Muerte masiva de animales en Alaska, ¿huellas de Fukushima?
Cientos de pájaros muertos
aparecieron en las costas de la isla de Saint Lawrence, Alaska, a
finales de noviembre. Aunque la causa de la mortandad se desconoce,
algunos apuntan a Fukushima.
Además, se ha informado de que un gran
número de osos polares, focas y morsas en Alaska está siendo afectado
por pérdidas de pelo y llagas supurantes.
Si bien las autoridades afirman que la
causa de ello es una extraña “enfermedad” o las “duras condiciones
meteorológicas”, un informe de Alaska Public Media revela que la
dimensión de los hechos puede estar relacionada con la catástrofe de
Fukushima.
El informe detalla que, aparte de la
gran cantidad de aves muertas, algo está provocando que un gran número
de focas y morsas “pierdan el pelo y desarrollen llagas supurantes o
úlceras de la piel”, entre otros síntomas.
Aunque ambas especies presentan síntomas
similares, los científicos no saben aún si focas y morsas sufren la
misma enfermedad. Asimismo, la población de salmón rojo de la zona está
en un “mínimo histórico”, habiendo experimentado una disminución de más
del 80% desde el año pasado.
La bióloga Lanza Barrett-Lennard expresó
su preocupación por que los cambios en el ambiente oceánico estén
provocando un comportamiento extraño y una tasa inusualmente alta de
mortalidad. “Es evidente que algo muy raro está sucediendo” y algunos
expertos señalan que no sería descabellado pensar que, al menos en
parte, el desastre de Fukushima esté siendo la causa de todo esto.
Por su parte, el aventurero australiano
Ivan MacFadyen mencionó que durante un reciente viaje por mar de Japón a
San Francisco el océano parecía estar muerto. “He recorrido muchos
kilómetros por el océano en mi vida y lo habitual es ver tortugas,
delfines, tiburones y grandes bandadas de aves. Pero esta vez, durante
más de 5.500 kilómetros no vimos casi ningún ser vivo”.
Recientemente la compañía operadora
Tokyo Electric Power (Tepco) informó que los niveles de radiación en el
agua subterránea bajo la planta japonesa de energía nuclear Fukushima-1
se elevaron a su nivel más alto desde el accidente en 2011 y que las
fugas de agua contaminada continúan.