jueves, 23 de abril de 2015

Nuestros PROhombres mafiosos La privatización del Banco Hipotecario Nacional, una estafa monumental


Nuestros PROhombres mafiosos

La privatización del Banco Hipotecario Nacional, una estafa monumental

 Eduardo Elsztain y Pablo Rojo, vicepresidente y presidente del Hipotecario, sonríen satisfechos. Foto: DyN
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POR DANIEL SCHNITMAN (Especial para PÁJARO ROJO)
Pablo Rojo fue hijo de Ricardo Rojo (autor de “Mi amigo el Che) y alguna vez, siendo adolescente, estuvo preso por su militancia en el peronismo filomontonero, después estudio Economía, y el menemismo terminó de darlo vuelta como una media. Graduado como especulador, como funcionario fundió bancos y como empresario fundió empresas. Cuando se hizo cargo de ella no fue capaz de mantener una fábrica en producción (a pesar de que tenía trabajo asegurado, maquinaria en perfecto estado, personal capacitado para su operación, y stock de materia prima) y ahora viene a dar consejos de acerca de cómo salvar a la Argentina.
Y si de economistas, bancos y fraudes hablamos, es bueno recordar que en la causa que investiga el vaciamiento del Banco Mayo (su titular Rubén Beraja  irá a juicio en el curso de este año) figuran, según la AFIP, “diferentes personas cuyos apellidos coinciden con algunas de las personas mencionadas o titulares de los perfiles de cuenta del HSBC Bank Private Suisse”.
Dentro de la comisión del Congreso que investiga el comportamiento ilegal del banco ya se analizan las 4040 grandes empresas y millonarios argentinos que tenían cuentas no declaradas en el HSBC Private Bank de Ginebra. Los datos a los que accedió el grupo parlamentario incluyen los nombres de los titulares de las cuentas, la metodología de contacto de la entidad con esos individuos, los contactos telefónicos y personales. Allí, el mayor porcentaje de lo robado por los socios del Patrón del Mal, están esperando en fila.
Allí están, y no es de extrañar, quienes intentaron destruir a “LA VOZ de Israel” (hoy “LA VOZ y la opinión”) con un juicio por presuntas calumnias e injurias que (según ellos) surgían de una nota de 2001 en la que el periodista Marcos Doño criticó a la DAIA por su actitud hacia la dictadura militar, su posición en la investigación y juzgamiento del atentado a la AMIA; y la relación de su ex presidente Rubén Beraja con el gobierno de Carlos Menem. Esos mismos, y otros socios de la corrupta dirigencia judeoargentina debieron soportar el leer cómo “La verdad aunque duela como una cachetada”. Esa verdad que no es la amiga más querida por los oscuros hombres de la DAIA, debieron soportarla. Debieron entender que lo que se niegan siquiera a escuchar o leer es “una cuestión insoslayable para muchas personas de este mundo” le refregó el fallo de la Dra. María Laura Garrigós de Rébori al sobreseer a Doño.
Lo que no nos dicen estos PROhombres, es lo que ya hicieron.
Dentro de las privatizaciones realizadas cuando fueron gobierno con Carlos Saúl Menem, hay una que ha logrado pasar desapercibida, que ha sido ocultada por el periodismo especializado en economía y negocios. Jamás se cedió un espacio en los grandes medios para el sindicalismo y los pocos  políticos que intentaron esclarecerla. A varios periodistas se les esfumó el sentido de justicia cuando se presentó la oportunidad de sacar beneficio a cambio de silencio. Hubo abultadas pautas publicitarias e invitaciones a viajes con acompañantes cuya máxima expresión fue el llamado “crucero del amor”  con el riojano de anfitrión y honorables líderes de Medio Oriente como invitados.
No es una novedad: a muchos periodistas se los compra con publicidad y/o con señoritas que gatean. Es el resultado de una deformación a partir de que los periodistas son las más de las veces productores de sus propios programas. De ahí al chivo y al conflicto de intereses hay un solo paso, muy difícil de evitar.
