Publicado el 17 oct. 2017
Ser
católico no es algo accesorio ni meramente ritual, sino algo que
condiciona todos nuestros actos, toda nuestra vida y todo nuestro ser.
El que no se niega a sí mismo no puede ser discípulo de Cristo. No se
puede ser cristiano sin vida de oración y sacrificio halagando en todo
nuestra pasiones desordenadas. Sólo los que se hacen violencia arrebatan
el Reino de los Cielos.
Si queremos agradar a Dios y después de esta vida gozar con Él en el Cielo debemos renunciar a todo lo que a Él le desagrada. Debemos renunciar a todo pecado mortal y venial y luchar contra las imperfecciones. Debemos ir acabando con nuestro amor propio desordenado para decir con San Pablo no soy yo, sino Cristo que vive en mí.
Si queremos agradar a Dios y después de esta vida gozar con Él en el Cielo debemos renunciar a todo lo que a Él le desagrada. Debemos renunciar a todo pecado mortal y venial y luchar contra las imperfecciones. Debemos ir acabando con nuestro amor propio desordenado para decir con San Pablo no soy yo, sino Cristo que vive en mí.