martes, 29 de julio de 2014

EL SHOW DE JUDAS FRANCISCO

EL SHOW DE JUDAS FRANCISCO

francisx
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Un hombre de fe huele, inmediatamente, a un hombre que no tiene fe, porque la fe es una obra divina. Y todo aquel que viva de fe hace obras divinas, santas, sagradas, celestiales, sobrehumanas.
Pero aquel hombre sin fe, sólo se dedica a hacer las obras de todo el mundo, lo que agrada a todos y habla sólo para ellos.
La palabra de fe es única y para cada alma. La palabra sin fe es para todos y no vale para ningún alma.
«Vive y deja vivir»: esto es hablar sin Autoridad ni humana ni divina. Esto es hablar como lo hacen las personas que están en el mundo. Vive tu vida, vive sin Dios, vive con Dios, vive en paz, vive en guerra, vive matando, vive en castidad… Sirve para todo el mundo, pero no vale para nadie. Todos tienen que poner su vida, sus obras, sus pensamientos a esa palabra.
Este tipo de frases son las propias de hombres que no saben discernir entre el bien y el mal. No saben lo que es ni el vicio ni la virtud. No saben distinguir entre la Voluntad de Dios y la de los hombres. No saben poner límites al mal, porque todo vale. Es la frase que gusta a todo el mundo porque todos pueden añadir algo a esa frase.
No es una frase dogmática, que anule la participación de unos hombres. Es la típica frase masónica: que convencen a todos, pero en la mentira. Es la frase que une a todos los hombres en el lenguaje, pero no en el concepto.
errrTodos, en sus lenguajes humanos, dicen que viven sus vidas; pero todos, en esas vidas, tienen concepciones diferentes. Se busca la frase que sirva para todo el mundo, pero no se busca el concepto que la palabra tiene. No se llega a la Verdad de la palabra, sino que se queda en el término del lenguaje.
Esto se llama la herejía del lenguaje humano, que anula el concepto de la palabra. Lo anula porque no se dice, sino que se deja para que todos pongan su concepto propio. De esta manera, se anula la verdad dogmática para sólo estar pendiente del lenguaje, del término, de la idea que gusta, de la moda.
Hoy todos viven de lenguajes sin concepto; es decir, de términos que sirven para todas las cosas, para todo el mundo: amor, libertad, vida, misericordia, etc. Todos se llenan la boca con estos términos, con el solo fin de atraer a la masa hacia ellos. Y todos ponen sus nociones, definiciones, entendederas a estos términos.
“Hay una canción de los Beatles que dice All you need is love (Todo lo que necesitas es amor), entonces le quería preguntar a usted que, además de Papa, es técnico químico, ¿cuál es la fórmula de la felicidad?”.
Ante esta pregunta, el hombre de fe se levanta de la mesa y dejado plantado al periodista. Es una pregunta con malicia, con alevosía, queriendo encaminar la respuesta según una mentira: dicen los hombres que todo lo que el hombre necesita es amor…
No se pregunta a un Obispo sobre lo que piensan los hombres sobre el amor. Se pregunta a un Obispo lo que Dios piensa sobre el Amor. Porque, para esto está la Jerarquía de la Iglesia: para enseñar la Mente de Dios a los hombres, para dar las inteligencias divinas a las mentes humanas, y así aprendan a pensar adecuadamente en Dios, no en sus vidas humanas.
Esta pregunta la hace un hombre, lleno de mundo, a un Obispo que rebosa sed de la gloria del mundo, que está dispuesto a hablar, en cualquier medio, sólo para ser del mundo, para pensar como el mundo piensa, para estar en la mente y en la boca de los hombres del mundo. Un Obispo que quiere un puesto en la sociedad, en la política, en la ciencia humana, en las culturas del mundo.
Su respuesta es la propia de un hombre sin fe: «Acá los romanos tienen un dicho y podríamos tomarlo como un punto del hilo para tirar de la fórmula esa, que dice: ”Anda adelante y deja que la gente vaya adelante”. Vive y deja vivir, es el primer paso de la paz y la felicidad».
