La Corrupción K en la “Década Ganada” (Capítulo LI)
CAPÍTULO LI
CARLOS KUNKEL, ESCÁNDALOS Y CORRUPCIÓN
La violencia es el último recurso del incompetente. Isaac Asimov
1. Oficio de provocador[1]
Carlos Kunkel es un provocador
que viene de los setenta, un cultor de la violencia, un verdadero
provocador sexagenario. Le encanta hablar al oído para irritar a su
interlocutor e insultar en voz alta para impresionar al público.
Es su modo de entender la política.
Jamás se le escuchó un discurso
jurídico, pero funcionó hasta hace poco como comisario político de los
Kirchner en el Consejo de la Magistratura. En otras palabras, un
apretador de jueces.
Jamás expresó en público un
análisis fino de la experiencia montonera de los años sesenta y setenta y
de la evolución de esa corriente política, de la cual es un
sobreviviente. Cualquiera que se haya empapado del pensamiento que
inspiró a esa organización político militar encuentra dificultades para
hallar coherencia entre lo que publicaban la revista Evita Montonera y
el diario Noticias y esta Argentina K.
A diferencia de los intelectuales
que integran ese achacoso centro de estudiantes envejecidos que se
congregan en la Biblioteca Nacional con el rótulo de Carta Abierta,
Carlos Kunkel fue montonero.
La leyenda alimentada por el
kirchnerismo asegura que “era el jefe político” de Néstor Kirchner en la
Universidad de La Plata. Lo más probable es que Néstor y Cristina hayan
participado de la Juventud Universitaria Peronista más por moda que por
compromiso y, de hecho, cuando el asesinato de José Ignacio Rucci,
primero, y el de Carlos Mugica, ocho meses después, fracturaron a la
Tendencia, ambos se encontraban muy lejos de “los jóvenes idealistas” y
ya habían decidido a dedicarse a amasar una fortuna, propósito que se
les facilitaría al amparo de las políticas de José Alfredo Martínez de
Hoz.
Cuatro décadas después resulta
fashion decir que uno fue monto, porque nadie lo obliga a uno a hacerse
cargo de los hechos concretos de violencia política organizados y
dirigidos por los ahora denostados Mario Firmenich, Roberto Quieto,
Roberto Perdía o Fernando Vaca Narvaja.
Pero Kunkel era monto. Era uno de
los diputados de la Juventud Peronista que renunciaron el 24 de enero
de 1974. Pocos días antes, el ERP había logrado tomar el regimiento de
Azul y provocado, de inmediato, la renuncia de Oscar Bidegain como
gobernador bonaerense.
Las aguas se habían dividido. Kunkel pasó varios años preso a disposición del Poder Ejecutivo Nacional.
La democracia lo devolvió a la política, en el peronismo bonaerense y desde el pobrísimo partido de Florencio Varela.
Según muchos de los que lo
conocen y no lo quieren, no le fue nada mal debido a que con los magros
sueldos del Estado habría amasado una fortuna.
Puede ser, o no, porque si algo
caracteriza al peronismo K es la facilidad para modificar el significado
y el sentido de las palabras.
Al fin y al cabo, la trompada de
Camaño se debió a que la respetada diputada peronista se cansó de que
Kunkel le reprochara, desde meses atrás y con un murmullo permanente, la
trayectoria política de su esposo, Luis Barrionuevo.
“Él dijo que había que dejar de
robar durante dos años y siguió robando”, había dicho segundos antes del
trompis. Y, sin adivinar lo que venía, agregó: “Ojalá que nadie queme
urnas como en Catamarca”, en referencia a un sonado episodio ocurrido en
los albores del kirchnerismo.
Resulta difícil encontrar lógica a
tales imprecaciones, ya que Kunkel defiende a los alaridos a un
gobierno cuyas figuras principales están denunciadas por enriquecimiento
ilícito, aunque los jueces, que Kunkel controla, archiven las demandas.
Y es el mismo gobierno aplaudió y hasta impulso acciones violentas
protagonizadas por sus escuderos más fieles Hugo Moyano y Luis D’Elía.
Pero no existe la contradicción
en la filosofía K (de Kunkel y de Kirchner). Mientras que la piña de
Graciela Camaño fue justificada por infinidad de personas saturadas de
las provocaciones de Kunkel −las encuestas lo demuestran− el
oficialismo, encabezado por la presidenta lo aprovechó para
victimizarse.
