LA PRESENCIA DE IRÁN EN AMÉRICA LATINA A TRAVÉS DE SU INFLUENCIA EN LOS PAÍSES DEL ALBA
INTRODUCCIÓN
EN
DICIEMBRE de 2004, los presidentes de Cuba, Fidel Castro, y Venezuela,
Hugo Chávez, suscribieron en La Habana la denominada "Alternativa
Bolivariana para América Latina y el Caribe", conocida como ALBA,
con el objetivo de impulsar un proceso de integración regional
propiamente latinoamericano como contrapartida al Área de Libre
Comercio de las Américas (ALCA), impulsado por Estados Unidos desde
diciembre de 1994. El ALBA ha logrado ampliarse a partir del año 2005
a razón de dos procesos que se refuerzan mutuamente: por una parte,
el desarrollo de un esquema de integración regional al margen de
cualquier participación de Estados Unidos, y por otra parte, el
resultado de las elecciones ganadas por gobiernos simpatizantes a los
regímenes de Cuba y Venezuela, como son Bolivia, Ecuador y
Nicaragua.
La
formación del ALBA responde, en gran medida, a un proceso promovido
por el gobierno de Chávez, de fortalecer una agenda política, económica
y cultural, que sea contraria a la de Estados Unidos, y que busque
alternativas al modelo neoliberal que impera en otros países
latinoamericanos. En el marco de esta oposición a Estados Unidos y de
una diversificación de las relaciones latinoamericanas, los países
del ALBA han buscado ampliar sus vínculos con potencias
extrarregionales como Rusia y China, y, muy particularmente, con
Irán, quien durante 2007, en el marco de la Cumbre del Movimiento de
Países No Alineados, solicitó formalmente su incorporación como
miembro observador al ALBA.
Si revisamos algunos antecedentes de las relaciones Irán-ALBA previos al 2004, hay varios aspectos a destacar. En primer lugar, están los vínculos que este país mantiene con Venezuela y Ecuador en el contexto de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), creada en Viena en el año 1960, y de la cual tanto Venezuela como Irán son miembros fundadores. Ecuador fue integrante entre 1973 y 1993, para volver a la OPEP en 1997. La presencia de Irán en la región está marcada también por otro antecedente de consideración: una vez ocurrida la revolución islámica en ese país (1979), Cuba se convierte en el primer aliado de Irán en la región, ambos países establecen relaciones diplomáticas ese año, y mantienen una agenda contraria a Estados Unidos, que tiene algunas coincidencias en la medida que ambos se enfrentan a las sanciones impuestas por Washington. También Irán y Nicaragua mantienen una alianza estratégica y antiestadounidense entre 1979 y 1990, con motivo del triunfo sandinista en este último país.
El presidente Muhamad Jatami, quien gobernó Irán entre 1997 y 2005, representaba una línea más bien moderada y reformista de la revolución islámica, partidario de hacer varios cambios aperturistas, lo que motivó que los sectores más duros del país, encabezados por Mahmud Ahmadinejad, se le opusieran vehementemente. Durante la administración de Jatami, la participación de Irán en América Latina se dio preferentemente en el marco de la OPEP, del Grupo de los 15 (G15) y de las relaciones bilaterales con Venezuela, sin llegar a mantener una alianza estratégica tan importante como la que consolidará su sucesor.
La
llegada al poder de Hugo Chávez, la victoria de gobiernos izquierdistas
como los ya mencionados, y la asunción del presidente Mahmud
Ahmadineyad en agosto de 2005, son factores todos que inauguraron un
ambiente propicio para una mayor presencia de Irán en la región
latinoamericana, especialmente con los países que son miembros o
simpatizantes del ALBA, presencia que va más allá de los ámbitos
energéticos, comerciales y económicos.
La asunción de Ahmadineyad a la presidencia iraní impone una línea
dura, partidaria de acabar con las reformas al interior de Irán,
pronunciamientos reiterativos sobre la negación del holocausto,
llamados a la destrucción de Israel y consolidación de un discurso
abiertamente antiestadounidense, elementos que concuerdan con algunos
pronunciamientos del presidente Chávez y de otros mandatarios afines
al monarca bolivariano. Además, el nuevo presidente iraní consolida
el programa de energía nuclear, sustentado en el enriquecimiento de
uranio, lo que le permitiría tener armas nucleares en un plazo menor a
cinco años, según autoridades de la Agencia Internacional para la
Energía Atómica.
