domingo, 26 de abril de 2020

*Corona virus.

 
*Corona virus.
Los rabinos exigieron al gobierno de Fernández autorización para hacer baños purificadores en las sinagogas, pese a la prohibición estatal de realizar actos religiosos con afluencia de fieles. Inmediatamente se les concedió lo pedido; decisión lógica de un gobierno dominado por el judeo/calvinismo; aunque significaba preferenciar injustamente al judaísmo sobre las demás religiones e instituciones de todo tipo. Los judíos ortodoxos lo exigieron porque tienen fe en su religión; los judíos ateos, por su parte, seguramente se plantaron frente al gobierno nacional para demostrar el grado de acatamiento de los gobiernos cipayos y el poder que pueden ejercer sobre ellos.

                                                                                                                
Por el contrario, los Obispos ‘católicos’, fariseos y ecumenistas, no demostraron ningún interés en defender los derechos de la Iglesia y menos aún de enfrentar al gobierno, como es costumbre durante la historia eclesiástica argentina. Es así que decretaron de motu propio el cierre de las Iglesias, y la prohibición de actos litúrgicos; dejando a los fieles sin asistencia religiosa; y negando todo valor salvífico a la oración, la penitencia y la Sagrada Eucaristía.                                 
Este odioso problema, de la claudicación de la Jerarquía, fue expuesto magníficamente por monseñor Athanasius Schneider; que vivamente aconsejo leer en: “Adelante la Fe”. Y en cuanto a los entretelones de esta ‘pandemia’, recomiendo con el mismo fervor ver y escuchar la entrevista de Juan Manuel Soaje Pinto a la doctora Chinda Brandolino, en LTVI.

*Derechas Cipayas.
Las derechas ‘católicas’, entrevero de protestantes, masones, ecumenistas, etc., por ser fundamentalmente liberales, en todas sus variantes son CIPAYAS. Son lobos disfrazados con pieles de ovejas. Más que nunca, pretenden conciliar liberalismo masónico con patriotismo; partidocracia con Bien común; y lo único que logran es someter la ‘democracia’ liberal al Capitalismo ateo y subversivo judeo/calvinista.
La vigencia de José Antonio, que sufrió antes que nosotros este Vía Crucis que padecemos, es permanente:  el nacionalismo, o sea el verdadero y auténtico patriotismo no es ni de ‘derecha ni de izquierda’, ni del  centro;  representará a la totalidad de la Nación, a los personajes más excelsos del país, y no a este rejuntado de hipócritas que lucran en las Cámaras, y sólo representan al Régimen, tomando el camino inevitable hacia la revolución subversiva progresista/marxista.                                                                                                             
La Historia de la Cruzada española, nos enseña, aunque no queramos aprender, las consecuencias de la política desarrollada por esas derechas ‘demo/cristianas’, que no pueden, aun si lo quisieran, evadirse  de esa ideología que  es idéntica a la propuesta por los hermanos ‘tres puntos’. El que se alía con protestantes, aunque sea por el motivo más compasivo, si no es masón, terminará actuando como si lo fuese.   
He aquí el testimonio indiscutible de Brasillach y Bardèche, escrito en “Historia de la Guerra de España”, (pg. 51), respecto a quien trató de convivir fraternalmente con los izquierdistas y comunistas en plena ‘democracia’. Tal cual actuó el judío Kerensky en Rusia. De la misma manera que Gil Robles, se candidateó un personaje en nuestro país, aliándose, sin la menor perspicacia política y careciendo de apropiada formación, aunque no podríamos negar su patriotismo, con una protestante conectada con la famosa Clinton. Todos estos ejemplares de ‘avivados’ terminan paralizados para actuar en orden al bien político, abriendo camino a la confusión y al fin a la subversión.
“Sólo Gil Robles, que esperaba una evolución política normal, declara sin vacilación que su partido ‘estaría sin duda al lado del Gobierno [rojo] para el mantenimiento del orden público’, y tenía la ingenuidad de hablar de una ‘composición serena y razonada’. Necesitaba el asesinato de Calvo Sotelo para abrir los ojos, dos días más tarde entonaría su canto del cisne y descubriría –demasiado tarde- la ley interna de aquel régimen que él no había sabido enderezar.                                                                                                                                            
[…] Gil Robles descubría la verdad fundamental: no habiendo comprendido la democracia cuando podía obrar sobre ella, se daba cuenta del juego cuando quedaba reducido a la impotencia. La responsabilidad de los otros no disminuye en nada la suya. Había preparado por su debilidad el drama ante el cual se tapaba los ojos.
Pero también los partidos de izquierda habían olvidado el contrato de la democracia. Habían olvidado que cada papeleta de votación representa un fusil al que la minoría renuncia a cambio del compromiso solemne de que sus derechos serán respetados. La negación de la justicia, la ilegalidad, la arbitrariedad, son casos de ruptura de contrato. Todo elector vuelve a ser una cabeza, una cabeza que tiene el derecho a la legítima defensa. La lucha electoral puede convertirse en guerra civil, y según la consigna que sirvió de regla a la primera república francesa, ‘la insurrección se convierte en el primero de los derechos y en el más sagrado de los deberes’”.