Volviendo al tema Rojo: Se trata del ex Banco Hipotecario Nacional (BHN), En 1987 el Banco Mundial aconsejo al gobierno de Raúl Alfonsín liquidarlo y cerrarlo por la tremenda corrupción e ineficiencia del mismo y una vez privatizado reconvertirlo en banco mayorista o de segundo piso, ley aprobada por fin en 1992. En ese camino, el BHN cerró el 60% de sus sucursales, de 53 a 24. Se dedicó a recuperar la cartera de morosos, y fue orientando su política hacia la banca mayorista. Redujo su personal de casi 7000 empleados que tenía a en los años de Alfonsín a 1300 en 1993.
Entre 1983 y 1989 fue, más que un banco fue un verdadero comité que lanzó operatorias destinadas a “alquilar” voluntades de jueces, legisladores, periodistas, artistas, etc., como fue el caso de la conocida Operatoria 830, y las casi desconocidas Operatorias HN 700. Esas manipulaciones casi hacen quebrar al BHN, el cual fue salvado con un gran sacrificio económico que incluyó el de sus propios empleados. La fortuna de Pablo Rojo y la crisis política desatada sobre el BHN en 1994 en medio del “efecto Tequila” condujo a su designación como presidente.
El nuevo presidente apresuró ¿o lo apresuraron el Gang Zang y compañía? la idea de privatizarlo, lo que se concretaría más tarde, después de la aprobación de la respectiva ley. En el ínterin, el Rojo no dejo ningún asunto fuera de su alcance. El proyecto de privatización fue respaldado técnicamente con los estudios de seis consultoras que contrató Rojo, que valuaron al BHN en un precio que fluctuaba entre los 2.400 y los 6.300 millones de dólares. Pablo Rojo explicó a todo el periodismo y a los legisladores nacionales que era lógico esperar obtener entre 2.700 y 3.000 millones de dólares. Hubo quienes consideraron y plantearon más que era poco serio que existieran tales diferencias de valuación y que todas fueran “técnicas”. Por fin ante la posibilidad de tanto dinero, los legisladores votaron la ley de privatización. José Manuel de la Sota, entonces senador nacional presentó un proyecto de ley alternativo por el cual la venta del BHN solo debería hacerse con un precio base de U$S 3.000 millones, que era el que Rojo prometía obtener. El proyecto aprobado fue el de Pablo Rojo.
Carlos Rodriguez, por entonces viceministro de Economía, propuso que con el dinero de la privatización, se cancelara deuda pública porque eso sería, dijo, una buena señal económica. Pero Rojo tenía sus propios planes, había comprometido la creación de un Fondo de Desarrollo Provincial que fue la carnada para obtener apoyo de gobernadores y senadores para aprobar la ley de privatización que convertía al BHN nuevamente en banco minorista. Lo lanzó como banco mono servicio a competir con sólo 24 sucursales contra bancos privados que tienen más de 200. El Estado argentino, aseguró, no pondría más dinero en el BHN.
Entonces comenzaron las mentiras y falsas promesas. Cuando el BHN se convierte en minorista en 1996, Rojo le prometió al presidente Carlos Menem que construiría en los siguientes dos años cerca de 100.000 nuevas viviendas… y no construyó ninguna. Las llamadas “compañías originantes de hipotecas” que recibían los créditos para esos proyectos tienen algunos directivos y accionistas enriquecidos, y muchos nuevos pobres, claro, los que confiaron en dicha operatoria.
Mientras el tiempo transcurría, la privatización seguía en agua de borrajas. Aparentemente sus relojes se habían detenido. Pero como se había prometido, el Fondo Federal de Infraestructura Regional (FFIR), el BHN, o el Tesoro Nacional, tomó un crédito puente a cuenta de la privatización. Crédito que habría sido de 500 millones de dólares.
