jueves, 12 de diciembre de 2013

TAMPOCO LO SERA LA LEY GALLARDON, EN LOS TERMINOS QUE YA SE HAN ANUNCIADO

Aborto: una ley que autoriza a matar a inocentes nunca es un motivo de alivio

 

Mie 11·12·2013 · 19:23h 1


El Diccionario de la Real Academia Española define así el “alivio”: “1. Acción y efecto de aliviar o aliviarse. 2. Atenuación de las señales externas de duelo una vez transcurrido el tiempo de luto riguroso.” En cuanto a “aliviar”, para el tema que me ocupa en este entrada, me quedo con la 4ª acepción: “Disminuir o mitigar las enfermedades, las fatigas del cuerpo o las aflicciones del ánimo.”
Traigo a colación estas definiciones porque hoy han entrevistado en Radio Euskadi al nuevo portavoz de la Conferencia Episcopal Española, José María Gil Tamayo. Puedes escuchar el audio aquí, o leer la crónica que ha publicado Infocatólica.
En el minuto 4:29 de la entrevista a Gil Tamayo le preguntan lo siguiente (incluyo a continuación su respuesta literal):
“¿Recibirán como una buena noticia la reforma de la ley del aborto?”
“Bueno, yo creo que buena noticia nunca, lo que se refiere al aborto, porque en sí es un drama, es un drama para el que muere, que es un inocente, es un ser inocente, es un ser humano inocente; es un drama para la mujer, porque tomar esa decisión siempre es doloroso y supone un drama, y hay detrás dolor y tragedia, y supone también un drama para la sociedad, porque es un deterioro moral.”
Nada que objetar, al contrario. Suscribo plenamente las palabras del portavoz de la CEE. O para ser más exacto, las suscribo hasta ese punto. Y es que a continuación Gil Tamayo añadió:
“Ahora, la Iglesia pues verá con alivio, entre comillas, lo que suponga toda una ley que sea menos mala que otra.”
Sé que a Gil Tamayo el tema del aborto le preocupa seriamente. Lo ha demostrado con sus palabras en ésta y otras ocasiones, sin ir más lejos el 22 de noviembre, cuando se pronunció contra el aborto con unas declaraciones muy claras y valientes (puedes ver el vídeo aquí). El caso es que hay ciertas palabras que pueden dar lugar a equívocos, y su alusión de hoy al “alivio”, aunque lo pusiera entre comillas, ha servido para generar un lamentable titular, servido por Europa Press y copiado tal cual por diversos medios.
España afronta una situación hasta ahora nunca vista en nuestro país: la inminente aprobación de una ley del aborto por el PP. Hoy Gallardón ha anunciado que la presentará “en muy pocos días”. Estaremos, pues, ante la primera ley abortista española que no será autoría del PSOE. Digo ley abortista porque por lo que ya se nos ha dicho hasta ahora, esta ley podría guardar muchas similitudes con la de 1985, que aunque no consideraba el aborto como un derecho -lo cual, indudablemente, la hace teóricamente menos mala que la ley de 2010-, en la práctica servía para tratarlo como tal, al incluir supuestos tan ambiguos como el del riesgo para la salud psicológica de la madre. Los anuncios de Gallardón contra el aborto eugenésico podrían quedarse en nada si se repone el coladero abortista de 1985. En resumidas cuentas, a un niño no nacido discapacitado no se le podrá matar por ser discapacitado, pero sí por ser humano.
En noviembre Gil Tamayo declaró sobre el aborto que “el fin no justifica los medios, ni en este caso ni en otros”. Y tiene razón. El pretexto de disponer de la propia sexualidad o de decidir sobre la maternidad no justifica que se mate a un ser humano inocente e indefenso, de la misma forma que no hay pretexto alguno que justifique el robo, el maltrato a la mujer o cualquier otra agresión contra la dignidad y los derechos de la persona. Esto hay que tenerlo presente siempre, sin importar que la ley abortista lleve la autoría del PSOE o del PP. Lo importante de esas leyes no es quien las promueve, sino que atentan contra el más básico de los derechos humanos, que es el derecho a la vida. Ciertamente, una ley del aborto cuya redacción niegue la condición de derecho al aborto y que se traduzca en 1.000 abortos o 100 abortos anuales es una ley menos mala que la actual, que da lugar a más de 118.000 abortos anuales, pero no hay que olvidar que incluso una ley que contempla el aborto como un delito despenalizado, como ocurría con la de 1985, está legitimando la muerte de seres humanos inocentes. Eso es exactamente lo que va a pasar con la ley que prepara Gallardón, salvo que la dirección del PP cambie de la noche a la mañana y decida asumir la defensa de la vida con la valentía y la claridad que no ha mostrado hasta ahora, algo que me parece muy poco probable. Así pues, tendremos otra ley mala e injusta, y ante un escenario así no caben ni aplausos, ni felicitaciones ni alivios. Toda ley que permite matar a inocentes es una ley digna de rechazo y que erosiona el debido respeto a los derechos humanos, no lo olvidemos. Llevamos ya demasiado tiempo instalados en el fatalismo y eso nos ha llevado a conformarnos con el mal menor, pero ya va siendo hora de sacudirnos esa actitud.