La
presencia iraní se ha manifestado en el aumento del intercambio
comercial y de inversiones con los países del ALBA, así como en las
visitas del presidente Ahmadinejad a la región, las que han sido
respondidas por sus homólogos latinoamericanos. A partir del 2006, el
presidente iraní ha hecho tres visitas a la región, firmando
acuerdos con estos países y abriendo embajadas en varios de ellos,
como se verá más adelante. El año 2007 Irán anunció la planificación
de nuevos proyectos en los sectores petrolero, industrial y
financiero para cuatro países sudamericanos, tres de los cuales
pertenecen al ALBA (Bolivia, Venezuela y Nicaragua). Por su parte, el
año 2008, autoridades iraníes señalaron que la ampliación de sus
relaciones con los estados "latinoamericanos revolucionarios" era una
prioridad de su política exterior. Teherán reiteró su disposición a
consolidar la cooperación con los países del ALBA, incluidos Cuba,
Bolivia, Ecuador y Honduras, al tiempo que muchos de éstos hicieron
anuncios apoyando el programa de energía nuclear llevado a cabo por
Teherán.
En este artículo examinaremos la presencia de Irán en América Latina a
través de sus conexiones con tres países miembros del ALBA
–Venezuela, Nicaragua, Bolivia– y un observador de esta agrupación
–Ecuador–, postulando que ésta no se limita al ámbito económico, sino
que incorpora también los campos político, cultural y militar. Se
trata de una relación estratégica, de la cual ambos lados pretenden
sacar provecho político, buscando opacar el aislamiento internacional
de Irán, por una parte, y presentarse como una plataforma de
oposición a Estados Unidos, por otra, enmarcada en un encuentro
Sur-Sur. Un modelo islamista chiíta y otro sustentado en el
socialismo bolivariano se encuentran para dar respuestas a los desafíos
señalados.
1. IRÁN Y VENEZUELA: DE SOCIOS ENERGÉTICOS A ALIANZA ESTRATÉGICA
Hasta la revolución islámica de 1979, Irán y Venezuela eran aliados de
Estados Unidos. El régimen del sha Reza Pahlavi mantenía una
plataforma de modernización pro occidental y pro estadounidense,
seriamente comprometido en su alianza con Israel y con Estados Unidos,
con una importante presencia económica y militar de Washington
(Arjomand, 1986). En cuanto a Venezuela, los gobiernos democráticos,
que surgen tras la dictadura militar (1948-1958), van a ser un
indicador de estabilidad regional, al tiempo que mantendrán
significativas relaciones políticas y militares con Washington
(Romero, 2006). Con la revolución islamista encabezada por el Ayatola
Khomeini (1979) y, más tarde, con la llegada al poder de Hugo Chávez
(1999), ambos estados pasan a ser decisivos opositores a Estados
Unidos.
En el contexto de participación de Venezuela en la OPEP se pueden
entender en parte los lazos que ha mantenido Caracas con países del
Medio Oriente, y en particular con Irán, desde la fundación de esta
organización en 1960. En agosto de 2000, y desafiando las sanciones
impuestas por la ONU a Irak, el presidente Chávez visitó Bagdad,
reuniéndose con su par Saddam Hussein. La caída de Hussein, tras la
invasión de Estados Unidos en marzo de 2004, ha dejado a Irán como
principal socio comercial y político de Venezuela en el marco de la
OPEP.
Irán y Venezuela corresponden al segundo y cuarto productores de la
OPEP, produciendo en forma conjunta el 9% mundial. Ambos países han
influido para que Ecuador reingrese a la organización, en tanto que
Sudán y Bolivia, que no son miembros de la OPEP, tienen concepciones
estratégicas en materia energética similares a las de Chávez y
Ahmadineyad. Las mayores reservas de hidrocarburos del mundo se
encuentran en la Faja del Orinoco, donde Irán y Venezuela se han
unido para crear una compañía petrolera internacional (Malamud,
García, 2007).
Por
otra parte, en julio de 2007, el presidente Chávez visitó Irán,
fortaleciendo todavía más los lazos económicos y estratégicos, al
suscribir 17 instrumentos de cooperación en áreas que incluyen
conformación de empresas mixtas para procesar productos lácteos y
otros alimentos, explotación petrolera, comercio, fabricación de
maquinaria pesada, constitución de una empresa mixta para construir
7.000 viviendas en la costa occidental del Lago Maracaibo.
