Nuestros PROhombres mafiosos
La privatización del Banco Hipotecario Nacional, una estafa monumental
Eduardo Elsztain y Pablo Rojo, vicepresidente y presidente del Hipotecario, sonríen satisfechos. Foto: DyN
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POR DANIEL SCHNITMAN (Especial para PÁJARO ROJO)
Pablo Rojo fue hijo de Ricardo Rojo (autor de “Mi amigo el Che) y
alguna vez, siendo adolescente, estuvo preso por su militancia en el
peronismo filomontonero, después estudio Economía, y el menemismo
terminó de darlo vuelta como una media. Graduado como especulador, como
funcionario fundió bancos y como empresario fundió empresas. Cuando se
hizo cargo de ella no fue capaz de mantener una fábrica en producción (a
pesar de que tenía trabajo asegurado, maquinaria en perfecto estado,
personal capacitado para su operación, y stock de materia prima) y ahora
viene a dar consejos de acerca de cómo salvar a la Argentina.
Y si de economistas, bancos y fraudes hablamos, es bueno recordar que
en la causa que investiga el vaciamiento del Banco Mayo (su titular
Rubén Beraja irá a juicio en el curso de este año) figuran, según la
AFIP, “diferentes personas cuyos apellidos coinciden con algunas de las
personas mencionadas o titulares de los perfiles de cuenta del HSBC Bank
Private Suisse”.
Dentro de la comisión del Congreso que investiga el comportamiento
ilegal del banco ya se analizan las 4040 grandes empresas y millonarios
argentinos que tenían cuentas no declaradas en el HSBC Private Bank de
Ginebra. Los datos a los que accedió el grupo parlamentario incluyen los
nombres de los titulares de las cuentas, la metodología de contacto de
la entidad con esos individuos, los contactos telefónicos y personales.
Allí, el mayor porcentaje de lo robado por los socios del Patrón del
Mal, están esperando en fila.
Allí están, y no es de extrañar, quienes intentaron destruir a “LA
VOZ de Israel” (hoy “LA VOZ y la opinión”) con un juicio por presuntas
calumnias e injurias que (según ellos) surgían de una nota de 2001 en la
que el periodista Marcos Doño criticó a la DAIA por su actitud hacia la
dictadura militar, su posición en la investigación y juzgamiento del
atentado a la AMIA; y la relación de su ex presidente Rubén Beraja con
el gobierno de Carlos Menem. Esos mismos, y otros socios de la corrupta
dirigencia judeoargentina debieron soportar el leer cómo “La verdad
aunque duela como una cachetada”. Esa verdad que no es la amiga más
querida por los oscuros hombres de la DAIA, debieron soportarla.
Debieron entender que lo que se niegan siquiera a escuchar o leer es
“una cuestión insoslayable para muchas personas de este mundo” le
refregó el fallo de la Dra. María Laura Garrigós de Rébori al sobreseer a
Doño.
Lo que no nos dicen estos PROhombres, es lo que ya hicieron.
Dentro de las privatizaciones realizadas cuando fueron gobierno con
Carlos Saúl Menem, hay una que ha logrado pasar desapercibida, que ha
sido ocultada por el periodismo especializado en economía y negocios.
Jamás se cedió un espacio en los grandes medios para el sindicalismo y
los pocos políticos que intentaron esclarecerla. A varios periodistas
se les esfumó el sentido de justicia cuando se presentó la oportunidad
de sacar beneficio a cambio de silencio. Hubo abultadas pautas
publicitarias e invitaciones a viajes con acompañantes cuya máxima
expresión fue el llamado “crucero del amor” con el riojano de anfitrión
y honorables líderes de Medio Oriente como invitados.
No es una novedad: a muchos periodistas se los compra con publicidad
y/o con señoritas que gatean. Es el resultado de una deformación a
partir de que los periodistas son las más de las veces productores de
sus propios programas. De ahí al chivo y al conflicto de intereses hay
un solo paso, muy difícil de evitar.
