Rechazando a la Iglesia Impostora
(Carta a la clerecía de la Diócesis de Rockford)

(A la fecha de esta entrada ya ha sido ordenado sacerdote católico el P. Michael Oswalt por  Monseñor A. Pivarunas de la única posición católica: sedevacante totaliter. No obstante, la fortaleza de su testimonio sigue vigente para animar a otros que desean ordenarse sacerdotes y anhelan morir en la única Iglesia Católica, fuera de la cual no hay salvación)





P. Michael Oswalt
Después de un curso de 6 años en el seminario de Mundelein, un seminario conciliar en Chicago, Michael Oswalt fue ordenado bajo el nuevo rito de ordenación. A pesar de que se apego al pensamiento Católico tradicional en el seminario, sus ojos se abrieron a los efectos del modernismo en el nivel parroquial, cuando recibió su primera asignatura. Por la gracia de Dios, obtenida especialmente a través del rezo diario del Santo Rosario y a la consagración total a Jesús a través de Maria, Michael se convenció que la nueva Iglesia conciliar no es la verdadera Iglesia Católica. El ultimo rayo de luz llego cuando su superior un día le pregunto: “Quieres ser miembro de la Iglesia pre-Vaticana II o de la post-Vaticana II?” Michael sabía que no podía seguir permaneciendo en la Iglesia conciliar. 


La siguiente es la carta que envió a todos los sacerdotes de la diócesis, en marzo del 2009, en referencia a las razones por las cuales abandona el Novus Ordo. El ahora se encuentra estudiando para poder ser ordenado debidamente al sacerdocio con los ritos tradicionales de la Iglesia.

Queridos hermanos clérigos de la Diócesis de Rockford.
He decidido dejar la Diócesis de Rockford por la razón de que he llegado a la conclusión de que los cambios promulgados por el Vaticano II no son compatibles con el Catolicismo Romano.
Nadie niega que el Vaticano II impusiera amplios y profundos cambios en la Iglesia Católica. Pero todos los cambios o son accidentales o substanciales. Si los cambios impuestos por el Vaticano II fuesen meramente accidentales, no existiría justificación para oponerse a ellos, aun si estos fuesen considerados de mal gusto. En cambio, si estos cambios fueses substanciales, entonces los cambios del Concilio Vaticano II representan nada menos que el establecimiento de una nueva religión la cual difiere esencialmente del Catolicismo Romano. En tal caso seria una obligación de todo católico, y en especial de los Sacerdotes, resistir estos cambios y luchar por disiparlos de los edificios e instituciones Católicas, como los Católicos han luchado en el pasado para erradicar el arrianismo, el nestorismo, protestantismo y muchas herejías que han intentado apoderarse de la Iglesia Católica Romana.
Durante muchos años he estudiado las diferencias entre el Catolicismo pre-Vaticano II y la religión post-Vaticana II. Estas diferencias me parecieron muy profundas. Pero en todos los casos yo me esforcé como mejor me fue posible por otorgar el beneficio de la duda a aquellos que estaban promulgando esos cambios. En muchos casos fui impulsado a la negación, esto es, a una auto-ceguera de los hechos que yo sabía que en mi Corazón que eran verdaderos, pero que no los podía confrontar como verdad.
Nadie niega de antemano, que la Fe en que se creía y practicaba hasta antes del Concilio Vaticano segundo era Católica Romana, esto es, la Religión e Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo, la cual creemos ser una verdadera Iglesia fuera de la cual no hay salvación. Por lo tanto todos debemos admitir, que para que la religión post-Vaticana II califique como verdadera Católica Romana, debe conformarse substancialmente en todas las cosas a la Fe y practicas pre-Vaticana II. En otras palabras, en orden para legítimamente y verdaderamente proclamar que somos sacerdotes Católicos Romanos, es necesario que exista una continuidad substancial entre la Fe pre-Vaticana II y los cambios post-Vaticano II. Si la continuidad substancial ha sida interrumpida, entonces nosotros como sacerdotes hemos perdido nuestra unión con Nuestro Señor Jesucristo, con la Iglesia Católica Romana, con cada una de los verdaderos pontífices que se sentaron en el trono de San Pedro, con todos los Santos del Cielo, de hecho con todo Católico que nos ha precedido en la Fe. Perdemos nuestro derecho al apostolado, a la unidad en la fe, al catolicismo, y a la santidad. De hecho seria muy difícil pensar en algo más falso, más absurdo, más innecesario, y aun más peligroso, el que un sacerdote proclame ser Católico, pero que haya perdido la continuidad con la sagrada tradición del Catolicismo Romano.
