El guerracivilismo regresa a España con Pedro Sánchez: El Gobierno no descarta el real decreto para sacar a Franco del Valle de los Caídos
AD.- Es incapaz esta gentuza de domeñar el gen totalitario
inseparable de los mediocres anclados en el sectarismo. Los gravísimos
hechos que tienen lugar en España desde la llegada al poder de Pedro
Sánchez nos traen a la memoria el libro precioso de Bernardo Gil Mugarza
que lleva por título “España en llamas”.
El fuego devorador, y el humo espeso, manifiestan que se está
quemando a España en su intimidad más profunda, conforme a un plan
puesto en práctica, y hasta ahora con éxito. El fuego y el humo de estas
semanas están siendo como un voltear de campanas que nos piden con
urgencia acudir a sofocar el incendio interior que quiere que España,
despedazada, desaparezca, convertida en un desierto infecundo material y
espiritualmente.
Prosperan los países cuyos regímenes políticos, sean autoritarios o
democráticos, se asientan sobre principios morales, tratan de ser fieles
al orden natural y aciertan a encontrar una respuesta pragmática a los
problemas que les salen al paso. Y suelen caer en yerros más o menos
graves, derivados en procesos de regresión, aquellos otros que,
aquejados de un rígido o exasperado ideologismo y prisioneros del
arbitrismo, propenden a la imitación de recetas ajenas y a circense
demagogia. España está sumida en un proceso de aguda degradación en
todos los órdenes que desmiente cualquier presunción de aceptable
democracia. Algunos sostienen que estamos inmersos en un nuevo 98.
O si se quiere, en la fase terminal de un proceso de agotamiento
histórico que se inició con la muerte de Franco. Ya no se trata de la
pérdida solo de la integridad misma de España sometida a despiece
agónico tras un largo periodo atribuyendo a determinadas regiones la
condición de naciones con constituciones propias enmascaradas como
Estatutos? Ni tan siquiera es capaz el gobierno de mantener a salvo
nuestras fronteras, convertidas en coladeros de miles de ilegales.
Evocamos en estos momentos la biografía de Trajano. Aquel genio
hispanorromano condujo el Imperio a su máximo cenital lo mismo en cuanto
a expansión territorial que en lo concerniente en el interior a lo que
hoy consideraríamos un envidiable Estado de Derecho. No pasaría mucho
tiempo sin que comparecieran los estigmas de la decadencia que ya le
habían precedido. Se trata de fenómenos engañosos que se reiteran con
sus lógicas peculiaridades. También los españoles los hemos vivido de
alguna manera, uno de ellos en tiempos recientes. Ahora nos deslizamos
con agorera aceleración por la pendiente hacia el acaso definitivo no
ser de España.
Si los españoles desertamos de la misión histórica a la que nos
debemos, serán ominosas las perspectivas de futuro. No puede haber
futuro si se mancilla el pasado que los políticos de la democracia no
han sido capaces de mejorar. De ahí el odio imperecedero a la figura de
quien ocupa un lugar cada vez más cálido en nuestros corazones.
Frente a esos palpitantes recuerdos, la disolvente remembranza
izquierdista del nuevo frentepopulismo. Sobre la sangre y la traición se
persigue hoy desde el gobierno y sus aliados ganar la guerra
revolucionaria que provocaron y perdieron hace 79 años.
El resentimiento de unos y la cobardía de otros coinciden en la
pasión común por borrar toda huella del régimen de Franco en el que la
mayoría de ellos crecieron y prosperaron. Era lógico que la Constitución
de 1978 naciera infectada de relativismo, reverberos laicistas,
añoranzas de lo peor de la República y un apenas soterrado revisionismo.
Resultó así que, en vez de a una democracia, se pusieron los cimientos a
una forma infrademocrática de alternancia totalitaria de partidos. Se
creó un sistema de instituciones que ahí están, funcionando mejor o
peor, pero casi ausencia de valores. Hasta el punto de que, a estas
alturas, pueden algunos hablar de democracia sin políticos que piensen,
sientan y actúen como demócratas y como españoles enterizos. Ese oneroso
vacío alcanza en la actualidad términos extremos. Aniquilados los
últimos valores que, aunque debilitados, todavía subsistían, las
perspectivas de futuro son dantescas para España, para el Estado y para
una sociedad que, desguazada de valores, asiste impasible a su
destrucción.
Hay sin embargo una circunstancia que debería alimentar nuestra
esperanza. Si tienen que aprobar leyes como la de la memoria histórica,
si pretenden debilitar nuestras convicciones con la razón de la fuerza,
si tras cuarenta años de ataques, tan demoledores como continuados,
contra Franco y su obra, se ven obligados a desenfundar el revólver, es
porque persiste en España un número nada desdeñable de ciudadanos que
ama nuestra fe y nuestro rumbo, ama nuestro paisaje histórico y nuestras
señas afectivas, ama a nuestros héroes y nuestros ideales, ama nuestra
independencia intelectual y nuestra rebeldía cívica. He aquí el
dramático círculo vicioso de un proceso político que, según se nos dijo,
restañaría para siempre las heridas de las dos España: para vengarnos,
hay que destruir su obra y cualquier cosa que nos recuerde aquella
época. Pero al destruir lo más genuino y representativo de aquella
España, lo que hacen es engrandecer el pasado.
Y para terminar, una pregunta nada maliciosa: ¿afectará la nueva ley
de memoria histórica que pretende sacar adelante el PSOE a la familia
que recuperó el trono en julio de 1969, cuando las Cortes franquistas
aprobaron, con la obediencia debida, a Juan Carlos como sucesor del
Caudillo “a título” de Rey? A las siete de la tarde del 23 de julio de
1969, el nuevo Príncipe heredero del general Franco introdujo su
juramento con estas palabras: “Estoy profundamente emocionado por la
gran confianza que ha depositado en mí Su Excelencia el Jefe del
Estado…Formado en la España surgida el 18 de julio, he conocido paso a
paso las importantes realizaciones que se han conseguido bajo el mando
magistral del Generalísimo”.
¿Hará algo el Rey Felipe para evitar que se siga persiguiendo y
criminalizando a los defensores de un periodo de nuestra historia al que
su familia tanto debe?
El Gobierno prepara la salida de Franco del Valle de los Caídos
El presidente, Pedro Sánchez, está dispuesto a que el traslado de los
restos del exjefe del Estado Francisco Franco forme parte de la
propuesta de reforma integral de la ley de memoria histórica que él
mismo presentó el pasado diciembre. “Al principio se dijo que las
heridas estaban demasiado frescas (…) Cuando pasaron los años se dijo
que no merecía la pena remover una historia olvidada. Es decir, que
primero era demasiado pronto y luego demasiado tarde”, declaró el
socialista al presentar la propuesta. “Ignorando un pasado incómodo no
se pude construir un futuro confortable”.
Desde el Ejecutivo se ha empezado a estudiar la fórmula más adecuada
para transformar el Valle de los Caídos y no descartan la del real
decreto, según cuenta El País.
De momento, este lunes, el secretario del área de justicia y nuevos
derechos de la comisión federal del PSOE, Juan Andrés Perelló, llevará a
la ejecutiva del partido, que lidera Sánchez, la propuesta de
convertir, con algunas novedades, aquella proposición de reforma de la
ley de memoria que plantearon desde la oposición en un “proyecto de ley”
elaborado desde el Gobierno. “Eso incluye el traslado de los restos de
Franco del Valle de los Caídos, que es, además, un compromiso adquirido
en el último congreso socialista”, afirma Perelló.