Si Francisco recibió, amparó y justificó a todos los delincuentes K, lo del apoyo a Moyano, es una más
10:30 – (Por Rubén Lasagno) No deja de sorprender el Papa Francisco, de quien el 6 de junio de 2016 escribimos una columna que titulamos: “El Papa sufre el síndrome de Estocolmo”.
Allí cuadrábamos esta actitud solícita de Francisco hacia quienes lo
habían denostado y vilipendiado, acusado injustamente de vinculaciones
con la dictadura y ninguneado en todo momento, con un espíritu que nada
tenía que ver con el perdón cristiano, sino a un tema más terrenal: la
identificación de Bergoglio con el peronismo y la extraña creencia de
que el kirchnerismo tenía algo que ver con la lógica y la liturgia
peronista, a la cual siempre ha usado, pero despreciado.
De
aquella nota a hoy hemos visto las más disímiles actitudes pro
kirchnerista de Bergoglio con todos y cada uno de los detenidos por
corrupción, enriquecimiento ilícito y lavado de dinero, desde Amado
Boudou hasta la delincuente Milagro Sala.
Ahora Pablo
Moyano fue a buscar “su bendición”, la obtuvo, volvió a la Argentina y
junto a su padre y a los Obispos avalados por el Papa, hicieron una
marcha de la resistencia a la justicia y se juntaron todos en Lujan,
desde donde se dispararon frases destituyentes y amenazantes de la
democracia. Pero eso Bergoglio no lo ve, o no le importa.
Su
visión populista y su sindrome nunca superado, le hace ver a los Moyanos
como la reserva moral del sindicalismo argentino y no como una familia
enriquecida a través del robo, el fraude y la utilización del sindicato
de camioneros como una gran caja y hoy, ante el asedio de la justicia,
la desesperación y la cárcel a la vista, se toma de todos los recursos
disponibles para salvarse o irse a pique con ellos, entre estos manoteos
desesperados está el kirchnerismo destartalado del que fue socio, al
que odió y enfrentó y ahora el Papa es un aliado estratégico del
camionero, quien está convencido de que Macri lo persigue con los jueces
y no que él y su familia cometieron delitos.
El
Obispo de Mercedes-Luján Monseñor Radrizzani y Lugones, sin duda con la
venia del Papa como dijo Moyano, hicieron toda una alegoría política de
apoyo a la delincuencia institucionalizada y ahora, tras los embates de
los distintos sectores políticos y sociales, intenta dar marcha atrás o
saca a Sergio Rubín por los medios explicando que no fue así lo que
claramente se vio como un apoyo explícito de la Iglesia a la banda
política que asoló el país en la década pasada.
Tal vez sería hora
de replantearse si no es el momento de rever el sostenimiento de la
Iglesia católica (y cualquier otra iglesia) para que deje de pertenecer
únicamente y depender presupuestariamente del Estado. Por cuanto si va a
comportarse como un cuadro o partido político de oposición, bien podría
mantenerse y financiarse autónomamente y aportar impositivamente como
cualquier otra entidad. Entonces sí podría funcionar como una Unidad
Básica, tal cual lo hizo en Luján, bajo la orden de los Obispos y la
(claro está) absoluta anuencia del Papa Francisco. (Agencia OPI Santa
Cruz)