CFK impulsa la polarización peronismo-antiperonismo
PRESIONE A SU IZQUIERDA "MAS INFORMACION" PARA LEER EL ARTICULO
La política nacional quedó anclada en el despacho de Griesa y el
partido del próximo miércoles con Holanda. Ayer se comentaba la
posibilidad de que CFK aterrizara en San Pablo para presenciar el
encuentro, aunque habría asesores más prudentes que aconsejarían que la
presidente espere para hacerse presente sólo en el caso de que la
selección nacional juegue la final de la copa.
Mientras tanto y con su estilo característico, el gobierno puso en
marcha su contraofensiva destinada a retomar la iniciativa política. En
este caso, lo hace contra la corriente, porque la instalación de la
recesión y los escándalos por corrupción hegemonizan la escena política.
Haciendo de la crisis una oportunidad, como aconsejan los manuales de management,
la presidente y su ministro de economía conducen ahora una campaña
internacional contra la justicia de los EEUU y los fondos buitre,
consiguiendo en primer lugar la solidaridad del mundo bolivariano. La
cruzada en cuestión iría para largo por varias razones. En primer lugar,
aun cuando se llegue a un acuerdo de pago relativamente rápido, el
gobierno no bajaría su retórica combativa por la sencilla razón de que
ésta le permitiría adoptar el rol electoral en el que se siente más
cómodo: la crítica al sistema financiero internacional y la idea de que
existe una conspiración de intereses internacionales para que la
presidente no pueda terminar su mandato. En este retorno a las fuentes
del 2003, el cristinismo arrastra al PJ institucionalmente sin que
surjan resistencias significativas. Lo que ocurre con el caso Ciccone es
simétrico. La decisión presidencial es defender la continuidad de Amado
Boudou en su cargo hasta el 10 de diciembre del 2015. Se trata de una
especulación política lógica. La caída política del vicepresidente sólo
serviría para alentar el incipiente giro de la justicia federal para
impulsar numerosas investigaciones sobre la corrupción oficial. Con no
poca ingenuidad, la oposición creyó que el jueves pasado iba a instalar
desde la Comisión de Juicio Político de Diputados el debate sobre el mal
desempeño de Boudou como presidente pero cayó en la trampa de la
mayoría kirchnerista. No hubo debate, se votó cerrar el tema y punto.
A lo anterior hay que agregar el esfuerzo de la presidente por
comparar su gestión con la de Juan Domingo Perón aprovechando el 40°
aniversario de la muerte de este. Como es sabido, Cristina nunca fue
proclive a exaltar la personalidad de Perón. A todo esto, en las filas
del peronismo oficial apenas se escuchó la voz del ex ministro de
defensa y actual director del Banco Provincia, José Pampuro, reclamando
que Boudou dé un paso al costado.
Con esta mínima disidencia, el cristinismo consiguió embarcar
nuevamente al peronismo en la confrontación mediática con el sistema
financiero internacional y uno de los sistemas judiciales más confiables
del mundo -el de los EEUU- además de que los gobernadores, legisladores
e intendentes quedaron tácitamente adheridos a la causa de sostener a
Boudou a su cargo. En coincidencia con este proceso, un peronista
moderado como el Secretario de Energía Daniel Cameron fue barrido del
gobierno para que su cargo lo ocupe una operadora de Axel Kicillof,
Mariana Matranga.
Un buen plan en un mal contexto
Esta incapacidad de la dirigencia del PJ por despegarse del nuevo
giro populista y de la corrupción cristinista empieza a favorecer
claramente la polarización de la sociedad entre el peronismo y el no
peronismo, un eufemismo del creciente antiperonismo que crece en la
clase media a través, sobre todo, de las redes sociales. Esta
dialéctica, a su vez, impulsa el crecimiento del FAUNEN, que intenta
monopolizar la defensa del sistema republicano y la lucha contra la
corrupción. El crecimiento mediático de la figura de José María
Campagnoli es uno de los síntomas de este fenómeno. En síntesis, en la
medida que el cristinismo se proyecte hacia el 2015 con su defensa de la
impunidad y la supuesta lucha contra el sistema financiero como
banderas, la polarización mencionada se haría más profunda.
Mauricio Macri percibe que la clase media ya no se preocupa por
diferenciar al kirchnerismo del PJ y cada vez se plantea más como el
líder del no peronismo, lo que obliga a la dirigencia radical a mantener
vigente la posibilidad de un acuerdo electoral con el PRO. Esta
tendencia es la que prevalece en prácticamente todos los grandes centros
urbanos, donde la clase media es mayor que el aparato clientelista del
Estado.
En esta polarización en marcha el problema mayor lo tiene Sergio
Massa, que sigue liderando las encuestas para presidente. El retorno del
cristinismo al discurso cerrado y la defensa de su impunidad obligarían
a que el diputado tigrense se endurezca cada vez más con el gobierno
para poder conservar su capital electoral y evitar que muchos de sus
votantes independientes migren hacia el no peronismo. El último éxito
táctico de Massa fue su cuestionamiento del proyecto oficial de reforma
del Código Penal. Pero en los últimos días cayó en propuestas blandas y
poco operativas, como apoyar un imposible juicio político a Boudou y
pedir la intervención del Congreso en la negociación con Griesa, algo
que el gobierno ni siquiera considerará.
Es obvio que la polarización peronismo-antiperonismo que impulsa la
Casa Rosada en parte apuntaría a debilitar a Massa para que el casi
seguro ballotage se dé entre el candidato del Frente para la Victoria y
Macri, con o sin el FAUNEN. De mejorar, aunque sea levemente, la
situación económica, este planteo progresaría más fácilmente. Pero la
recesión con inflación le pone un freno cada vez mayor a la incipiente
ingeniería electoral del cristinismo.