La Universidad de las Madres: terrorismo y kirchnerismo
Por Agustín Laje (*)
El ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak, dijo
públicamente hace algunas horas que mandará un proyecto para estatizar
la “Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo”. Que se entienda:
estatizar significa, en la práctica, que Hebe de Bonafini ya no deberá
preocuparse más por el financiamiento de su Universidad –que
históricamente ha dado pérdidas–, pues ahora los encargados de
solventarla económicamente y pagar sus deudas seremos todos los
ciudadanos que, con nuestros impuestos, sostenemos este tipo de
inmoralidades.
Esta nueva medida oficialista en favor de la organización vinculada al
terrorismo internacional Madres de Plaza de Mayo se da en el marco del
pacto que hicieron Néstor Kirchner y Hebe de Bonafini el 26 de mayo del
2003 por directivas del dictador cubano Fidel Castro, pacto que narramos
y documentamos con Nicolás Márquez en nuestro libro de reciente
publicación titulado “Cuando el relato es una FARSA”.
Los términos de la alianza fueron claros: Madres de Plaza de Mayo darían
su apoyo público al kirchnerismo a cambio de apoyo estatal y
persecución política a los miembros de las Fuerzas Armadas y de
Seguridad que combatieron al terrorismo subversivo en los años ’70.
Desde entonces y hasta ahora, la Asociación Madres de Plaza de Mayo, que
pronto se convertiría en Fundación (para poder operar financieramente),
ha recibido incontables favores gubernamentales: cheques millonarios
emitidos por el Tesoro de la Nación como fondo no reintegrable para
cubrir descubiertos bancarios, cheques sin fondo y multas del Banco
Central; exorbitantes cantidades dinerarias en propaganda oficial para
mantener la radio de las madres en AM 530; dinero girado por Lotería
Nacional en concepto de “publicidad”; cámara permanente en la Televisión
Pública, y hasta esa estafa multimillonaria que se llamó “Sueños
Compartidos”, el proyecto de “viviendas
sociales” financiadas por el Estado y construidas por las Madres de
Plaza de Mayo que derivó en una causa por desvío de 280 millones de
pesos.
La operación “Con la Madres No”, ideada por Aníbal Fernández y ejecutada
por el gobierno, logró usar a Sergio Schoklender como chivo expiatorio y
salvar el pellejo de Hebe de Bonafini y del resto de la Fundación. Así
pues, con la causa de corrupción durmiendo en términos de su resonancia
en la opinión pública, el gobierno vio luz verde para dar este nuevo
paso: financiar la Universidad de las Madres con dineros públicos.
La Universidad Popular de las Madres abrió sus puertas en 1999, sin
aprobación del Ministerio de Educación, bajo la dirección del escritor
marxista Vicente Zito Lema en el histórico edificio de las Madres
ubicado en Hipólito Yrigoyen, a metros del Congreso de la Nación. El 20
de noviembre de ese año se organizó un seminario que pretendía ser la
antesala de la creación de la Universidad. Allí disertó, entre otros, el
parricida Sergio Schoklender, quien tituló a su conferencia “El derecho
a la violencia”.
Entre otras barbaridades, la mano derecha de Hebe de Bonafini sostuvo
frente al alumnado que: “El mito más grande es esto de que la violencia
es mala”; “es cierto que el delito individual, ese delito callejero, es
una de las pocas respuestas violentas que hay frente al sistema”;
“intentan hacernos creer a nosotros que existe una salida pacífica, que
existe una salida no violenta. Esa salida no es posible”; “nosotros
tenemos que lograr transformar esa violencia individual en una violencia
organizada. Tenemos que poder darle coherencia y organización a todos
los estallidos sociales, no solo al robo”.[1] Hebe estaba fascinada con
lo que escuchaba. Eran tiempos en que la Asociación de las Madres, como
el propio Schoklender confesará años más tarde en su libro Sueños
Postergados, se financiaba robando y delinquiendo.
Lo cierto es que Zito Lema pretendía financiar la Universidad con
métodos transparentes, pero las cuentas nunca le cerraban. Mientras veía
que llegaba dinero de extraña procedencia que conseguían Hebe y Sergio,
aquél prefería juntar monedas vendiendo panchos, hamburguesas y
choripanes frente a la casa de estudios. Observar al director de la
Universidad vendiendo chorizos a los alumnos era bastante humillante.