Además, ambos presidentes colocaron la primera piedra de un complejo
petroquímico en la zona industrial de Asaluyeh, en Irán, considerado
como uno de los más grandes del mundo, con una inversión de 700
millones de dólares y un rendimiento anual de 1,5 millones de
toneladas de etanol. Una planta similar está proyectada para ser
construida en Venezuela. Ambas plantas permitirían a Irán un mayor
acceso a los mercados latinoamericanos, y a Venezuela abrir los
mercados de la India y Pakistán. En la visión de Chávez, con este
proyecto, Caracas y Teherán buscan "unir el Golfo Pérsico y el
Caribe", creando "un mundo multipolar".
En
una nueva visita de Chávez a Teherán, en noviembre de 2007, ambos
mandatarios, junto con debatir que la OPEP empiece a realizar
transacciones en euros en lugar de dólares –siguiendo el ejemplo
iraní de cortar todos los lazos con el dólar y, por ende, con Estados
Unidos–, acordaron defender en forma conjunta sus intereses y sus
ideales y ser portavoces de las "naciones oprimidas y necesitadas".
Chávez definió a Irán como su "segundo hogar", "porque los dos estados
han establecido una red común política, económica, social y geopolítica
que ha alcanzado dimensiones estratégicas". Esta visita marcó la
undécima vez que Chávez y Ahmadineyad se reunían, la cuarta visita de
Chávez a Irán en los dos últimos años y su sexta visita oficial desde
que asumió la presidencia en 1999 (Malamud, García, 2007).
Durante el año 2008 se siguió fortaleciendo el eje Caracas-Teherán en
los ámbitos financiero y cultural. En el mes de mayo se publicó una
ley para la creación de un banco binacional, con los objetivos de
crear programas en las áreas de industria, comercio, infraestructura,
vivienda, energía y tecnología. En noviembre, la cooperación alcanzó
el ámbito cultural, a través de los anuncios de la formación en
Venezuela de una Universidad de las Civilizaciones, destinada a
fomentar "los principios de la Revolución Bolivariana y del
socialismo del siglo XXI". Como parte de este acuerdo, está el
intercambio educativo con la formación en la Universidad de Teherán
de estudiantes que cursen maestrías y doctorados.
A principios de 2009 se firmó un acuerdo de complementación económica
entre ambos países, algunos de cuyos objetivos contemplan: crear "un
marco más seguro" para las relaciones comerciales, ampliar el
intercambio comercial mediante reducción y eliminación de aranceles,
establecer un "comercio justo". Mediante este convenio, los productos
venezolanos tendrán el mismo trato que los productos iraníes en el
territorio de Irán.
Como parte de esta relación estratégica, hay que mencionar algunas
denuncias que señalan que Venezuela estaría violando las sanciones
impuestas por la ONU a Irán. Un hecho que es emblemático y que
eventualmente podría tener incidencias en el campo militar es el comienzo de vuelos por parte de las aerolíneas Iran Air de Irán y Conviasa
de Venezuela entre Teherán y Caracas, con escala en Damasco, las
capitales de tres países que tienen una agenda política contraria a
Estados Unidos. Aunque para las autoridades venezolanas e iraníes,
estos vuelos son parte de una mayor integración económica y política
entre estos países, algunas denuncias apuntan a que estos han servido
para ayudar a Irán a transportar material bélico a Siria.
Concretamente, medios de comunicación occidentales, encabezados por el diario italiano La Stampa,
citando fuentes de servicios occidentales de inteligencia,
denunciaron a partir de diciembre de 2008, que Venezuela utiliza los
vuelos de Conviasa para ayudar a Irán a transportar material que
sirve para construir misiles a Siria. Entre las empresas involucradas en
este intercambio estaría el grupo industrial Shahid Bakeri, empresa
afectada por las sanciones de la resolución 1737 del Consejo de
Seguridad de la ONU, por "su implicancia en el desarrollo del
programa de misiles de Irán". A cambio de esta ayuda venezolana,
dicen estas fuentes, Irán habría puesto a disposición de Venezuela a
sus Guardianes de la Revolución y miembros de Al Quds para reforzar los servicios secretos y la policía venezolana.
Por otra parte, fuentes también periodísticas han denunciado que
autoridades aduaneras del puerto de Mersin en Turquía habrían
detectado materiales radiactivos provenientes de Irán y con destino a
Venezuela, a través de la empresa mixta venezolana iraní Venirán
Tractor. Estas denuncias, así como las que involucran a la línea
aérea caribeña, han sido rechazadas por el gobierno venezolano. Estos
supuestos lazos militares de Venezuela con Siria e Irán adquieren un
matiz importante en la medida que estos dos últimos países, según
denuncias israelíes y estadounidenses, apoyan a los movimientos
Hezbolá y Hamas, ambos considerados en la lista de agrupaciones
terroristas por parte del Departamento de Estado de Estados Unidos y
el primero de ellos acusado por la justicia argentina del atentado
contra la AMIA realizado en Buenos Aires en 1994.
