jueves, 11 de mayo de 2017
PERÓN Y LA MASONERÍA
PERÓN Y LA MASONERÍA
Por Cristián Rodrigo Iturralde
Si bien no es objeto de este trabajo historiar la relación de Perón con
la masonería –cuestión que ameritaría una investigación aparte-, no
queremos dejar de mencionar alguna palabra al respecto. Pues esta
vinculación podría ofrecer alguna explicación acerca del accionar de
Perón respecto del colectivo hebreo. La masonería, recordemos, es una
sociedad secreta gnóstica, antinacional y anticatólica (condenada
reiteradamente por todos los pontífices) ligada históricamente al
judaísmo .
Aunque varios discursos de Perón consideraron a la secta en términos
negativos (por ejemplo, incluyéndola dentro de la ¨sinárquica
internacional¨), existen también otras declaraciones donde minimiza su
accionar y peligrosidad. Por ejemplo, cuando (cuestionado por la
presencia de masones en su gobierno) afirmó que la pertenencia a esta
logia sería equiparable a ser ¨hincha de Boca Juniors¨, y que mientras
fueran ¨buenos peronistas¨ le era indiferente si sus funcionarios eran
masones.
La cuestión, vemos, no asoma nada sencilla. ¿Qué pensaba realmente Perón
sobre la masonería? ¿Fue o no masón? Creemos que es posible dilucidar
el interrogante reparando en lo que ¨hizo¨ Perón, y no tanto en lo que
¨dijo¨. Pues ya hemos visto sobradamente como muchas veces la retórica
del líder populista (fundamentalmente aquella dirigida a fustigar al
¨imperialismo¨) se diluye casi totalmente en el terreno de lo fáctico.
Lo que sabemos de seguro es que Juan Perón llegó a tener fluido contacto
con las logias. El historiador masón Mauricio Javier Campos da cuenta
que las relaciones entre Perón y la masonería comenzaron en los años 40,
aportando como evidencia los intercambios epistolares publicados por la
revista masónica ¨El Nivel¨ .
Aunque esta vinculación se vuelve particularmente visible entre los años
54-55; período que coincide con su enfrentamiento con la Iglesia.
Durante ese período la masonería mundial (especialmente en Iberoamérica)
no ocultó su admiración por Perón; lo congratulará públicamente y sin
ambages -en razón de sus posturas progresistas y anticatólicas-,
instando a otros a apoyar su labor. Una buena muestra de cuanto
referimos podrá hallarse también en los libros del R.P. Aníbal Rottjer
(La masonería en la Argentina y el mundo) y de Ludovico García de Loydi
(La Iglesia frente al Peronismo ). Desde sus páginas, escrutando las
publicaciones de la secta, reproducen las opiniones y misivas
intercambiadas entre los dirigentes de la masonería (básicamente, todas
palabras encomiásticas hacia Perón).
Desde sus páginas, dice Rottjer:
Cuando Perón desató su persecución religiosa, inmediatamente de todas
partes le llegaron a él y a los masones argentinos las más calurosas y
sectarias congratulaciones. Veamos algunas de nuestros vecinos
latinoamericanos (…) De la carta de Ramón Martínez Zaldúa del Oriente de
Santiago de Chile, del 13 de enero de 1955, dirigida a Fabián Onsari,
jefe del Supremo Consejo masónico argentino, publicamos lo siguiente :
“Al Excmo. Sr, Perón debemos alentarlo en su denodada lucha contra el
Poder Obscurantista y Clerical. Las conquistas que él está haciendo
realidad en Argentina, bien merecen respaldo vigoroso de la masonería.
Seguramente Uds. ya lo habrán pensado. Debiera iniciarse un contacto con
el Sr. Perón. Debemos sacar provecho en pro de los principios que
sustentamos. La separación de la Iglesia y del Estado, el divorcio, la
libertad religiosa son conquistas de la masonería” (…) Igual
felicitación recibió del Gran Maestre de la Orden Hermética “Puñón
Choyke de los Andes”, Sr. Miguel Olivares Moyano, del Gran Oriente de
Chile, con fecha 6 de febrero de 1955 (…) La embajada argentina de
Méjico, por medio de su agregaduría obrera, comunicaba, el 15 de junio
de 1955 : “Todas las conclusiones y resoluciones adoptadas en los
centros masónicos (de Méjico) han resultado favorables a la actitud de
nuestro gobierno en relación con los jerarcas argentinos de la Iglesia
Católica Apostólica y Romana” (…) En la misma revista Símbolo del mes de
diciembre de 1954, apareció la orden general de la masonería argentina
de apoyo al gobierno persecutorio de Perón. Tal disposición, de fecha 30
de noviembre de 1954, o sea, pocos días después de abierta la lucha
contra la Iglesia, dice así: “Se recomienda que todos los hermanos y los
cuerpos subordinados cooperen, en todas las ocasiones que se presenten,
con las actuales medidas de gobierno”.