Hasta que, por fin, se llevó a cabo la tan esperada privatización. El dinero obtenido equivalió a un valor total para el 100% del banco de alrededor de 700 millones de dólares, menos de una cuarta parte de lo prometido y comprometido por Rojo. Los compradores del 25% en la primera oferta pudieron adquirir por un ligero sobreprecio al de corte ($ 0,50 por acción) una opción para adquirir un monto igual de acciones a igual precio al pagado en esa oportunidad. A precios de octubre de 1999 significaba obtener el 18% de las acciones restantes a un precio 25% menor al de mercado. Era un riesgo especulativo legítimo para los inversores. Todo armado por los genios del lobby privatizador, los Elzstain, Zang, Bergel y compañía.
De 3000 a 700 millones, hay 2.300 millones, diferencia considerando el precio obtenido para el 25% significa alrededor de un 330% menos, y desde el prometido que se perdió más de un 75% del valor del Banco.
Durante la administración de Rojo el BHN ganó entre 250 y 330 millones de dólares anuales. Vender un banco por dos o tres años de las ganancias que obtiene es una bicoca, una pichincha, un regalo.
Frente a esas cifras, cabe preguntarse qué pasó en el BHN desde que se propuso su privatización hasta que se vendió el 25%. El error más obvio fue vender el primer 25% tres días después de la devaluación brasileña. Se dejó pasar la gran oportunidad a mediados de 1998, cuando Brasil privatizó Telebras, operación que valorizó a los mercados regionales. La fecha de venta del 16 de enero de 1999 fue cuando menos un grueso error. Debería revisarse que pasó durante la administración de Rojo (actual asesor de Macri), si la administración fue desastrosa o simplemente se mintió con descaro a los legisladores y gobernadores para obtener la ley de privatización.
Hay otros interrogantes:¿dónde estaba el periodismo “profesional” o “especializado”?. En definitiva formó parte de este gran espectáculo montado por Rojo para tapar la verdadera cara de la privatización. Ese gran espectáculo era la cobertura del llamado “crucero del amor” navegando por Miami.
Rojo, que consiguió que pasaran desapercibidas la administración fraudulenta y la privatización del BHN, es un especulador al igual que Eduardo Elsztain, quien le ofreció participar en diferentes sociedades junto con los privatizadores.
Una investigación realizada por un profesional sanjuanino descubrió que el 21 de febrero del 2000 el abogado Fernando Zyszkowics se presentó en la Oficina Anticorrupción y denunció que en la oferta pública de las acciones del Banco Hipotecario se habían perjudicado los intereses del Estado. Más tarde, el 2 de noviembre del 2000, el diputado Alfredo Bravo dio a conocer un trabajo monográfico denominado “Escandaloso proceso de privatización del Banco Hipotecario Nacional”, trabajo que fue adjuntado a un proyecto de ley por el  legislador socialista que derogaría los decretos relacionados con la privatización, a la vez que denunciaba delitos, faltas administrativas, faltas éticas y violación de incompatibilidades relacionadas con intereses muy puntuales.
En el 2001, junto a su compañero de bancada el diputado Rivas, Alfredo Bravo presentó una nueva denuncia. En la misma constaba que Pablo Rojo y Miguel Kiguel habían violado las incompatibilidades de la Ley 19.550 de Sociedades. Decía en su denuncia el profesor Bravo, que de acuerdo con el artículo 264, inciso 4 de la Ley de Sociedades, no pueden ser directores de sociedades los funcionarios de la Administración Pública cuyo desempeño estuviese relacionado con el objeto de la sociedad hasta que pasaran dos años luego de haber concluido sus funciones. Agregaba Bravo que se habían formado sociedades anónimas entre el BH, empresas particulares y funcionarios públicos que fueron directores o síndicos de esas empresas. El BH, al tomar estos rumbos, abandonaba su fin social como Banco otorgante de créditos, y se transformaba en una especie de nave madre de muchas navecillas menores en la conquista de la galaxia especulativo-financiera de alta y dudosa rentabilidad.
