domingo, 26 de abril de 2020

LOS ELEMENTOS RELIGIOSOS DEL PERONISMO (30° PARTE): LAS CANONIZACIONES POPULARES (2)

Los elementos religiosos del peronismo

 (30° parte): Las canonizaciones populares (2)



Canonizaciones populares que trascienden el ámbito regional e incluso el nacional son, entre otras, la de la mencionada Difunta Correa en San Juan, la del Gaucho Cuvillo en Mendoza, la de la Madre María y Pancho Sierra en Buenos Aires, y la del Gaucho Lega, también en Corrientes. El fenómeno supera el paso del tiempo y de ninguna manera se trata de algo perteneciente al pasado, como podría pensarse. 

En los últimos años ha comenzado a insinuarse un culto popular a María Soledad Morales, la jovencita asesinada en Catamarca que provocara un verdadero escándalo político de resonancias a nivel nacional.
Como en el caso de María Soledad Morales, la sacralización pasa por encima de cualquier criterio de tipo moral, puesto que algunas de estas santificaciones folclóricas pertenecen, curiosamente, a una suerte de "Robin Hoods" autóctonos, con características de delincuencia que no impiden su "canonización" por parte de gentes sencillas del pueblo.
Un lugar de privilegio se reserva en el imaginario argentino a la figura mítica del cantante Carlos Gardel. Su culto popular arrastra una vigencia de varias décadas, que se mantiene inalterable a lo largo del tiempo, en distintas geografías americanas y europeas e incluso en los lejanos países orientales. Un reportaje realizado en la ciudad colombiana de Medellín, donde Gardel falleció trágicamente (un signo constitutivo de la canonización popular) certifica, como inequívoco rasgo de esa santidad laica, el hecho sobrenatural atribuido al mito. La tumba del cantante, ubicada en el cementerio de la Chacarita, un tradicional barrio porteño, constituye un verdadero documento donde se asientan los testimonios de la canonización.
La divinización de los cantantes registra también un caso paradigmático en la figura de Elvis Presley, en el que también se verifica -como en Evita- la nota de muerte prematura. Su sacralización ha originado la "Iglesia Presleyteriana del Divino Elvis", cuya "Basilica de San Pedro" es la mansión Graceland, convertida desde su muerte en un santuario de peregrinos. Se trata de un culto reencarnacionista.
Un caso por completo diferente lo constituye el del joven indio Ceferino Namuncurá, muerto en olor de santidad y objeto también de una gran devoción popular, cuya causa de canonizacion ha iniciado la Iglesia Católica.
El culto a los Santos es la manifestación reverencial que se tributa a personas destacadas por la perfección cristiana de sus vidas, que ya han fallecido y que han sido propuestas a la veneración de los fieles, bien por aclamación popular o por decreto pontificio de beatificación o canonización. El culto privado es el que se tributa a personas destacadas por su virtud o por alguna causa especial, que sin embargo no han sido incluidas todavía en el catálogo oficial de los Santos. El culto a los Santos se denomina culto de dulía en la teología católica, diferenciándolo del culto de hiperdulía, tributado a la Virgen María, y de latría, reservado solamente al mismo Dios.
Rendir culto a las personas fallecidas es un fenómeno natural que ha existido en toda la historia de la humanidad, también en el Cristianismo, desde la primitiva Iglesia. Se parte de la fama de santidad o sea de la común opinión que ha dejado un difunto entre un gran número de personas acerca de su propia vivencia de la fe, supuestamente encarnada en un grado superior al de la una común existencia cristiana. De este modo puede considerarse que el así llamado "siervo de Dios" ha vivido heroicamente las virtudes evangélicas. La Iglesia, a solicitud de sus devotos o admiradores, examina el caso a través de un rigurosísimo procedimiento.
La beatificación es una declaración previa a la canonización, por la cual se admite el culto en ciertos lugares o para algunas personas. La canonización es la sentencia del romano pontífice, por la cual se declara solemnemente que un siervo de Dios goza de la gloria celestial, y por consiguiente se recomienda a todos los fieles el culto de dulía en su honor.