Cabe
señalar que las visitas del presidente iraní a Venezuela han sido
motivo de protesta de parte de Estados Unidos, de Israel, de las
comunidades judías venezolanas y de todas las comunidades judías
latinoamericanas, incluidas las chilenas. El Departamento de Estado
de Estados Unidos ha expresado la preocupación de Washington por los
nexos de Irán con Hezbolá y con los atentados terroristas
llevados a cabo en Buenos Aires en 1992 y 1994. Por su parte, las
comunidades judías latinoamericanas y, en particular, la
Confederación de Asociaciones Israelitas han rechazado la presencia
del presidente iraní en Venezuela por sus amenazas reiteradas al Estado
de Israel, así como por la negación del holocausto. A esto hay que
sumar el rompimiento de relaciones diplomáticas de Venezuela con
Israel, en enero de 2009, y una serie de hechos antisemitas
registrados en este país, siendo el más emblemático el asalto que se
produjo a una sinagoga de Caracas en febrero de 2009.
En definitiva, los nexos entre Teherán y Caracas van más allá de lo
meramente político y económico, constituyen una relación estratégica e
ideológica que se enfrenta a Estados Unidos, que es marcadamente
antisionista y antiisraelí, que se presenta como defensora de un
proceso revolucionario – bolivariano en un caso, islamista en el
otro–, que se constituye en una alianza que agrupa a otros países
–Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Cuba– que actúa de forma coordinada en
organizaciones internacionales –OPEP, Movimientos de los No
Alineados, Grupo de los 15–, y que aparenta tener fines aparentemente
militares y nucleares: el apoyo de Caracas y sus aliados al programa
nuclear iraní es explícito.
2. IRÁN Y NICARAGUA: LA REESTRUCTURACIÓN DE UNA VIEJA ALIANZA
Irán y Nicaragua comparten procesos revolucionarios en forma casi
simultánea. La revolución islámica (marzo de 1979), liderada por el
ayatola Khomeini, fue seguida de la revolución sandinista (julio de
1979), conducida por Daniel Ortega, ambas con una plataforma que era
claramente antiestadounidense. Durante una década –1979-1990– el
gobierno de Washington se enfrentó a situaciones revolucionarias
simultáneas en Irán y Nicaragua, y a un involucramiento directo en la
guerra civil nicaragüense a partir de su apoyo a la denominada
"contra" nicaragüense.
En este periodo, y a pesar de la oposición frontal de Washington al nuevo régimen de Teherán, se produce el denominado affaire "Irán-contra",
maniobra secreta de los servicios de inteligencia de Estados Unidos,
encabezados por la CIA, de vender secretamente misiles a Irán, a
cambio de la liberación de rehenes estadounidenses mantenidos por
Irán. Los excedentes de estas ventas sirvieron para financiar a la
Contra. Aunque el presidente Reagan reconoció que tenía conocimiento
de los envíos de misiles, negó que se tratara de un intercambio de
armas por rehenes. Posteriormente, el Departamento de Justicia
reconoció que parte de los beneficios de la venta de armas había sido
desviada a la Contra. No obstante este hecho no afectó las
relaciones entre Nicaragua e Irán, en un contexto de guerra civil y de
presencia militar de Israel, de Estados Unidos y de varios países
árabes y musulmanes en Centroamérica (Caro, 1989).
El
regreso de Ortega a la presidencia nicaragüense el año 2007 y su
alianza con el presidente Chávez son factores importantes que en
parte propiciarán un nuevo acercamiento con Teherán. En enero, como
parte de su visita a la región, los presidentes Ortega y Ahmadineyad
anunciaron la restauración de sus relaciones diplomáticas –las que
habían sido rotas en 1990, tras la derrota del sandinismo en las
elecciones presidenciales–, reabriendo embajadas en las respectivas
capitales. Hay que señalar que este anuncio se produjo cuatro días
después de haber asumido Ortega la presidencia nicaragüense, lo que
muestra el interés del país centroamericano en mantener relaciones con
Irán16.