Volviendo al tema Rojo: Se trata del ex Banco Hipotecario Nacional
(BHN), En 1987 el Banco Mundial aconsejo al gobierno de Raúl Alfonsín
liquidarlo y cerrarlo por la tremenda corrupción e ineficiencia del
mismo y una vez privatizado reconvertirlo en banco mayorista o de
segundo piso, ley aprobada por fin en 1992. En ese camino, el BHN cerró
el 60% de sus sucursales, de 53 a 24. Se dedicó a recuperar la cartera
de morosos, y fue orientando su política hacia la banca mayorista.
Redujo su personal de casi 7000 empleados que tenía a en los años de
Alfonsín a 1300 en 1993.
Entre 1983 y 1989 fue, más que un banco fue un verdadero comité que
lanzó operatorias destinadas a “alquilar” voluntades de jueces,
legisladores, periodistas, artistas, etc., como fue el caso de la
conocida Operatoria 830, y las casi desconocidas Operatorias HN 700.
Esas manipulaciones casi hacen quebrar al BHN, el cual fue salvado con
un gran sacrificio económico que incluyó el de sus propios empleados. La
fortuna de Pablo Rojo y la crisis política desatada sobre el BHN en
1994 en medio del “efecto Tequila” condujo a su designación como
presidente.
El nuevo presidente apresuró ¿o lo apresuraron el Gang Zang y
compañía? la idea de privatizarlo, lo que se concretaría más tarde,
después de la aprobación de la respectiva ley. En el ínterin, el Rojo no
dejo ningún asunto fuera de su alcance. El proyecto de privatización
fue respaldado técnicamente con los estudios de seis consultoras que
contrató Rojo, que valuaron al BHN en un precio que fluctuaba entre los
2.400 y los 6.300 millones de dólares. Pablo Rojo explicó a todo el
periodismo y a los legisladores nacionales que era lógico esperar
obtener entre 2.700 y 3.000 millones de dólares. Hubo quienes
consideraron y plantearon más que era poco serio que existieran tales
diferencias de valuación y que todas fueran “técnicas”. Por fin ante la
posibilidad de tanto dinero, los legisladores votaron la ley de
privatización. José Manuel de la Sota, entonces senador nacional
presentó un proyecto de ley alternativo por el cual la venta del BHN
solo debería hacerse con un precio base de U$S 3.000 millones, que era
el que Rojo prometía obtener. El proyecto aprobado fue el de Pablo Rojo.
Carlos Rodriguez, por entonces viceministro de Economía, propuso que
con el dinero de la privatización, se cancelara deuda pública porque eso
sería, dijo, una buena señal económica. Pero Rojo tenía sus propios
planes, había comprometido la creación de un Fondo de Desarrollo
Provincial que fue la carnada para obtener apoyo de gobernadores y
senadores para aprobar la ley de privatización que convertía al BHN
nuevamente en banco minorista. Lo lanzó como banco mono servicio a
competir con sólo 24 sucursales contra bancos privados que tienen más de
200. El Estado argentino, aseguró, no pondría más dinero en el BHN.
Entonces comenzaron las mentiras y falsas promesas. Cuando el BHN se
convierte en minorista en 1996, Rojo le prometió al presidente Carlos
Menem que construiría en los siguientes dos años cerca de 100.000 nuevas
viviendas… y no construyó ninguna. Las llamadas “compañías originantes
de hipotecas” que recibían los créditos para esos proyectos tienen
algunos directivos y accionistas enriquecidos, y muchos nuevos pobres,
claro, los que confiaron en dicha operatoria.
Mientras el tiempo transcurría, la privatización seguía en agua de
borrajas. Aparentemente sus relojes se habían detenido. Pero como se
había prometido, el Fondo Federal de Infraestructura Regional (FFIR), el
BHN, o el Tesoro Nacional, tomó un crédito puente a cuenta de la
privatización. Crédito que habría sido de 500 millones de dólares.
