jueves, 18 de junio de 2020

PEARL HARBOUR: TRAICIÓN DE ROOSEVELT .

Pearl Harbour: Traición de Roosevelt . Luis Alfredo Andregnette Capurro



                

       Iniciamos esta nota señalando al amigo lector que en ella vamos a tratar un tema de vital importancia para el desarrollo del entonces inminente choque entre la Alemania antimarxista y Nacional Socialista con el Estado esclavista del Marxi Lenino Stalinismo.


       El asunto trascendental a que hacemos referencia fue, lo que la  historia  europea que busca Verdad conoce como, “el vuelo de Rudolf  Hees, la última llamada a Inglaterra”. El Jerarca del Gobierno del Reich a que hacemos referencia, salió secretamente de Alemania (Augsburgo) y sin compañía de ningún tipo, voló en un bimotor Messerchmidt Bf 110, el 11 de mayo de 1941, rumbo a Escocia donde esperaba negociar, con el Duque de Hamilton, la paz con el Reino Unido. 

El cometido, seguramente conocido por Hitler, era la consecuencia de la política exterior del régimen alemán. Ella, estuvo caracterizada, por un constante y sincero intento de llegar a acuerdos de  paz con el gobierno de Londres. El cometido de Hess también fracasó  porque las generosas propuestas germanas fueron enviadas a Roosevelt. La respuesta del Fariseo, estuvo de acuerdo con lo ya decidido por Churchill: negativa total. Londres y Washington se negaban a una alianza con Alemania para frenar  a la Unión Soviética e hicieron todos los esfuerzos imaginables para prevenir al bestial régimen bolchevique que Alemania Nacional Socialista tenía intenciones de atacarlo. Rudolf Hess entonces comenzó su larguísima Vía Crucis, castigándosele de mil maneras. Y decimos castigándosele, pero debimos escribir, torturándolo porque TODA SU VIDA POSTERIOR FUERON 47 AÑOS DE ENCIERRO en infames calabozos (recordemos en prisión desde 1941) muriendo, el 17 de agosto de 1987, estrangulado, en la cárcel de Spandau cuando tenía 92 años. Alli estuvo decenas de años con vida física pero, en el mismo AVERNO. Ni que decir que era “custodiado” por los defensores de los DDHH, los aliados franco americanos, ingleses y soviéticos, que lo acusaron de “crímenes” de guerra. Por el momento veamos los planteos alemanes cuando, en1940 finalizaba la campaña de Francia. El 23 de mayo de 1940 la batalla de Flandes terminaba con el envolvimiento de cientos de miles de soldados franco ingleses y belgas  frente a Dunkerque. El imponente éxito militar germano, se había conseguido cuando dos grandes brazos de blindados panzers e infantería con alto entrenamiento y equipo, conducidos por los mariscales Von Bock y Von Rundstedt, convergieron  y  rodearon, sin posibilidad  de salida a  las tropas aliadas. El ataque final comenzaba cuando se produjo lo que, historiadores militares, llaman el “milagro de Dunkerque”. Este acontecimiento fue atentamente seguido por Sir Lidell Hart en su libro “Los generales alemanes hablan” del cual extraemos el siguiente párrafo: “El general Siewert, ayudante de Brauchitsh, asegura que personalmente Hitler ordenó el ALTO, pese a la oposición de Halder y Brauchitsch”. Pero hubo más testigos que confirmaban la necesidad del vuelo del Rudolf Hess. El general Blumentritt, jefe del Estado mayor de Rundstedt, refirió a Lidell Hart lo que éste también relata en su obra.  Leámosle.  “La orden de Hitler tenía origen político. Al visitar el Cuartel General de Charleville, Hitler se encontraba de muy buen humor…Opinó que la guerra terminaría en seis semanas.  Después de haber deseado llegar a una paz honorable con Francia, el camino estaría libre para llegar a un acuerdo con Gran Bretaña. Luego nos sorprendió- sigue diciendo el general Blumentritt - al expresarse con admiración del Imperio Británico, de la necesidad de su existencia y de la civilización que la Gran Bretaña había introducido en el  mundo… Comparó el Imperio Británico con la Iglesia Católica diciendo que ambos eran elementos esenciales para  la estabilidad del mundo. Dijo que todo lo que quería de Inglaterra  era que reconociera la posición de Alemania en el Continente… y que, hasta apoyaría a la Gran Bretaña si ésta se viera envuelta en dificultades.  Concluyó que sus miras eran, las de hacer la paz con gran Bretaña, sobre una base que ella considerara aceptable y compatible con su honor”. “Su indiferencia hacia la posibilidad de invadir Inglaterra-añade el mismo General alemán-comprobaba lo anterior. Blumentritt dedujo que no quería enardecer más al pueblo británico”.  Churchill en el tomo de sus “Memorias” nos confiesa: “El 12 de mayo de 1941 el Duque de Hamilton me buscó urgentemente para decirme que Rudolf Hess había llegado a Escocia”. Rudolf Hess era un alto Jerarca del Partido NSADP, miembro del Gabinete y del Consejo del Reich. Conocía, y era capaz de entender los pensamientos íntimos del Fuhrer, tales como su odio a la Unión Soviética…”. El examen de los papeles personales de Hess da a entender que su pensamiento clave, era que, gracias a sus contactos personales con sus amigos ingleses, a los cuales conocía de antes, lograría crear un entendimiento entre Alemania e Inglaterra.  Pero...¿Hacia quien volverse? Veamos lo que informa el ex diplomático Peter Kleist: “Ahí estaba el Duque de Hamilton político de gran influencia en el Anglo German Fellowship…”. “Con la mayor discreción por ambas partes se entablaron negociaciones en las cuales se acordó finalmente, aceptando la proposición de Hitler, recibir en Inglaterra a un representante del Reich que, gracias a su elevada posición en el régimen, ofreciera todas las garantías de un Plenipotenciario”. Hess era el hombre ideal, no sólo por su amistad con el Führer, sino por su educación y admiración por Inglaterra. “Con ello se eliminaría toda posible duda sobre la seriedad de la empresa” (Peter Kleist en “Tú también Mr. Churchill estabas allí…entre los criminales” Editorial AHR Barcelona).