Con motivo de esta visita, ambos mandatarios firmaron un memorando de entendimiento, que contempla la suscripción de acuerdos económicos en áreas que van desde la agricultura hasta el procesamiento de petróleo. En particular, se establece la construcción por parte de Irán de viviendas, represas de desarrollo portuario, comercio de maquinaria agrícola e industrial. También se contempla la creación de fábricas de buses, de cemento e industrialización en el sector del agua17.
La visita se dio en un marco de entendimiento político, en que ambos presidentes reiteraron las similitudes de la revolución sandinista y de la islamista, ambas ocurridas el mismo año. En este sentido, como parte de un acto altamente simbólico, Ortega condecoró a Ahmadineyad con la "orden Augusto C. Sandino en su más alto grado Batalla de San Jacinto", batalla que conmemora la lucha de Sandino contra la intervención estadounidense en la década de 193018.
En abril de 2007, el presidente Ortega apoyó oficialmente el programa de enriquecimiento de uranio iraní (Malamud, García, 2007). Al mismo tiempo, el ministro de Energía y Minas nicaragüense, Emilio Rappaccioli, anunció el establecimiento de una comisión mixta, destinada a que Nicaragua lograra con Irán un acuerdo para obtener hidrocarburos en condiciones preferenciales, similar a un convenio que ya existe con Venezuela.
Más tarde, en junio de 2007, el presidente Ortega visitó Teherán, se reunió con su par iraní, dio un discurso en la Universidad Islámica de Teherán, donde volvió a señalar que ambos procesos revolucionarios, el sandinista y el islamista, eran gemelos y nacidos el mismo año. Ortega acusó a Estados Unidos, indicando la necesidad de "establecer un nuevo orden mundial y reemplazar el capitalismo y el imperialismo"19. Los dos mandatorios se comprometieron a promover la cooperación política, económica y energética, al tiempo que el presidente Ahmadineyad reiteró la importancia de la cooperación bilateral, con una explícita crítica a Estados Unidos.
Cabe señalar que la embajada de Irán en Nicaragua es una de las más grandes que existen en este país, con un personal que llega a los 40 diplomáticos. Existen denuncias o al menos sospechas de autoridades israelíes, pero no pruebas, de que parte de este personal puede formar parte de la inteligencia iraní y estar asociada con el movimiento Hezbolá que está presente en la triple frontera de Argentina, Paraguay y Brasil, así como en otras zonas sudamericanas20.
La visita se dio en un marco de entendimiento político, en que ambos presidentes reiteraron las similitudes de la revolución sandinista y de la islamista, ambas ocurridas el mismo año. En este sentido, como parte de un acto altamente simbólico, Ortega condecoró a Ahmadineyad con la "orden Augusto C. Sandino en su más alto grado Batalla de San Jacinto", batalla que conmemora la lucha de Sandino contra la intervención estadounidense en la década de 193018.
En abril de 2007, el presidente Ortega apoyó oficialmente el programa de enriquecimiento de uranio iraní (Malamud, García, 2007). Al mismo tiempo, el ministro de Energía y Minas nicaragüense, Emilio Rappaccioli, anunció el establecimiento de una comisión mixta, destinada a que Nicaragua lograra con Irán un acuerdo para obtener hidrocarburos en condiciones preferenciales, similar a un convenio que ya existe con Venezuela.
Más tarde, en junio de 2007, el presidente Ortega visitó Teherán, se reunió con su par iraní, dio un discurso en la Universidad Islámica de Teherán, donde volvió a señalar que ambos procesos revolucionarios, el sandinista y el islamista, eran gemelos y nacidos el mismo año. Ortega acusó a Estados Unidos, indicando la necesidad de "establecer un nuevo orden mundial y reemplazar el capitalismo y el imperialismo"19. Los dos mandatorios se comprometieron a promover la cooperación política, económica y energética, al tiempo que el presidente Ahmadineyad reiteró la importancia de la cooperación bilateral, con una explícita crítica a Estados Unidos.
Cabe señalar que la embajada de Irán en Nicaragua es una de las más grandes que existen en este país, con un personal que llega a los 40 diplomáticos. Existen denuncias o al menos sospechas de autoridades israelíes, pero no pruebas, de que parte de este personal puede formar parte de la inteligencia iraní y estar asociada con el movimiento Hezbolá que está presente en la triple frontera de Argentina, Paraguay y Brasil, así como en otras zonas sudamericanas20.
