Los presidentes no pueden multiplicar los panes. Por Roberto Cachanosky
La singular expansión de dinero por
parte del Banco Central generará tensiones sobre los precios de los
bienes y servicios y en el tipo de cambio
Durante la campaña electoral y para
cuando se salga de la cuarentena, el gobierno insiste con que va a
reactivar la economía vía el consumo. Consideran que aumentando el
consumo las empresas van a producir más, se va a contratar más gente y
la economía va a entrar en un círculo virtuoso de crecimiento económico.
Esta fórmula, ensayada infinidad de veces con finales desastrosos
parece no tener en cuenta que para poder consumir primero hay que
producir. Veamos las opciones.
¿De qué forma puedo aumentar mi consumo?
Si sacamos el velo monetario que confunde el análisis e imaginamos una
sociedad de trueque, para que yo pueda consumir primero tengo que
producir algo que otro necesite y lo quiera intercambiar por lo que él
produce. En otras palabras, para que yo pueda consumir, primero tengo
que producir algo que me genere un ingreso que me permita comprar. Si no
genero ingreso no puedo consumir, lo que significa que si no produzco
algo, no puedo consumir.
¿Qué otra posibilidad me cabe para poder
consumir? Que alguien me mantenga en forma voluntaria o en forma
involuntaria. De alguna manera, la cultura de la dádiva con millones de
planes sociales y empleos estatales en los tres niveles de gobierno son
mecanismos para que los contribuyentes mantengan a los que, a pesar de
no producir nada, puedan consumir. Cuando me refiero a los empleados
públicos, lo hago respecto a una inmensa mayoría, pero hay otros empleos
públicos que sí generan algún valor agregado. Por ejemplo, fuerzas de
seguridad, fuerzas armadas, jueces, etc.
Ese mecanismo de expoliar
impositivamente a unos sectores para financiar el consumo de otros se ha
usado y se sigue usando intensamente en Argentina. Los efectos de esos
mecanismos son: 1) quien paga más impuestos para para que otro pueda
consumir sin producir, puede consumir menos. Es decir, el contribuyente
consume menos y el que no produce consume. El nivel de consumo es el
mismo. No aumenta, 2) el que es expoliado impositivamente tiene menos
capacidad de ahorro y por lo tanto puede financiar menos inversión o
crédito para el consumo, con lo cual, lo que consume el que no produce
se traduce en menor inversión o consumo vía crédito, nuevamente, el
nivel de demanda global es el mismo, 3) la creciente presión impositiva
para generar más consumo hace que quienes generan ahorro terminen
fugando sus capitales a paraísos fiscales, porque siempre es bueno
recordar que hay paraísos fiscales porque hay infiernos fiscales de los
cuales escapa la gente que trabaja honestamente (y también huyen los
políticos que se quedan con lo que no les corresponde). En este caso, el
neto es menos consumo interno y el populismo termina haciendo que
financiemos el consumo y la inversión de los países a los cuales se
fugan los capitales en busca de seguridad jurídica. De manera que por el
lado de los impuestos no se ve cómo pueden aumentar el consumo. No hay
multiplicación de los panes.
Otra
forma de poder consumir sin producir es robando. Puedo mandar a alguien
a robar para que me traiga el botín y yo consumir. Obviamente que el
que fue robado puede consumir menos y yo puedo consumir más gracias a
que me quedo con el botín de la víctima.
¿Cómo funciona eso en una sociedad?
Siguiendo a Bastiat en su ensayo La Ley, existe el robo legalizado. La
gente recurre al estado para que con el monopolio de la fuerza le quite a
otro su patrimonio o su ingreso para que se lo dé a quién no
corresponde. Confiscar ahorros en los bancos o en las AFJP no es otro
cosa que robo legalizado, cuyo botín los gobiernos lo utilizan para
estimular el consumo. Claro que el robo legalizado tiene el mismo efecto
que la expoliación impositiva. Contrae el consumo del que es robado y
estimula la fuga de ahorros hacia el exterior por la inseguridad
jurídica que crea.
