¿Un Islam bueno?
¿Un islam bueno… y otro malo?
Por Javier Ruiz
Portella
Antes de los «terribles
acontecimientos de estos días en París»… No,
esto es Neolengua. Antes de las primeras escaramuzas de la guerra que nos acaba
de ser declarada —una nadería al lado de lo que nos espera—, las cosas ya
estaban bien claras. Pero la mayoría se empeñaba en no verlas. Ahora, más que
claras las cosas ya están translúcidas —y, sin embargo, los ojos seguirán
cerrados. Una sola diferencia: disminuirá el número de los ciegos, y si hoy mismose
hiciese un sondeo, ya serían quizá un 30% los que dijeran «Keep calm
and vote Le Pen».[1]
Después de cada
escaramuza, después de cada nueva batalla, los ciegos, es cierto, serán un poco
menos numerosos. Pero lo serán sobre todo entre la buena gente, entre el
pueblo. Por lo que a nuestras pretendidas «élites» se refiere… Hablemos de
ellas, de estos escogidos ciegos en cuyas primeras filas figuran los medios de
comunicación del sistema. En ninguno de ellos se enterará uno, por ejemplo, de
que las redes sociales se incendiaron estos días con mensajes que festejaban la
matanza de Charlie-Hebdoi
(«¡Estos hijos de puta lo tienen bien merecido!», «Soy Muslim y amo a mi
Profeta», etc.) Tampoco es en los medios oficiales
donde se informa de que, una vez abatidos los tres terroristas, «los jóvenes de
los barrios en dificultad» siguieron practicando «el vivamos juntos» (así habla
la Neolengua) mediante mensajes del siguiente tenor: «¡Gloria a los hermanos caídos!»,
«¡Muertos como mártires!», «¡Que Nuestro Señor Alá les abra las puertas del
Paraíso!», etc.
Ni en Le Monde, ni en Libération, ni en Le Figaro leerá uno tales cosas. Figura, sin
embargo, en este último periódico un artículo sobre el eco que el minuto de
silencio del pasado jueves obtuvo en los centros docentes de los «barrios
sensibles». Su sensibilidad es tal que el minuto de silencio se convirtió a
menudo… en un minuto de odio.
«“Te la pego con
el kalash" (abreviatura para kalashnikof), le soltó a su profesora un
alumno de 14 años.», leemos en Le
Figaro. El cual sigue
diciendo: «En una colegio
elemental de Seine-Saint-Denis (suburbio
parisino de alta concentración inmigratoria), al
menos el 80% de los alumnos de una clase se negaron a efectuar el minuto de
silencio». A ello se le podría añadir que en muchos centros el minuto de
silencio fue interrumpido por los mismos gritos que resonaron en Charlie-Hebdo:«¡Allahu
Akbar!» («¡Alá es grande!»). Lo anterior, sin embargo, ya no lo dice el
periódico: me lo han contado unos amigos profesores. Hubo también alumnos que
se intentaron razonar…. Por ejemplo, ese que, con sus 11 añitos a cuestas, le
soltó a su maestro: «Usted no
lo comprende [en Francia,
hasta en tales sitios aún se habla de usted al profesorado]. Esa gente no hubiera tenido que
dibujar al Profeta. ¡Está por encima de los hombres!». ¡Criatura!… También
cabe destacar el caso de una profesora que en su página Facebook explica que
fue acogida a las 8 de la mañana con gritos de «¡Viva los que los han matado!»,
después de lo cual pidió ser mutada a otro centro.
Quienes lean en
francés encontrarán aquí otros
ejemplos. Pero hay que leerlos sin hacer caso del titular: «Minutos de silencio para
Charlie-Hebdo. Algunos patinazos en los colegios». Punto. ¿En los colegios… de dónde?
¡En los de toda Francia, cielo santo!, concluirá el lector que, horrorizado,
sólo podrá recuperarse del susto al leer el texto del artículo. No fue, por
supuesto, en el conjunto de Francia donde se produjeron tales «patinazos» (traducción: tales boicots). La islamización aún
no ha llegado a tales extremos. Los boicots sólo tuvieron lugar ahí donde la
Gran Sustitución de poblaciones ya ha producido las más profundas sustituciones.
El día en que los
alumnos de la inmigración musulmana respondan con emocionado respeto a
semejante minuto de silencio; el día en que esa misma inmigración exprese en
las redes sociales su profundo desprecio por los asesinos que dicen actuar en
nombre de su religión; el día en que decenas de miles de musulmanes bajen de
los suburbios para manifestar un horror que, por ello mismo, aún debería ser
más considerable en su caso: sólo ese día podré empezar a tomar en serio a
quienes pretenden que hay un buen islam profundamente opuesto al malo. Hasta
entonces seguiré pensando que hay, por supuesto, dos islams, todo lo distintos
que se quiera, pero uno de los cuales es, por así decirlo, como la vanguardia
del otro: como la avanzadilla de ese otro islam, pacífico y mayoritario, no
cabe duda, pero que, además de sus ritos, practica un bien conocido proverbio: El que calla otorga.
_________
[1] Tal fue el tweet que lanzó
papá Le Pen el día de la toma de rehenes.
Visto en:
http://elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=4964
P.S.: Un recomendable artículo de Luis Mª Sandoval sobre los males del Islam, aquí.
P.S.: Un recomendable artículo de Luis Mª Sandoval sobre los males del Islam, aquí.