Un hombre que vive de dichos, de cuentos, de fábulas, de novelas para no dormir, de historias de la sociedad… Pero que es incapaz de tener en su mente la sabiduría de Dios. Coge un refrán italiano para escupir su vómito: si quieres ser feliz, se vas en busca de la paz en tu vida, entonces sólo vive y deja al otro vivir.
prensaCon esta asombrosa respuesta, este hombre se llena de orgullo en su interior para explicar esta frase: “Los dos movimientos tienen que darse: movimiento hacia la interioridad y el movimiento hacia el darse a los demás. Si uno se estanca en este movimiento (el interior), corre el riesgo de ser egoísta. Y el agua estancada es la primera que se corrompe”.
Vive, en tu interior, pero deja vivir en lo exterior. Vive en la libertad de tu pensamiento y, por lo tanto, vive como quieras, según la idea que tengas de tu vida, según lo que encuentres en tu interior, en tu conciencia. No vivas de lo que Dios revela, de lo que Dios te impone en unos mandamientos. La moral ya no viene impuesta desde fuera del interior del hombre, sino que el mismo hombre la encuentra dentro de él. En sí mismo, el hombre es ley, es moral, es su propio dios. Busca a dios en ti, en tus pensamientos, en tus sentimientos, pero no lo busques fuera de ti. Lo que tienes que buscar fuera de ti es al otro: la vida del otro, su mente, sus obras, sus problemas, sus ideales, sus errores, sus pecados, sus triunfos…. Porque si no buscas al otro, lo que tienes dentro de ti se pudre: es agua estancada.
Así piensa Francisco: un hombre sin fe: masónico, panteísta y comunista en las dos primeras frases.
Estas tres herejías son propias de este hombre en su magisterio ordinario en la Iglesia. Siempre cae en algún error que revela estas tres formas de mentir a los hombres. Porque la herejía es una manera elegante de decir una mentira, algo que va en contra de una verdad Revelada, que es necesario creer, aceptar, para estar en la Voluntad de Dios.
Dios es Vida, pero no manda al hombre vivir, sino amar. Francisco opina lo contrario. Si hubiera dicho: ama y deja amar, entonces hubiera hablado correctamente. Pero ha confundido la vida con el amor.
Se vive amando, pero no se vive pensando, buscando una idea para obrarla y hacer una vida de ella. Francisco impera vivir, pero no muestra el camino para vivir. El camino para la vida es la verdad. Y quien obra la verdad, ama. Y quien ama, vive lo que ama.
Francisco no dice: vive escuchando a Dios. No dice la verdad, no pone un camino. Y, por tanto, sólo expresa su idea masónica: vive en la libertad de tu pensamiento: vive como quieras, como lo pienses, como lo sientas. Cuando no se da al hombre un camino para encontrar la verdad, sino que se deja al hombre que busque su propio camino, su propia verdad, entonces se pone el camino, siempre, de la mentira, del error, del engaño, de la falsedad.
Esta manera de hablar de Francisco es la propia del político, del hombre mundano, de la persona que vive para el caos del momento: vive de modas, de sentimientos, de oportunidades. Almas que viven una vida sin un norte verdadero: son como juguetes del destino. Son veletas de los pensamientos de los hombres: hoy siguen a éste porque dijo esta frase; y mañana siguen a otro porque dijo otra frase que les gustó.
El amor es la obra de la Voluntad de Dios. Amar es dar al otro el Querer Divino y, por tanto, es siempre una cruz, un sufrimiento, un desprendimiento de algo que el hombre se suele aferrar. Amar es difícil y, por eso, vivir amando es lo más complicado que el hombre pueda obrar en la vida. Vivir haciendo la Voluntad de Dios en cada segundo de la vida es sólo de personas santas. No es de cualquier hombre.
Francisco no hace caso de la Voluntad de Dios, que es el Amor, sino de la vida: la humana, la natural, la material, la carnal. En su pensamiento humano no está la Vida Divina, la Gracia. Si hubiera estado, no hablaría de esa forma. Pero, este hombre, que ha puesto la vida en sus sentimientos humanos, es incapaz de poseer los sentimientos de Dios. Es incapaz de amar, porque ha puesto toda su capacidad en vivir. Es un vividor del hombre, del mundo, de la gloria humana. Pero no es un amante de la Verdad, de la Voluntad de Dios. Sólo se ama a sí mismo porque lo ve con su mente humana, no porque nace de su amor a Dios. No sabe amar a Dios, porque vive la libertad de su pensamiento humano. Vive lo que piensa, pero no ama lo que Dios quiere.
