La
titular de Coalición Cívica denunció al ministro de Justicia,
acusándolo de varios hechos presuntamente reñidos con la legalidad. El
Post te cuenta la trama fina.
Miércoles 17 Oct 2018 13 minutos atrás
Elisa Carrió no fue la primera en denuncia a Gustavo Garavano. En efecto, fue la segunda: le ganó de mano Mario Cimadevilla, oportunamente eyectado de la Unidad Especial AMIA por el mismísimo ministro de Justicia.
En
el marco de ese mismo hecho -su eyección-, el 22 de marzo de este año,
el radical decidió denunciar al funcionario de Cambiemos por
encubrimiento y otros delitos relacionados con la actuación del Estado
en el juicio por encubrimiento del atentado a la mutual judía.
Fue
el inicio de la furia de "Lilita", quien se puso del lado de
Cimadevilla desde un primer momento, intentando que no ocurriera lo que
finalmente sucedió: la disolución de la unidad de marras.
Por
ello, en el pedido de juicio político efectuado este martes, Carrió
pone especial énfasis en ese hecho, al considerar que Garavano habría
dado una "orden expresa y formal" a la Unidad Fiscal AMIA para pedir la absolución de los exfiscales Eamon Müllen y José Barbaccia en el juicio de encubrimiento y desvío de las investigaciones del atentado a la mutual judía.
Ese punto es la clave de toda la presentación de Lilita, por lo cual amerita una breve explicación aparte.
Ver además: Cimadevilla versus Garavano, la trama secreta
Inmediatamente
después de que explotara la sede de la AMIA, el lunes 18 de julio de
1994 a las 9:53 de la mañana, comenzó una persistente tarea por parte de
los servicios secretos norteamericanos e israelíes -la CIA y el Mossad- para comandar la investigación. Y desviarla.
Lo reconoció de manera implícita el propio Carlos Menem en el juicio que se sigue por encubrimiento del atentado en cuestión.
En
realidad, fue una cuestión de conveniencia mutua: ni al expresidente,
ni a EEUU e Israel les convenía que se avanzara en la pista que se
avizoraba en las primeras fojas del expediente y que conducían a Siria.
Apenas meses antes se había avanzado en los acuerdos de paz en Medio Oriente
y los sirios eran los actores "clave" en la gestión del entonces
presidente Bill Clinton. A su vez, Menem no podía ocultar su raigambre
siria. Fue entonces que se decidió acusar al enemigo natural de todos: Irán.
Quien pergeñó la maniobra fue el exjefe de la AFI (exSIDE) Miguel Ángel Toma, de la mano de tres fiscales: Eamon Müllen, José Barbaccia y... Alberto Nisman.
Por
ello, en el juicio de encubrimiento del atentado, los dos primeros
fueron acusados con evidencia de sobra. ¿Cómo explicar acaso que
desviaron la investigación de la masacre más importante que vivió la
Argentina?
El propio Nisman,
en los filtrados cables de Wikileaks, quedó expuesto. En esos
documentos, quedó al descubierto que el fiscal visitó asiduamente la
embajada de EEUU en la Argentina para discutir con diplomáticos
norteamericanos la orientación de la investigación del caso AMIA.
"Los oficiales (norteamericanos) de nuestra Oficina Legal le han recomendado al fiscal Alberto Nisman que
se concentre en los que perpetraron el atentado y no en quienes
desviaron la investigación", señaló un cable del 22 de mayo de 2008.
Por
entonces, la embajada de Estados Unidos estaba molesta por la decisión
del fiscal de pedir el procesamiento del ex presidente Carlos Menem, el
ex juez federal Juan José Galeano, el ex jefe de la SIDE Hugo Anzorreguy, el ex comisario Jorge "Fino" Palacios y el ex titular de la DAIA Rubén Beraja, entre otros.
Según
el cable, "Nisman nuevamente se disculpó (por no haber avisado a la
embajada previamente su decisión) y se ofreció a sentarse con el
Embajador (Earl Anthony Wayne) para discutir los próximos pasos".
"Los
detalles de los cargos criminales contra Menem y los otros sospechosos
fueron una sorpresa (...) que hasta ahora tenía una relación excelente y
fluida con Nisman", detalló la Embajada.
De esta manera, otro cable, fechado cinco días después, el 27 de mayo, aseguró que "Alberto Nisman llamó
al embajador el 23 de mayo para pedir disculpas por no dar el preaviso"
y que "no creía que la visita de (a la Argentina por esos días del
subdirector del FBI, John) Pistole iba a coincidir con su anuncio".
"Señaló
que lo sentía mucho y que aprecia sinceramente a todos la ayuda y el
apoyo del gobierno de Estados Unidos y de ninguna manera la intención de
socavar eso", dijo el embajador que le expresó el fiscal federal, según
un cable de la embajada de Estados Unidos, firmado por el propio Wayne y
develado por Wikileaks.
Finalmente, de acuerdo a lo que se
filtró de los documentos, había otra cuestión que también molestaba al
embajador y era que los medios consideraban a Kanoore Edul como la punta
de la llamada pista siria, en torno a la AMIA. La misma que los fiscales ayudaron a desviar.
Ello explica por qué Garavano decidió salvar a Mullen y Barbaccia. No fue porque se le ocurrió repentinamente, sino porque se lo pidió EEUU al propio Macri.
En su presentación, Carrió recuerda que en el juicio por encubrimiento "se encuentra acusado el expresidente Carlos Menem y
el Ministro (Garavano) no tuvo pudor en intervenir; en una abierta
defensa de los exfiscales de la causa del atentado, llegando incluso a
dictar actos administrativos para intentar beneficiar la situación
procesal de los mismos".
Como se dijo, el intentar llegar a la
misma verdad le costó el cargo a Cimadevilla. Justo cuando se acercaba a
la trama que involucraba a los sirios. El otrora titular de la Unidad AMIA se lo reveló con pelos y señales a quien escribe estas líneas.
La
conclusión es que él terminó eyectado y Garavano fortalecido. El
ministro de Justicia no solo logró disolver el organismo que investigaba
la explosión de la mutual israelita, sino que además salvó a los
fiscales acusados. Como reveló el Post, lo hizo a través de su operador favorito, Manuel Ignacio Izura, hombre oscuro, de fluidos contactos con sectores de inteligencia de la Armada y de la Policía Metropolitana.
Aunque
no lo menciona, Carrió lo sabe. De hecho, sabe más de lo que ha dicho
hasta ahora. Su estrategia es la de dosificar la información, hasta
concluir en una suerte de "banda" en la que abrevarían el propio
Garavano, Angelici y otros operadores judiciales.
Allí no falta la exprocuradora bonaerense María del Carmen Falbo,
a quien se presume encubridora de Aníbal Fernández, tanto en el triple
crimen de General Rodríguez del año 2008 como en el tráfico de efedrina.
De manera inexplicable, Garavano le ha regalado un ostentoso
cargo en el Ministerio de Justicia a su cargo. El detalle no es menor.
Es lo que termina de cerrar el círculo de las sospechas de Carrió.