         Pero dejemos de lado la digresión y volvamos a los reiterados ofrecimientos   de paz con Gran Bretaña,  He aquí  algunos  ejemplos más.  A 22 días del armisticio con Francia, el 14 de julio de 1940, Hitler decía al corresponsal norteamericano Wiegand lo siguiente: “Nunca  fue mi intención ni mi objetivo, destruir al Imperio Británico. Al contrario, antes de comenzar la guerra les presenté planes al gobierno inglés. Mis proposiciones fueron rechazadas con desdén. El 19 de ese mismo mes de julio, desde la Tribuna del Reichtag decía el Führer: “Aún hoy todavía lamento que, a pesar de todos mis esfuerzos no haya podido llegar a aquella amistad con Inglaterra que, como creo, hubiera sido una bendición para los dos pueblos. No tuve buen éxito a pesar de todos mis esfuerzos honrados. En esta hora considero mi deber ante mi propia conciencia, apelar una vez más a la razón y al sentido común, lo mismo en Gran Bretaña que en otras partes (Estados Unidos)  Me considero en situación de dirigir este llamamiento, ya que no soy un vencido que solicita favores, sino un vencedor que habla en nombre de la razón. No veo motivos para que esta guerra tenga que continuar…”. Según nos dice el historiador inglés F.H. Hinsley en esos días se estaban realizando gestiones diplomáticas por conducto de Suecia y de la Santa Sede Vaticana. El llamado a la paz, corrió la misma suerte, que, como vimos, tuvo un año después, la misión de Hess. “La prensa libre” que seguía los dictados del oro de las oligarquías ridiculizó con sus disciplinadas campañas la posición de Alemania. Todo  intento de paz, era presentado como una forma de hacer de Inglaterra una vencida. El  “Times” ejemplo de  rotativas judeo masónicas, estallaban con grandes titulares a 8 columnas. Leamos uno: “El Pueblo británico declaró la guerra a Alemania y la continuará”. Mientras tanto las oligarquías belicistas de Washington y Londres callaban ante las agresiones de la URSS. Alemania era, como en otros siglos, el bastión que decía  NO a la barbarie del Este. Su decisión estaba forjada en directivas tan claras que  llevaban el nombre  de “Plan Barbarroja” en memoria   de Federico I de Hohestaufen quien, en el siglo XII pereció al frente de una Cruzada Cristiana.

