Los elementos religiosos del peronismo (34° parte): Altares políticos no cristianos
Inmediatamente
después de su muerte, se produjo un fenómeno que perdura hasta la
actualidad: la canonización popular de Evita. En altares privados
levantados en humildes casas de familia, en la periferia de grandes
ciudades y en el interior del país, la sonriente imagen de Evita, a
menudo escoltada por un par de sencillas velas, configura un elocuente
testimonio de la verdadera adoración que suscitó su persona en una parte
considerable del pueblo argentino.
En
los barrios de la ciudad, del Gran Buenos Aires, del Gran Buenos Aires y
del ineterior se levantaron pequeños e improvisados oratorios -"altares
cívicos"- con cajones que mostraban el retrato de Evita rodeado de
flores y una vela encendida, antes los cuales oraban vecinos y
paseantes. La Plaza de Mayo quedó adornada con una enorme efigie de casi
diez metros de altura.
Puede
decirse que esa canonización comenzó durante la propia vida de "la
señora". Lilian Guardo ha reflexionado sobre el impacto que esa actitud
del pueblo produciría en el espíritu de la propia protagonista. La
devoción popular contenía elementos que son también característicos de
la experiencia religiosa, y que es habitual encontrar en la vida de los
mesías, taumaturgos y místicos de todos los tiempos.
Al
morir Eva Perón esa correspondencia se decupló. Ahora eran expresiones
de dolor, los versos manaban sangre. Algunas cartas relataban sueños
extraños, visiones, presagios, apariciones. Todo lo que un gran sismo
emocional puede producir en un pueblo apasionado como el nuestro -
concluye el sacerdote.
Hemos pasado revista ya al "culto oficial". Se ha observado que en la sacralización de Evita hay una manipulación por
parte del régimen de un auténtico sentimiento popular, y se ha
subrayado cómo, en la prensa oficial, las semanas siguientes al
fallecimiento se publicaban páginas enteras, en cada edición, con las
fotografías y textos sobre el tema de los altares levantados y las
plegarias ofrecidas en su honor.
Cuando
hacia fines de agosto la cobertura del duelo por Eva Perón comenzó a
disminuir en Democracia, se produjo un cambio importante: sin ningún
comentario, los artículos comenzaron a designar los altares erigidos en
memoria de la muerte de Evita, que hasta ese punto habían sido
identificados con la simple palabras "altares", como "altares cívicos".
El cambio parecía ser una respuesta a cierta presión ejercida sobre el
periodismo para que modificara la imagen incalificablemente religiosa
que previamente había promovido. La idea de un culto de Eva y el rol de
los altares en él aún prevalecen en algunos sectores del peronismo en la
actualidad, demostrando el continuado poder de tal imagen.
Es verdad que se ha distinguido entre los altares cívicos y el tradicional culto popular a los muertos:
La
opinión y la práctica populares entre los grupos donde existen estos
altares los relacionan, y en particular el homenaje rendido a los
muertos, sólo mínimamente con la religión. Las familias pueden colocar
fotografías de los parientes muertos en un altar semejante y ofrecerles
oraciones, pero generalmente oran en memoria de los muertos y no a
ellos.
En
otras palabras, por ignorancia o por prejuicio, la propaganda peronista
ha distorsionado conscientemente o malinterpretado inconscientemente el
fenómeno de los altares erigidos por el populacho peronista en memoria
de Evita.
Pero esta supuesta manipulación de origen peronista habría confluído con otra no menor de tono antiperonista:
La
convicción de los antiperonistas de que la imagen de Eva Perón atraía
un "culto de imágenes que los mandamientos condenan", demuestra que su
distorsión de la evidencia se asemejaba a la de los creadores del mito
peronista. Nuevamente los preconceptos acerca de la naturaleza de las
masas peronistas y su relación con su protectora condicionaron la idea
antiperonista de tal culto.
Sin
embargo, resulta evidente que el culto a Evita superaba ampliamente el
nivel tradicional de la veneración por los muertos y constituye un
verdadero caso de santidad política.