3. ECUADOR Y BOLIVIA: DOS NUEVOS SOCIOS ESTRATÉGICOS DE IRÁN
Los lazos de Irán con Ecuador, al igual que en el caso de Venezuela, tienen un antecedente importante en el marco de la OPEP, donde Ecuador es miembro entre 1973 y 1993, para volver a incorporarse el año 2007, en gran medida como respuesta a la influencia de Irán y Venezuela en esta organización. Sin embargo, a pesar de compartir esta membresía, previo a enero de 2007, son escasos los contactos diplomáticos y comerciales entre Quito y Teherán. En los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores ecuatoriano sólo existe una declaración conjunta previa a 2007, la que fue firmada en 1989 por los ministros de petróleo de ambos países, con motivo de la visita del ministro de Petróleo de Irán a Ecuador (Montúfar, 2008).
El gobierno ecuatoriano, junto con negar que el acercamiento con Irán
sea una señal contra Estados Unidos, ha justificado este proceso
señalando que se trata de una decisión soberana, manifestando que
todos los países de la región mantienen relaciones comerciales con
Teherán, y que la iraní es una economía muy complementaria con la
ecuatoriana. Al mismo tiempo, ha expresado la posibilidad de
establecer un diálogo político21.
El presidente Correa, al igual que sus homólogos del ALBA,
desestimando la participación de Irán en los hechos de la AMIA y la
Embajada de Israel en Buenos Aires, ha sido un vehemente defensor de
los lazos con Irán, señalando que no le importa lo que piensen otros
países "ya que tenemos que ser soberanos y buscar nuestros propios
intereses, no tenemos nada contra Irán, no nos ha hecho nada"22.
Sin
embargo, la visita del presidente iraní a su homólogo ecuatoriano en
enero de 2007 motivó en primer lugar que el presidente argentino,
Néstor Kirchner, se negara a asistir a la asunción del presidente
Correa, debido a la presencia de Ahmadineyad y a la escasa
colaboración que ha prestado Irán en los casos investigados por la
justicia argentina con respecto a los atentados contra la AMIA y la
Embajada de Israel en Buenos Aires. Por otra parte, el alto
representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Javier
Solana, ha expresado que Ecuador se está sumando a un "coro
latinoamericano" a favor de Teherán, junto a Bolivia, Nicaragua y
Venezuela23.
En
julio de 2008, el presidente Correa informó que Irán, al igual que
China, estaba interesado en invertir en una megaplanta petroquímica
construida por la petrolera venezolana PDVSA, conjuntamente por
Ecuador y Venezuela, en el Pacífico ecuatoriano, con una capacidad
para refinar 300.000 barriles diarios de petróleo24.
En septiembre del mismo año, ambos países firmaron 12 memorandos de
entendimiento en las áreas de industria, energía, petróleo, banca,
salud, comercio, turismo, tecnología. El presidente ecuatoriano logró
la concesión de un crédito de 120 millones de dólares por parte de
Irán. En cuanto a la cooperación energética, se concretó lo anunciado
a mediados del año, esto es el inicio de la construcción de una
refinería y una unidad petroquímica en Ecuador, en conjunto con
Venezuela. Este acuerdo permitirá también el entrenamiento a
empleados de la industria petrolera ecuatoriana con la ayuda de
expertos iraníes25.
No obstante, los vínculos entre Ecuador e Irán van más allá del ámbito
económico. En diciembre de 2008, en la visita realizada por el
presidente Correa a Irán, la primera de un jefe de estado ecuatoriano
a este país, Correa calificó de "estratégicas" las relaciones
bilaterales, al tiempo que criticó fuertemente a Estados Unidos y
favoreció establecer cooperación aduanera y lazos militares con Irán.
El presidente Correa, criticando la política exterior de Washington,
señaló que el proceso político latinoamericano se construye sobre la
base del antiimperialismo, no existiendo lugar para los "radicalismos
relacionados con Estados Unidos". Correa se reunió también con el
jefe supremo religioso iraní, el ayatola Alí Jamenei, y ambos
coincidieron en que los dos países habían escogido "el camino de la
resistencia" frente a los poderes globales, encabezados por Estados
Unidos.
Por su parte, Correa y Ahmadineyad se comprometieron a establecer
relaciones diplomáticas con la apertura respectiva de embajadas a partir
de enero de 2009, expandir los vínculos entre ambos estados,
aumentar las alianzas y acuerdos diversos en el marco de la cooperación Sur-Sur26.
En este sentido, el presidente Correa, acusando al gobierno
colombiano de no cuidar su frontera sur, reconoció que Irán podría
colaborar suministrando equipo militar, especialmente radares, para
salvaguardar la frontera con Colombia.
