miércoles, 26 de abril de 2017

La izquierda y "el tetazo"

La izquierda y "el tetazo"






  ACTUALIDAD

Ernesto R. ALONSO

                                       La izquierda y "el tetazo"

Desde la caída del Muro de Berlín, la izquierda viene predicando que los nuevos desclasados, el "nuevo sujeto de la liberación" no es más el proletaria­do -asimilado finalmente por el "welfare state" burgués- sino las "minorías sexuales", como las llama­ba el finado politólogo marxista, y asesor de los Kirchner, Ernesto Laclau (muy bien rentado profesor argentino en la Sussex University, UK).

Marxistas de viejo cuño leninista y estalinista, si aún sobreviven di­chas especies, y guevaristas "homo-fóbicos" no debieran escandalizarse por este "destape" de la izquierda. La izquierda es tan libertaria como totalitaria. Promueve las libertades liberales -quitarse el "top and down" playero- pero las impone a sangre y fuego, llegado el caso.


Y el caso llegó a las playas de Necochea, a las costas de Corrientes y al asfaltado Obelisco porteño y sobrevendrá en cualquier plaza don­de un aquelarre de lesbianas, Vilmas Ripoll y compañía logren armar "lío" revolucionario. La izquierda hace escarnio de los derechos de mujeres y de hombres que no quie­ren -ni ellas, ellos, ni sus hijos- ver pechos, trastes o lo que fuere y les impone tanto adiposidades deca­dentes como ideología estéril. Si otros tiempos corrieran, la hoz y el martillo señalaran nuestra enseña patria y Macri fuera Stalin -perdón por el exabrupto político- los poli­cías de Necochea hubiesen sido fusi­lados y las mujeres "reaccionarias" enviadas a las saludables soledades patagónicas.

La izquierda usa y abusa de la democracia liberal inoculando el ve­neno socialista y agnóstico. Es comprensible pues así la pensó y la diseñó Lenín. Estoy de acuerdo en lo de abusar de la democracia pues ésta no es otra cosa que una inco­rregible prostituta que adultera todo y en todo peca. Un patriota recto y una res-pública católica matarían dos pájaros de un tiro si extirparan la "democacaracia" -Padre Castellani dixit- pues acabarían también con la izquierda.

Carentes de la antropología más sumaria, menos aún de arcanos co­mo la gracia, el pecado, el mal, la caída original y la redención, la iz­quierda y las "individuas de la co­munidad mamaria" (revista Barce­lona dixit) no advierten que andar en cueros por la calle azuza a los machos cabríos, que los hay y son incorregibles sin el "agua y la sal", y paradójicamente favorecen la "cosi-ficación" del cuerpo femenino que dicen defender "soberanamente". Sobre el cuerpo no hay "soberanía" sino "autodominio" que es decir casi lo mismo pues quien ordena las pasiones inferiores en vistas de las potencias superiores ejerce una se­rena soberanía sobre su orden ínti­mo. Inútil pedir esta intelección a caletres tan escasos como los de ta­les mujeres.

Mostrar todo no es soberanía si­no desquicio e indicador evidente de que la revolución sexual no co­menzó por la inversión del sexo bio­lógico sino por la adulteración del espíritu. La rebelión de la intimidad seca los lazos que vinculan interiori­dad con pudor, armonía interior con porte exterior, razón por la que en el progreso de la degradación puede llegarse hasta límites impen­sables.

Como enseñaba Calderón Bou-chet, lo propio de la izquierda es la negación y su lógica constante es la radicalización, pues primero co­menzó segando la luz en el espíritu, homicidio semejante al del ángel re­belde del tiempo primigenio. •