14/10/2017
Siervos y lacayos del NOM: los españoles no estamos defendiendo la Constitución ni la democracia, sino nuestra Patria
Laureano
Benítez Grande-Caballero.- «España, país de pícaros», era una de las
frases preferidas de mi padre para describir la realidad corrupta de
nuestra Patria, que, a su entender, estaba profundamente ligada a los
manejos y chanchullos de toda clase de hampones, truhanes, pillos y
sinvergüenzas, conformadores en su conjunto de una ralea medio «lumpen»
constituyente del «biotipo» español.
Esta España picaresca es el reverso de otra España mucho más
gloriosa, la integrada por los numerosos héroes que ha dado nuestra
tierra, protagonistas de portentosas hazañas, forjadores de una leyenda
dorada que ha compensado sobradamente la leyenda negra por donde pululan
lazarillos y buscones, trasmutados hoy en cantamañanas, meapilas,
pijoprogres, niñatos cheguevarianos, separatas, indepes, perroflautas y
okupas, fauna izquierdosa que además aparece frecuentemente marcada por
el macarrismo de «tattoos», «piercings», y todo un fabuloso elenco de
zarrapastroserías.
Sin embargo, no es de estos pícaros de los que quiero hablar hoy,
sino de otro tipo de picaresca, basada también en el engaño y la
corruptela, pero que, al ser practicada alevosamente por las oligarquías
dirigentes, entra de lleno en el terreno de la mafiosería y la felonía.
Porque, aparte de la infinita podredumbre de los ladrones de guante
blanco que arramblan con todo lo que pillan desde sus cargos y
poltronas, la mafiosería a la que me estoy refiriendo va mucho más allá,
ya que su delincuencia alcanza plenamente los execrables terrenos de la
traición a la Patria, del alevoso engaño al pueblo español, al que
manipulan robándole sus ilusiones y sus esencias bajo la plena luz de
los focos mediáticos, en titulares donde exhiben sin vergüenza el
abyecto programa del mundialismo que quiere desguazar nuestro país.
Igual
que sucedió cuando desecaron alevosamente el «espíritu de Ermua», estos
traidores quieren manipular el gigantesco movimiento patriótico que
estamos viviendo estos días en España, desvirtuando su verdadera
naturaleza, intentando llevarlo al siniestro huerto del globalismo,
neutralizando su carga revolucionaria. Y así, lo que es un verdadero
alzamiento del pueblo español en defensa de la Patria, para proclamar el
orgullo de ser españoles, y para preservar la unidad nacional, esta
caterva de paniaguados del Bilderberg lo han convertido ―como se puede
ver en los titulares de los principales periódicos a la hora de
describir la fiesta del 12-O ―en un «clamor por la Constitución» (sic),
en un movimiento en el que «la España constitucional se une contra el
golpe» (sic), en una «fiesta de España y de la Constitución» (sic).
Como vemos, la palabra «Constitución» se lleva todo el protagonismo
de la Fiesta de la Hispanidad. Esta unanimidad mediática resulta
sumamente sospechosa, y prueba una vez más que los medios de
comunicación están todos apesebrados por personajes y colectivos que les
dictan impunemente lo que deben decir, cómo deben manipular y engañar a
las masas, apropiándose descaradamente de sus molestas reivindicaciones
a través de una siniestra ingeniería social para descafeinar sus
protestas en principios mucho más lights que no molesten a las
plutocracias que nos dirigen. Todos son lacayos, correveidiles, siervos
del NOM, y su hedor mundialista llega a Marte, y más allá.
Las
muchedumbres que durante estos días se han echado a las calles de
España portaban las banderas nacionales, no ejemplares de la
Constitución, y uno de sus gritos más repetidos fue «¡Puigddemont, a
prisión!», que motivó el broncazo de Borrell, mundialista de tomo y
lomo, que vino a decir que la bandera europea era la verdadera estelada,
y que las fronteras son las cicatrices de Europa. No es de extrañar
esta patética manipulación de la voluntad de las masas, ya que ha sido
presidente del Parlamento Europeo, pero resulta bochornoso y alevoso que
aproveche una millonaria manifestación de españoles para hacer
propaganda de un europeísmo sin fronteras que es una de las joyas de la
corona del mundialismo sionista.
No: España no se echó a la calle para defender la Constitución, sino
para defender nuestra Patria, exhibiendo multitudinariamente el orgullo
de ser español. Nadie daba vivas a la Constitución, nadie gritó a favor
de la democracia. La Hispanidad no consiste en ser constitucional, ni
siquiera en ser demócrata, porque nuestra Patria existe desde hace
muchos siglos, y en el cómputo total son mayoría aquellos en los que no
había ni Constitución, ni Estado de Derecho, ni democracia que valga, ya
que gran parte de nuestra esencia nacional se ha resumido en la famosa
trilogía: Dios, Patria y Rey.
