martes, 19 de junio de 2018

DESAGRAVIO A MARÍA SANTÍSIMA

DESAGRAVIO A MARÍA SANTÍSIMA



Antonio Caponnetto




En los días aciagos de la legalizacion del aborto, los obispos se pronunciaron con un texto vergonzante que escandalizó a muchos fieles. Porque abajando lo sacro y tomando en vano el nombre de Dios, osaron comparar a María Santísima con una mujer cualquiera víctima de un embarazo inesperado. Dicen los teólogos que Cristo –como todo hijo varón que se precie de tal- no permite que insulten a su madre. Y cuando esto sucede, su intervención está próxima y cercana. Entretanto, Nuestra Reina y Señora, no puede quedar sin desagravio.


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La que espera


A Magdalena Bosco,mi más pequeña ahijada.



 Por ANTONIO CAPONNETTO



Cuando Dios dijo Hagamos con su ser Uno y Trino,

instante bendecido que en sí mismo abrevaba,

Origen de los ritmos, las ráfagas o el alba:

ya María esperaba.



En el trono del Padre, el del Pneuma y del Hijo,

solamente una Luna su cuerpo retrepaba,

incoada en el solio trinitario y eterno:

ya María esperaba.



San Joaquín y Santa Ana rogaron el obsequio

de aquella gravidez que al lirio acuartelaba,

se alegraron los cielos y la tierra era un salmo:

ya María esperaba.



La dotaron de un nombre pero ella era inefable,

¿con qué letras llamarla si su voz albriciaba?

su nombradía dulce encerraba un acíbar:

ya María esperaba.



Servidora en el templo entre ancianos prudentes,

en honda expectación un secreto velaba,

oyó las Escrituras, vio el Árbol de Jesé:

ya María esperaba.



Y el día en que el Arcángel pronunció su “No temas”

(Fra Angélico asegura que el azul aleteaba),

izó un canto laudante, enarboló la gracia:

ya María esperaba.



Sobre el lomo de un rucio, San José con las riendas,

a Belén se encamina, la estrella pastoreaba,

se vistió de pesebre la vigilia del parto:

ya María esperaba.



Por Caná hay una boda con sabor a verbena,

con tinajas vacías,sólo el agua escanciaba,

le pidió con los ojos el prodigio del vino:

aún María esperaba.



Lo desclavaron muerto,martirizado, roto,

lo posó en su regazo que el Verbo amurallaba,

le besó las heridas,los párpados sangrantes:

aún María esperaba.



Tu preñez,tu cintura vuelta cántaro pleno,

tu gestación prevista como una primavera,

te agradecen los coros angélicos diciendo:

 Es Ella, La que espera.