lunes, 9 de diciembre de 2019
QUE DIOS NOS AYUDE
Hay algunas cosas de la mitología demoliberal que no consigo entender.
Me dirán ustedes que no hay mucho para entender en una mitología pero no puedo dejar de lado que dentro del ideario iluminista liberal figura – en un lugar muy destacado y central – la figura de la Diosa Razón proclamada el 10 de noviembre de 1793 por la Convención francesa y a la que hasta se le dedicó el altar mayor de la catedral de Notre Dame.
Una razón sin lógica
La cuestión es que si me ato a los principios esenciales de la razón –
sea la pura o la práctica según Kant – no consigo entender como una
persona que obtiene, digamos, el 40% de los votos en una elección
presidencial puede luego figurar como "presidente de la Nación elegido
por el Pueblo".
Yo seré troglodita (admitamos la posibilidad) pero Doña Razón me dice
que el Pueblo de una Nación es más que su 40% aunque sea porque la parte
es, siempre y en forma inevitable, menor que el todo. Pero justamente
aquí está el dilema de mi necesariamente excluyente opción: si le hago
caso a lo que me dice la Diosa Razón de Robespierre tengo que mandar al
demonio el mito liberal del sufragio universal y, si me inclino por
aceptar el mito del sufragio, tengo que mandar al demonio a la mismísima
Santa Razón. ¿¡Qué hago!?