lunes, 2 de abril de 2018
Capitán, bravo marino
PEQUEÑA SEMBLANZA DE
UN HÉROE
CONTEMPORÁNEO
“…aquel que cae entre los luchadores y pierde la vida tan
querida, cubre de gloria a su ciudad, a sus conciudadanos y a su padre, y
atravesado el pecho, el escudo y la armadura, es llorado por todos, jóvenes y
viejos; su doloroso recuerdo llena la ciudad entera y su tumba y sus hijos son
honrados entre los hombres y los hijos de sus hijos y todo su linaje; jamás se
extingue el honor de su nombre y, aún cuando yazga bajo la tierra, se hace
inmortal”.1
“La grandeza o mezquindad de un hombre se manifiesta en el
modo generoso o mezquino de ver las cosas, o mejor, en el modo generoso o
mezquino de comportarse: y es, sobre todo, en esos momentos en que se pone a
prueba la calidad de un hombre cuando se aquilata lo que cada uno lleva
adentro…Son las situaciones difíciles las que muestran lo que un hombre lleva
adentro, lo que realmente es, esa clase de situaciones que fuerzan al hombre a
sacar a la superficie lo mejor o lo peor que anida dentro de su alma. Y… puesto
en el medio del conflicto, sacó lo mejor de sí mismo; pues al estar hecho de la
mejor calidad, mostro aquello de lo que abundaba”.2
“La ARMADA ARGENTINA reconoce en el Capitán GIACHINO al
arquetipo del jefe, que lidera a sus hombres en combate asumiendo personalmente
los riesgos mayores y que, ante órdenes recibidas, las ejecuta puntillosamente,
aún a costa de su propia vida. No delegó en sus subordinados la tarea más
peligrosa. La tomó para sí, lo que es privilegio de los grandes”.3
Qué es un héroe
Si bien hoy en día la palabra héroe se asocia con
cualquier comportamiento digno de reconocimiento y elogio en los más variados
marcos de la vida cotidiana tales como el deporte, la cultura u otros, la
acepción original es mucho más precisa y restrictiva.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española
define heroísmo como el “esfuerzo eminente de la voluntad hecho con
abnegación, que lleva al hombre a realizar actos extraordinarios en servicio de
Dios, del prójimo o de la Patria”.4
Antiguamente, en la cultura greco latina se consideraba héroe
al “…nacido de un dios o una diosa y de una persona humana, por lo cual le
reputaban más que a un hombre y menos que a un dios”.5
Esta doble progenie del héroe, divina y humana, quedaba reflejada particularmente en la guerra,
al protagonizar hazañas repletas de fortaleza y audacia que se creían propias
de los dioses; a su vez, se diferenciaba de éstos y se igualaba a los hombres
por su condición de mortal, por lo que su tiempo para el heroísmo era limitado,
siendo singularmente apreciada una vida corta y digna, y si es posible,
coronada con la muerte en combate.6
Cada una de las epopeyas de la antigüedad, aparece
relacionada con un héroe; normalmente ese personaje es el jefe y caudillo, que
arrastra a la mayoría a través de un comportamiento ejemplar tanto por la
abnegación como por la destreza en el manejo de las armas, siempre tras la búsqueda
de la gloria y el honor, independientemente de la victoria, la derrota o la
muerte.
Una vez muerto, el héroe pasaba a desempeñar una función
educadora respecto de la juventud, siendo propuesto como arquetipo,
permaneciendo vivo en la memoria de las sucesivas generaciones.
Un oficial más 7
Pedro Edgardo Giachino ingresó a la Escuela Naval Militar,
integrando la Promoción 96, el 03 de febrero de 1964, proveniente de la Ciudad
de Mendoza. Luego de cursar la misma, realizó el Viaje de Instrucción en la
Fragata “Libertad”, al término del cual fue promovido al grado de Guardiamarina
de IM el 30 de diciembre de 1967, 8vo en orden de mérito sobre un total de 14.
Su primer destino fue el Batallón de IM Nº 5 (BIM5), en Río
Grande, desempeñándose como Jefe de una Sección de Tiradores y Segundo Jefe de
Compañía. Estando en esa Unidad, fue comisionado a Bariloche para realizar el
Curso Básico de Montaña Estival, en la Escuela de Tropas de Montaña del
Ejército, en el cual obtuvo la capacitación de Escalador Militar.