Todas estas sociedades estaban formadas por el Banco Hipotecario y otras empresas y funcionarios públicos que eran representantes del Estado en el propio BH, y en ellas aparecían Pablo Rojo y otros ex directores del BHN. Mo es creíble que fueran meras coincidencias. Miguel Kiguel había sido Subsecretario de Financiamiento y Jefe de Gabinete de Asesores del Ministerio de Economía entre 1996 y 1999 y el 10 de mayo del 2000 fue designado presidente del Banco Hipotecario. Rojo fue miembro del Directorio del Banco de Crédito y Securitizacion SA (BACS), ex Banco Corporacion Financiera Hipotecaria SA, sociedad constituida por el BH e IRSA. El BACS tenía un directorio integrado por Rojo, Eduardo Elsztain y Harold Freiman (delegado de Soros en Argentina), en situación de total incompatibilidad por cuanto eran miembros del directorio del BH. Pero el Central los autorizó y no puso objeción alguna.
El grupo Soros (en realidad Elsztain- Mindlin-Zang y compañía con la máscara de Soros) se habían salido con la suya. No habían puesto un centavo y se habían quedado con una de las más preciadas joyas de la abuela. Y manejaron el BH Sociedad Anónima y lo vaciaron a voluntad.
También el vaciamiento del Banco Mayo, sus desvíos vía Panamá (My flowers), volando a la estratosfera con Menem-Cavallo y aterrizando en Suiza (HSBC), es otra perlita que habíamos olvidado.
El Lave-Rap MAYO de dinero proveniente del comercio de drogas y armas comenzó con los siros Ibrahim al Ibrahim y Monzer Al Kassar, siguió paseando por la SIDE de Stiuso y Miguel Ángel Toma; explotó primero en la embajada de Israel y después en el edificio de AMIA/DAIA, y está despidiendo a sus últimos empleados. La franquicia terminó.
Sergio Bergman, Julio Schlosser, Claudio Avruj, Marta Nercellas, Patricia Bullrich, Laura Alonso, Alfredo Neuburguer y tantos otros de la misma runfla deberían darse cuenta: el revólver que mató a Nisman los apunta, y el mejor Fiscal (el pueblo argentino) está juntando pruebas para el alegato final.
Nos robaron, nos mataron hermanos. ¡No se hagan los boludos!

Rojo, en el equipo de los Yellow Kid’s de Macri y Horacio Rodríguez Larreta

Es conocida la máxima “demasiado grande para caer” (“too big to fail”). La forma en que los gobiernos han gestionado la crisis provocada por los bancos desembocó en una nueva doctrina que puede ser resumida como “demasiado grandes para ser condenados, demasiado grandes para ser encarcelados”. En efecto, si bien el gobierno estadounidense dejó quebrar a Lehman Brothers en septiembre de 2008, casi ningún banco ha sido cerrado o desmantelado por decisión judicial, casi ningún banquero ha sido condenado con penas de cárcel. Una de las pocas excepciones en el mundo occidental es Islandia, donde la justicia condenó a penas de prisión de cumplimiento efectivo a tres banqueros.
Ese tipo ya sin bigote (uno se los afeitó, otro se los comió) de sonrisa blanca y mirada ingenua, se las trae. ¿Y qué es lo que trae?… Un asesor como Durán Barba (el hombre de La Carmela, lo llama Verbitsky) que piensa que “¡Hitler era un tipo espectacular! ¡Era muy importante en el mundo!”, y que el pueblo adoraba a Stalin porque era un tipo muy fino, dedicado a la poesía, de una finura impresionante”.
¿Qué otra cosa trae? A un tal Pablo Espartaco Rojo que quiere dar good news, cuando hasta ahora sólo demostró que puede pilotear “El gran asalto”: como pasar del trabajo, la producción y el consumo, al fraude y la especulación.