Cuando los políticos hablan de fuga de
capitales, deberían hablar de defensa de la gente contra el robo
legalizado. La gente honesta, que todos los días trabaja y produce, se
cansa de ser robada en nombre de la solidaridad social y fuga sus
capitales. De manera que con el robo legalizado se puede estimular
artificialmente el consumo en el corto plazo. Pero como se roba un
stock, alcanza para un tiempo determinado. Cuando se acaba el botín de
lo robado para consumir sin producir, hay que salir a buscar otro botín.
En Argentina estamos tan agotados de esos robos legalizados que cada
vez quedan menos botines líquidos para robar y estimular el consumo.
El último ensayo para estimular el
consumo es emitir moneda para financiar consumo artificial. En estos
casos el supuesto es que como hay capacidad ociosa que las empresas no
utilizan, la emisión monetaria no causará inflación porque, ante la
mayor demanda las empresas no subirán los precios sino que responderán
con incremento de la oferta. Un supuesto demasiado fuerte sin considerar
qué puede pasar con la demanda de moneda, en particular en un país como
la Argentina que carece de una moneda en el estricto sentido de la
palabra.
Cuadro 1
Tomemos el cuadro 1 que muestra cómo se
determina el poder adquisitivo de la moneda. El caso 1 hay emitidos
10.000 pesos, la demanda de moneda es de 2.000 con lo cual el dinero que
circula en el mercado para transacciones es de $ 8.000. Siendo la
oferta de bienes de 800 unidades, el precio promedio es de $ 10.
En
el gobierno suponen que se va a dar el caso 2. Es decir, aumenta la
cantidad de pesos en circulación, la demanda de moneda es constante, con
lo cual el dinero que circula para transacciones es de $ 9.000, pero
las empresas aumentan la oferta a 900 unidades, con lo cual el nivel
general de precios se mantiene en $ 10. Es decir, estimulan la demanda
con emisión monetaria sin generar inflación porque las empresas
reaccionan ofreciendo más bienes.
Lo que no tienen presente en el gobierno
es el caso 3, es decir, emiten para estimular el consumo, pero cae la
demanda de moneda por miedo a mayores aumentos de precios, y aunque
aumente la oferta de bienes de 800 a 900 unidades, igual el nivel de
precios sube a $ 11,5. Tampoco imagina que puede ocurrir el caso 4 en
que la oferta de bienes no aumenta ante el estímulo al consumo y al
mismo tiempo cae la demanda de moneda llevando el nivel de precios a $
12,5 y mucho menos imaginan que se puede dar el caso 5 en que emite, cae
la demanda de moneda y también cae la oferta de bienes, que es lo que
pasó en la hiperinflación.
Hoy no cae la demanda de moneda porque
la gente, al estar en encerradas en sus casas, no puede salir a comprar.
Hay un aumento de la demanda de moneda forzoso por la cuarentena,
sumados al corralito bancario que surge de las restricciones
burocráticas establecidas para retirar dinero por la ventanilla de los
bancos, pero en cuanto se levante la cuarentena, si siguen emitiendo a
este ritmo del 75% de aumento de la base monetaria desde el 10 de
diciembre de 2019 hasta el 16 de junio, la demanda de moneda se va a
desplomar y los precios se van a disparar porque dudo que la reacción de
la demanda de la oferta de bienes sea tan inmediata. Es más, los
precios podrían dispararse porque al stock de demanda forzado de moneda
ya emitido que puede caer brutalmente, se le agregaría el flujo de la
expansión monetaria para estimular el consumo en forma artificial. Es la
combinación perfecta para generar una megainflación en un escenario
optimista.
En este contexto, sería bueno que el
presidente reformulara su alianza política para cambiar el rumbo
económico y evitar un caos económico y social de magnitudes
insospechadas, porque puedo asegurarle al presidente que en economía no
hay multiplicación de los panes. Eso pasa en la Biblia o solo lo hizo
Jesucristo.
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