Luego de 2 años, en 1970, fue destinado a su solicitud a la
Compañía de Reconocimiento Anfibio (CIRA), ubicada en Mar del Plata, para
realizar el curso de capacitación correspondiente, formándose en ese mismo año
también como Paracaidista Militar en el Ejército, y al año siguiente, ya siendo
Jefe de la Sección de Reconocimiento Anfibio, realizó voluntariamente el Curso
de Comandos en la Escuela de Infantería.8
En 1972 fue trasladado al Batallón de IM N°3 (BIM3),
ocupando diversos puestos en las Compañías del mismo; cumplido el Curso Básico
en la Escuela Politécnica Naval, regresó como Teniente de Fragata a la CIRA
para ser Jefe de la Sección de Operaciones Especiales.
Siendo Teniente de Navío, luego de realizar el Curso de
Aplicación en Escuela de Oficiales de la Armada, Pedro Giachino fue Jefe de
Compañía de Tiradores y Jefe de Operaciones del Batallón de IM N° 1 (BIM1) en
1977 y 1978 respectivamente; En 1980 volvió a la Agrupación de Comandos
Anfibios (APCA) como Jefe de Operaciones y al año siguiente asumió como Segundo
Comandante de la misma. En 1981, último año de la jerarquía, fue Jefe de
Operaciones de la Fuerza de Apoyo Anfibio (FAPA).
A fines del mismo, con 34 años, ascendió a Capitán de
Corbeta (CC), siendo designado Segundo Comandante del BIM1.
Haciendo un balance sintético de su carrera hasta ese
momento, el flamante Capitán había cimentado una solidez profesional
considerable; en conocimientos técnico-tácticos, a través de la realización de
numerosos cursos de capacitación; y en experiencia de mando, cubriendo todos
los roles de combate previstos dentro de unidades de IM, para las distintas
jerarquías; además se mantenía en un excelente estado físico. Por lo tanto,
debería estar en condiciones de ejercer adecuada y eficazmente la conducción de
fracciones operativas mediante el ejemplo personal, obligación primaria que la
Armada demanda de cualquier oficial y que constituye la esencia de nuestra
profesión. En poco tiempo tendría oportunidad de demostrarlo acabadamente.
La misión
En otro orden de cosas, también a fines de 1981, el Comité
Militar a cargo del Gobierno Nacional resolvió impulsar decididamente las
negociaciones diplomáticas para lograr que los británicos se sienten a discutir
el tema de la soberanía sobre las islas Malvinas y demás archipiélagos del
Atlántico Sur y en caso de un fracaso de las mismas, recurrir a la fuerza, para
obligarlos en el mismo sentido.
Como previsión para esta segunda opción, en el mes de enero
de 1982, por directiva superior, el Comandante de Operaciones Navales ordenó “…iniciar
un planeamiento preventivo ante la eventualidad de tener que emplear fuerzas de
la Armada debido a la mala evolución que mostraba la negociación diplomática
con Gran Bretaña por la recuperación de la soberanía sobre las Islas Malvinas,
Georgias del Sur y Sandwich del Sur”;9
para dar cumplimiento a ésta, el Comandante de la IM conformó un pequeño Estado
Mayor, con el fin de elaborar la parte del plan tentativo que le correspondía.
Dentro del mencionado plan, a la Agrupación de Comandos
Anfibios (APCA) le tocaba jugar un rol fundamental 10 ya que debía antes de la
Hora H, conquistar el cuartel de los Royal Marines ubicado en Moody Brook, 6 km
al W de Puerto Stanley, y controlar cinco objetivos vitales diseminados dentro
de la localidad misma,11 para garantizar su funcionamiento hasta el arribo de
la Fuerza de Desembarco (FD).
El 19 de marzo desembarcó en la isla San Pedro, Georgias, el
personal civil contratado por Constantino Davidoff para desguace de unas
factorías balleneras adquiridas por éste años antes a una firma escocesa; este
hecho desencadenó inesperada y sorpresivamente una desmedida reacción
británica. Por tal motivo, alrededor del 23 se impartió la consiguiente orden
de preparar las fuerzas para ejecutar la operación, debiéndose revisar el plan
con urgencia.
