Pateando el tablero
PRESIONE "MAS INFORMACION" A SU IZQUIERDA PARA LEER EL ARTICULO
En horas más terminará el suspenso, pero este fin de semana quedó en
claro que el gobierno nacional se inclina por un default acotado y
temporal hasta el 31 de diciembre. Las posibilidades de que, si la
Argentina les paga a los holdouts, se dispare la cláusula RUFO y
los bonistas reestructurados reclamen las mismas condiciones que
aquellos, no son muy altas. No obstante ello, las recomendaciones del
estudio de abogados que asesora a la Argentina en los Estados Unidos,
Cleary, Gottlieb, Steen & Hamilton, están orientadas a evitar
cualquier acuerdo antes del 31 de diciembre, porque entraría en efecto
esa condición que obliga al país a ofrecer a quienes aceptaron el canje
cualquier mejora que obtengan otros bonistas. Este default supuestamente
acotado coincide con el giro político global que el kirchnerismo dio en
las últimas semanas. En materia comunicacional, la presidente retomó la
retórica belicosa y la dialéctica populista entre los intereses
nacionales y el sistema financiero internacional. Para que el viraje
fuera más creíble, ella se abrazó la semana pasada al eje China-Rusia,
justo cuando los EEUU y la Unión Europea responsabilizan a Vladimir
Putin por el derribe el avión de Malaysia Airlines. Los acuerdos
económicos firmados con Xi Jinping y Putin remarcan el alejamiento con
el bloque de EEUU y Europa. Esto, a su vez, es perfectamente compatible,
en el marco interno, con el despliegue de las distintas ramas del
cristinismo para demostrar que Daniel Scioli es sólo un precandidato
presidencial más y que CFK está mucho más cerca de Florencio Randazzo.
Con las últimas encuestas en la mano, la mesa chica del cristinismo sabe
que hoy el 90 por ciento de la intención de voto se distribuye entre
Sergio Massa, Daniel Scioli, Mauricio Macri y Julio Cobos. O sea que la
Casa Rosada carece de un candidato en carrera como para llegar al
ballotage. La conclusión es obvia: semejante panorama sólo puede
modificarse mediante la fragmentación de la oposición y tal vez hasta
adelantando las elecciones presidenciales, si es que la tormenta
económica que el propio gobierno agudizaría a través del default crea
condiciones apropiadas para una convocatoria de urgencia a las urnas.
Siguiendo con los distintos factores de la nueva estrategia, Antonio
Caló y la plana mayor de la CGT oficialista se fueron con las manos
vacías en su reclamo por una actualización del mínimo no imponible del
impuesto a las ganancias. A su vez, Hugo Moyano anunció un paro nacional
para la primera quincena de agosto. Por motivos obvios, el kirchnerismo
prefiere confrontar con el líder de los camioneros y no con Massa o
UNEN.
También, en esta vuelta a las fuentes kirchneristas, se podría
mencionar que el INDEC volvió a su práctica de adulterar groseramente
los índices oficiales.
Por ultimo, están agonizando las ilusiones de que en el 2015 el oficialismo podría realizar un soft landing
en materia de corrupción, saliendo casi indemne de las denuncias
judiciales presentes y futuras. El procesamiento del ex titular de la
SEDRONAR José Granero por su vinculación con el narcotráfico muestra que
la corrupción se expande y se convierte en la bandera favorita de UNEN.
A la hora de entrar en default, la presidente no ignoraría que cada vez
tiene menos garantías de impunidad judicial.
Un plan para repotenciarse
Patear el tablero mediante el default acotado le permitiría al
gobierno polarizar con la oposición, tal vez recuperando parte del voto
de izquierda que teme la llegada al poder de Mauricio Macri. También el
default serviría para culpar a los fondos buitres, Griesa y el sistema
en general, por el estruendoso fracaso del actual modelo económico. Los
opositores que condenen la cruzada del gobierno serían acusados de
servir a los intereses de los fondos buitres, como ya insinuó días atrás
Jorge Capitanich. Por otra parte, el default sería un pretexto ideal
para imponer manu militari nuevas medidas de emergencia sobre el comercio, el mercado laboral y el campo.
En cuanto a los gobernadores -oficialistas y opositores- la
imposibilidad de obtener financiamiento externo los pondría un poco más
de rodillas ante la jefa suprema. En resumen, tal como viene, el default
serviría para convertir la etapa de transición en la construcción de un
hiperautoritarismo. Como es obvio, nada de esto le garantiza a Cristina
ganar las elecciones y ni siquiera entrar al ballotage. Pero en cambio
le devolvería la iniciativa y sembraría la confusión en las filas
opositoras. Lo que ya es bastante.