INFORME ESPECIAL: INFLUENCIA DE JUDÍOS SIRIO LIBANESES EN LA SOCIEDAD ARGENTINA
Pasaporte de Sr. José León |
Tal
vez podríamos titular el siguiente informe con algún enunciado cómico,
como el "cuento del turco" o enrolar dentro de falsas banderas étnicas,
como estamos acostumbrados los argentinos, las denominaciones genéricas
tales como "turcos", "tanos", "gallegos", "rusos" y demás. Metiendo así
todo en una gran bolsa folklórica y tragándonos todos los "sapos" en
nombre de nuestra "viveza criolla" por la cual el sistema nos domina y
somete gracias a esta idiosincrasia tan nuestra por la cual logran sus
deleznables propósitos: la infiltración
Durante el periodo 1890 a 1930 las dársenas del puerto de Buenos Aires
fueron testigo de la llegada de animosos sefaradíes del antiguo Imperio
Otomano. Los pioneros de este movimiento de masas fueron pequeños grupos
llegados a fines del siglo XIX desde el norte de África y luego acudirían
cantidades crecientes del Mediterráneo Oriental.
Muchísimos de ellos ingresaron con pasaporte de Turquía, lo que dio
lugar a que denominaran “turcos” a minorías étnicas de muy diferentes orígenes:
sefaradíes, griegos, armenios, sirio-libaneses, etcétera, que además profesaban
distintas religiones: islamismo, cristianismo o judaísmo. Si analizamos a los
sefaradíes, de acuerdo a los censos, el mayor volumen de inmigrantes
corresponde a los que partieron de dos regiones: Asia Menor, especialmente de
Esmirna, de habla djudezmo (denominado
indistintamente ladino, judeoespañol, castellano antiguo, espanyol,
españolit, etc.) y de Siria: Damasco y Alepo, de habla árabe.
Villa Crespo y la diversidad cultural
Estos “turcos” prontamente se ubicaron en un rectángulo adyacente al
puerto de Buenos Aires conformado por varias manzanas a lo largo de las calles
Reconquista y 25 de Mayo y delimitado, aproximadamente, por las calles
Corrientes y Paraguay, a pocas cuadras de Plaza de Mayo donde se levanta la
Casa Rosada, sede del Gobierno Nacional, y en barriadas periféricas no muy
lejos del Riachuelo (1) . Los sefaradíes de habla española tuvieron sus
primeras instituciones en el sector céntrico y en 1905 fundaron su primer
Templo en la calle 25 de Mayo; tres años después crearon La Comisión de Damas
“El Socorro”, de ayuda a los más necesitados.
La evolución del área céntrica provocaría el encarecimiento de las
propiedades y alquileres, razón por la cual se hizo necesario buscar sitios más
económicos. Interesa aquí destacar que una de las características de la
comunidad judeo-española fue que, aún teniendo en común el idioma, se agruparon
por barrios de acuerdo a las regiones de las que provenían.
En general, los emigrados de Turquía y los Balcanes se fueron
concentrando en Villa Crespo, distante unos cinco o seis kilómetros del centro,
dentro de la misma ciudad, donde ya había un conglomerado importante de judíos
asquenazíes conviviendo con los primeros pobladores criollos, italianos y
españoles. También se establecieron en los barrios de Constitución, Once,
Flores, Floresta, Colegiales, Belgrano, etcétera.
Villa Crespo pertenecía en sus inicios al ámbito del arrabal; hacia
1880 existía como extensos pastizales anegadizos que incluían unas pocas y
dispersas quintas.
A mediados de esa década llegaría la Fábrica Nacional de Calzado que
originalmente estuvo ubicada en el centro de la ciudad y vio conveniente la
adquisición de unas 30 hectáreas en esta zona prácticamente despoblada, con
terrenos baratos y un arroyo próximo, el Maldonado, útil para arrojar los
deshechos industriales. Su gerente, Salvador Benedit, daría impulso al lugar
con esta industria en franca expansión que respondía a la formidable demanda de
calzado derivada del vertiginoso aumento de población.
Este significativo “polo de atracción” para quienes buscaban empleo
favoreció y caracterizó la conformación del nuevo barrio cuya denominación
proviene del apellido del Intendente (alcalde) de la Ciudad de Buenos Aires,
Antonio Crespo, quien en 1887 apadrinó la inauguración de la mencionada empresa
participando en la colocación de la piedra fundamental.