Hasta que, por fin, se llevó a cabo la tan esperada privatización. El
dinero obtenido equivalió a un valor total para el 100% del banco de
alrededor de 700 millones de dólares, menos de una cuarta parte de lo
prometido y comprometido por Rojo. Los compradores del 25% en la primera
oferta pudieron adquirir por un ligero sobreprecio al de corte ($ 0,50
por acción) una opción para adquirir un monto igual de acciones a igual
precio al pagado en esa oportunidad. A precios de octubre de 1999
significaba obtener el 18% de las acciones restantes a un precio 25%
menor al de mercado. Era un riesgo especulativo legítimo para los
inversores. Todo armado por los genios del lobby privatizador, los
Elzstain, Zang, Bergel y compañía.
De 3000 a 700 millones, hay 2.300 millones, diferencia considerando
el precio obtenido para el 25% significa alrededor de un 330% menos, y
desde el prometido que se perdió más de un 75% del valor del Banco.
Durante la administración de Rojo el BHN ganó entre 250 y 330
millones de dólares anuales. Vender un banco por dos o tres años de las
ganancias que obtiene es una bicoca, una pichincha, un regalo.
Frente a esas cifras, cabe preguntarse qué pasó en el BHN desde que
se propuso su privatización hasta que se vendió el 25%. El error más
obvio fue vender el primer 25% tres días después de la devaluación
brasileña. Se dejó pasar la gran oportunidad a mediados de 1998, cuando
Brasil privatizó Telebras, operación que valorizó a los mercados
regionales. La fecha de venta del 16 de enero de 1999 fue cuando menos
un grueso error. Debería revisarse que pasó durante la administración de
Rojo (actual asesor de Macri), si la administración fue desastrosa o
simplemente se mintió con descaro a los legisladores y gobernadores para
obtener la ley de privatización.
Hay otros interrogantes:¿dónde estaba el periodismo “profesional” o
“especializado”?. En definitiva formó parte de este gran espectáculo
montado por Rojo para tapar la verdadera cara de la privatización. Ese
gran espectáculo era la cobertura del llamado “crucero del amor”
navegando por Miami.
Rojo, que consiguió que pasaran desapercibidas la administración
fraudulenta y la privatización del BHN, es un especulador al igual que
Eduardo Elsztain, quien le ofreció participar en diferentes sociedades
junto con los privatizadores.
Una investigación realizada por un profesional sanjuanino descubrió
que el 21 de febrero del 2000 el abogado Fernando Zyszkowics se presentó
en la Oficina Anticorrupción y denunció que en la oferta pública de las
acciones del Banco Hipotecario se habían perjudicado los intereses del
Estado. Más tarde, el 2 de noviembre del 2000, el diputado Alfredo Bravo
dio a conocer un trabajo monográfico denominado “Escandaloso proceso de
privatización del Banco Hipotecario Nacional”, trabajo que fue
adjuntado a un proyecto de ley por el legislador socialista que
derogaría los decretos relacionados con la privatización, a la vez que
denunciaba delitos, faltas administrativas, faltas éticas y violación de
incompatibilidades relacionadas con intereses muy puntuales.
En el 2001, junto a su compañero de bancada el diputado Rivas,
Alfredo Bravo presentó una nueva denuncia. En la misma constaba que
Pablo Rojo y Miguel Kiguel habían violado las incompatibilidades de la
Ley 19.550 de Sociedades. Decía en su denuncia el profesor Bravo, que de
acuerdo con el artículo 264, inciso 4 de la Ley de Sociedades, no
pueden ser directores de sociedades los funcionarios de la
Administración Pública cuyo desempeño estuviese relacionado con el
objeto de la sociedad hasta que pasaran dos años luego de haber
concluido sus funciones. Agregaba Bravo que se habían formado sociedades
anónimas entre el BH, empresas particulares y funcionarios públicos que
fueron directores o síndicos de esas empresas. El BH, al tomar estos
rumbos, abandonaba su fin social como Banco otorgante de créditos, y se
transformaba en una especie de nave madre de muchas navecillas menores
en la conquista de la galaxia especulativo-financiera de alta y dudosa
rentabilidad.