*Discriminación  
                        (Genta: “La Idea y las ideologías, pg.198.)                                                                   
 La discriminación es un atentado a la ‘democracia’ liberal. Podríamos decir, más exactamente, que es un ‘pecado’ contra la ‘democracia’, pues esta es una pseudo religión con ‘dogmas’, como cualquier secta anglosajona. Pero como la ‘democracia’ liberal es un mito falso, también lo es la ‘discriminación’, que es uno de sus dogmas. La ‘discriminación’ liberal, ideología para insensatos, repudia la naturaleza de los seres; como ciegos que no reconocen las diferencias naturales que se presentan ante sus ojos. Estas diferencias deben acatarse necesariamente, aunque sin motivar privilegios injustos.                                                                                                                                                
La prohibición de discriminar, es en realidad, una de las mentiras que la ‘democracia’ difunde para tener amansada a la ‘galería’; y cultivar, paradojalmente, fama de democracia auténtica. Porque en realidad, la ‘democracia’ liberal no es democrática, sino oligárquica; es el Régimen de Mamón.
Pero este Régimen cipayo, contradiciéndose, ejerce real y efectivamente la ‘discriminación’, con perfidia diabólica, contra los nacionalistas, para matarnos social y políticamente. Porque somos los patriotas que pretendemos el Bien nacional sobre los particulares; y en consecuencia, somos el testimonio vivo e irrecusable de la corrupción de ellos; verdad que no pueden soportar.
Como toda idea fundada en el error, se concreta en forma opuesta a la declarada; los ‘democráticos’ nos discriminan a los patriotas, y dejan sin discriminar la honestidad de la corrupción; la verdad de la mentira; la realidad de la ideología; el ser nacional del pluralismo ecuménico. Todo es igual, nada es mejor. En el Cambalache nacional nadie enjuicia a los corruptos ni a los traidores; y los ‘representantes’ del pueblo resultan siempre asombrosamente honorables.                                                                                                                                                                                       
El profesor Genta aclara terminantemente la absurdidad del dogma de la ‘discriminación’ liberal; que como todo falso ‘humanitarismo’, prácticamente es el fermento de violencia social; abortos contra los inocentes; aumento de la drogadicción juvenil; guerras para imponer la ‘libertad y la democracia’; entrega de la soberanía; lucha de clases, incentivada por el marxismo y el capitalismo al unísono; abusos contra los menesterosos; aumento de la desocupación, etc.  O sea, todo el horror que vivimos, se logró bajo el ‘dogma’ de la no discriminación.          
“Las épocas democráticas como la nuestra, que padecen el horror a la distinción y a la jerarquía, y el hombre declina hacia lo común y lo indeterminado, no reconocen otra forma de unión que una simple apariencia resultante de la supresión retórica de las diferencias y de las calidades. Esta presunta unión y solidaridad que promovería el arrasamiento de las diferencias, se plantea en modo análogo a la disposición fraternal entre los pueblos y los hombres que se supone  resultaría de la abolición de las nacionalidades y la consiguiente instauración de la paz perpetua.
La supresión de las diferencias no propicia el acercamiento ni la coincidencia, ni la unión; más bien provoca la soledad y el aislamiento irremediable de los términos en juego, por cuanto es una declinación hacia la materia, opaca e incomunicable de suyo. Se trata de una unión que es más bien separación.
La verdadera lucha por la existencia es una lucha por la distinción en lo universal; de ahí que distinguirse realmente sea tanto como ser y todo devaneo por los comunes denominadores sea tanto como no ser…”

*El método de los usureros.

(Tema que el excelente camarada Héctor Giuliani aborda insistentemente, por ser el meollo del accionar de la usura internacional). Dijo Henry Ford respecto a USA, hace varias decenas de años:
“Es bien sabido que la gente del país no entiende nuestro sistema bancario y monetario, porque si lo hicieran creo que habría una revolución antes de pasado mañana. El objetivo principal de los financieros es controlar el mundo mediante la creación de deudas inextinguibles”.
La deuda no debe cancelarse jamás, porque es el alimento, trabajo y esfuerzo a costa de la miseria, que el pueblo argentino arroja a los buitres judeo/calvinistas. Los gobiernos que pagan la dudosa ‘deuda’ servilmente, incontroladamente, los Kirchener, Macri, Fernández, y anteriores, -ninguno se salva de la ignominia-, son irresponsables y traidores que sólo ansían lamerle las botas a los amos del mundo para pasarla bien y enriquecerse a costa del país. Son gorrones incapaces de pensar   que el país puede salir adelante sin la usura; son petimetres carentes de las agallas necesarias para actos heroicos, sin  fe en el patriotismo del  pueblo argentino; porque desconocen esa virtud.