Por su parte, Emilio Corbiere halla un diploma de una gran logia
irregular italiana, del grado 33, perteneciente a Perón . En rigor, el
descubrimiento de Corbiere no debería haber asombrado en demasía, pues
no pocos de los ministros justicialistas pertenecieron a la secta, y
hasta el propio intelectual peronista Arturo Jauretche (tan vanagloriado
dentro del peronismo ¨tradicional¨ u ¨ortodoxo¨) era miembro de la
cofradía . Nicolás Breglia, gran maestre de la masonería argentina y
máximo referente de la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados
Masones, reconoce lo siguiente: ¨…Perón tuvo ministros masones en los
tres gobiernos (…) Aparentemente, a Perón se lo incorpora en la
masonería regular en España y en 1974 muere como maestro masón. Esto es
una primicia, porque normalmente dejamos pasar un tiempo antes de
decirlo. A Perón hay que incorporarlo a los 14 presidentes masones¨ .
Hemos mencionado ya que Perón concedió la condecoración del Libertador
General San Martín al reconocido masón italiano –convicto y probado
corrupto- Licio Gelli, quien se atribuye nada menos que haber iniciado
formalmente a Perón en la masonería durante su estancia en Madrid . Hay
quienes prefieren no dar el crédito que merece a esta confesión o
sinceramiento (ignoramos los motivos). Pero por otro lado, ¿por qué
mentiría Gelli a los 90 años, a poco de morir? ¿Con qué objeto? También
hemos señalado que Gelli había forjado una estrecha amistad con el
General Perón en su tiempo de exilio, convirtiéndose incluso en su
asesor. Luego también, no es un dato menor: José López Rega, el hombre
más cercano a Perón en aquel entonces, pertenecía a la logia masónica P2
(comandada por Gelli). ¿Es posible que un hombre tan inteligente,
astuto y calculador como Perón desconociera la filiación masónica de sus
hombres más próximos?
Contrariamente a lo que muchos quisieran creer la vuelta de Perón no fue
decidida por su líder ni se logró merced de la insistencia y gestiones
de sus estentóreos acólitos criollos. A Perón le permite volver ¡la
propia sinárquía que decía fustigar! –yankis, sionistas, masones e
incluso un sector del Vaticano-. El periodista Marcelo Larraquy,
refiriéndose a Gelli, escribe lo siguiente:
Frente a la convulsión social que vivía el país, el Gran Maestre
italiano confiaba en que Perón sería el único capaz de contener «el
peligro del comunismo». Esa idea fue transmitida por Gelli al Vaticano y
al secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger. También le fue
transmitida al presidente Richard Nixon. El acuerdo por el regreso de
Perón, diseñado por Gelli, unía la masonería de la P-2, el Rabinato de
Nueva York —cuyo hombre en el poder era el propio Kissinger—, al
Vaticano y al gobierno de los Estados Unidos. De este modo, Perón
contaría con el respaldo de poderes públicos y secretos internacionales
para regresar a la Argentina (…) Gelli pedía algo a cambio. El nuevo
gobierno constituiría una plataforma de negocios. Gelli quería
manejarlos desde adentro. Le pidió a Perón que le permitiera infiltrar
la logia masónica en el Estado argentino, con la designación de
funcionarios que fuesen adeptos a ella. De ese modo, con la avidez de
López Rega y ¡a masonería argentina y el consentimiento de Perón y
Campara -que no estaba en condiciones políticas de oponerse, porque el
acuerdo venía cerrado desde Europa—, Gelli comenzaría a infiltrar a la
P-2 en el futuro gobierno peronista. (…) Meses después, Gelli expresaría
su satisfacción por el acuerdo: «No sólo confirmaban lo que habían
prometido, sino que también pedían una colaboración para el futuro.
Saben que estuvieron fuera del país dieciocho años por di-ferencias con
¡a Familia, y admitieron que regresan a ¡a patria porque existe un
consentimiento de nuestra institución», escribió Gelli en una carta al
Gran Maestre local César de la Vega, que luego sería funcionario en el
Ministerio de Bienestar Social.
