San Martín y Bolívar: su política religiosa (1)
A raíz de la polémica que se desató en el blog de Infocatolica a partir de este post sobre
la supuesta masonería de los Libertadores de América, nos pareció
oportuno publicar aquí, en sucesivas entradas, un excelente trabajo del
Dr. Enrique Díaz Araujo, documentado hasta el cansancio, donde se
demuestran las ideas de algunos de los hombres que forjaron, en el siglo
XIX los jalones de la independencia americana.Aconsejo a los nacidos en nuestra Madre Patria (España) que intenten
leerlo desechando los posibles prejuicios que la historiografía liberal
ha plantado en nuestras mentes durante 200 años de “historia oficial”;
en especial habrá que cuidarse de aquellos que, simplificando los
hechos, sostienen que todos los libertadores lucharon contra su madre y
contra lo que ella significaba.
No fue éste el caso de los grandes hombres de nuestras tierras; ellos lo hicieron por mantener la verdadera España
y lo mejor de ella; sólo cuando las brevas estuvieron maduras y no
había ya otra alternativa, se buscó la emancipación (política y no
cultural) de una casa ocupada y vencida moralmente en sus cabezas, por
principios liberales.
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi, IVE
San Martín y Bolívar: su política religiosa
Enrique Díaz Araujo
Desde que en 1810 se proclamó la
Autonomía, en toda la América Española se fue abriendo paso la
posibilidad de la Independencia de los antiguos virreinatos y capitanías
generales que componían el Reino de las Indias Occidentales- [1]-.
Además de otros condicionamientos, la principal causa que promovió la
Independencia fue la conducta irrazonable del Rey Fernando VII. En
principio, las Autonomías proclamadas en 1810 se habían hecho para
preservar los soberanos derechos reales mientras Fernando estaba cautivo
en Valencay. Se había reiterado el juramento de vasallaje, como prueba
del fidelismo que animaba las empresas autonomistas- [2]-. Empero, al convalidar Fernando el ataque bélico promovido por las Regencias gaditanas- [3]-, no dejó a los americanos otra salida que la dispensa del juramento de vasallaje leal- [4]-,
y, por consiguiente, la procuración de la Independencia. Hasta ahí,
todos eran realistas, unos regencistas, otros autonomistas; en adelante
hubo realistas y patriotas, mediando guerra entre ambos.
En dicho análisis, de entrada hay que
mostrar el problema político creado por la ruptura con el Rey. En ese
sentido, lo primero a recordar es que América (Reino de Indias,
incorporado a la Corona de Castilla) era un Peculiar Estado Patriarcal,
Patrimonial y Confesional, parte del Imperio Español. El Imperio
Español, según Agustín de Iturbide, “asemejó al padre de familia”- [5]-.
Luego, bien dice el estudioso norteamericano Thimoty Anna que el
“imperio español estaba formado por numerosas familias de pueblos
sujetos a la autoridad del padre y señor, el rey…una sola familia bajo
el Rey Padre”. Concepto que completa el historiador francés
Francois-Xavier Guerra, al enunciar que la Monarquía: “se piensa como
una familia, formada por varios hijos- los pueblos o los individuos-, a
la cabeza de la cual se encuentra el rey como padre: “el Rey es antes
Padre que juez”, es el “padre universal de nuestra nación”. Su
desaparición deja huérfana a la nación con todos los peligros que esto lleva consigo”- [6]-.
De esa suerte, Paternidad y Orfandad,
serán los temas centrales de la época. Abundando al respecto, otro
estudioso estadounidense, Marvin Goldwert, subraya que entre 1808 a
1824, los criollos “iniciaron el camino hacia el derrocamiento de la
figura del Rey Padre. Ese fue el acontecimiento central más “traumático”
en toda la historia de la América española…Una gran parte de la
rebeldía en la historia moderna de la América española representa la
búsqueda de un sustituto paterno de los reyes de España”-[7] –
Eso era lo que temía Simón Bolívar, cuando en su “Carta de Jamaica” (6
de setiembre de 1815) anotaba que las “águilas francesas ( las fuerzas
napoleónicas) sólo respetaron los muros de la ciudad de Cádiz, y con su
vuelo arrollaron los frágiles gobiernos de la Península, entonces
quedamos en la orfandad”. De lo cual resultó la anarquía, “por falta de un gobierno legítimo”, y “nos precipitamos en el caos de la revolución”- [8]-. Anarquía y caos, porque de la noción de la Corona Real ( o la sublimación de la Realeza) había emanado “la costumbre de obedecer”- [9]-. La orfandad nos precipitaría en la anarquía. Tal la grave preocupación de los Libertadores. ¿ Cómo evitar ese desamparo…?
