoglio
[No estamos de acuerdo con el uso de la terminología del autor por
ser propia de quien participa de la Secta Conciliar: Iglesia, Papa,
Cardenales etc..]
Risus abundat ..
La Iglesia Católica se está cayendo a pedazos, pero ellos se ríen y
Bergoglio es el que más se ríe : “dice que Jesús hace el tonto y que se
convirtió en un demonio y él se ríe”. Por eso, nos preguntamos: “¿Qué es lo que hace que Bergoglio se ría tanto?”
por Francesco Lamendola
por Francesco Lamendola
Incluso a un observador distraído no se le habrá escapado al hecho de
que la marca distintiva de la neo-iglesia y particularmente del
pontificado actual, es la
risa . Bergolio se ríe, se ríe continuamente; se ríe Sosa Abascal, el que dice no creer en la existencia del demonio; Paglia y Galantino se ríen siempre que hablan en público, y especialmente cuando se encuentran; se ríe James Martin, haciendo el gesto de los cuernos y haciendo muecas en televisión; se
ríe el cardenal Marx, se ríe el cardenal Schönborn, el que invitó a la
transexual Conchita Wurst a la catedral de San Esteban; se ríe Antonio Spadaro, Antonio Rizzolo, Hans Küng, Walter Kasper. La Iglesia Católica se está desmoronando, pero ellos se ríen ; la fe se está desvaneciendo como la niebla con el sol, pero ellos se ríen; los
católicos son lanzados por sus propios pastores a la mayor confusión, a
la turbación, a la amargura, pero la risa nunca desaparece de sus
labios.
Bergoglio es el que más se ríe : se pone la nariz de payaso; se pone un sombrero en la cabeza; va a ver a las monjas de clausura y se ríe a mandíbula batiente contándoles chistes; habla
entrecortadamente, da entrevistas, improvisa en todo momento, y siempre
la risa, siempre riendo, con sus ojos brillan de satisfacción, mientras
los fotógrafos hacen un flash tras otro para que aparezca su jocosa imagen en las portadas de toda la prensa.
Él dice que Jesús hizo el tonto, que Jesús se hizo un demonio, y luego se ríe; Paglia pone su propia imagen en la cúpula, en un fresco blasfemo, y mientras tanto se ríe; alaba las cualidades morales de Marco Pannella, y se ríe; y viene Galantino diciendo que Dios perdonó a Sodoma, y enseguida se ríe. El Cardenal Tagle, ha sido fotografiado, riéndose, junto a los transexuales poniėndose la máscara de cerdo; el mismo que enseña a Bergoglio a hacer el gesto de los cuernos ante los fieles; no hace la señal de la cruz, sino el signo de los cuernos : y se ríen, ríen como locos , más graciosos que nunca, como si estuvieran en el circo , como si fueran un espectáculo de cuarta clase, en la televisión. Y todos se rien con ellos y baten las manos, qué clérigos tan simpáticos, qué Papa tan alegre, que arzobispos tan divertidos y tolerantes! Y Bergoglio les dice a los chicos que se mantengan atentos, que tengan cuidado para no creer la fake news, mientras invita a volver a su oficio al gran monseñor Viganò, que fue obligado a renunciar por una colosal y descarada fake new ; pero los dos se ríen.
