El Anticristo y la Parusía –
P. Leonardo Castellani
Las
Dos Bestias
Cuando la
estructura temporal de la Iglesia pierda la efusión del Espíritu y la religión
adulterada se convierta en la Gran Ramera,
entonces aparecerá el Hombre de Pecado
y el Falso Profeta, un Rey del
Universo que será a la vez como un Sumo Pontífice del Orbe, o bien tendrá a sus
órdenes un falso Pontífice, llamado en las profecías el “Pseudoprofeta”.
Poco ha el
Presidente Truman y el Rey de Inglaterra decretaron el Día de Acción de Gracias
a Dios, porque les concedió la victoria en esta guerra, como era su deber concedérsela, desde el momento que peleaban por
Dios mismo, como antes habían ellos mismo infaliblemente definido ex cathedra.
Si esto no es
ejercer funciones de Sumo Pontífice a la vez que de reyes, que venga Dios y lo
diga. Ahora bien; así será también en el Fin del Tiempo, pero en forma mucho
más universal y compulsiva, cuando aparezcan la Bestia del Mar y la Bestia de
la Tierra.
El Anticristo
será a la vez una corporación y una persona individual que la encarnará y la
gobernará.
1) Una
corporación, porque eso dice la definición que de él formula San Juan (I Carta,
IV,3), a saber “spiritus qui solvit
Jesum”, “espíritu de apostasía”:
y decir un espíritu es decir un modo de ser que informa a cantidad de personas.
2) Un
individuo, porque San Pablo ( II Tesal, II,3-4) lo llama: “el hombre de pecado, el inicuo, el hijo de la perdición, que contraría
y se levanta contra todo cuanto se dice Dios o culto, hasta llegar a sentarse
en el templo de Dios, presentándose como Dios”.
Este último texto es imposible de aplicar
a un cuerpo colegiado de individuos, como la masonería o el filosofismo del
siglo XVIII...
… El Anticristo es probablemente el
filosofismo del siglo XVIII, prolongación de la seudoreforma protestante y
precursor de ésta nueva religión que vemos formándose hoy día ante nuestros
ojos, llámese como se quiera (modernismo,
aloguismo, antropolatría) que será sin duda la última herejía, pues no se
puede ir más allá en materia de herejías. Y el Anticristo será también un
hombre singular, dado que todo espíritu
objetivo no existe ni actúa sino encarnado, y todo gran movimiento histórico
suscita un hombre. Todo gran movimiento sociológico suscita y reviste una gran
cabeza para ser formado; como, por ejemplo, Mussolini creó y a su vez fue
criatura del nacionalismo italiano…
El
Advenimiento - ¿Está cerca la Parusía?
El autor del Apokalypsis afirma que la Parusía (o sea la presencia justiciera de
Cristo en la historia humana) está cerca; desde el comienzo, en que titula al libro
Revelación de El que está cerca, hasta el final, donde dice: “Vengo pronto”; y también: “He
aquí que estoy a la puerta y llamo. Aguanta un poco. Vengo ya”.
¿Vengo ya? Esta expresión desconcertante,
piedra de tropiezo de los incrédulos de hoy – y de siempre -, se verifica de
tres maneras. Trascendental, mística y literal.
1) Trascendentalmente.
El período de los últimos días (o sea el tiempo de la revelación cristiana
entre la Primera y la Segunda Venida) será muy breve, comparado con la duración
total del mundo.
Una antigua tradición hebreocristiana, muy respetable,
asigna a “éste siglo” (al ciclo
adámico, desde Adán al Juicio Final) una duración de siete milenios,
correspondientes a los siete días de la creación, porque “para Dios mil años es como un día” (Salm.LXXXIX,4; II Petr.III,8),
correspondientes a dos milenios a la Ley de la Natural, dos milenios a la Ley
Mosaica y dos milenios a la Ley Cristiana; y el último milenio, el Domingo, a
la trasformación feliz del universo en el Trono del Verbo (“Yo haré nuevos cielos y nueva tierra”) mediante la acción
parusíaca.
Así, pues, en un sentido trascendental Cristo pudo decir
con verdad que su Segunda Venida estaba cerca.
2) Místicamente.
Todos los hombres, no menos que las naciones, estamos cerca del juicio a causa
de la muerte, la cual puede sobrevenir en cualquier momento; y sobreviene
siempre a la eterna ilusión y distracción humana de un modo inesperado. La
pedagogía de Cristo en todo el Evangelio es alertar continuamente al hombre
acerca de la muerte inminente e imprevista. “Necio,
esta noche misma te pedirán el alma. Lo que has rejuntado ¿para quién será?”.
Nuestra experiencia
nos enseña que aun en los viejos achacosos y enfermos desahuciados, la muerte
los sorprende de repente: en el sentido de que no la esperan; y ¿quién le va a
esperar? Un santo religioso hemos visto morir, el cual se enfurruñó cuando el
Superior le habló de los últimos sacramentos. “Yo no soy hombre de morir sin sacramentos – dijo -; pero estos superiores jóvenes son tan
precipitados, que apenas uno sufre cualquier cosita, ya se descuelgan con los
Santos Oleos”. Los recibió, sin embargo, porque era dócil; y esa misma tarde
estaba muerto.
Pues bien: lo
mismo será en el fin, igual que en los
tiempos del Diluvio: los hombres comprarán, venderán, harán política, se
casarán y engendrarán hijos; y como el relámpago que surge en el Este y en el
mismo instante está en el Oeste, así será la venida del Hijo del Hombre. Lo
sensato, pues, es pensar el fin siempre cerca, porque de hecho puede ser hoy
mismo, cuando estamos sin aceite en el candil, como les pasó a las Vírgenes
Insensatas; debemos pensarlo cerca, pero no como cosa cierta – lo cual
paralizaría la actividad humana, como les pasó a los Tesalonicenses -, sino
como cosa posible, prevista y esperada. Y también santamente deseada. ¡Ven,
Señor Jesús!
3) Literalmente.
Se cumplió en seguida la profecía en la destrucción de Jerusalén, y luego en el
derrumbe del Imperio Romano étnico, los dos typos
en del fin del siglo, o sea del término del ciclo, que usaron Jesucristo mismo
y el discípulo amado: se cumplió en su primera fase para los oyentes del
Mesías; y se cumplirá quizás en su forma completa para nosotros, que pensamos menos
en el Fin del Mundo que los primeros cristianos. ¡Y, sin duda, estamos más
cerca que ellos!
Porque el
drama de la Historia se desenvuelve en planos escalonados, como todo drama se
desenvuelve en escenas que contienen todas la misma idea fundamental, a
desplegar en el desenlace. Y así todas las grandes caídas de los imperios
perseguidores de la Iglesia, las grandes resurrecciones triunfales del
cristianismo y las grandes barreduras que hace Dios de razas enteras apóstatas
o degeneradas, se pueden considerar como realizaciones parciales y figurativas
de la Presencia (paraousía) de Cristo
en la Historia y de su Revelación (apokalypsis)
definitiva.
P.Leonardo Castellani
– Cristo ¿Vuelve o no vuelve? – Ed. Dictio. Págs. 35-36, 46,49-51.
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista