¿DOS PAPAS O NINGÚN PAPA?
LECCIONES DE HISTORIA DE LA IGLESIA ¿DOS PAPAS O NINGUNO?
Hubo santos que ni siquiera sabían quién era el verdadero Papa
De Los Padres de Traditio
San Vicente Ferrer (arriba) reconocía a un Papa y Santa Catalina de Siena a otro. Durante la época del Gran Cisma de Occidente (1378-1417), cada uno de ellos llamaba al otro “loco”, “mentiroso”, “hereje” y “Diablo”. Durante cuarenta años, incluso hubo santos sin saber a ciencia cierta quién era el verdadero Papa. Con el Cisma del Vaticano II de mediados del siglo 20 surgen de nuevo disputas sobre si hay o no hay un verdadero Papa.
Incluso
muchos católicos tradicionales no son conscientes de que hubo períodos
en la historia de la Iglesia, en los que no se sabía quién era el
verdadero Papa. La
historia de la Iglesia es una ayuda indispensable para los católicos
que deseen entender más claramente la naturaleza de los tiempos en los
que vivimos y la e otros tiempos históricos parecidos. Es triste que la mayoría de los católicos tienen una ignorancia abismal de la historia de su propia Iglesia. La Cuaresma podría ser un momento apropiado para estudiar el tema. En nuestros recursos, haga clic en FAQ05: ¿Qué recursos católicos tradicionales me recomiendan? en la sección “Historia [ Está en inglés]
El Gran Cisma de
Occidente, que duró casi cuarenta años (1378-1417), sumió a la Iglesia
Católica en un mar de dudas y de angustias. Aproximadamente, pasa lo
mismo ahora en el período en que estamos viviendo desde el modernista
Concilio Vaticano II (1962-1965) durante el cual la Iglesia Católica ha sido sustituída por la Neoiglesia del Novus Ordo. En
el Gran Cisma de Occidente, había dos papas rivales, dos superiores
generales de órdenes religiosas rivales, dos obispos que competían en
cada diócesis.
La opinión pública
durante el Gran Cisma de Occidente estaba irremediablemente confundida,
tal como lo está ahora. Incluso los santos estaban seguros de que el
suyo era el verdadero Papa. Santa Catalina de Siena trabajó con toda la
fuerza de su temperamento ardiente y con firmeza de convicción para
garantizar el reconocimiento universal del papa Urbano. A diferencia de
aquéllos que hoy argumentan que uno debe comportarse “educadamente” con
los herejes y cismáticos, Santa Catalina a los que ella consideraba
cardenales errantes los llamaba ”tontos,” “mentirosos” y “demonios en
forma humana”. Por otro lado, un famoso predicador español, San Vicente
Ferrer, de la Orden Dominicana, trabajó durante el cisma con igual celo
por la causa de los papas de Aviñón. Para él, los seguidores de Urbano
estaban siendo “engañados por el diablo” y eran “herejes”.
En este período
se desarrollaron opiniones teológicas que distinguían entre la Iglesia
católica universal, la única infalible y en posesión de los medios de
salvación, y otra Iglesia
hecha por el hombre que había surgido de esa Iglesia católica pero que
también se llamaba a sí misma “católica”. Lo que fue materia de
especulación teológica en el siglo 15 se hizo realidad en el siglo 16,
cuando la Iglesia protestante de Martín Lutero se separó de la Iglesia
Católica universal, alegando que era ella la verdadera Iglesia.
Siendo mala la
revolución protestante, era todavía más preocupante el hecho de que la
Iglesia de Lutero conservaba rasgos del catolicismo. Conservaba un
culto, que se mantendría durante más de un siglo, muy parecido a la misa
católica, incluso realizado en gran
parte en latín. En la revolución del modernista Vaticano II de mediados
del siglo 20, la Nueva Iglesia del Novus Ordo se apartó de la Iglesia
católica haciéndose llamar “católica”. A diferencia de la Iglesia de
Lutero, la nueva iglesia incluso ha suprimido gran parte de la misa
católica y la realiza casi exclusivamente en lengua vulgar, lo cual
incluso Martin Luther había condenado.
Esta teología que distingue entre una Iglesia Católica universal y una iglesia
hecha por hombres, nos recuerda la distinción que hizo el arzobispo
tradicional Marcel Lefebvre entre la Roma eterna (la Iglesia Católica) y
la Roma moderna (la cismática /herética Neoiglesia del Novus Ordo. El
Gran Cisma de Ocidente del siglo 15 ha vuelto a repetirse
históricamente con el Cisma de mediados del siglo 20 causado por el
modernista Vaticano II. Como resultado, el estado del papado en nuestros
días es otra vez precario, con abiertos conflictos de nuevo sobre quién
es o no es, el verdadero Papa, acompañado de un mar de dudas y de
angustias, surgidas otra vez.