Entre otros muchos otros aspectos, un nuevo análisis de las
responsabilidades de los Comandos Anfibios llevó finalmente a resolver el
problema de otra manera: asignarle al Comandante de la APCA (UT 12 40.1.3 - 70
hombres), CCIM Sánchez Sabarots, la tarea de sorprender a los 40 Royal
Marines en sus alojamientos y capturarlos; y conformar otra UT para
accionar sobre los objetivos vitales.13
Como se preveía que esta UT ejecutaría lo establecido
prácticamente sin oposición, su fuerza efectiva no necesitaba ser grande, por
lo que se le asignaron solamente 8 Comandos Anfibios,14 la mayoría de los
cuales no estaban de pase en ese momento en la APCA, y se los complementó con 8
Buzos Tácticos.15 Éstos se incluyeron por dos razones: debido a su “origen”
naval poseen mayor idoneidad para mantener en servicio sistemas eléctricos,
telefónicos o de comunicaciones y por su entrenamiento específico están en
condiciones de efectuar un desembarco nocturno en botes y una aproximación
terrestre junto a los Comandos.16
El Comandante de la FD decidió poner a cargo de la misma al
CC Giachino, ya que era un oficial jefe comando anfibio totalmente apto para
tal tarea, y la Unidad en la que revistaba, el Batallón de IM Nº 1, aportaría
para la operación solamente la fracción que se desempeñaría como Reserva de la
FD, por lo que estaba relativamente libre de otras responsabilidades.17 En la
tarde del 25 de marzo fue convocado, se le impuso la misión,18 y comenzó
fervientemente la preparación para la misma, terminando de reunir sus 15
hombres y el equipo correspondiente el día 27.19
Completados los preparativos, la Fuerza de Tareas Anfibia
(FTA) 40 se hizo a la mar el 28 de marzo. La operación estaba lanzada.
Navegando a bordo del Destructor ARA “Santísima Trinidad”, Giachino pudo
finalizar el planeamiento.20
Desde hacía 72 horas estaba viviendo aquello que todo
militar anhela: ser convocado para una operación de combate real. Le aguardaban
aún nuevos acontecimientos que traerían aparejados mayores sorpresas.
Cambio de planes a último momento
La tormenta que se desató durante la travesía, obligó a la
FTA a reducir la velocidad de navegación y postergar el Día “D” 24 hs. Sería el
2 de abril.
Además, se recibió la confirmación de que en las islas se
estaba en conocimiento de la inminencia de la operación, por lo cual uno de los
requisitos básicos de ésta, la sorpresa,21 sería muy difícil de materializar.
La nueva guarnición de Royal Marines había arribado y
los salientes habían sido retenidos en las islas, con lo cual el número total
había aumentado a casi 90 hombres. La milicia local (Falkland Islands
Defense Force - FIDF) había sido alertada y poseía armamento y algún
entrenamiento militar. El aeropuerto estaba obstruido con maquinarias y
obstáculos, por lo que requería ser despejado por tierra previamente a su utilización.
En cuanto a la captura del Gobernador, cuya responsabilidad
recaía hasta ese momento en una fracción del Regimiento de Infantería 25 del
Ejército, que tenía previsto desembarcar en forma helitransportada en
proximidades de su residencia y sorprenderlo en la misma sin posibilidades de
resistencia debió también modificarse, en parte por la pérdida de la sorpresa y
también a causa de la inutilización de uno de los helicópteros durante el temporal.
Los problemas que trajeron acompañadas estas cuestiones llevaron
a resolver que la fracción de Sánchez Sabarots (UT 40.1.3) luego de conquistar
el cuartel, se debía dirigir al poblado para ubicar y aferrar al resto del
enemigo, ya que éste seguramente estaría desplegado y no reunido en Moody
Brook. A Giachino (UT 40.1.5) se le encomendó la captura del Gobernador.
En palabras del Comandante de la FD: “la operación de
captura del Gobernador, si bien podía parecer audaz, no se presentaba como una
operación de ejecución extremadamente difícil y además era necesaria para
lograr lo antes posible la rendición en caso que hubiera fuerzas militares
que se resistieran demasiado en otros lugares” 22 y “a Sánchez Sabarots
y a Giachino les volví a reiterar que sus objetivos eran las fuerzas del
enemigo y no los edificios o instalaciones materiales”.23 La fracción del Ejército desembarcaría con el grueso por
superficie, conquistaría y despejaría el aeropuerto, y recibiría en ese
lugar al resto del Regimiento que arribaría en aviones de transporte.
