Pichetto, sí, al aborto.
Por Miguel De Lorenzo
Identificado con las causas nobles, enamorado de la justicia, Pichetto, ha dado el sí al aborto.
La escena memorable fue en el congreso “escala de todos los in-nobles designios”.
Ahí mismo, en el palacio, entre próceres
y prohombres, el senador, al que tanto debemos, tuvo aquella reunión,
con un grupo de mujeres interruptoras del embarazo, y dio el sí.
Fueron horas intensas, tal vez solo
comparables a esas otras donde se descubriría que el matrimonio debería
ser, y fue, igualitario. Nadie conoce como se insinuó en el alma del
senador, esa finísima intuición, esa feliz percepción de la verdad,
pero su obra matrimonialmente igualadora, perdurará.
Momentos inolvidables aquellos, el
senador de la inspirada verba, pronunciaba las más apasionadas arengas
acerca de las ventajas que para un hombre tiene desposar a otro hombre,
o una mujer a otra. Lo escuchamos cuando con ardor refutaba –
¿agraviaba? – al Papa Benedicto XXVI. Es cierto que iba con
ventaja, quién se atrevería con el sapiente Pichetto, ciertamente no
Benedicto, con su frágil filosofía y menguada teología, que, ya lo
sabemos, insistía en aquellas formas más obsoletas e inútiles de
matrimonio, o sea el de un hombre con una mujer
Pero humano al fin, esta vez,
atribulada su conciencia por las aborteras interrupciones, el hombre
decidió consultar, afirmarse en sabiduría y para eso se reunió con
personalidades (sic) de la cultura (¿?) Claudia Piñeiro, Verónica
Llinás y Dalma Maradona, Beatriz Sarlo, y Malena Galmarini También
estuvieron representantes de la Fundación Huésped y del Colectivo de
Mujeres.
En fin, altas exponentes del saber
abortar, orgullosas, de haber aniquilado – cualquiera que haya visto un
aborto sabe de qué hablamos – a sus pequeños hijos dentro de su propio
cuerpo. Y que deslumbradas con la experiencia, piden, exigen, que todas
las mujeres puedan abortar, segura y libremente y lo que parece
entusiasmarlas más aún, es lo de gratuito.
Sarlo alguna vez dijo que lo peor del aborto es la sucia clandestinidad, y tiene razón, basta de ocultarse, hagámoslo a la luz del día y aún podría –y debería – ser televisado.
Es claro que a una intelectual como
ella, matar, lo que se dice matar, le parezca secundario y no sucio ni
estremecedor, pensarán de ese modo, aquellos continuadores de la tesis
de Vattimo: el hombre es solo una cosa, entre otras cosas.
El histórico suceso fue a puertas cerradas y sin periodistas. Lástima.
Lamentablemente no fueron develadas las opiniones de Dalma Maradona, escucharlas hubiese sido un regocijo intelectual.
Respecto a algo llamado Colectivo de
Mujeres, vaya uno a saber de qué se trata, lo que parece seguro es que
también son interruptoras, es decir aborteras, es decir mujeres
dispuestas a matar a sus hijos.
De eso se trata.