PEQUEÑA REFLEXIÓN SOBRE EL ANTICRISTO
18 Filioli, novissima hora est: et sicut audistis quia antichristus venit, et nunc antichristi multi facti sunt; unde scimus, quia novissima hora est.
19 Ex nobis prodierunt, sed non erant ex nobis, nam, si fuissent ex nobis, permansissentutique nobiscum: sed ut manifesti sint quoniam non sunt omnes ex nobis.
22 Quis est mendax, nisi is qui negat quoniam Jesus est Christus? Hic est antichristus, qui negat Patrem, et Filium.
Jean I, 2,18, 19 ; 22-23.
Por Michel Mottet
Cuando San Juan escribió que habéis oído que el anticristo ya ha venido, no
quiso de ninguna manera significar que habría que esperar un solo
anticristo después de un tiempo indefinido, ya que inmediatamente añade
que ” ahora ya hay muchos anticristos por lo que sabemos que hemos
entrado en el tiempo del fin”. Y en el siguiente versículo, claramente
dice que estos anticristos son todos los herejes que en apariencia
pertenecen a la comunidad de la iglesia, pero están separados de ella
por sus errores y falsas doctrinas mediante las cuales hemos podido
saber que no están en comunión con nosotros en nuestra fe en la
divinidad de Cristo y, por tanto, en su enseñanza infalible. Nada es más
contrario a la enseñanza de San Juan en este punto de nuestra fe que es
de la mayor importancia, que pretender dar la fecha, aproximada
incluso, del nacimiento de un personaje del que se afirme que es el
único y último anticristo . La historia de dos milenios de la Iglesia
demuestra una vez más que lejos de reducirse a un solo individuo el
anticristo se ha multiplicado hasta hoy en todas las herejías y cismas.
Está claro que incluso si la Virgen María hubiese venido a anunciar un
hecho tan contrario a la realidad, esa revelación [La Salette] debiera
ser rechazada. El hombre de pecado, el hijo de la perdición, del que
San Pablo habla en la segunda a los Tesalonicenses representa a todos
los que san Juan llama anticristos o sea todos los herejes y cismáticos
que han apostatado en la historia del cristianismo. La diferencia
esencial entre la antigua situación y la de nuestro tiempo es que
durante dos mil años la Santa Sede siempre ha sido un bastión que ha
resistido todos los ataques ejecutados contra ella, pero ahora el
enemigo se ha hecho con su mando y la ha transformado en una fortaleza
de Satanás. Este misterio de iniquidad fue preparado durante un tiempo
muy largo por medio de la infiltración en la jerarquía de elementos de
notable hipocresía para arruinarla desde dentro, como San Pío X había
señalado con tanto vigor en muchos textos que los denunciaban.