Este cambio obligó al Comandante de la UT 40.1.5 a emprender
una planificación nueva en su gran mayoría y a escasas horas de comenzar, ya
que esta última orden se recibió cerca del mediodía y el zafarrancho de combate
estaba previsto alrededor de las 1900. Si bien contaban con planos de la ciudad
a causa de la antigua misión, no tenían ningún detalle de la casa del
Gobernador ya que ésta no entraba dentro de la esfera de sus responsabilidades,24
por lo que el Capitán se abocó a recolectar cuanto pudiera, e idear el modo de
acción para llevarlo a cabo. Superados los inconvenientes, pudo finalizar el
plan e impartió su orden de operaciones.
A las 1900, los integrantes de la UT se reunieron en el
cuarto de máquinas y electricidad, donde hicieron los últimos preparativos
referentes al equipo y el armamento, se colocaron los trajes secos, se
enmascararon y a las 2130 fueron llamados a cubierta. Realizaron el transbordo
a los cuatro botes y a las 2230, junto con la UT 40.1.3 (APCA) se dirigieron a
playa VERDE. Arribaron media hora antes de la medianoche. El 2 de abril estaba
por comenzar.
Finalmente en tierra
Una vez en la playa, por turnos se sacaron los trajes secos,
se alistaron para continuar la operación en tierra y poco después de medianoche
comenzaron la aproximación. Recorrieron cerca de 6 km, en forma lenta pero
eficaz, ya que no fueron detectados por los Marines dispersos en la zona.25
El Jefe de la UT encabezaba la marcha, inmediatamente detrás de los
exploradores, verificando al navegante. Por momentos se adelantaba, se
interiorizaba de la situación, regresaba para dar recomendaciones al resto,
siempre totalmente imbuido de su tarea.26 A las 0550 iniciaron la adopción del
dispositivo en proximidades de la casa. Si bien corroboraron que existía
enemigo dentro, no pudieron determinar la cantidad de efectivos.27 Una vez en
posición, el Capitán Giachino ordenó al Teniente García Quiroga, por su dominio
del idioma inglés, que intimara al Gobernador a rendirse. Les respondieron con
demoras, evasivas y con fuego de fusiles y ametralladoras.
Teniendo en mente que era imprescindible “lograr la
anulación de la guarnición en forma rápida e incruenta, y anular rápidamente la
voluntad de combatir del Gobernador y la guarnición británica”,28 y que la Hora H se acercaba,
decidió: “¡Hay que entrar!”. Para lo cual, estableció a uno de sus
escalones como base de fuego y le ordenó que comenzara a disparar sobre las
ventanas de la casa, buscando la intimidación de los defensores, mientras que él,
encabezando otro pequeño grupo, ingresó al objetivo violentando una puerta.
En el interior de la casa, obviamente desconocida para
ellos, trataron de encontrar la manera de avanzar, hasta que una ráfaga dio de
lleno en el Capitán Giachino y en el Teniente García Quiroga, que lo seguía
inmediatamente. Lo primero que atinó fue “avisarle” a su esposa, ‒me
dieron, Cristina, me dieron‒; comenzó a llamar al enfermero, quien
también cayó herido sin poder auxiliarlos.29 A pesar del dolor, que le
arrancaba fuertes gritos, no estaba dispuesto a permitir que lo tomen
prisionero, para lo cual retuvo una granada en su mano, por si los ingleses
intentaban aproximarse.30 Fue su forma de concretar la consigna de Brown “¡irse
a pique antes que rendir el Pabellón!”
Mientras tanto de la casa nadie podía entrar ni salir, a
pesar de que los Royal Marines, los legendarios Commandos
ingleses, conformaban un grupo muy numeroso; como se supo posteriormente, el
Gobernador “…tenía prácticamente toda su guarnición dentro de ella”.31
El resto de la fracción argentina, sabiendo que su jefe estaba herido y que
esperaba de ellos el completamiento de la misión, los mantenía bajo fuego soportando
una respuesta aún mayor.
A todo esto, el grueso de la FD ha desembarcado en una playa
no muy lejana y comenzó el avance hacia la localidad. Durante el trayecto, le
avisaron por radio al Comandante que el Gobernador estaba dispuesto a parlamentar
en su casa y allí se dirigió, con un reducido grupo de acompañantes. Una vez en
su despacho, pudo comprobar que éste se hallaba en estado de crisis, producto
de haber sido mantenido bajo fuego directo durante un tiempo prolongado, sin
conocer que era apenas rodeado por lo que quedaba de la UT 40.1.5, cerca de una
decena de hombres. En definitiva, fue el accionar de esos valientes que terminó
convenciéndolo de cesar la resistencia a pesar de no tener muertos ni heridos.
