lunes, 28 de julio de 2014

Pateando el tablero- julio 28, 2014 Por Carlos Tórtora

Pateando el tablero

julio 28, 2014
Por
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 En horas más terminará el suspenso, pero este fin de semana quedó en claro que el gobierno nacional se inclina por un default acotado y temporal hasta el 31 de diciembre. Las posibilidades de que, si la Argentina les paga a los holdouts, se dispare la cláusula RUFO y los bonistas reestructurados reclamen las mismas condiciones que aquellos, no son muy altas. No obstante ello, las recomendaciones del estudio de abogados que asesora a la Argentina en los Estados Unidos, Cleary, Gottlieb, Steen & Hamilton, están orientadas a evitar cualquier acuerdo antes del 31 de diciembre, porque entraría en efecto esa condición que obliga al país a ofrecer a quienes aceptaron el canje cualquier mejora que obtengan otros bonistas. Este default supuestamente acotado coincide con el giro político global que el kirchnerismo dio en las últimas semanas. En materia comunicacional, la presidente retomó la retórica belicosa y la dialéctica populista entre los intereses nacionales y el sistema financiero internacional. Para que el viraje fuera más creíble, ella se abrazó la semana pasada al eje China-Rusia, justo cuando los EEUU y la Unión Europea responsabilizan a Vladimir Putin por el derribe el avión de Malaysia Airlines. Los acuerdos económicos firmados con Xi Jinping y Putin remarcan el alejamiento con el bloque de EEUU y Europa. Esto, a su vez, es perfectamente compatible, en el marco interno, con el despliegue de las distintas ramas del cristinismo para demostrar que Daniel Scioli es sólo un precandidato presidencial más y que CFK está mucho más cerca de Florencio Randazzo. Con las últimas encuestas en la mano, la mesa chica del cristinismo sabe que hoy el 90 por ciento de la intención de voto se distribuye entre Sergio Massa, Daniel Scioli, Mauricio Macri y Julio Cobos. O sea que la Casa Rosada carece de un candidato en carrera como para llegar al ballotage. La conclusión es obvia: semejante panorama sólo puede modificarse mediante la fragmentación de la oposición y tal vez hasta adelantando las elecciones presidenciales, si es que la tormenta económica que el propio gobierno agudizaría a través del default crea condiciones apropiadas para una convocatoria de urgencia a las urnas.
Siguiendo con los distintos factores de la nueva estrategia, Antonio Caló y la plana mayor de la CGT oficialista se fueron con las manos vacías en su reclamo por una actualización del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias. A su vez, Hugo Moyano anunció un paro nacional para la primera quincena de agosto. Por motivos obvios, el kirchnerismo prefiere confrontar con el líder de los camioneros y no con Massa o UNEN.
También, en esta vuelta a las fuentes kirchneristas, se podría mencionar que el INDEC volvió a su práctica de adulterar groseramente los índices oficiales.
Por ultimo, están agonizando las ilusiones de que en el 2015 el oficialismo podría realizar un soft landing en materia de corrupción, saliendo casi indemne de las denuncias judiciales presentes y futuras. El procesamiento del ex titular de la SEDRONAR José Granero por su vinculación con el narcotráfico muestra que la corrupción se expande y se convierte en la bandera favorita de UNEN. A la hora de entrar en default, la presidente no ignoraría que cada vez tiene menos garantías de impunidad judicial.

Un plan para repotenciarse

Patear el tablero mediante el default acotado le permitiría al gobierno polarizar con la oposición, tal vez recuperando parte del voto de izquierda que teme la llegada al poder de Mauricio Macri. También el default serviría para culpar a los fondos buitres, Griesa y el sistema en general, por el estruendoso fracaso del actual modelo económico. Los opositores que condenen la cruzada del gobierno serían acusados de servir a los intereses de los fondos buitres, como ya insinuó días atrás Jorge Capitanich. Por otra parte, el default sería un pretexto ideal para imponer manu militari nuevas medidas de emergencia sobre el comercio, el mercado laboral y el campo.
Carlos TórtoraEn cuanto a los gobernadores -oficialistas y opositores- la imposibilidad de obtener financiamiento externo los pondría un poco más de rodillas ante la jefa suprema. En resumen, tal como viene, el default serviría para convertir la etapa de transición en la construcción de un hiperautoritarismo. Como es obvio, nada de esto le garantiza a Cristina ganar las elecciones y ni siquiera entrar al ballotage. Pero en cambio le devolvería la iniciativa y sembraría la confusión en las filas opositoras. Lo que ya es bastante.