Por lo tanto, es necesario que demuestre la discontinuidad entre el presente y el pasado, una reclamación que para algunos parecerá descabellada, pero para otros una verdad la cual se encuentra en lo profundo de sus mentes, y pesa fuertemente en sus corazones. La evidencia para la postura que tomo es muy amplia. Se requeriría un libro de muchos volúmenes para hacerle justicia a la evidencia que debe ser presentada. Pero mostrare estos argumentos en forma condensada, e invitare al mismo tiempo a todos aquellos interesados que investiguen más en libros, sitios Web y fuentes periodísticas.
Presentare la evidencia de la siguiente manera:
  1. las herejías contenidas en el Vaticano II;
  2. la herejía enseñada en el código de derecho canónico de 1983, y las practicas pecaminosas sancionadas por el mismo;
  3. como la nueva misa de 1969 es falsa y un acto de adoración no-Católico, siendo este una expresión litúrgica de las herejías del Vaticano II;
  4. La Heteropraxis de la religión del Vaticano II, estos es, la confirmación de la naturaleza herética del Vaticano II por medio de las observancias y practicas comunes de la religión del Vaticano II, ya sean oficialmente sancionadas y practicadas por la jerarquía, o simplemente aprobadas en forma silenciosa a un nivel universal;
  5. como los sacramentos han sido alterados substancialmente, llevando en muchos casos ya sea a la invalidez o a la duda de la validez;
  6. las herejías que son públicamente profesadas por Benedicto XVI;
  7. como las cuatro marcas de la Iglesia Católica no se pueden encontrar en la nueva religión del Vaticano II.
Luego haré un resumen señalando que en los tres elementos esenciales de cualquier religión, es decir en la doctrina, en la liturgia y en la disciplina, el Vaticano II y sus subsecuentes cambios han efectuado un cambio substancial en la Fe Católica. A partir de esto, llegare a las conclusiones lógicas, ambas especulativas y prácticas.
Las herejías contenidas en el Vaticano II. Existen cuatro principales herejías contenidas en este Concilio.
La primera es la referente al ecumenismo, encontrada en el documento Redintegratio Unitatis, el cual enseña que la religiones No-Católicas son medios de salvación. Esta doctrina herética fue mas tarde enfatizada en el Catechesi Tradendae de Juan Pablo II. Esta aseveración es directamente contraria a la doctrina referente a que “fuera de la Iglesia no hay salvación”, la cual el Papa Pió IX llamo “un bien conocido dogma Católico”. Ambas, las nociones y prácticas del ecumenismo fueron condenadas por el Papa Pió IX en la encíclica Mortalium Animos de 1928.
La segunda herejía es la concerniente a la unidad de la Iglesia, la cual básicamente consiste en afirmar que la Iglesia de Cristo no esta exclusivamente identificada con la Iglesia Católica, pero que meramente subsiste en ella. Esta doctrina herética esta contenida principalmente en Lumen Gentium, y su significado herético esta confirmado en las declaraciones de Juan Pablo II y Benedicto XVI, particularmente en el código de derecho canónico de 1983, en la declaración de 1992 “declaración concerniente a la Iglesia y a la Comunión” y en el directorio Ecuménico. Es contraria a las enseñanzas de la Iglesia, principalmente contenidas en Satis Cognitum del Papa León XIII, Mortalium Animos de Pope Leo XIII, Mystici Corporis del Papa Pió XII, y en la condenación de la “Teoría de la rama” hecha por el Santo Oficio baja el Papa Pió IX.
La tercera herejía es la concerniente a la Libertad Religiosa, contenida en el documento Dignitatis Humanae, el cual casi palabra por palabra afirma la misma doctrina que fue condenada por el Papa Pió VII en Post Tam Diuturnas, por el Papa Gregorio XVI en Mirari Vos, por el papa Pió IX en Quanta Cura, y por el Papa León XIII en Libertas Praestantissimum. La enseñanza del Concilio Vaticano II referente a la Libertad Religiosa también contradice la realeza de Jesucristo en la sociedad tal cual como se expresa en Quas Primas del Papa Pió XI, así como la constante actitud y practica de la Iglesia en lo que concierne a la sociedad civil.