Formalizada la rendición, recién se pudo dar atención a los heridos.
A esta altura, Pedro ya había perdido muchísima sangre,
principalmente por el impacto en la arteria femoral; no obstante, era
consciente de su situación y sólo un afán lo mantenía con vida.
Necesitaba verlo, aunque fuera un tiempo muy breve, a uno de sus compañeros de
Promoción, que se desempeñaba como Ayudante del Comandante de la FD,32 por lo
que seguramente debería hacerse presente tarde o temprano. Al llegar, éste se
anunció: “Pedro, soy Tito” y él contestó en forma clara y fuerte “Tito,
por fin llegaste”. Pedro no podía más; fueron suficientes sólo unos
instantes como para enterarse de la victoria y poder encomendarle a su amigo el
cuidado de su familia, de su esposa y sus dos hijas; mientras le era
administrado un calmante 33 se quedó ya tranquilo y finalmente se durmió cuando
era cargado en un vehículo para llevarlo al hospital. Los intentos para
conservarlo con vida fueron infructuosos.
Al diseminarse la noticia, las reacciones del personal que
lo conocía fueron diversas: los que pudieron, fueron a darle el último adiós a
la morgue del hospital,34 otros, sorprendidos en algún lugar del ya Puerto
Argentino no pudieron contener algunas lágrimas 35 o la bronca,36 y muchos
simplemente lo evocaron o rezaron por él mientras debían continuar con las
actividades pendientes.37
Esa misma tarde, en medio de los festejos y la algarabía de
todo un país, su cuerpo fue entregado a su familia y velado en la Capilla
Stella Maris de la Base Naval Puerto Belgrano.
Vivo para siempre
En este apretado relato aparecen claramente encarnados en
Pedro Giachino un conjunto de comportamientos y actitudes que permiten
encuadrarlo dentro de las consideraciones iniciales: es un héroe en el sentido
estricto de la palabra.
Así lo consideraron en su momento las autoridades. La Nación
le otorgó la más alta condecoración vigente, la Cruz al Heroico Valor en
Combate; la Armada, por su parte, recompensó sus acciones con un ascenso por
mérito y le colocó su nombre a una de sus principales unidades de combate: el
Batallón de Infantería de Marina N° 2. Además, en estos 25 años, una
innumerable cantidad de localidades a lo largo y ancho de nuestro país le
rindieron homenaje de la misma manera, bautizando una plaza, una calle o una
escuela.
Haciendo un breve resumen de sus cualidades desde el punto
de vista profesional resulta patente su idoneidad, fruto de una profunda y
prolongada preparación: recibió una misión de combate 72 horas antes de
embarcar, asignándosele personal que si bien tenía una capacitación acorde, no
conformaba una fracción orgánica, sino que provenía de unidades diversas,
debiendo completar el planeamiento y la preparación en navegación. Algunas horas
previas al desembarco, producto de un cambio en la situación, se le impuso una
nueva misión, considerablemente diferente de la anterior, supliendo con
criterio semejante contingencia. Condujo una infiltración terrestre nocturna a
través de un terreno muy dificultoso,38 y, en base a las órdenes expresas
recibidas y a la información de inteligencia disponible, rodeó y atacó el
objetivo asignado, intentando la captura de la autoridad, resultando gravemente
herido en la acción.
Sus dotes de conductor, basadas en el ejemplo personal,
imprimieron en su reducido grupo de hombres la necesidad de continuar el
cumplimiento de la misión a pesar de estar en condiciones de inferioridad
total, provocando a su vez y en gran medida, la impresión en el enemigo de la
inutilidad de la resistencia.
Mención aparte merece su sentido del honor, el cual lo
sostuvo para evitar ser tomado prisionero, a pesar de estar gravemente herido.
En situaciones límites, esta actitud sólo se mantiene cuando está asentada en
convicciones sólidamente incorporadas.