Y, entonces, tiene que caer en el panteísmo: busca a Dios en su interior, una vez que lo ha negado en el exterior. Y, claro, no lo puede encontrar nunca. Si no busca a Dios por amor en lo exterior de la vida, después no se puede hacer, como hizo San Agustín: encontrarlo en su interior. Dios se revela al alma que lo busca por amor. Pero Dios no puede revelarse a ningún alma que busca un pensamiento sobre Dios, una vida sobre lo divino, una inteligencia sobrehumana.
El alma que no aprende a amar a Dios porque es Dios, entonces sólo busca el don de Dios, pero no a Dios, no Su voluntad, no Su Amor.
Dios sólo manda que el hombre ame: no le manda que piense, que vaya en busca de una razón para amar. Dios le da al hombre las razones para amar: sus leyes divinas, sus mandamientos. Y con sólo eso, el hombre ya puede amar. Y quien ama cumple con los mandamientos divinos. Dios siempre pone el camino para amar: la verdad. Quien no se somete a esa Verdad, entonces hace lo que hace Francisco: vive, pero no ama. Vive sus caminos y encuentra sus verdades, pero no es capaz de amar a nadie: ni a Dios ni al prójimo ni a sí mismo.
Por eso, este hombre cae en su panteísmo, que le lleva a su comunismo: date al otro. Es un darse sin una verdad. Es un darse de muchas maneras. Es un darse sin darse, porque no hay amor. Sólo hay una concepción errada del amor.
Pero el orgullo de este hombre no le deja ver su arrogancia: “En Don Segundo Sombra hay una cosa muy linda, de alguien que relee su vida. El protagonista, en ese momento, le relee su vida. Dice que de joven era un arroyo impetuoso que se llevaba por delante todo; de adulto era un río que andaba adelante; y que en la vejez se sentía en movimiento, pero lentamente remansado. Yo utilizaría esta imagen linda de Güiraldes, lo utilizaría con ese último adjetivo: remansado. La capacidad de moverse remansadamente, con mansedumbre y humildad, es el remanso de la vida, que no es el agua queda. Es un agua que camina, pero…. Los ancianos tienen esa sabiduría, son la memoria de su pueblo. Y un pueblo que no cuida a su ancianos no tiene futuro”.
El hombre, de joven, es impetuoso; de adulto, vibrante; en la vejez, manso. Vive tu vida, pero dedícate al prójimo, como yo lo he hecho. Yo soy un viejo, un anciano, que tiene sabiduría, que es la memoria del pueblo, de la iglesia. Y ustedes, que me escucháis, me tienen que cuidar por mis obras pasadas, que son muchas y de gran valor.
Esta, su arrogancia le ciega en sí mismo y no le hace ver su maldad, su gran pecado en la Iglesia, que no es de ahora, sino que viene de antiguo.
Francisco se siente como un viejo que se mueve remansadamente. Ha alcanzado la perfección en su vivir y, ahora, no escucha a nadie. Se cree santo y justo en todo lo que ha hecho en su vida. Y, entonces, se mueve en su vida actual, remansadamente: le dicen hereje y él no se inmuta. Él lo toma con mansedumbre, con humildad. Mira al que lo llamó hereje y lo deja a un lado con mansedumbre, remansadamente. Le llama apóstata y él vive remansadamente, sin hacer caso de esos hombres que lo juzgan mal porque a él lo llaman Santidad.
Francisco no ve sus pecados pasados –y son muchos- y, por tanto, no es capaz de ver sus pecado actuales, que claman al cielo todos los días.
Es triste tener a un hombre ciego para la verdad, que sólo puede ver la mentira. Pero es más triste tener a una Jerarquía de la Iglesia que dice que estas entrevistas de este ciego son doctrina católica. Y da asco comprobar cómo existen limpiabas, como Lombardi y otros, que se apresuran clarificar la tiniebla de un ciego para poner más oscuridad a sus palabras.
Quien no llame a Francisco, a partir de ahora, como Judas Francisco, es que no se ha enterado de la película que hay en el Vaticano. Francisco es el entretenimiento del Vaticano. Con él ganan dinero y fama en el mundo del espectáculo. Francisco es la farándula de los hombres borrachos de mundo. Es la boca de los católicos que sólo están en la Iglesia porque tiene que haber de todo. Es el payaso que mueve a la masa con sus dichos, dimes y diretes.
No pierdan el tiempo con este idiota y majadero. Cultiven su fe católica, porque vienen tiempos muy graves para todos. viveydejavivirs