Ni una sola queja
Circula
vertiginosamente por las Redes Sociales este mensaje elaborado por manos
anónimas, razón por la cual hemos denominado a su autor
"Fuenteovejuna". La desgarradora emoción con la que está escrito nos
lleva a difundirlo entre nuestros propios lectores.
¿Cuáles son los motivos para tener a
la población encerrada en casa 58 días? ¡Habéis tenido dos putos meses
para comprar masivamente test para todos! ¡Dos meses, dos!
¿Dónde están los tests rápidos que debería tener España? ¿Y todavía
queréis alargar más este encarcelamiento? Qué razones hay aparte de privarnos de nuestra libertad
y de saltaros a la torera la Constitución? ¿Queréis hundir en la
miseria al país y que todos dependan de vuestra paga mensual? ¿Donde
diablos estáis todos? ¿Qué os pasa? ¿No os dais cuenta de lo que pretenden?
NI UNA SOLA QUEJA
- En Suecia, las personas pueden circular libremente. 350 muertos- En Alemania, se permite salir a pasear y hacer deporte. 2.800 muertos
- En Portugal, no hay confinamiento legal, solo recomendaciones de distancia social y prohibición de juntarse más de 5 personas. 600 muertos
- En Corea del Sur, confinamiento obligatprop solo para contagiados y quien tenga relación directa con un contagiado. 230 muertos
-En Noruega, Austria, Dinamarca, similares medidas y parecidos resultados.
- En España. Confinamiento obligatorio total para todos. 20.000 muertos (ojo, muertos oficiales; los reales no se sabe), récord mundial en muertos por millón de habitantes.
Y ni una sola queja. A pesar de las medidas y de todos sus muertos, ni una sola queja del pueblo.
NI una queja por ese confinamiento que recorta derechos esenciales y libertades básicas en una democracia. Ni una sola queja a pesar de los terroríficos resultados obtenidos. Ni una sola queja, ni una sola pregunta sobre si, quizás, hay otra forma de hacer las cosas que no consista en obligar a todo un pueblo a estar en sus casas.
Un pueblo adormecido durante las 24 horas del día por unas televisiones cómplices que solo muestran canciones pegadizas, sonrisas y aplausos en los balcones, pero jamás nuestros muertos. Una televisiones que te dicen que compres una vez a la semana y te quedes en casa el resto del tiempo, coaccionándote, chantajeándote emocionalmente, arrinconando socialmente al que se atreve a reflexionar y tratando como irresponsables y culpables del desastre humano que sufrimos a quienes, cumpliendo la ley, compran el pan, válgame Dios, cada día. Unas televisiones, que desviando la atención, buscan otros culpables y señalan, una y otra vez, como si fueran asesinos o terroristas desalmados, a algún incauto al que se la ha ocurrido sacar a su perro a hacer pis a un monte desierto, o a algunos padres qu,e con sus hijos, deciden irse el fin de semana a su segunda casa, ya que sin duda, son los culpables de que haya 20.000 muertos.
Pero ni una sola queja. Solo aceptación e incluso convencimiento.
A pesar de todas las medidas gubernamentales de recorte de derechos fundamentales, medidas que no han tomado en otros países que les ha ido mejor y que a nosotros nos han llevado al mayor número de muertos del mundo, ni una sola queja por parte de un pueblo subyugado.
Ni una sola queja.
Aunque no puedas ni salir a enterrar a tu madre o a tu padre, ni a llorarles, ni a verles antes de la muerte... Y sin embargo, seis u ocho tertulianos de medios de comunicación cómplices pueden juntarse para insistir con el quedarse en casa y lo bien que lo estamos todos haciendo.
Y ante tal recorte de derechos fundamentales, ni una sola queja, solo comprensión, aceptación y apoyo por parte de todo un pueblo que te crucifica si consideras que, como hacen otros países, hay otras formas que no sean el total confinamiento. Un pueblo, el mismo pueblo, que un día, no hace mucho tiempo, se quejaba e indignaba ardientemente porque un perro murió a causa del ébola mientras llamaba por ello asesino al gobierno.
Un pueblo capaz de expulsar de sus edificios a trabajadores sanitarios, cajeros de supermercados o similares, con una vileza y mezquindad insuperables.
Todo un pueblo que sí se queja e indigna, pero no ante el recorte de sus libertades y derechos o por el número causado de muertos, sino que, enrabietado, en esto sí, conforma una especie de policía popular, como en la época nazi con los judios o en la calvinista con las brujas. Un pueblo que mira con recelo y apunta con el dedo a quien, aunque cumpla la ley, se salta los dictados sacando el perro, comprando el pan y yendo al supermercado habitualmente.
Ni una sola queja por parte de este, mi amado pueblo. Pero yo sí me quejo y por eso... COMPARTO este mensaje.
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