Finalmente, son destacables también sus valores personales,
ya que el amor a su familia y la responsabilidad para con ella fueron lo
suficiente fuertes como para no entregarse a la muerte hasta haberla podido
dejar en buenas manos; y también se entrevé su disposición para la amistad y la
camaradería, la que hizo brotar de todos aquellos que se consideraban dentro de
este amplísimo círculo, distintas manifestaciones de tristeza, afecto y respeto,39
sean superiores o subalternos.
Independientemente del aporte que su desempeño y el del
resto de su fracción en combate haya producido en el conjunto de la operación,40
y de los reconocimientos mencionados, su sacrificio y el de su familia seguirán
valiendo la pena, en la medida que rescatemos su ejemplo para cada uno de
nosotros, de modo que tenga influencia cierta en nuestro accionar cotidiano.
Si pretendemos prepararnos seriamente en todos los aspectos
que involucra el combate al igual que él, deberemos invertir mucho esfuerzo y
constancia, cualquiera sea nuestra jerarquía y escalafón. Es nuestra obligación
principal.
Además, cuando el trajín de lo cotidiano nos haga perder de
vista aquellos valores trascendentes por los cuales decidimos ingresar a la
Escuela Naval y afrontar esta vocación con espíritu de servicio, amenaza más
que frecuente, seguramente también nos servirá de ayuda la reflexión acerca de
su comportamiento y de su entrega.
En definitiva, para poder estar en condiciones de dar una
respuesta adecuada cuando la Nación nos lo requiera, Pedro Giachino nos seguirá
mostrando lo que tenemos que hacer todos los días; que lo hagamos o no, depende
principalmente de nosotros.
Eloy Eguren
(Artículo tomado del Boletín del
Centro Naval N° 819,
correspondiente a Enero/Marzo del
2008)
1. La cita pertenece a un fragmento de una elegía dedicada a
un soldado espartano atribuida TIRTEO (Poeta griego, siglo VII a C.). Citado en
JAEGER, W., Paideia: los ideales de la cultura griega, Fondo de Cultura
Económica, 6ta. reimpresión en español, México, 1985, p. 97.
2. SUÁREZ, F., José, Esposo de María, Ediciones Rialp
S.A. 4ta. edición, Madrid, 1990, pp. 66 y 67.
3. Extraído del Sitio Oficial de la Armada Argentina (www.ara.mil.ar).
4. Diccionario de la Lengua Española. Real Academia
Española, vigésima primera edición, Madrid, 1992. Voz HEROÍSMO.
5. Ibídem, Voz HÉROE.
6. La leyenda griega cuenta que Tetis, madre de Aquiles,
advirtió a su hijo antes de partir hacia Troya que en caso que participara en
la expedición su fama sería inmensa, pero su vida breve; en caso que
desistiera, viviría muchos años pero sin gloria. Aquiles, sin vacilar, optó por
lo primero. Cfr. GRIMAL, P., Diccionario de Mitología Griega y Romana.
Paidós, 4ta reimpresión en español, Buenos Aires, 2005, p. 40.
7. Los datos respecto a su carrera fueron obtenidos de un
resumen del Legajo Personal confeccionado por el Archivo General de la Armada.
8. Es probable que su opinión, volcada en el informe
correspondiente al término del mismo, influyera en la decisión de que dicho
curso pasara a ser una etapa obligatoria en la formación del Personal de
Reconocimiento Anfibio a partir del año siguiente. Esta reorientación de la
capacitación implicó también un cambio de la misión de la Unidad, adquiriendo
una prioridad importante el adiestramiento para la ejecución de operaciones de
comandos por sobre el reconocimiento anfibio; con el tiempo trajo aparejado
además cambios de denominaciones tanto en la capacitación como también en la
Unidad, la que a partir de 1975 pasó a ser la Agrupación de Comandos Anfibios
(APCA).
9. BÜSSER, C. (Compilador), Operación Rosario.
Asociación de Oficiales Retirados de Infantería de Marina (AORIM), 2da edición
ampliada y corregida, Buenos Aires, 1999, p. 14.
10. Cfr. ibídem, p. 240.
11. Los objetivos eran la usina generadora de energía
eléctrica, la estación de radio, la central telefónica local, la central de
comunicación telefónica transoceánica y el destacamento de policía. Cfr. ibídem,
pp. 270 y 271.