Son los mismos que avalan las
matoneadas de Guillermo Moreno cuando sale a las calles acompañado por
el kid boxer Acero Cali; que incitan a ocupar las calles para disolver
cualquier protesta; que celebran los golpes que reparte la patota de
D’Elía; que financian el viaje de centenares de barrabravas a Sudáfrica.
Ese oficialismo montó un escenario de lágrimas y condolencias para
dejar a Graciela Camaño con la imagen de una mujer violenta.
El violento es Kunkel, y siempre
lo fue. La diputada, en cambio, acredita una trayectoria pacífica y sin
agresiones. Kunkel es violento y contradictorio; tanto, que es el
responsable de haber atraído al redil kirchnerista a Aldo Rico, uno de
los pocos militares argentinos que no solo admitió haber matado
guerrilleros sino que se sublevó dos veces contra la democracia.
La suya es una forma extraña de
interpretar el paso del tiempo. Kunkel representa hoy a la degradación
montonera. En realidad, el diputado expresa la tragedia de generaciones
de argentinos que crecieron en un ambiente de antagonismo y que se
sienten cómodos dividendo a la sociedad en los buenos y los malos.
Criticar moralmente a Luis Barrionuevo y defender a Hugo Moyano no tiene
sustento lógico, ideológico ni ético.
Se explica, sí, por una manera de entender la política: Carlos Kunkel encarna y simboliza un verdadero modelo de intolerancia.
2. Su pasado lo condena[2]
Diputado, asesor presidencial,
Vocero Presidencial y Subsecretario. Fue expulsado del movimiento
peronista en 1974 por ‘traidor, contumaz, estafador de los votos de
Perón, desleal al justicialismo y antipopular’.
Asesino procesado y convicto
durante la dictadura militar, fue beneficiado por la Ley del Punto Final
durante el gobierno de Raúl Alfonsín en 1984.
En 1974 participó de la
autodenominada “Operación Primicia” que intentó copar el Regimiento 29
de Formosa, donde asesinaron a 12 integrantes de las FF.AA (en su mayoría conscriptos) e hirieron a otros 20.
En su “gloriosa” incursión mataron a diez civiles, tres de ellos menores de edad.
Este intento incluyó la toma del
aeropuerto del Puyu y el secuestro de un Boeing 737 de Aerolíneas
Argentinas y un Cessna de la Gobernación de Corrientes, hecho donde
asesinaron a los dos custodios del gobernador, a quien tuvieron de rehén
durante la operación.
Fracasado el intento huyeron con
ambos aviones y el Boeing debió aterrizar en una pista precaria de la
localidad de Susana en la provincia de Santa Fe, mientras que el Cessna
se dirigió a Corrientes con varios delincuentes heridos.
3. Una vida signada por la corrupción[3]
a) El cachetazo de Camaño
Quizás Carlos Kunkel pase a la
historia más por el cachetazo que le fue propinado por Graciela Camaño
que por sus propios méritos y deméritos en la política argentina.
En realidad se trata de un hombre
del que poco se sabe públicamente, a pesar de que insiste en mostrarse
como uno de los más alcahuetes de la tropa kirchnerista.
¿De dónde salió este hombre? ¿Qué
antecedentes posee en la política? Lo que se sabe es que, a principios
del gobierno de Néstor Kirchner, en el año 2003, Kunkel fue nombrado
subsecretario de Presidencia de la Nación y rápidamente supo ubicarse
como una de las espadas más importantes del ex Presidente de la Nación.
Sin embargo, su carrera política
anterior es digna de contarse, ya que está signada de escándalos y
corrupción. Su primer indicio aparece en el año 1987, cuando Kunkel
apareció como “asesor” en el gabinete provincial del entonces gobernador
Antonio Cafiero, con el único antecedente de haber militado en la
agrupación Montoneros en los años 70.
Luego, a partir de los años 90 y hasta 2001, ocupó diversos cargos en el gabinete municipal de Florencio Varela.
Allí, Kunkel hizo varios
“negocios” en su propio provecho. Entre otros, hacer firmar un contrato a
la municipalidad de Florencio Varela con una empresa de su propiedad
—la constructora Podic— para hacer onerosas obras en la zona.
A pesar de que hoy en día trata
de aparecer como una persona honesta, Kunkel no puede explicar cómo
entre los años 1997 y 1998 —siendo funcionario— compró tantos campos en
la localidad de Bragado, amén de una quinta en la calle Islas Orcadas de
Florencio Varela y varias camionetas 4 x 4.
Más grave aún es que algunas de
las propiedades que el funcionario compró en esa localidad fueron
adquiridas de manera inmoral, ya que gracias a su cargo tomó
conocimiento del trazado de la autopista Presidente Perón y con ese dato
en la manga presionó a algunos vecinos para le que vendieran sus bienes
a precio irrisorio.
