Dos banderas: o Cristo o el demonio
En
este nuevo documento del anticristo Francisco se enseña el error en la
Iglesia, se difunde como algo verdadero y se acoge entre la general
apatía e indiferencia.
Esto
supone que existe una falta de fe, propagada, alentada, por muchos
sacerdotes y Obispos en la Iglesia, que viven ya para sus vidas humanas,
para sus falsas creencias sobre Cristo, sobre la Iglesia y sobre el
amor. Y, por eso, los pecados se cometen y se justifican por muchos, sin
un camino para el arrepentimiento, sin la lucha contra todo aquello que
se oponga a la doctrina de Cristo.
Los
sacramentos se obran en el pecado y se inutiliza la Gracia de Cristo en
toda la Iglesia. La tibieza en toda la Iglesia está a la orden del día y
se disipan los tesoros que el Señor ha puesto en manos de Ella.
Muy
pocas son las almas que escuchan en sus corazones la Voz del Espíritu,
porque sólo tienen mente para la voz de los hombres, para sus palabras,
sus pensamientos, sus obras, sus fines en la vida.
Pocos
son los hombres decididos a vivir la Verdad que da el Espíritu, porque
ya no saben buscar esa Verdad al estar impregnados de tantas mentiras
como los hombres se dicen unos a otros.
Para
seguir el Espíritu de Cristo es necesario oponerse al espíritu del
mundo, es necesario contemplar el mundo como la escuela del pecado, de
la obra del demonio entre los hombres.
Si
se está en el mundo para aprender a ser hombre, entonces se vive en el
mundo obrando la voluntad del demonio, que se da entre todos los hombres
que no viven la Gracia Divina en sus vidas, que inutilizan esa Gracia
al valorar en exceso toda su humanidad.
Pocos
entienden en la Iglesia lo que supone seguir a Cristo. Y muchos quieren
seguir siendo hombres, sin apartar de ellos al hombre viejo, sólo con
la idea de reformarse en sus pensamientos humanos, en sus obras humanas,
creyendo que eso es todo para ser un hombre nuevo.
La
reforma en la Iglesia no existe, porque la Iglesia es la Obra del
Espíritu que no necesita cambiar nada en Ella. Lo que debe darse siempre
es la conversión del hombre de su vida de pecado a la vida de la
Gracia.
Es
cambiar constantemente su mentalidad de hombre, para tener la Mente de
Cristo, que no quiere pensamientos humanos en su Iglesia, sólo quiere el
Pensamiento de Su Padre en Ella.
Y
es lo que muchos no han comprendido y quieren reformar la Iglesia a
base de pensamientos humanos, de filosofías humanas, de estructuras
humanas, que no sirven sino para destruirlo todo en la Iglesia.
En
este documento de este anticristo es lo que tenemos a la vista: sólo
sirve para hacer de la Iglesia el culto al pensamiento del hombre. Y,
por ello, para hacer en la Iglesia las obras del hombres que son del
mundo y que viven para el mundo, llenos de su espíritu mundano, regidos
en todo por el demonio, Príncipe del mundo.
Y
son muchos en la Iglesia que no han captado esto, que viven como si
todo marchara como siempre, con un jefe de la Iglesia que sabe lo que
está haciendo y que la guía hacia la verdad y el bien.
Y
no ven el desastre que viene para toda la Iglesia. No lo ven ni lo
pueden ver, porque viven encerrados en su pensamiento humano, en su vida
humana, en sus obras humanas dentro de la Iglesia.
La
Iglesia no se hace a base de esfuerzo humano, ni a base de pensar la
Iglesia con las ideas de los hombres, ni a base de obrar lo bueno humano
en Ella.
En
la Iglesia se hacen las obras divinas. Y quien no las haga, no hace
Iglesia, sino que la destruye con sus obras humanas. Así, desde hace 50
años el edificio de la Iglesia está destruido por muchas obras de los
hombres que no las quiere Dios para Su Iglesia.
Obras
buenas humanas, pero sin el Espíritu de Cristo, hechas con el espíritu
del mundo. Y, por tanto, obras profanas, mundanas, humanas, naturales,
carnales, materiales, pero no ni santas, ni sagradas, ni divinas, ni
espirituales.
El
anticristo Francisco hace unión con todos los infieles del mundo y
quiere unir en un mismo yugo a todos los hombres, sin distinción, sin
exclusión, sin necesidad de quitar el pecado y el error en la vida de
esos hombres.
Los
quiere meter bajo un mismo yugo sólo porque son buenos hombres en sus
pecados, en sus vidas humanas, con sus obras humanas. Y así tienen
derecho natural de salvarse todos los hombres. A este planteamiento se
resume todo lo que en este documento se dice sobre el falso ecumenismo,
sobre el falso diálogo, sobre la falsa Iglesia de todos los hombres.
El
que está en el pecado no puede participar de la Justicia de ser hijo de
Dios. No puede santificarse, no puede salvarse, no puede hacer de su
vida un seguimiento del Espíritu de Cristo ni, en consecuencia, no puede
estar en la Iglesia siguiendo al Espíritu de la Iglesia, sino que está
en Ella sólo siguiendo al espíritu del mundo. ¿Qué obras hace un pecador
en la Iglesia? Las obras de su pecado. Pero no puede hacer las obras de
Cristo. Nunca. Porque esas obras son sin pecado, movidas en todo por el
Espíritu de Cristo. Y ese Espíritu enseña primero a quitar el pecado, a
purificarse de todo, para hacer las obras que Dios quiere en la
Iglesia.