Observen: no sonríen, sino que se ríen : absolutamente, se ríen . Se ríen, con los ojos chispeantes, casi con lágrimas de tanto reir. Se ríen agachándose como en las fiestas de despedida de soltero, contándose chistes verdes. Algunos dirán que no hay nada de malo, que nosotros somos los habituales hipercríticos, incluso paranoicos. Pero hay una diferencia entre sonreír y reír ; especialmente cuando se desempeña un papel como el del Papa, cardenal u obispo; especialmente cuando se está en el desempeño de su cargo; especialmente en un tiempo en el que la Iglesia está sufriendo por cosas graves, muy graves. Hay un tiempo para reír y un tiempo para llorar , dice la Sabiduría de la Biblia . Además, los grandes Santos no se reían, sí sonreían. San Pío de Pietrelcina no se reía ; San Leopoldo Mandic no se reía; no se reían
los grandes papas de los siglo XIX y XX, Pío IX, León XIII, Pío X, Pío
XI y Pío XII, pero si tenían una sonrisa, una sonrisa amable y gentil….¿Jesús se reía? Lo dudamos. Ciertamente sonreía, porque sonreír es una expresión de benevolencia y simpatía humana. Pero reír, es otra cosa: es algo muy humano, demasiado humano; pero reir todo el tiempo, a mandíbula batiente, mientras las almas están perturbadas, tiene algo de diabólico. Nunca
uno se ríe de una manera completamente inocente: siempre te ríes de
alguien, siempre te ríes por detrás de alguien que está en una situación
de desventaja, que se convierte en un objeto de diversión. Hablamos
de esto a su debido tiempo, en un ensayo especial, tomando el ejemplo
de un crítico Juan Antonio Cesareo en su comentario sobre el ‘ Inferno de Dante, donde los demonios se ríen con sonoras carcajada (cfr. La naturaleza de la risa , publicado originalmente en la revista En Bottega, Milán, n. ° 5, 188, y republicado en el sitio web de la Nueva Academia Italiana el 27/03/2017). Sin
duda, se rieron de Jesucristo los soldados romanos cuando le azotaban,
en la coronación de espinas, cuando le golpeaban en la cabeza con una
caña, después de haberle vendado los ojos; seguramente los judíos se estaban riendo mientras Jesús agonizaba en la cruz, diciéndole Tú que dijiste que sabías cómo destruir y reconstruir el Templo en tres días, ¡sálvate a ti mismo! No, la risa nunca es una cosa totalmente inocente; casi siempre es propia de mentes groseras y brota ante situaciones impropias ; y todavía menos es “pura ” cuando se dirige contra alguien para disfrute de los demás. De
hecho, reírse de alguien también es una forma de violencia, una forma
de ridiculizarlo, de reducirlo al silencio: una multitud que se ríe de
una persona es una multitud cruel; y
el equivalente de la risa en la literatura, o sea la sátira, es un
instrumento tan punzante que puede destruir a cualquier adversario. Don Quijote se indigna ante las risas que provoca: los demás lo reducen a un instrumento de diversión, al rango de un payaso. Al personaje principal en El hombre que ríe ,
de Victor Hugo, le han transformado en niño por medio de una operación
horrible de cirugía facial, resultando una figura mostruosa, para
provocar la carcajada de la audiencia, cosa que le marcará toda la vida.
Si la risa es pura, debe ser como la de los niños : ellos son (y no siempre) capaces de reír sin malicia. Si un adulto sabe reír con la misma inocencia que un niño, entonces su risa es buena; pero es bastante raro encontrar un San
Juan Bosco, que vivió entre los chicos y quería guardarlos del mal
camino, atrayéndolos a la vida buena por medio de la diversión. Él sin
duda sabía cómo reír y sobre todo cómo hacerlos reír, porque la risa
cálida es buena para el corazón.
¿Qué es lo que hace que Bergoglio se ría tanto?
No estamos diciendo que sea malo reírse; estamos diciendo que la risa a menudo tiene algo de malo ,
y que los máximos exponentes del clero, en público, ejerciendo
solemnemente sus cargos, harían mejor en abstenerse de reir. Es algo indecoroso, incluso es desagradable. No hagan caso de Umberto Eco, que en su banal e inútil novela El nombre de la rosa ,
injustamente famosa, ataca a una Iglesia “fea y oscurantista” que
prohibía la risa: vemos todas esas risas solamente en la boca de los
neoclérigos progresistas y en la de sus amigos laicistas, el profesor
Riccadi, por ejemplo, o Enzo Bianchi (que es un laicista, aunque vestido
de cura, y si se quiere cardenal), o en la boca de los vaticanistas
insoportablemente subordinados al Sr. Bergoglio, que no quisieron darse