La cuarta herejía es la referente a la colegialidad la cual altera la constitución monárquica de la Iglesia Católica, con la cual fue dotada por el Divino Salvador. La doctrina del Vaticano II, confirmada por el código de derecho canónico de 1983, el cual proclama que el sujeto (el posesor) de la suprema autoridad de la Iglesia es el colegio de obispos juntamente con el papa, esto es contrario a la doctrina definida del concilio de Florencia y del concilio Vaticano I.
La herejía enseñada en el código de derecho canónico de 1983, y las prácticas pecaminosas sancionadas por el mismo. El código de derecho canónico de 1983 contiene la herejía del Vaticano II concerniente a la unidad de la Iglesia, contenida en Lumen Gentium. También permite el sacrilegio al Sagrado Sacramento, mediante la aprobación de su recepción por no-católicos, lo cual es pecado mortal, y permite communicatio in sacris con no-católicos, lo cual es pecado mortal. Además, el Directorio Ecuménico de 1993 permite prácticas ecuménicas que siempre han sido enseñadas por la Iglesia como pecados mortales.
Como la nueva misa de 1969 es falsa y un acto de adoración no-católico, en tanto cuanto es la expresión litúrgica de las herejías del Vaticano II.
  1. Como la nueva misa de 1969 es falsa y un acto de adoración no-católico, en tanto cuanto es la expresión litúrgica de las herejías del Vaticano II;
  2. fue compuesta con el expreso propósito de hacer una liturgia ecuménica, agradando a protestantes, despojándola de las verdades Católicas concernientes al sacerdocio, el Santo Sacrificio de la Misa, y la presencia real de Cristo en la Sagrada Eucaristía;
  3. fue compuesta con la ayuda y aportaciones de seis ministros protestantes, lo cual muestra el espíritu herético con el cual fue concebida y formulada;
  4. sus autores sistemáticamente eliminaron de sus oraciones y enseñanzas, doctrinas que serian ofensivas para los herejes;
  5. enseña, ya sea mediante sus simbolismo y gestos, herejías y errores concernientes al sacerdocio, el Santo Sacrificio de la Misa, y la presencia real de Cristo en la Sagrada Eucaristía;
  6. Muy probablemente es invalida debido a un defecto de intención lo cual causa en la persona que la celebra, y lo hace suyo, por lo menos en la versión vernácula, una alteración blasfema de las palabras de Cristo en la formula de la consagración;
  7. la versión original contenía la herejía Arriana en la cuarta oración eucarística, al decir a Dios Padre: “Tu solo eres Dios”, sin ninguna referencia a las otras personas.
La heteropraxis de la religión del Vaticano II, esto es, la confirmación de la naturaleza herética del Vaticano II mediante la común observancia y practicas de la religión del Vaticano II, ya sea oficialmente practicada y proclamada por su jerarquía, o simplemente aprobada a través de un silencio a nivel universal. Ese Vaticano II de hecho inserto dentro de las instituciones de la Iglesia Católica una religión nueva y falsa lo cual se puede ver a raíz de años de abominables practicas. Estas incluyen:
  1. pecados en contra del primer mandamiento de Dios en la forma de servicios ecuménicos de todo tipo;
  2. (b) practicas pastorales y litúrgicas las cuales implícitamente perdonan los pecados de homosexualidad;
  3. aberraciones litúrgicas profanas y raras, en ocasiones usando mujeres vestidas en forma indecente y/o ritos derivados del paganismo;
  4. la destrucción del Sacramento del Matrimonio mediante la indiscriminada concesión de anulaciones, y por falsas razones;
  5. la implícita, o en ocasiones explicita aprobación de métodos artificiales de control de natalidad;
  6. el reinado de la herejía en seminarios, universidades y escuelas parroquiales Católicas;
  7. la alteración substancial del sacramento de la extrema unción mediante el otorgamiento a aquellos que no están próximos de morir;
  8. la practica de la comunión en la mano, con el resultado de que muchas veces lo que se supone es el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo es tratado en una forma gravemente sacrílega.