Hemos tenido ocho constituciones, muchas de las cuales han pasado sin
pena ni gloria, marchitándose con presteza, pues eran obra de un puñado
de iluminados liberales marcados por la masonería, muy alejados de los
sentimientos nacionales.
Pitada al himno español por separatistas catalanes.
Hablan de la «España constitucional», con lo cual quieren decir que
los que no queremos la Constitución no somos españoles, cuando es
justamente lo contrario. Al águila implementada en nuestra bandera por
los Reyes Católicos ―nuestra bandera más propiamente histórica― le
llaman «pajarraco», hasta el punto de que esta enseña está prácticamente
perseguida, cuando bajo su amparo hemos vivido los años de más paz y
prosperidad de nuestra historia, aunque la propaganda manipuladora
atribuye este mérito a la España democrática engendrada en los antros de
la Transición. Sin embargo, la enseña republicana ―símbolo de las
repúblicas luciferinas que sumieron a España en el caos más absoluto―
puede ondear impunemente, empuñada por los grotescos puños en alto.
¿Defender la Constitución? Dicen que es la causa de nuestra felicidad
y nuestra identidad como país, pero ahora están forjando unos macabros
contubernios para reformarla. El día 11, el felón Rajoy dedicó más
tiempo en el Congreso a hablar de la reforma de la Constitución que a
defender la unidad de España. Para remachar el clavo, la Soraya va y
dice que en el Congreso «se puede hablar absolutamente todo, nada es
inmutable». ¿Nada? ¿Quiere esto decir que incluso el principio de la
unidad y soberanía nacional tampoco es inmutable?
Tardá y Rufián.
O sea, que el pueblo español está saliendo a la calle después de una
profunda letargia, para luchar por un conjunto de artículos que van a
cambiar de manera inminente; para proclamar su devoción a una Ley
Fundamental que nos ha llevado este marasmo en el que nos encontramos,
derivado directamente de un nefasto articulado donde se habla de que en
nuestra Patria hay «nacionalidades»; una Constitución que ha engendrado
la monstruosa España de Taifas, engendradora a su vez de un maléfico
biotopo donde pululan a su antojo Turriones y Monteros, Garzones y
Rufianes, Tardás y Puigdemones… una España constitucional donde se
ultraja la bandera, se silba el himno, se defeca en la hispanidad; donde
se odia al Ejército, la Policía y la Guardia Civil, y donde ondear la
bandera es fascismo. Y todo en medio de una total impunidad, porque todo
es libertad de expresión.
¿Qué pueblo en sus cabales va a defender una Constitución que ha
llevado a sus mafias dirigentes a amparar y subvencionar los
separatismos disgregadores, mafias que además están apestando a una
corrupción cósmica?
Estos políticos y medios de comunicación apesebrados por Soros y cía
nos quieren tomar el pelo, nos quieren anestesiar, quieren apropiarse de
nuestro renacido patriotismo para desviarlo hacia sus espúreos
intereses, haciendo malabarismos y circunloquios para evitar nombrar la
palabra «España», porque es facha, y en su lugar se habla de «este
país», «Estado español»… Nos quieren robar hasta el nombre, usando
bastardos seudónimos.
España, no dejes que los pícaros, ladrones, traidores, y felones te
manipulen y te engañen una vez más, porque esta mafia, después de
entregar gran parte de nuestra soberanía al globalismo devorador de la
CE, ahora quiere regalar la poca que nos queda a los 17 reinos de Taifas
que se avecinan en el horizonte, creados en los laboratorios del
mundialismo, en los alambiques de un Congreso que conspira para volar el
régimen de 78. Pero esta voladura no será para volver a la España una,
grande y libre, sino para imponernos un España confederal donde los
despojos de lo que un día fue España vagarán por un cósmico agujero
negro como pecios sin destino, como chatarra interestelar, como ruinas
pasto de la hiedra y el musgo, mientras las hienas manchadas y los
chacales separatas y bolivianos son acariciados en su lomo por las
ensortijadas manos de los plutócratas luciferinos.
El Palacio de la Generalidad rodeado de banderas de España.
España, país invertebrado, pueblo heroico permanentemente traicionado
por los pícaros del poder, por corruptas oligarquías, por innumerables
Bellidos Dolfos.
Como se dice en el Poema del mío Cid: ¡qué buen vasallo, si oviesse buen señor!