Primero alojaron a los empleados en sus edificios, luego en una gran
casa de inquilinato construida a tal fin, conocida como conventillo El Nacional
(2) a metros de sus oficinas centrales, y en la medida que fue haciéndose
necesario se impulsaron loteos para la compra a crédito de pequeños terrenos
para la edificación de casas obreras. Sin embargo, en los años siguientes este
proceso derivó en la aparición, en torno al núcleo fabril fundacional, de
pequeños inquilinatos que albergaron a varias familias.
De tal forma el barrio fue creciendo y afianzándose con una variada
población que llegaba ansiosa buscando un mejor futuro.
Alberto Vacarezza se inspiraría en el conventillo El Nacional de Villa
Crespo para su célebre sainete “El Conventillo de La Paloma” que, estrenado en
1929 y con un éxito inusitado –más de mil representaciones–, exhibió en escena
los nuevos arquetipos que en él coexistían: el tano (italiano), el gallego
(español), el ruso (judío asquenazí), el turco (judío sefardí y otras etnias
procedentes del Imperio Otomano), etc.
Según el censo de 1936 de los 2.415.142 habitantes de la Capital Federal
120.000 eran de origen judío (5%) y de éstos unos treinta mil (25%) vivían en
Villa Crespo. Esta inmigración provenía en un 87% de Europa Oriental y en menor
medida de Europa Central (judíos
asquenazíes de habla idish). El resto (13% aproximadamente), llamados
sefaradíes, llegaron sobre todo de Siria y Líbano (habla: árabe) y Turquía
(habla: “djudezmo”); otros grupos de menor proporción arribaron de Palestina,
Egipto, Grecia, Bulgaria, Marruecos, España y Portugal, que hablaban tanto
árabe y djudezmo como español moderno.
A la luz de estos guarismos es claro que, luego de la etapa
fundacional, la barriada pasó a un segundo momento enmarcado por un sostenido
crecimiento poblacional, coincidente con la llegada de las migraciones
señaladas y que, una vez pasado este
período, quedó consolidada una importante presencia judía. No obstante,
estuvo muy lejos de conformarse un gueto por cuanto la diversidad fue
construyendo un singular espacio de riqueza cultural poco frecuente en otros
lados. Aún así, Villa Crespo ha sido mencionado como “barrio hebreo”.
A la etapa inicial del arrabal, las casas humildes, el tango y los
“compadritos” (3), se le sumó el aporte judío que hizo más heterogéneo el
espacio social, cambios que lamentaron algunos sectores, pese a que estas
transformaciones, por inevitables, finalmente no fueron resistidas. Una de las
estrofas de un tango de Alfredo Tagle Lara se hizo eco del tránsito hacia lo
diverso y la nostalgia por los tiempos idos poniendo en boca del “guapo
Requena”, un personaje que por sus fechorías estuvo largo tiempo en la cárcel y
vuelve a su hogar:
Ya no sos el Villa Crespo de otros tiemposcuando el Títere, Olegario, Pata ‘e Palo y Almanzor te bordaron de delitos un pañuelo que hoy un pueblo de judíos te ha arrancado sin temor.
Leopoldo Marechal, escritor que, tal vez, escuchó el susurro de musas
diferentes, describió en su obra La batalla de José Luna: “Entre las mil
ciudades que abajo (en la tierra) perfuman el éter con el humo de sus chimeneas
existe una: se llama Buenos Aires. ¿Es mejor o peor que otras? Ni mejor ni
peor. Sin embargo, los hombres han construido allí un barrio inefable, que
responde al nombre de Villa Crespo”(4).
Notas
1 Denominación que recibe el curso inferior del río La Matanza en el
tramo que establece el límite sur de la Capital Federal hasta su desembocadura
en el Río de la Plata.
2 Un conventillo es un edificio estructurado a partir de un pasillo
abierto donde se alinean unidades de vivienda. Sus dos entradas son por las
calles Thames 139/147 y Serrano 148/156. El conventillo el Nacional debe su denominación a que fue
construido por la Fábrica Nacional de Calzado.
3 Persona provocativa y pendenciera, afectada en sus maneras y su
vestir.
4 Marechal, Leopoldo. La batalla de José Luna. Editorial Universitaria.
Santiago de Chile. 1970.
Artículo escrito por el periodista Carlos Szwarcer, publicado por la revista Raíces Nº 62. Año XIX. Marzo de 2005. Sefarad Editores.
Madrid, España. Fte El Mirador Nocturno