Por otra parte, cabe señalar que aunque el presidente Correa no ha
sido tan explícito como sus homólogos de Venezuela, Bolivia y
Nicaragua, en cuanto al apoyo al programa de energía nuclear de Irán,
tampoco ha manifestado una oposición explícita al mismo. Correa
señaló enfáticamente, en el marco de su visita a Teherán, que no
estaba de acuerdo en que "sólo unos pocos países puedan tener energía
atómica para razones específicas, incluso para la guerra"27.
En cuanto a las relaciones entre Irán y Bolivia, éstas son mucho más
recientes. En septiembre de 2007, con motivo del primer viaje del
presidente iraní al país altiplánico, ambos estados establecieron
relaciones diplomáticas, al tiempo que firmaron un acuerdo marco, de
13 puntos, que incluye inversiones en gas, petroquímica, minería,
agricultura, infraestructura, agua, cultura, ciencia y tecnología. El
presidente iraní prometió 1.100 millones de dólares en ayuda a
Bolivia para los próximos cinco años28.
En el ámbito de la cooperación energética, se establecieron
actividades en los sectores de hidrocarburos y energía eléctrica, la
constitución de empresas de carácter mixto y, quizás lo más
importante, la explotación de litio y uranio en la zona de Potosí y
Oruro, zonas de alto potencial para la producción de uranio29.
Se ha especulado sobre la presencia de uranio en Bolivia y el interés de Irán en este recurso. Por ejemplo, el matutino La Prensa
informó en su edición del 26 de septiembre del 2007, que "el
gobierno islámico tenía la intención de explorar yacimientos de
uranio en Bolivia", lo mismo expresó el periódico estadounidense The Washington Times el 07 de mayo de 2007. No obstante, el director general de Minería de Bolivia señaló que "no existen yacimientos de uranio en Bolivia, y no hay producción"30. Por ahora las actividades estarían en la exploración de este recurso.
Por otra parte, alentado por Venezuela e Irán, y por la decisión
tomada por Ecuador, el presidente Morales anunció su intención de
ingresar a la OPEP. En una declaración que tiene 13 puntos, ambos
mandatarios llaman a promover acciones políticas para fortalecer un
"mundo multipolar en aras de garantizar un mayor equilibrio y
democratización de las relaciones internacionales"31.
En enero de 2009, el presidente Morales visitó por primera vez
Teherán, firmando una declaración para la expansión de la cooperación
en los ámbitos energético, industrial y comercial. Bolivia, con
grandes reservas de gas natural, busca el apoyo de Teherán para
desarrollar su sector energético, consiguiendo la promesa del
presidente iraní de aportar 1.000 millones de dólares de inversión
económica para el desarrollo de la industria de petróleo y gas de
Bolivia32.
Por otra parte, junto a las condenas de parte de la oposición
boliviana –en el sentido de que el interés de Irán era el uranio
boliviano– y de autoridades estadounidenses –señalando que esta
visita produciría una desestabilización en la región–, el gobierno
boliviano dispuso una medida que coincidió con la llegada del
mandatario persa: la exigencia de visas para los ciudadanos
estadounidenses que quieran ingresar al país.
Parece claro que los vínculos entre Bolivia e Irán, lo mismo que entre
Venezuela e Irán, Ecuador e Irán, Nicaragua e Irán, sobrepasan
ampliamente el campo de la cooperación económica y política, para
situarse en aspectos estratégicos, que en primer lugar dicen relación
con el programa de energía nuclear llevado a cabo por el régimen de
Teherán. Los presidentes Ortega, Chávez, Morales y Correa, con
diversos matices, han respaldado el programa de energía nuclear
iraní, subrayando, en el caso del mandatario boliviano, "el derecho de
los países al desarrollo de la energía nuclear con fines pacíficos en
el marco del Tratado sobre la no proliferación de armas nucleares, como un medio que puede contribuir significativamente al desarrollo económico y tecnológico de sus pueblos"33.
Al respecto, si revisamos el acuerdo firmado entre Bolivia e Irán,
éste menciona el "uso de energía nuclear para fines pacíficos en el
marco del Tratado sobre la no proliferación de armas nucleares".
Además, firmaron convenios para el desarrollo de actividades en
hidrocarburos, minería, producción, industria y otras áreas, por un
monto de 1.100 millones de dólares en un período de cinco años.