Resulta que el Padre Rey ejercía, por
concesión papal, el Patronato sobre la Madre Iglesia ( Bula “Universalis
Ecclessia”, del Papa Julio II, del 28 de julio de 1508). Debe tenerse
presente que las Indias eran “un Estado confesional”,
donde hubo una “verdadera identificación de intereses y tendencias entre
la Iglesia y el Estado…un régimen que colocó el fin último del hombre
en la cúspide sus objetivos políticos”- [10]-.
Ahora- después de su liberación en 1814-
el Rey obligaba con su conducta absurda a romper con él. Tal ruptura
nos dejaba- como queda dicho- en la orfandad, y ésta, eventualmente, nos
podía precipitar en el caos. Un modo de eludirlo consistía en reforzar
los lazos que nos unían con la Madre Iglesia-[11]-. Con la Madre Iglesia, en general, y más específica, devocional e íntimamente, con la Madre Virgen María- [12]-
Ese era un recurso que un estadista con sentido común ( y que, además,
estuviera dotado de una visión sobrenatural de las cosas) advertiría
enseguida. Los Libertadores, a fin de eludir la anarquía que se
generaría ante la supresión del Padre Rey, deberían redoblar su condición de católicos y marianos. Esa es nuestra tesis.
Reemplazarían al Padre, fortaleciendo a
la Madre. Tal lo que hicieron San Martín y Bolívar; más pronto el
primero que el segundo, e independientemente de sus íntimas convicciones
religiosas- [13]-.
No es de la individual religiosidad de
los Libertadores, de lo que trataremos. Ese es un tema que, en última
instancia, está vedado al historiador profano; queda recluido en el
arcano de la intimidad de la conciencia, y, por tanto, es de la sola
competencia de Dios y los confesores. No es la religiosidad o práctica
religiosa de San Martín y Bolívar la materia de esta ponencia, sino su
política religiosa; sus actos como gobernantes en orden a la Religión,
que esos sí son de nuestra incumbencia. Nuestra presente indagación no
apunta a incoar un proceso de beatificación de ninguno de aquellos
próceres. Por eso, pensamos que quienes se afincan en el análisis de sus
creencias individuales, no toman el camino acertado. Sin perjuicio de
fijar eventual y accesoriamente la conducta personal, dado que la
cuestión principal es objetiva, de política general, es por ahí por
donde comenzaremos.
Ahora anotemos este otro punto.
Bolívar quería fundar un Imperio en reemplazo de los Borbones (su Imperio de los Andes- [14]-).
San Martín, siguiendo el modelo establecido por los Braganzas en
Brasil, deseaba un Borbón hispano que gobernara en América con
independencia de España- [15]-. Lo discutieron en Guayaquil- [16]-.
Ambos sabían que el modelo norteamericano de la república democrática
no era aplicable a la América española. Porque, según ellos, conducía a
la anarquía- [17]-. En el fondo, las diferencias no eran substanciales- [18]-. Conforme al venezolano José Gil Fortoul, San Martín “abogaba por el establecimientos de monarquías”, mientras que Bolívar, “sin rechazar en principio la idea, opinaba por un presidente vitalicio que tuviese las prerrogativas de un monarca inglés”- [19]-. Un historiador español- que poco simpatiza con los Libertadores- expresa al respecto:
“Como lo prueban sus propias palabras,
la ambición de Bolívar era idéntica a la de San Martín: hacerse
emperador de la América española con el título de “Libertador”. Si se
oponía a trasplantar príncipes europeos al Nuevo Mundo no era porque le disgustara el sustantivo “príncipe”, sino el adjetivo, “europeo” [20].
Y más adelante, comparando las
concepciones estatales de los tres Libertadores Americanos, al estudiar
el Plan de Iguala, de Iturbide, expone:
“Es evidente la analogía del diseño
(mexicano) con los de Colombia y Perú. En los tres casos, el caudillo
tiene que enfrentarse con una constitución liberal española. En los
tres, rechaza la constitución:
en Perú y en Colombia, porque las exigencias de la independencia son
más fuertes que las del liberalismo; en México porque el partido negro
desea refugiarse en la independencia contra las ideas liberales que vienen de España.
Pero mientras Bolívar no quiere oír hablar de un rey español, San
Martín…, lo acepta como solución posible; e Iturbide también. En
conjunto, pues, la propuesta de San Martín parece un sincero esfuerzo
para estabilizar un Perú realista, cortesano y tradicional, cuando su
propio país sucumbía en la anarquía en vano esfuerzo por implantar
instituciones republicanas” [21].