Tal cual relató Tribuna de
Periodistas en el año 2004, en el Juzgado nº 13 de los Tribunales de
Lomas de Zamora Kunkel perdió un juicio por la escrituración de uno de
esos campos luego de haber intentado varias jugadas sucias, una de ellas
la de presentar como testigos a sus propios empleados.
Otro de los reveses que sufrió el
subsecretario de Kirchner en la causa se dio a la hora de pedir que
declarara su antiguo jefe, el ex intendente de Florencio Varela, Julio
Carpinetti.
Kunkel, confiado en la amistad
que tenía con quien durante años lo había cobijado en su casa, no
esperaba sufrir semejante despecho: Carpinetti confesó que Kunkel le
había propuesto, sin demasiadas vueltas, el negocio de comprar en
sociedad esos campos porque luego valdrían una fortuna. Un verdadero
tiro por la culata.
Una de esas oscuras historias se dio en el paraje La capilla —altura Km.18
de Florencio Varela— hace varios años, cuando un hombre llamado Mario
Santamaría compró unas tierras con el fin de instalar una tosquera
camuflada como criadero de truchas.
Lo que nadie sabía es que
Santamaría se había asociado con −el entonces funcionario− Kunkel y que,
a cambio de una suma periódica de dinero, éste le daría la protección
que necesitaba para mover camiones de tosca sin que lo molestaran.
Un testigo de ese hecho aseguró
oportunamente a quien escribe estas líneas que “en realidad la intención
era vender la tosca a la gente que había ganado la licitación de la
autopista pero como el tema no avanzó vendió la tosca en forma
particular. Como a Kunkel se le terminó la cometa decidió no avanzar con
el criadero de truchas”.
Agrega el testigo que “cuando
Kunkel compró este campo en U$S 150.000 −libre de gastos, impuestos
etc.− estaba en cesación de pago”.
b) Creador de todas las conspiraciones
Carlos Kunkel ha sido el inventor
de las denuncias más improbables de desestabilización contra el
gobierno de Kirchner en sus comienzos. Conoció al ex Presidente en 1968,
cuando los dos estudiaban en La Plata. Pero los roles, en aquella
época, estaban invertidos: Kunkel era el líder de la agrupación
universitaria en la que Kirchner empezaba su actividad política.
Dejaron de verse por muchos años,
y recién se reencontraron en el marco del armado del Grupo Calafate, el
embrión del actual kirchnerismo.
Kunkel supo ser uno de los
“operadores” más importantes del presidente y uno de los pocos que goza
de su total confianza y la de su esposa, hasta tal punto, que ocupaba
una discreta oficina en el sector presidencial de la Rosada al lado de
la de Cristina Kirchner.
Recordemos que Kunkel fue jefe
político del matrimonio Kirchner en la Juventud Peronista de los
setenta, cuando todos estudiaban Derecho en La Plata.
En 2004, junto con Dante Gullo
−también ex montonero y ex ARI, devenido en exitoso empresario de la
publicidad vial−, lideró el llamado Grupo Michelángelo, una especie de
“tanque de pensamiento” de los proyectos que tenía en mente Néstor K.
Esos datos fueron publicados por este periódico el 9 de junio de 2004, cuando nadie aún se percataba del poder del hoy diputado.
Hoy todos posan sus miradas sobre
Kunkel por ser el emblema de la más encendida defensa de la corrupción
kirchnerista, pero su poder es más grande del que se cree.
Quienes lo conocen, dicen que su gravitación es casi tan imponente como su fortuna personal.
[1] Fuente de información: Periodista Libre.com, 1/8/13, “Carlos Kunkel, un provocador que viene de los 70”, http://www.periodistalibre.com.
[2] Fuente de información: BWN Patagonia, 23/5/08, “Los terroristas del gobierno de los Kirchner”, http://www.bolsonweb.com.ar. Fuente de información: Tribuna de Periodistas (Pablo Dócimo), 25/10/07, “Aquí están, éstos son”, http://periodicotribuna.com.ar.
[3]
Fuente de información: Tribuna de Periodistas (Christian
Sanz), 26/11/10, “Carlos Kunkel, una vida signada por la corrupción y
las operaciones”, http://periodicotribuna.com.ar. Más información: Tribuna de Periodistas (Christian Sanz), 23/10/04, “Carlos Kunkel, un hombre corrupto”, http://periodicotribuna.com.ar.