cuenta de la falsificación de la carta de Benedicto XVI; es suficiente para nosotros ver tal espectáculo, porque toda esta gran risa nos llega con sospecha y algo peor. No podemos dejar de preguntarnos cuáles son las razones de tanta alegría, de tan buen humor generalizado o lo que sea; porque
la crisis de la Iglesia está ante la mirada de todos, así como la
crisis de los valores morales que la Iglesia siempre ha defendido y
apoyado, en casi dos mil años de su historia. Entonces nos preguntamos: ¿qué es lo que hace que Bergoglio se ría tanto? ¿La humillación y el castigo inexplicablemente infligidos a las franciscanas y a los franciscanos de la Inmaculada? El hecho de que el cardenal Caffara muriese sin haber recibido de él el acuse de recibo de los dubia en Amoris laetitia , después de solicitarle una reunión privada con el Papa, con él y con los otros tres cardenales? Nos preguntamos: ¿qué le divierte tanto, qué le hace reír tan continuamente? ¿Los
datos estadísticos sobre el colapso del catolicismo en su América
Latina, que hablan de una cuarta parte de los católicos que han
abandonado la Iglesia en los últimos años para unirse a las numerosas
sectas protestantes? ¿El
exterminio de católicos en países donde actúa el terrorismo islámico,
ese terrorismo islámico del que ni siquiera quiere oir hablar, incluso
diciendo que no existe? ¿O le divierte que un sacerdote, en plena Misa de Navidad, en Turín, se niegue a recitar el Credo con los fieles, diciendo que no cree en él? ¿O que otro, en Génova, suprima la Misa de Navidad en señal de respeto hacia los inmigrantes? ¿Se ríe porque otro sacerdote, en Milwaukee, Estados Unidos, se declara homosexual en la iglesia, ante sus feligreses? ¿O porque otro sacerdote estadounidense, el jesuita Martin, afirme que muchos santos eran homosexuales? ¿O porque el arzobispo de Santiago de Compostela haya ordenado a dos sacerdotes homosexuales públicos? ¿O
porque el obispo de Rodez, Francia, ordene a nuevos sacerdotes al ritmo
de los bailes sagrados del dios Siva, frente a un ballet hindú, ante el
altar mayor de la catedral? ¿Son éstas las cosas que le hacen reír, que le divierten tanto? Y
si no son estas cosas, qué es lo que le produce una risa tan hilarante,
tan desbordante, aunque un observador incluso mediocre se da cuenta
claramente que la risa de su boca, como una mueca, no va acompañada de
la mirada, de sus ojos, que no se ríen, sino son duros y fríos como el
hielo, con una mirada que da miedo? Porque nadie se ríe sin una razón; siempre nos reímos por algo. Puedes sonreír incluso sin una razón específica, porque la sonrisa es un acto de gratitud hacia la belleza del mundo; pero la risa, debe tener una razón definida. ¿Pero cuál es la razón por la cual Bergoglio se ríe, cuando se ríe ante las monjas de un convento de clausura?
Probemos a reflexionar. Una
monja de clausura es una persona que ha hecho una elección, una opción
radical, que, juzgada desde el exterior, puede o no gustar, pero si la
elección es consistente, siempre requiere, a nuestro juicio, un profundo
respeto: aunque sólo sea porque se trata de una elección difícil,
contra la corriente, una elección de soledad, recuerdo, silencio. No está claro por qué una monja de clausura debería reírse; no se entiende,por qué alguien tiene que ir al convento para hacerla reír. ¿Se apiada de ella, de su soledad, de su existencia oculta y mortificada? ¿Quiere darle cinco minutos de alegría, para aliviar la tristeza en la que él cree que está inmersa? Si
es así, él no entiende nada: no entiende que, desde el punto de vista
de la elección que la monja ha hecho, él es el que sería digno de
compasión, él mismo, no ella. Él todavía está envuelto en los engaños del mundo, ella ha conquistado la libertad. ¿Pero qué puede esperar una monja de clausura, de la visita de un sacerdote y, a fortiori, de la visita del Sumo Pontífice? ¿Qué necesita, una monja de clausura? ¿Que el Papa vaya a su convento y le cuente chistes? ¿O que la mire a los ojos, para que ella le hable palabras de fe, esperanza y caridad; o tal vez para escucharla, dejarla hablar, preguntarle si él le puede decir algo útil, si puede aclararle algunas dudas? Pero Bergoglio no aclara dudas, él, está especializado en despertarlas, ciertamente no en aclararlas. Que
nadie se atreva a plantear una duda de fe ante el Sr. Bergoglio: se le
responderá que no hay respuestas, que nadie tiene la respuesta, y que
debe desconfiar de quien dice tenerla.
Y mientras tanto se ríen. ¿Pero de que?
por Francesco Lamendoka
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