              Ahora, al cerrar esta nota, debemos  expresar en voz muy alta: Roosevelt y Churchill eran cómplices de Stalin cuando el déspota comenzaba a moverse para cumplir el diabólico sueño de Marx,  Lenin y Bronstein “alias” Trotzki.  El tentáculo de la bestia comenzó por Finlandia cuando, el 30 de noviembre de 1939, la atacó para arrebatarle zonas estratégicas. La tragedia  sucedía  cuando el ejército alemán combatía en el Oeste contra Francia e Inglaterra. Ni Churchill ni Roosevelt hicieron la menor recriminación. Tampoco se les movieron las cejas cuando el Ejército Rojo ocupó y anexó: Georgia, Armenia, Kazakstán, Turkmenia, Tardjikia y Usbakistán. En junio de  1940, cuando la Wermacht luchaba en Flandes, los amorales de Moscú aprovecharon la oportunidad para invadir tres pequeños países cristianos. Éstos eran: Estonia, Letonia y Lituania que fueron inmediatamente sometidos al terror comunista, con la receta de lo que los bolcheviques llamaban “Ingeniería social”. Su aplicación consistía, en la aniquilación física, de los pequeños y grandes propietarios. La misma suerte, corrían los que la doctrina marxista llama “alienados por la creencia en “un ser superior inexistente”. La misma situación se convirtió  en ríos de sangre, cuando la ocupación de una parte de Polonia. En la zona de Katin, fueron fusilados 12 mil de Oficiales del Ejército Polaco “porque, según Stalin, pertenecían a una clase social imposible de asimilar”  por el sistema “progresista y socialista”. El bestial crimen fue descubierto por las tropas de la Wermacht cuando las primeras etapas de la “Operación Barbarroja”. El mundo la conoció la masacre por las emisoras de Berlín. Por el mismo medio el Reich convocó a científicos para estudiar los restos humanos que estaban encontrando los guerreros del Eje. Pero aquí llegamos al escarnio de la Verdad con la “justicia” de los vencedores. Lo expresamos así, porque la espantosa acción fue adjudicada, por el “Tribunal” de Nuremberg con “jueces” soviéticos, a las fuerzas del Reich.  El crimen soviético fue incorporado al fallo y dispuesto como punto importante para enviar a la horca a los “juzgados”  jerarcas alemanes. Hoy la Rusia Post Soviética, ha reconocido que todo, fue llevado adelante por orden del camarada Stalin. Nada de lo relatado era nuevo en la URRSS. En 1931, Stalin eliminó a diez millones de Kulaks (campesinos) por el delito que habían podido ahorrar algunos kopeks lo que, para Stalin significaba un riesgo de reverdecimiento capitalista. Pero aún no hemos terminado, porque conservamos  una perla roja  por presentar. Aquí está. El 18 de noviembre de 1940 visitó Berlín Vladimir Molotoff, Comisario de Relaciones Exteriores de Stalin. El comunista, se hacía presente, en la capital de Alemania para solicitar la neutralidad de Hitler, porque en los meses siguientes,  la  Unión Soviética se proponía incorporar, la región de la Besarabia, rica en petróleo, que pertenecía al entonces Reino de Rumania. La negativa tajante del Führer, mostró al camarada Molotoff que, nada se podía hacer. La guerra con el Reich era inevitable. Los bolcheviques también comprobaban el acierto de lo anunciado por sus cómplices, los belicistas del demo-liberalismo en maridaje con el imperialismo del dinero. La Internacional “progresista” pudo respirar tranquila porque se le daba la seguridad,  que no iba a estar  sola, en la guerra contra su enemiga la Civilización Cristiana, Griega, Romana y Germánica.

              Falta algo por decir. Proseguiremos, Dios mediante, en cercana nota.

Luis Alfredo Andregnette Capurro

Desde el Real de la Muy Fiel y Reconquistadora Ciudad de
San Felipe y Santiago de Montevideo.


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