Todas estas sociedades estaban formadas por el Banco Hipotecario y
otras empresas y funcionarios públicos que eran representantes del
Estado en el propio BH, y en ellas aparecían Pablo Rojo y otros ex
directores del BHN. Mo es creíble que fueran meras coincidencias. Miguel
Kiguel había sido Subsecretario de Financiamiento y Jefe de Gabinete de
Asesores del Ministerio de Economía entre 1996 y 1999 y el 10 de mayo
del 2000 fue designado presidente del Banco Hipotecario. Rojo fue
miembro del Directorio del Banco de Crédito y Securitizacion SA (BACS),
ex Banco Corporacion Financiera Hipotecaria SA, sociedad constituida por
el BH e IRSA. El BACS tenía un directorio integrado por Rojo, Eduardo
Elsztain y Harold Freiman (delegado de Soros en Argentina), en situación
de total incompatibilidad por cuanto eran miembros del directorio del
BH. Pero el Central los autorizó y no puso objeción alguna.
El grupo Soros (en realidad Elsztain- Mindlin-Zang y compañía con la
máscara de Soros) se habían salido con la suya. No habían puesto un
centavo y se habían quedado con una de las más preciadas joyas de la
abuela. Y manejaron el BH Sociedad Anónima y lo vaciaron a voluntad.
También el vaciamiento del Banco Mayo, sus desvíos vía Panamá (My
flowers), volando a la estratosfera con Menem-Cavallo y aterrizando en
Suiza (HSBC), es otra perlita que habíamos olvidado.
El Lave-Rap MAYO de dinero proveniente del comercio de drogas y armas
comenzó con los siros Ibrahim al Ibrahim y Monzer Al Kassar, siguió
paseando por la SIDE de Stiuso y Miguel Ángel Toma; explotó primero en
la embajada de Israel y después en el edificio de AMIA/DAIA, y está
despidiendo a sus últimos empleados. La franquicia terminó.
Sergio Bergman, Julio Schlosser, Claudio Avruj, Marta Nercellas,
Patricia Bullrich, Laura Alonso, Alfredo Neuburguer y tantos otros de la
misma runfla deberían darse cuenta: el revólver que mató a Nisman los
apunta, y el mejor Fiscal (el pueblo argentino) está juntando pruebas
para el alegato final.
Nos robaron, nos mataron hermanos. ¡No se hagan los boludos!
Rojo, en el equipo de los Yellow Kid’s de Macri y Horacio Rodríguez Larreta
Es conocida la máxima “demasiado grande para caer” (“too big to
fail”). La forma en que los gobiernos han gestionado la crisis provocada
por los bancos desembocó en una nueva doctrina que puede ser resumida
como “demasiado grandes para ser condenados, demasiado grandes para ser
encarcelados”. En efecto, si bien el gobierno estadounidense dejó
quebrar a Lehman Brothers en septiembre de 2008, casi ningún banco ha
sido cerrado o desmantelado por decisión judicial, casi ningún banquero
ha sido condenado con penas de cárcel. Una de las pocas excepciones en
el mundo occidental es Islandia, donde la justicia condenó a penas de
prisión de cumplimiento efectivo a tres banqueros.
Ese tipo ya sin bigote (uno se los afeitó, otro se los comió) de
sonrisa blanca y mirada ingenua, se las trae. ¿Y qué es lo que trae?… Un
asesor como Durán Barba (el hombre de La Carmela, lo llama Verbitsky)
que piensa que “¡Hitler era un tipo espectacular! ¡Era muy importante en
el mundo!”, y que el pueblo adoraba a Stalin porque era un tipo muy
fino, dedicado a la poesía, de una finura impresionante”.
¿Qué otra cosa trae? A un tal Pablo Espartaco Rojo que quiere dar
good news, cuando hasta ahora sólo demostró que puede pilotear “El gran
asalto”: como pasar del trabajo, la producción y el consumo, al fraude y
la especulación.