Como los sacramentos han sido alterados substancialmente, llevándolos en muchos casos a la invalidez o a la duda de la validez. La consagración Episcopal fue hecha inválida en el rito latino mediante la introducción del rito de ordenación de obispos de 1986. A pesar de que clama el usar una formula derivada de los ritos orientales, en realidad lo que fue tomado de estos ritos no fue la forma esencial de la consagración Episcopal, sino la ceremonia para la instalación de los patriarcas, quienes ya estaban consagrados. El rito de consagración de 1986 falla en mencionar la gracia de la dignidad Episcopal como la plenitud del sacerdocio.
No hay necesidad de mencionar la enormidad de este problema, ya que desde 1986 la validez de los obispos en el rito latino se ha extinguido gradualmente, y con ella la validez de los sacerdotes los cuales ellos intentan ordenar. Aparte de cualquier otra consideración del Vaticano II y sus efectos, esta es por mucho la peor. En turno, ha invalidado o promete invalidar cualquier otro sacramento a excepción del Bautismo y el Matrimonio.
Además, la validez de la Misa ha sido comprometida por la intención del rito, el cual es expresado en la Instrucción General. En este documento, las palabras de la consagración, formalmente separadas del resto del texto y en letras negras, son actualmente referidas como una institución narrativa. Pero si un Sacerdote, aun validamente ordenado, dice estas palabras meramente como una institución narrativa, el no consagra, faltando a la adecuada intención, el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. De hecho, estas mismas palabras “Institución narrativa”, en referencia a la sagrada declaración del sacerdote “Este es mi cuerpo”, efectuando la transubstanciación, son prueba positiva del carácter protestante de la Nueva Misa.
La validez de la consagración del vino se hace dudosa por la falsa traducción de pro multis a por todos. Cualquiera con el conocimiento básico del griego original sabe que esta es una traducción incorrecta de estas muy sagradas palabras, de hecho una distorsión blasfema de las palabras de Nuestro Señor Jesucristo. Debido a que estas palabras son requeridas para la validez, la consagración del vino en la nueva Misa se hace dudosa, ya que la incorrecta traducción podría constituir una alteración substancial de la forma esencial.
Pero la religión del Vaticano II ha abandonado la idea de la necesidad de la materia y la forma, de cualquier modo, Juan Pablo II aprobó como validas las “Misas” de la Iglesia Asiría, una secta cismática que desciende de los Nestorianos, en donde las “Misas” no contienen palabras de consagración. Semejante aprobación abandona la práctica y enseñanza universal de la Iglesia concerniente a la validez de los sacramentos, y por lo tanto es herética.
Otras alteraciones han puesto en duda los Sacramentos de la Extrema Unción, Confirmación, y Ordenes Sacerdotales.
Las herejías que son públicamente profesadas por Benedicto XVI y otros miembros de la jerarquía Vaticana II. Benedicto XVI enseña entre otras, las siguientes herejías:
  1. Que el ecumenismo no busca que alguien de otra religión se convierta a la religión Católica.
  2. Que la espera mesiánica judía no es en vano.
  3. TQue existen buenas y perfectas razones para decir que el viejo testamento no se refiere a Nuestro Señor Jesucristo.
  4. Poner en duda el dogma de la supremacía de la jurisdicción del Romano Pontífice.
  5. El hecho de que el reconoce a obispos cismáticos como “pastores de la Iglesia”
  6. El hecho que espera que las sectas protestantes no se disuelvan, que por el contrario “que sean fortalecidas en sus confesiones y en sus realidades eclesiales.”
  7. Que la Iglesia Católica no tiene el derecho de absorber otras iglesias, que por el contrario una “unidad básica — de iglesias que permanecen iglesias, mas sin embargo llegan a ser una iglesia – debe remplazar la idea de conversión”.
  8. Que existe “La presencia salvadora de Nuestro Señor en la Evangelica (Protestante) Cena del Señor”.
  9. Que el protestantismo no es una herejía.
  10. Que la “validad de la liturgia depende principalmente, no en palabras especificas, pero en la comunidad de la Iglesia…”
  11. Que el bautizo de infantes es una practica cuestionable.
  12. Que la historia bíblica de la creación en parte esta basada en relatos paganos.
  13. Que el Corán, el cual explícitamente niega la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo y se refiere a las mujeres como ganado, es un libro sagrado de una gran religión la cual debe ser respetada.