Finalmente, asqueado por lo que veía, Lema decidió renunciar, dejando
una carta a la que nadie le prestó atención pero que sería, a la postre,
vaticinadora: “No quiero formar parte de algo que en el futuro pueda
dar cabida a responsabilidades judiciales y a nuestra desacreditación
pública”.[2]
En la Universidad de las Madres se enseñaba y se enseña un marxismo
revolucionario recalcitrante, capaz de reivindicar a las FARC e,
incluso, a la mismísima organización terrorista Al-Qaeda. En el año
2001, por ejemplo, después de que el mundo entero se conmocionara tras
los atentados contra las Torres Gemelas del 11 de septiembre, Hebe de
Bonafini brindó un discurso a los alumnos en el que decía: “Hablo en
nombre de las Madres, que somos la voz de nuestros hijos. (…) Cuando
pasó lo del atentado yo estaba en Cuba visitando a mi hija, sentí
alegría. No voy a ser hipócrita, no me dolió para nada. (…) Yo sentí que
había muchos pueblos en ese momento que eran felices y sentí que la
sangre de tantos en ese momento era vengada. (…) El día del atentado yo
sentí que había hombres y mujeres muy valientes. Valientes, como una
montaña de valientes, que se prepararon y donaron sus vidas para
nosotros, tal vez para nuestros nietos, ni
siquiera para nosotros. Declararon la guerra con sus cuerpos, manejando
un avión para estrellarse y hacer mierda al poder más grande del mundo.
Y me puse contenta, por qué no. (…) Brindé por mis hijos, brindé por
tantos muertos, contra el bloqueo, por todo lo que se me venía a la
cabeza. Brindé por los valientes. Brindé por los hombres que hicieron
una declaración de guerra con el cuerpo. (…) Nuestros hijos eran
terroristas”.
El discurso de Hebe no fue el único de ese día en la Universidad. Otros
profesores también se sumaron a reivindicar y festejar la muerte de más
de 3.000 seres humanos. El docente David Viñas, por caso, dijo ese día
que “las acciones violentas en Washington son una forma inédita de lucha
de clases”, mientras el Director Académico Zito Lema, quien todavía no
había renunciado, esgrimía que “el señor [Bin] Laden es un
revolucionario. (…) Y esa lucha con Laden y con otros seguirá hasta que
el imperio sea extinguido de la humanidad”.[3]
Además de las reivindicaciones públicas que se hacían de Al-Qaeda, en la
Universidad Popular de las Madres las FARC fueron tema de estudio desde
el año 2001 en cursos especiales que muchas veces tenían como
profesores a integrantes de la mismísima guerrilla colombiana. El 25 de
marzo de 2005, Madres de Plaza de Mayo organizó un acto homenaje público
por los cuarenta años de la creación del grupo narcoterrorista, donde
se proyectó un mediometraje filmado por las propias FARC y luego
hablaron Rubén Batalles, ex terrorista del ERP, y Eduardo Soabes, ex
terrorista de Montoneros. El evento se promocionó con carteles que, en
el centro, ilustraban un brazo que sujetaba un fusil en alto. Según se
dijo, las FARC financiaban todas esas actividades organizadas por las
Madres en nuestro país. Schoklender recuerda que “Hebe sentía una gran
fascinación con las FARC porque, en cierta medida, sus integrantes
representaban algunos de los ideales, del
trabajo y de la historia militante de sus hijos”.[4]
En agosto de 2002, Hebe seguía convencida sobre la necesidad de impulsar
una revolución armada en nuestro país o, al menos, estar listos para
hacer tal cosa, utilizando a la Universidad como centro de formación del
nuevo “sujeto revolucionario”. En un discurso pronunciado en ese mes
frente a numerosos alumnos, Bonafini sostenía lo siguiente: “Cuando
hablamos de socialismo, hablamos de socialismo revolucionario, no de un
socialismo de partido, para ir atrás de todos estos bandidos que se
están uniendo, juntando. Las Madres sentimos que somos el puente entre
nuestros hijos y ustedes; desde 1986 venimos hablando de revolución, de
marxismo primero más tímidamente y después ya más lanzadas. ¡Revolución,
socialismo y combate! La gente dice: ‘Ay, pero las armas’ ¡Caramba!,
con zapallitos no vamos a poder hacer la revolución ¡A prepararnos para
ser revolucionarios, a prepararnos para armar el socialismo, a
prepararnos para hablar de
combate! Y a prepararnos, también, para usar las armas si alguna vez es
necesario”.[5]
Sergio Schoklender nos ha brindado un testimonio ilustrativo al
respecto: “El programa que sosteníamos con las Madres era totalmente
revolucionario. (…) La única salida que se veía lógica era la lucha
armada. (…) En aquella época en el sótano de la universidad guardábamos
todo. Si me llamaban a medianoche, yo pensaba que había volado la
universidad. Cuando se produjo el enamoramiento entre Hebe y Néstor
tuvimos que sacar urgente todo lo que había en el sótano y hacerlo
desaparecer”.[6] Se iniciaban nuevos tiempos, signados por la
incorporación al Estado de esta asociación acostumbrada a bucear por la
ilegalidad.
¿No se siente un idiota al saber que sus impuestos van a financiar a
esta banda de facinerosos y apologistas del terrorismo internacional?
(*) Agustín Laje es coautor del libro “Cuando el relato es una FARSA”.
@agustinlaje | agustin_laje@hotmail.com