Sin embargo, las dudas sobre los "fines pacíficos" del programa
nuclear iraní son persistentes, al tiempo que estos acuerdos y apoyos
o simpatías al programa nuclear iraní se producen en momentos en que
los máximos representantes de la Unión Europea, en el seno de la
ONU, condenaran firmemente este programa. La canciller de Alemania,
Angela Merkel, señalaba que Irán debía convencer al mundo "de que no
quiere poseer la bomba atómica", en tanto que el presidente francés,
Nicolás Sarkozy, indicaba que si se permitiese a Irán disponer de una
bomba atómica "el mundo entero estaría expuesto a un gran riesgo"34.
CONCLUSIONES
Los lazos mantenidos por Irán con países como Cuba y Nicaragua tienen
una data que se remonta hacia fines de la década de 1970, y se
enmarcan en los procesos revolucionarios y antiestadounidenses
compartidos por las revoluciones cubana, sandinista e islamista. Los
vínculos entre Irán y Venezuela, por su parte, tienen antecedentes
importantes en el marco de la OPEP, puesto que ambos son miembros
fundadores de esta organización petrolera.
A partir de la asunción de Chávez a la presidencia de Venezuela, los
nexos con Irán cambian hacia una "relación estratégica", que no sólo
cubre aspectos de materia energética, sino que también incorpora
elementos destinados a tener una posición común frente a las
políticas de Estados Unidos y los conflictos del Medio Oriente. En
esta dirección, lo que motiva a ambos
gobernantes es su posición marcadamente antiestadounidense y
antisionista y, en el caso del presidente Chávez, la pretensión de
liderar, tanto en América Latina como en el mundo, un movimiento
"socialista", "revolucionario" y "bolivariano", que sea contrario a
cualquier intento de hegemonía de Washington.
Los aliados de Chávez en la región, representados por Bolivia, Ecuador
y Nicaragua, en menor o mayor medida, han seguido los pasos del
mandatario bolivariano en sus relaciones con Irán, aumentando los
vínculos comerciales, inaugurando relaciones diplomáticas,
estableciendo cooperación energética, promoviendo las visitas
presidenciales bilaterales, manteniendo una agenda en común que busca
hacer frente a la presencia estadounidense y apoyando, con diversos
matices, los planes nucleares de Irán.
Estas relaciones adquieren especial preocupación para Estados Unidos,
para Israel, para la Unión Europea y para las comunidades judías de
todo el mundo, por dos razones principales. Primero, Irán ha llevado a
cabo un programa de enriquecimiento de uranio, que ha sido condenado
en el marco de la Organización de Naciones Unidas, pero que sin
embargo ha sido defendido por los miembros fundadores del ALBA.
Segundo, Irán y el movimiento pro iraní Hezbolá, han sido
responsabilizados de los ataques realizados en Buenos Aires en contra
de la Embajada de Israel (1992) y en contra de la AMIA (1994).
Adicionalmente, la presencia de Irán está relacionada con aspectos
militares y estratégicos, cuyas consecuencias, tanto para el Medio
Oriente como para la región latinoamericana, podrían ir en tres
direcciones. En primer lugar, los yacimientos de uranio que existen
en esta parte del mundo podrían eventualmente servir a Irán para
promover su programa de energía nuclear más allá de fines meramente
pacíficos. En este sentido, puede explicarse en parte la importancia
que Teherán ha dado a la suscripción de acuerdos de cooperación en
este ámbito.
En segundo lugar, el establecimiento de vínculos militares –como la
presencia de radares y equipo militar iraní en la frontera de Ecuador
con Colombia o la eventual participación de Guardianes de la
Revolución Iraní en la policía venezolana– puede ser un detonante de
conflictos entre países sudamericanos que comparten visiones opuestas
tanto en el campo ideológico como en el de la seguridad militar y
regional. Estos lazos en el ámbito militar son todavía más
significativos dado el quiebre de relaciones diplomáticas entre
Ecuador y Colombia, las volátiles relaciones entre Venezuela y
Colombia, y la presencia de la FARC en un territorio que sobrepasa los
límites colombianos.
En
tercer lugar, la presencia de Irán en América Latina ha implicado, de
un modo u otro, importar los conflictos del Medio Oriente a través de
una posición compartida por países del ALBA, que es marcadamente
antiestadounidense, antiisraelí y antisionista. En este sentido, cabe
mencionar los múltiples incidentes antisemitas registrados en
Venezuela, así como el rompimiento de relaciones diplomáticas de
Bolivia y Venezuela –dos de los aliados regionales de Irán– con
Israel en enero de 2009, por el conflicto entre Israel y Gaza.