12. De acuerdo a la doctrina vigente, en operaciones las
organizaciones administrativas dejan lugar a lo que se denomina “organización
de tareas”. Básicamente esta forma de organización consiste en que para el
cumplimiento de una misión específica, de acuerdo a lo analizado en el
planeamiento, surgen determinados objetivos sobre los que hay que producir
algún efecto. Para cumplir cada uno de dichos efectos se distribuyen las
fuerzas disponibles, cada una a cargo de un comandante o jefe. De acuerdo a la
magnitud, dichas organizaciones pueden denominarse Fuerza de Tareas (FT), Grupo
de Tareas (GT), Unidad de Tareas (UT) o Elemento de Tareas (ET) y se les asigna
una numeración correlativa que facilita su identificación y su dependencia.
13. Cfr. ibídem, pp. 150 y 151.
14. En realidad, los Comandos Anfibios eran siete: el
Capitán de Corbeta Giachino, del BIM1, el Teniente de Fragata Lugo, del BICO, el
Teniente de Fragata Álvarez, alumno del Curso de Aplicación en la ESOA, los
Cabos Principales Flores y Ortiz, el Cabo Primero Alegre de la APCA. El
enfermero de la patrulla, el Cabo Primero Urbina estaba de pase en la APCA como
cursante comando anfibio.
15. Al igual que en muchas marinas del mundo, en nuestra
Armada existen unidades de operaciones especiales compuestas por Buzos
Tácticos, cuyo personal provienen de escalafones propios de los buques y otras
compuestos por Comandos Anfibios, formado por personal de la Infantería de
Marina. Para formar parte de las mismas, en cada caso se requiere aprobar un
curso de un año de duración aproximadamente. Ambas capacitaciones se adiestran
en algunos tópicos comunes y otros no. La diferencia principal está dada en que
los Buzos Tácticos operan preferentemente en el mar y los Comandos Anfibios en
tierra, teniendo la playa como ámbito común. Entre ambas se dan rivalidades y
competencias propias de grupos profesionales selectos, que llegado el caso del
combate obviamente se dejan de lado, tal como sucedió en la operación en
cuestión.
16. Cfr. BÜSSER, C., op. cit., pp. 272, 286 y 300.
17. Otros Comandos Anfibios que no estaban en la misma
situación que Giachino eran el Comandante del BIM2, núcleo de la FD, CFIM
Weinstabl y uno de los Jefes de Compañía de dicha Unidad, el TNIM Aruani.
18. Cfr. ibídem, p. 151.
19. Cfr. ibídem, p. 153.
20. Cfr. ibídem, p. 155.
21. Cfr. BÜSSER, C., op. cit., p. 16: “El segundo
requisito consistía en ejecutar la operación por sorpresa, debido a que ésta
era la única forma de poder lograr un éxito sin oposición y sin bajas, fueran
éstas propias o enemigas”.
22. Ibídem, p. 106. El subrayado es propio.
23. Ibídem, p. 107.
24. Cfr. ibídem, p. 107. El grueso de la cartografía
de detalle de la casa del Gobernador estaba en poder del Tcnl Seineldín, Jefe
del RI 25, embarcado en el BDT ARA “Cabo San Antonio”, cuya fracción (UT
40.1.10) quien inicialmente tenía la responsabilidad inicial de capturar al Sr.
Hunt.
25. Cfr. ibídem, p. 285.
26. Cfr. ibídem, pp. 295 y 296.
27. Cfr. ibídem, p. 296.
28. Cfr. ibídem. P. 17.
29. Cfr. ibídem, p. 306.
30. Cfr. ibídem, p. 128.
31. Ibídem, p. 126.
32. Era el CCIM Oscar Monnereau.
33. Cfr. ibídem, p. 205.
34. Cfr. ibídem, pp. 136, 205, 206, 283, 285 y 331.
35. Cfr. ibídem, pp. 190 y 342.
36. Cfr. ibídem, p. 130.
37. Cfr. ibídem, pp. 217 y 263.
38. Cfr. BÜSSER, C., Operación Rosario…, p. 144.
39. Cfr. ibídem, pp. 203, 205, 206, 217, 228, 342 y
343.
40. El Comandante de la FD le atribuye a su accionar un
valor altísimo, aseverando que debido al mismo se pudieron ahorrar vidas, tanto
británicas como propias. Cfr. ibídem, p. 144 y BÜSSER, C., Malvinas.
Conflicto vigente. Ediciones Vórtice, Buenos Aires, 1999, pp. 124 y 125.