Cuando Víctor Hugo Morales no era K – Por Agustín Laje
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El nivel de autoritarismo de un régimen se puede medir de múltiples
maneras. Una de ellas estriba en el grado de corrupción periodística que
el mismo propicia, la cual no se logra sólo con la censura tradicional
–método típico de las dictaduras a la vieja usanza– sino
fundamentalmente con la invención de rentadas voces incondicionales
–método típico de las nuevas dictaduras populistas–. Puede decirse, en
suma, que cuanto más autoritario es un régimen, más precisa de
periodistas alcahuetes dispuestos a defender a capa y espada a sus
patrones políticos.
Pero debe hacerse una salvedad conceptual en este punto: un
periodista rentado por el poder político no es un periodista en sentido
estricto; más bien, se convierte en un mero propagandista, pues opera en
él un proceso de corrupción que mutila las funciones inherentes al rol periodístico.
El kirchnerismo ha sido (y todavía lamentablemente es) una poderosa
máquina de transformar periodistas en propagandistas. Un batallón de
medios oficiales o paraoficiales y un ejército de comunicadores que
obran como siervos del Estado dan cuenta de ello. Pero el caso más
arquetípico de todos es, qué duda cabe, el de Víctor Hugo Morales, el
locutor que la gente mejor podría reconocer como “el comunicador del
relato K” por antonomasia.
En efecto, Víctor Hugo Morales ha sido un incondicional del poder. Ha
prestado su voz para defender incluso aquello que, otros vasallos del
poder, preferían ignorar. Víctor Hugo pasó todas las rayas; fue un
soldado kirchnerista dispuesto a disparar en todas las batallas. O mejor
dicho, un mercenario y no un soldado, ya que mientras aquél actúa por
dinero, éste lo hace por valores inmateriales, algo sobre lo que Morales
conoce muy poco.
Desde Oyarbide, hasta Boudou. Desde Jaime, hasta Báez. Desde Néstor,
hasta Cristina. Víctor Hugo Morales defendió a las lacras más
inaguantables del poder y, encima de todo, pretendió que su voz era “la
voz del pueblo”. Se adjudicó una representación que nadie le dio pero,
como buen apologista de un gobierno populista, se consideró él también
un iluminado de la cultura “nacional y popular”, miembro de esa nueva
élite oligárquica que dice cosas simpáticas a las muchedumbres mientras
hace otras no tan simpáticas por detrás. El populismo en definitiva no
es otra cosa que el soborno del pueblo con su propio dinero.
Pero ahora Víctor Hugo Morales –el mismo Víctor Hugo amigo de
Cristina y de Néstor, de Báez y de Jaime, de Aníbal Fernández y de
Guillermo Moreno, de Oyarbide y de Boudou– sorprende a todos diciendo
que él, en verdad, no es kirchnerista. Y no es kirchnerista, dice el más
conspicuo defensor mediático que el kirchnerismo haya tenido,
sencillamente porque no tiene ningún contrato con la TV Pública. Tal es
el argumento esgrimido por un profesionarl de la tomada de pelo. Tal es
el grado de caradurez del caradura más desfachatado que el periodismo
felpudista haya parido.
Que Víctor Hugo Morales tenga o no tenga un contrato formal con el
poder político es una simple anécdota de rango menor. El poder político
funciona, en la mayoría del tiempo, de manera informal: es un rasgo
propio del autoritarismo y, por extensión, del populismo. De hecho,
contratar formalmente a Morales sería una pésima estrategia del
kirchnerismo, pues los lazos serían todavía más evidentes de lo que
ahora son y su credibilidad, por lo tanto, aún menor de lo que
actualmente ya es.
Pero hubo un tiempo en que Víctor Hugo verdaderamente no era K.
Fueron tiempos acerca de los cuales el relator oficialista no quiere
reparar. Tampoco le conviene hacerlo, pues tales recuerdos ponen al
descubierto esa maquinaria de corrupción periodística a la que nos
referíamos inicialmente; y pone al descubierto, sobre todo, la
corruptibilidad del propio Morales.
Lo cierto es que en el año 2006, Víctor Hugo sí conducía un programa
en el canal estatal. Se llamaba “Desayuno”, y salió por última vez el 7
de julio de ese año, justo cuando el relator empezaba a mostrarse
crítico con el gobierno (¡vaya casualidad!). El cortocircuito venía al
menos desde el 25 de mayo de ese mismo año cuando, ante la convocatoria
de un mega acto oficial en Plaza de Mayo para festejar los tres años de
kirchnerismo, Morales dijo ante las cámaras: “Para todo aquel que no
desee ir al acto, tengo una lista de muy buenas películas que le pueden
alegrar el feriado”. Sus patrones políticos, es decir, quienes manejan
el canal público, lo interpretaron como una impostura; el conductor
debía invitar a la gente a arengar en el acto “nac&pop” (para eso
cobraba después de todo), no sugerirle divertimentos caseros
alternativos.
Pocos recuerdan sobre estos tiempos, pero el programa de Víctor Hugo
gozaba de buen rating dado que por entonces el locutor conservaba cierto
prestigio. Supo tener hasta cinco puntos, todo un record en la franja
horaria en la que salía al aire. Consultado por radios privadas acerca
de la inesperada bajada de su programa, el inefable Morales arremetía
con todo: “Lo que sucede es que la dirección del canal quiere tener
todos los contenidos editoriales en un puño. ‘Desayuno’ era una molestia
y por eso lo sacaron. Era un espacio libre y con criterio
independiente. Está claro que este gobierno tiene una especie de tara
con todo lo que sea libertad de prensa”. Eran tiempos en que el locutor
opinaba también que “la fortuna de los Kirchner es insultante” y que la
pauta oficial es una manera de maniatar al periodismo y hacerlo
dependiente del kirchnerismo.
Es tan violento el contraste entre aquel Víctor Hugo Morales
censurado en su programa y preocupado por el dinero presuntamente mal
habido del matrimonio presidencial, y este Víctor Hugo Morales
preocupado por defender a Boudou y Báez y deseoso de que triunfe la
impunidad, que invita a pensar a los mal pensados como nosotros que para
el relator uruguayo ésta fue una verdadera “década ganada” en el
sentido más puro de la expresión.
(*) Agustín Laje dirige el Centro de Estudios Libertad y
Responsabilidad (LIBRE), es autor del libro “Los mitos setentistas” y
coautor del libro “Cuando el relato es una farsa”.
Twitter: @agustinlaje
Facebook: https://www.facebook.com/agustinlajearrigoni
La Prensa Popular | Edición 302 | Lunes 28 de Julio de 2014