Algo disentían sobre la configuración de la autoridad política futura; nada acerca de la autoridad religiosa heredada.
Aunque acá también cabe una neta
distinción: San Martín siempre mostró completa adhesión al principio de
otorgar un rol protagónico a la Iglesia Católica; Bolívar sólo en la
etapa final de su gobierno. Y, precisamente, de esas conductas pasamos a
ocuparnos.
[1].-
Dependiente de la Corona de Castilla; no del Reino de Castilla, ni de
España, ni, menos, de los españoles peninsulares. En adelante, todos los
subrayados serán nuestros.
[2].-
“Vuestra lealtad era lealtad fina a vuestros reyes, que habéis
manifestado tantas veces…fue una nueva prueba de vuestra fidelidad,
honor y amor al rey…los más fieles y amantes de vuestros vasallos”:
Sermón del canónigo Dr. Diego Estanislao Zabaleta, en el solemne Tedeum
celebrado por la Primera Junta, en Buenos Aires, el 30 de mayo de 1810:
Furlong, Guillermo, La Revolución de Mayo. Los sucesos, los hombres, las ideas, Bs. As., Club de Lectores, 1960, p. 130.
[3].-
“Las operaciones de la guerra entre España y los dominios americanos de
la Corona de Castilla, comienzan en 1810 por la declaración que hace la
Regencia del bloqueo de las costas venezolanas” (1.8.1810): André,
Marius, El fin del imperio español en América, (Santander), Cultura Española, 1939, p. 110.
[4].-
“Con aquellos supuestos queda resuelto el problema de la fidelidad al
juramento hecho a Fernando VII, pues se ha violado el “pacto social”. Al
abandonarnos Fernando ha quebrantado el contrato y se acabó el
juramento…la fidelidad no es un derecho abstracto…es una obligación
recíproca”: Fr. Pantaleón García, Rector de la Universidad de Córdoba,
en su “Proclama Sagrada”, del 25 de mayo de 1814: Caturelli, Alberto, Historia de la Filosofía en Córdoba 1610-1983, t° II, Siglo XIX,
Cba., CONICET, 1993, p. 96. “Diremos que, si mal aconsejado Fernando no
quiere unirse con sus leales vasallos, él mismo es el que, cual otro
Roboam, se ha dado a sí mismo la sentencia”: Fr. Francisco de Paula
Castañeda; sermón del 25 de mayo de 1815: Furlong, Guillermo, op. cit.,
p. 127. “Faltando el soberano a estas precisas e indispensables
condiciones ( del Pacto de Vasallaje con la Corona de Castilla, del 9 de
julio de 1520), el juramento pierde todo su vigor, se rescinde por el
hecho mismo, y queda enteramente nulo”: Fr. Juan Esteban de Soto, sermón
del 25 de mayo de 1816: Tanzi, Héctor José, El poder político y la independencia argentina, Bs. As., Cervantes, 1975, p. 276.
[5].- Dabdoud, Claudio, México. Estudio socio-económico 1521-1976, México, Tradición, 1977 p. 227.
[6] .- Anna, Thimoty, España y la Independencia de América, México D.F., Fondo de Cultura Económica, 1986, pp. 29, 30; Guerra, Francois-Javier, Modernidad e Independencia. Ensayo sobre las revoluciones hispánicas, México D.F., MAPFRE- Fondo de Cultura Económica, 1993, p. 150.
[7].- Goldwert, Marvin, “The Search for the Lost Father- Figure in Spanish American History: A Freudian View”, in: The Americas, n° 34, april 1978, pp. 535-536.
[8].- Bolívar, Simón, Discursos, proclamas y epistolario político, Madrid, Editora Nacional, 1975, pp. 159-160.
[9].-
“El hábito de obedecer, la comunidad de intereses, de cultura, de
religión, una recíproca benevolencia, una tierna solicitud por la cuna y
la gloria de nuestros padres, en fin, todo lo que constituía nuestro
porvenir, nos venía de España”: André, Marius, Bolívar y la Democracia, Barcelona, Araluce, 1924, p. 111.
[10].- Zorraquín Becú, Ricardo, La organización política argentina en el período hispánico,
2ª. ed., Bs. As., Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Instituto de
Historia del Derecho Ricardo Levene, Perrot, 1962, pp. 41, 42.
