Mucha
gente se pregunta por qué motivo Lázaro Báez, Ricardo Jaime, José López
y próximamente Julio De Vido no declaran en lugar de presentar escritos
por distinguidos abogados que no impiden sus procesamientos y prisiones
preventivas y casi seguras condenas.
¿Por qué estos funcionarios
no complican a los empresarios a los que les pidieron u ofrecieron
sobornos? Estos empresarios, los más importantes del país, especialmente
los vinculados a la construcción y a la energía, fueron los grandes
favorecidos por el kirchner-cristinismo y en el coloquio de IDEA
expresaron su admiración por la política del gobierno de Mauricio Macri.
Los
empresarios, que ganaron mucho dinero con los K, “se la llevaron en
pala”, como les decía por cadena nacional la ex presidente.
Está
claro que el gobierno -y menos la justicia- quieren implicar a grandes
empresarios en los negocios sucios de los K, pero los hoy procesados y
detenidos no implican a los citados empresarios que participaron con
ellos en el festín de los corruptos.
Fuentes vinculadas a los
detenidos sostienen que la mayoría espera cumplir los 70 años para
obtener la prisión domiciliaria, como Julio de Vido, que no está lejos
de esa edad.
Siempre que un alto funcionario o empresario K queda
detenido, el periodismo habla de que se pueden convertir en arrepentidos
e implicar a la ex presidente en sus delitos, pero nunca pasa nada. La
respuesta es muy sencilla: ¿para qué van a implicar a Cristina si al
mismo tiempo se autoinculpan ellos mismos? Además, están convencidos de
que el gobierno la quiere a Cristina libre para ganar elecciones y que
los jueces federales olfatean ese deseo del gobierno. Sin embargo, los
detenidos podrían implicar a empresarios muy cercanos al poder y detonar
algunas bombas de corrupción cerca de la Casa Rosada. Pero de nuevo
mejor es negar la inocencia, esperar una condena leve y denunciar que
son juicios políticos y apelar una y otra vez hasta la domiciliaria o
una reducción por una apelación en un tribunal de alzada.
Distinto
es el caso de Roberto Baratta, la mano derecha de De Vido en el
Ministerio de Planificación, que no viene de la política, está en los 50
años y ya dio una pista sobre las compras sobrefacturadas de GNL por
parte de la Shell, diciendo por qué la empresa de la corona holandesa,
que pagó los sobreprecios, nunca los denunció y quizás denuncie a otros
empresarios de la energía o de la construcción, porque él sabe todo
sobre la corrupción en Planificación. ¿Se arrepentirá?