El peronista Julio C. González cuenta lo que Isabel (María Estela) le
reveló acerca del ministro Ángel Federico Robledo y del retorno de
Perón:
Isabel me dio explicaciones de todo esto: Robledo es uno de los
representantes de una sociedad secreta ante el peronismo... No fueron
Perón, ni Cámpora, ni Lastiri, ni Isabel los que lo hicieron
reiteradamente ministro en las esferas más diversas. No ocupó esos
cargos por su capacidad ni por sus conocimientos. Es un poder exterior
al país el que lo designa en su representación para esas funciones. Y el
gobierno débil debe aceptar. «Esto ha sido estipulado en las
negociaciones que concluyeron aceptando el regreso de Perón, y son
condiciones que deben cumplirse». El país y el pueblo pagarán las
consecuencias.
Se ha dicho también que el asunto de las ¨manos de Perón¨ fue obra de la
masonería británica, con quien supuestamente había quedado en deuda.
Walter Beveraggi Allende tenía a Perón por masón, de acuerdo a lo que un
periodista inglés le había confesado. Sea como fuere, adhiriendo o no a
la tesis de Emilio Corbiere (que asegura que Perón fue masón) y
creyendo o no a Gelli o a Allende, la cuestión no quedó jamás del todo
zanjada, aunque creemos que existen elementos suficientes para
sospecharlo (algunos de los cuales ya hemos mencionado).
Pero entonces, ¿fue o no efectivamente masón? Responderemos que no
podemos asegurar que exista un documento que así lo certifique. Aunque
creemos no obstante que los pocos pero entitativos elementos que
mencionamos resultan suficientes para que cada cuál saque sus propias
conclusiones. Varias logias masónicas lo reconocen como uno de los suyos
(si bien es cierto que a través de la historia, a fines
propagandísticos y políticos, la masonería ha procurado atribuirse a los
personajes más influyentes de la historia; caso San Martín, por
ejemplo). Pero por otro lado, esperar de Perón una confesión pública de
su adhesión a la secta de marras (en caso que hubiera sido masón) o un
documento que lo certifique, sería absurdo. Perón puede haber sido
muchas cosas, pero no tonto. Del mismo modo que tampoco existen
documentos que prueben de modo fehaciente y fuera de toda duda que
hombres como Rockefeller, Alfonsín, Menem, Bush, Macri, Clinton, etc.,
pertenecieron a la secta de marras (jamás admitieron públicamente su
vinculación a ésta). Sin embargo, su accionar político evidencia su
activa participación en logias ligadas a la masonería (atribuir a la
¨casualidad¨ la similitud de objetivos y programas culturales,
religiosos y políticos implementados sería de una ingenuidad supina).
Creemos que en este caso concreto los hechos hablan por sí solos. No se
requiere ser un avezado lector de entrelineas o coyunturas para poder
determinar lo que fue o no fue Perón. En este asunto concreto, los
hechos hablan más claramente que cualquier documento o discurso. Masón o
no masón, de logia regular o irregular, con o sin acta oficial de
afiliación a la secta, difícil será negar que en muchos aspectos se
comportara como tal (progresismo cultural, persecución a la Iglesia,
medidas laicistas, nombramientos de masones e izquierdistas en sus
gobiernos, etc.). Todas estas, políticas primordiales para la masonería,
coincidentes con su programa inmanentista y descatolicizador de la
sociedad .
Si algo ha distinguido a los patriotas o nacionalistas históricamente,
esto ha sido su rechazo absoluto por los discursos o acciones
demagógicas; por las definiciones ambiguas y falaces. Los ha distinguido
su desprecio visceral y frontal hacia las malas compañías; máxime de
aquellas enemigas de la nacionalidad y la religión. Por eso mismo,
actuando en consecuencia, los regimenes nacionalistas europeos
-coetáneos a Perón- promulgaron leyes antimasónicas, siendo
particularmente notables las decretadas por Oliveira Salazar, Benito
Mussolini y Francisco Franco . En nuestro país, del mismo modo obró
Hipólito Yrigoyen y don Juan Manuel de Rosas (que algunos insisten en
comparar con Juan Domingo Perón). Lejos de entablar amistosas relaciones
con las logias, el Restaurador de las leyes persiguió y erradicó a la
masonería del país, por considerarla una institución extranjerizante;
antinacional y anticatólica. Eso explica el odio inaudito (aún vigente)
de la masonería hacia la figura del gran caudillo argentino.