[11].-
La “Proclama de la Junta Provisoria Gubernativa”, de Buenos Aires, del
25 de mayo de 1810, la mostraba dispuesta a promover “por todos los
medios posibles, la conservación de nuestra religión santa” y el “sostén de estas posesiones en la más constante fidelidad y adhesión a nuestro muy amado rey, el Sr. D. Fernando VII”: Registro Oficial de la República Argentina, t°
I 1810-1821, Bs. As., La República, 1879, p. 23. El art. 8° de la
“Declaración de la Independencia de la Confederación Americana de
Venezuela”, disponía: “conservar y mantener pura e ilesa la santa
Religión católica, apostólica romana, única y exclusiva en estos países,
y defender el misterio de la Concepción Inmaculada de la Virgen María nuestra Señora”.
Salvador de Madariaga, historiador liberal, se pregunta qué tenía que
ver el Misterio de la Inmaculada Concepción con la Independencia, y se
responde: “Los caudillos separatista se cubrieron al principio con el
estandarte de “los derechos de Fernando VII”; pero llegó un tiempo que
ya no servía, puesto que les impedía declarar la independencia deseada.
Hubo entonces que renunciar al “misterio de Fernando VII”; y por lo
tanto hubo que acudir a otro misterio para mistificar a la multitud. De aquí la Inmaculada Concepción”: Bolívar, Bs.
As., Sudamericana, 1959, t° I, pp. 315-316. Esa es la interpretación de
un españolista agnóstico; pero que con sus errores conceptuales o
verbales, apunta al hecho cierto del reemplazo del Padre Rey por la
Madre Iglesia. Por su parte, la Junta Autonómica de Santa Fe de Bogotá,
al establecerse el 18 de setiembre de 1810, proclamó: “La transformación
política de Santa Fe reconoce como la de Caracas los sagrados
principios de conservación de los derechos propios, y los de Fernando
VII: odio eterno a Francia…, tranquilidad y orden público, inviolabilidad y respeto de la Religión”: Ramos, Demetrio, España en la Independencia de América, Madrid, MAPFRE, 1996, p. 304.
[12].-
Por eso, anota el mexicano Alfonso Junco: “Alma de la independencia
mejicana fue la Virgen de Guadalupe. Todos los campeones de aquella
heroica empresa que, sin exceptuar uno solo, ponían la religión como
esencial cimiento de unidad y grandeza de la patria, tomaron por patrona
a la Guadalupana, la irguieron como símbolo y bandera y la amaron con
encendida devoción…La Virgen de Guadalupe fue, históricamente, el alma
de nuestra independencia”: Un siglo de Méjico. De Hidalgo a Carranza, 4ª.e., Madrid, Cultura Hispánica, 1956, pp. 43, 45.
[13].-
El General Manuel Belgrano, desde Santiago del Estero, el 6 de abril de
1814, en carta a San Martín, le recordaba que “usted es un general
cristiano, apostólico romano”, y que, por eso, debía afianzarse “siempre
en las virtudes morales, cristianas y religiosas…Acaso se reirá alguno
de mi pensamiento; pero Ud. no debe dejarse llevar de opiniones
exóticas, ni de hombres que no conocen el país que pisan… el ejército se
compone de hombres educados en la religión católica que profesamos…No
deje de implorar a Nuestra Señora de las Mercedes, nombrándola siempre
nuestra generala, y no se olvide los escapularios de la tropa. Deje Ud.
que se rían; los efectos lo resarcirán a Ud. de la risa de los
mentecatos que ven las cosas por encima. Acuérdese Ud. que es un general
cristiano, apostólico, romano; cele Ud. que en nada, ni aun en las
conversaciones más triviales, se falte el respeto a cuanto diga a
nuestra Santa Religión”: Ministerio de Educación, Instituto Nacional
Sanmartiniano y Museo Histórico Nacional, Documentos para la historia del Libertador general San Martín, Bs.