  14. Que existen tales cosas como santos paganos.
  15. Que las religiones no-Católicas son medios de salvación.
  16. Que el término “pecado original” es engañoso e impreciso.
  17. Que la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo existe fuera de los límites de la Iglesia Católica.
  18. Que la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo esta dividida.
  19. Que la unidad de la Iglesia aun se encuentra en proceso de formación.
  20. Que es importante que cada uno pueda pertenecer a la religión de su gusto.
  21. Que no ocurrirá la resurrección de los cuerpos de la muerte.
  22. Que en la Sagrada Eucaristía, “Cristo esta en el pan”, consecuentemente exponiendo la doctrina de Lutero de la emanación o consubstanciación.
Esta lista podría ser mas larga, pero el espacio no nos permite seguir elaborando sobre el mismo. (Si alguien desea ver las referencias y citas las cuales sustentan estas acusaciones de herejía, las puede obtener solicitándomelas).
Como las cuatro marcas de la Iglesia Católica no se encuentran en la nueva religión del Vaticano II. Las cuatro marcas de la Iglesia, encontradas en el Credo de Nicea, son las características esenciales de la verdadera Iglesia de Cristo, mediante las cuales se distingue de las sectas falsas. Pero estas cuatro marcas — Una, Santa, Católica y Apostólica – faltan en la religión del Vaticano II.
La nueva religión no es santa por (1) su pública profesión y promulgación de la herejía con respecto a ambas cosas, Fe y morales; (2) sus falsas y perversas disciplinas; (3) los graves pecados en contra del primer mandamiento los cuales perdona y promueve en el nombre de ecumenismo.
La nueva religión no es una, porque la unidad de Fe ha sido completamente destruida en ella. Ha perdido su unidad de la Fe con los tiempos anteriores de la Iglesia, debido a que se ha separado de las doctrinas ancestrales. Además, ya no tiene unidad de Fe consigo misma. De hecho toda aberración doctrinal es permitida. El único pecado doctrinal después del Vaticano II es la adherencia a la Fe Católica como Una, verdadera Fe.
La nueva religión no es católica, o Universal, ya que sin la unidad doctrinal, sin consistencia con el pasado, es imposible la Catolicidad. Catolicidad no es otra cosa que ser una, por ejemplo una Fe, una disciplina, y una liturgia, aplicada a todos los lugares y tiempos en el mundo. Pero ya he mencionado de muy distintas maneras la ruptura con el pasado, así como el caos doctrinal, disciplinario y litúrgico que actualmente existe en la nueva religión. Por lo tanto, no existe ninguna marca de Catolicidad.
Finalmente no existe apostolado. La religión del Vaticano II ha disuelto los lazos de unidad con los apóstoles en la doctrina, liturgia y disciplina. Ha roto la línea de sucesión apostólica mediante la inválida consagración de obispos. Ha alterado la constitución apostólica de la Iglesia Católica mediante la alteración de la noción y rol del Romano Pontífice.
En resumen, la nueva religión no es nada más que una secta no-Católica, una más de las muchas que han nacido en los últimos dos mil años en un intento en alterar la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo.
Por esta razón, después de mucha oración y reflexión, he decidido dejar esta religión la cual es ajena a la Fe Católica como la ha sido siempre conocida y practicada, y apreciada por mis antepasados Católicos. Yo quiero morir en la misma Fe que ellos murieron, y no en el modernismo. Yo quiero ser un verdadero sacerdote Católico, y decir una Misa valida y Católica, la cual durante siglos santificó a las almas de manera muy eficaz, y construyó la Iglesia en una estructura magnifica como lo era en 1958, cuando falleció el Papa Pió XII.
Desde ese fatídico día de su fallecimiento, la Iglesia Católica ha caído en una espiral de declive, inmoralidad, y mala fortuna. Ha sido reducida, miserablemente, a un pequeño número de fieles que se han tomado la tarea de resistir la masacre del modernismo, condenada con tanta fuerza por San Pió X. Que Dios me de la gracia de vivir en la Verdad y en un Sacrosanto Sacerdocio, y morir en la Sagrada Fe de nuestros antepasados.
— Rvdo. P. Michael Oswalt

Por Rvdo. P. Michael Oswalt



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