Y,
por eso, hay que salir en medio de los pecadores, de los infieles, de
los lujuriosos, de los sin Dios, de los fornicadores de Satanás, para
ser Iglesia. Quien acoge al demonio en la Iglesia rechaza a Cristo en
Ella. Y esto es lo que ha hecho este anticristo, llamado por todos Papa,
sin serlo, sin el llamado de Dios, sin la vocación de Dios a ser Pedro.
Se puso como cabeza para destruir la Cabeza de la Iglesia: esa es su
obra en medio de la Iglesia. Y todos aplaudiendo esa obra de un hereje
que tiene en su corazón al demonio.
No
puede haber sociedad entre la luz y las tinieblas. O el hombre está en
la luz de Dios o está en la luz de las tinieblas. Pero no puede comulgar
con ambas luces, tener ambas luces, seguir ambas luces, porque no se
pueden seguir a dos Señores. Sólo se puede estar bajo la bandera de uno:
o de Cristo o del demonio. Y sólo hay un batalla: Cristo contra el
demonio. No hay más luchas en la Iglesia para ser Iglesia.
Muchos
quieren estar en la Iglesia sin batallar contra el demonio. No hacen
Iglesia. Porque quien está en la bandera de Cristo, bajo Cristo, que es
el Rey de la Iglesia, está batallando constantemente contra el demonio
en la Iglesia. Es una lucha diaria, segundo a segundo, en la que no se
puede descansar, porque el amor de Cristo nos urge a hacer de la Iglesia
el Sacramento de la Salvación y de la Santificación de las almas.
Y
el anticristo Francisco no lucha contra el demonio en la Iglesia, sino
que baila con él en medio de la Iglesia. Va siguiendo al demonio en
cualquier obra que haga en la Iglesia. Y ha sacado un documento
aprendido en la escuela del demonio y traducido en su pensamiento
humano, que está despojado de la Verdad de la doctrina de Cristo.
Ese
documento es la doctrina del demonio, es la fábula del demonio para
atrapar a tantas almas que viven de cuentos chinos en la Iglesia. Se
tragan cualquier idiotez que los hombres dicen con sus necias bocas
humanas.
Este
documento sólo sirve para construir la nueva iglesia que dará la
bienvenida al Anticristo. Y sólo tiene ese fin. No posee el fin divino
para hacer que las almas busquen lo divino en sus vidas y aprendan a
amar a Dios y al prójimo en Espíritu y en Verdad.
No
puede haber armonía entre Cristo y el demonio, entre los seguidores de
Cristo y los seguidores del demonio. No hay paz, no hay alegría que trae
la paz. Es imposible. Sólo hay guerra continua para conquista la Verdad
y la Vida en la Iglesia.
La falsa alegría que trasluce todo este documento viene de la falsa caridad que quiere presentar este anticristo a la Iglesia.
Un
falso amor para una falsa alegría. Y eso lleva consigo la destrucción
de la paz en los corazones, porque se pone la alegría en la vanidad del
mundo y de los hombres. La dulce alegría de los hombres que trae ajenjo
al corazón. Eso lo que presenta el Inicuo Francisco, el Impío Francisco,
el anticristo Francisco.
Y quien no quiera verlo así, se engaña y engaña a muchos.
No
hay parte entre el fiel y el infiel. No hay comunión, no hay amor, no
hay paz entre el fiel y el infiel. Sólo hay odio, división, egoísmo.
Esto es lo que ha producido Francisco en medio de la Iglesia: división.
La Iglesia ha quedado dividida por el odio de Francisco en Ella.
Y
esa división ha traído a la Iglesia la ruptura con la doctrina de
Cristo. Ya no se sigue, ya todos siguen lo que hay en sus pensamientos
humanos y hacen de la Iglesia el templo de Satanás, el culto a todos los
ídolos, a todos los dioses que tienen los hombres en el mundo.
Y eso conlleva una sola cosa: acoger la mentira y ponerla como la verdad, como el ladrillo para edificar la Iglesia.
Divide
y vencerás: eso es el plan de Francisco. Sólo eso. Y no ha tenido
luchas en la Iglesia, batallas, porque todo el mundo está dormido en su
vida espiritual sin hacer nada por Cristo ni por la Iglesia.
Y,
entonces, tenemos la Iglesia que nos merecemos, que queremos, que
buscamos: la iglesia donde se da culto al hombre y al demonio.
Quien
quiera estar en ella, que siga al demonio Francisco. Quien no quiera
tiene que batallar contra ese demonio para seguir a Cristo en la
Iglesia, para seguir la Verdad en la Iglesia, para tener la Vida que la
Iglesia da a todos sus fieles.
Batallar
en contra de Francisco y sus seguidores o morir a toda la vida
espiritual y celestial. Elijan el camino. Cada uno es libre para andar
un camino u otro: o Cristo o el demonio. Una de dos. O bajo Cristo o
bajo el demonio. O con Cristo o con el demonio.