As., 1953, t° II, pp. 123-124. Veneró dicha advocación de la Virgen
María, en el Ejército del Norte, en Tucumán. En cartas a su amigo y
pariente Tomás Guido, al encomendarle tareas, concluía: “Dios y Nuestra
Madre y Señora de Mercedes se lo recompensarán”. Además, desde que
triunfó en San Lorenzo hasta que terminó su campaña libertadora San
Martín llevó consigo un relicario con la imagen de Nuestra Señora de
Luján”: Martínez, Pedro Santos, Estudios sobre Historia de la Iglesia,
Bs. As., Gladius, 2009, p.282. Más sabido es el hecho de que San
Martín, en Mendoza, procedió a proclamar como Patrona y Generala del
Ejército de los Andes a la Virgen del Carmen de Cuyo. Condición que
reiteró el 12 de agosto de 1818, al escribirle al Padre Guardián de la
Orden Franciscana en Mendoza, reconociendo: “ La decidida protección que
ha prestado al Ejército de los Andes su patrona y generala Nuestra Madre y Señora del Carmen son
demasiado visibles. Un cristiano reconocimiento me estimula a presentar
a dicha Señora, que se venera en el convento que rige V.P., el adjunto
bastón como propiedad suya y como distintivo del mando supremo que
tiene sobre dicho ejército”. A las tres advocaciones: de las Mercedes,
del Carmen y de Luján, rindió tributo el General. Ver: Piccinali, Héctor
Juan, “Testimonios Católicos del General San Martín”, en: Mikael, Paraná, n° 16, 1978; “ La Virgen María, Patrona del Ejército Argentino”, en: Gladius,
n° 9, pp.23-40. Referente a Simón Bolívar, hay suficientes constancias
de su devoción a la Virgen de Belén, ya en 1814, imagen a la que sacó en
alto para llevarla al combate, y el nombramiento de la Virgen de
Chinquiricá, como Patrona de Colombia, en junio de 1828: Nectario M.,
H., Ideas y sentimientos religiosos del Libertador Simón Bolívar, 2ª. Ed., Madrid, 1978, pp. 34-35.
[14].- Villanueva, Carlos A., La monarquía en América. El Imperio de los Andes, París, Librería Paul Ollendorff, 1913.
[15].-
“El creía de buena fe, que la mejor manera de obtener la independencia
en Sud-América era constituyendo un gobierno monárquico, tal como había
ocurrido en Brasil y en México”: Bulnes, Gonzalo, Historia de la Expedición Libertadora al Perú (1817-1822), Santiago de Chile, R. Jover, 1888, t° II, p. 376.
[16].-
Memoria del Coronel José Gabriel Pérez, Secretario de Bolívar, pasada a
la Cancillería Colombiana el 29.7.1822, en: Lecuna, Vicente, Cartas del Libertador, Caracas, 1929, t° II, pp. 60-63. En el mismo sentido el testimonio de Tomás Cipriano de Mosquera, en: Villanueva, Carlos A., La monarquía en América. Bolívar y el general San Martín,
París, Librería Paul Ollendorff, 1911, pp. 243-247. El propio Bolívar,
en carta a Francisco de Paula Santander, del 29.7.1822, anotaba sobre
San Martín: “ Dice no que no quiere ser Rey, pero tampoco quiere la
democracia y sí el que venga un príncipe de Europa a reinar en el Perú”:
Mitre, Bartolomé, Historia de San Martín y de la Emancipación americana,
Bs. As., “La Nación”, 1888, t° III, p. 616; cfr. Lecuna, Vicente, op.
cit., t° III, p. 58. Por lo cual, algún autor llega hasta hablar de la
“monarcomanía” de San Martín: Leguía y Martínez, Germán, Historia de la emancipación del Perú. El Protectorado, Lima, 1972, vol. V, p. 2.
[17].-
“Yo pienso que mejor sería para la América adoptar el Corán que el
gobierno de los Estados Unidos”. Simón Bolívar, carta a Daniel Florencio
O´Leary, en: Belaúnde, Víctor Andrés, Bolívar y el pensamiento político de la revolución hispanoamericana,
Madrid, Cultura Hispánica, 1959, p. 384. “Los Estados Unidos parecen
destinados por la Providencia para plagar a la América Española de
miserias a nombre de la Libertad”, carta al coronel Patrick Campbell.
[18].-
“San Martín era un monárquico; ése era uno de los principios que le
definían”. “Otra comparación que también se realiza con frecuencia opone
el monarquismo de San Martín al republicanismo de Bolívar. Esto es algo
que también se presta para exageraciones. Aunque el pensamiento
político de los dos libertadores se expresó en términos diferentes, sus ideas básicas poseían una similitud sorprendente”: Lynch, John San Martín. Soldado argentino, héroe americano, Barcelona-Bs. As., Crítica, 2009, pp. 225, 322.
[19].- Gil Fortoul, José, Historia Constitucional de Venezuela, Berlín, Heyman, 1907, t° I, p. 339.
[20].-
Madariaga, Salvador de, op. cit., t° II, p. 197. Y agrega: “Así lo
prueba su argumento sobre Iturbide, que prefería verlo coronarse con tal
que no trajese dinastías europeas cualquiera al continente americano. Lo que Bolívar temía no era la monarquía, como republicano, sino el monarca europeo, como monarca nato americano”. Después, el hijo de Iturbide fue edecán de Bolívar.
[21].- Madariaga, Salvador de, op. cit., t° II, p. 147. Madariaga, con lo de “partido negro” alude a los conservadores católicos.