Castellani sobre Lucio Gera
De acuerdo con Gustavo
Irrazábal, abogado y doctor en Teología, el pensamiento de Bergoglio
coincide con el de Lucio Gera, integrante del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, no el de principios de los años 70, sino el de
Puebla, en 1979. Los escritos de Gera y sus compañeros de militancia preocuparon al
menos a dos obispos, que recurrieron a Leonardo Castellani para que emitiera un
veredicto. A juzgar por el escrito que hoy reproducimos, pareciera
que Castellani no dio mucha importancia al tema. La crítica a Gera es breve,
áspera y por momentos sarcástica. No obstante, distingue dentro del movimiento tercermundista
dos sectores: uno, abiertamente modernista; otro, confuso y politiquero. En
este segundo sector se ubica Gera, el inspirador de Bergoglio. Quienes esperaban de
parte de Castellani algo del estilo de los panfletos
anticomunistas que en los 70 emitía la T.F.P.
-en los que todo se reducía al peligro del comunismo, y los
nacionalistas católicos eran "socialistas" por defender la función
social de la propiedad- se habrán sentido defraudados por un escrito
“descafeinado”. En cambio, quienes sabían que la preocupación central de
Castellani era el fariseísmo
en relación con la Parusía, entenderán una valoración crítica que no
deja de reconocer buenas intenciones, algunas verdades parciales y una
preocupación por los menesterosos.
Tercero mundo.
Por Leonardo Castellani
Ciertamente no es por mi
gusto que leí ese paquete que me mandaron de literatura terciomúndica, y menos escribir
sobre ella; pero quien manda, manda y no hay nada que hacerle. Antes a los que preguntaban "¿qué es eso
del Tercer Mundo?", yo les respondía: "Yo
no sé porque soy del cuarto"; pero ahora alguien que
puede hacerlo me recordó que Geoffroy des Fontains
dijo que peca mortalmente el doctor en teología que consultado por un pobrete no responde; porque
para eso le paga la Sorbona si es
catedrático; o le dan limosnas si es religioso.
Primero
hay que distinguir —porque quien mucho
distingue no hace potingue— entre el
movimiento o partido del Tercer Mundo atacados de viruela boba, que andan
diciendo que no hay ángeles ni demonios, muchísimo menos que no es pecado lo
que antes llamaban pecado porque son desahogos naturales de la naturaleza, que
no es obligación oír misa los domingos y que hay que leer mucho los Evangelios
pero sabiendo que la mayor parte son "midrash"... Cosas así.
Esos me dicen han existido siempre
pero calladitos y ahora se ha abierto no se sabe qué portillo y han salido
revoloteando. Estos han perdido la fe, si alguna vez la tuvieron, ¿y por eso me
voy a afligir yo? Si me encuentro con un mahometano o un judío, ¿me aflijo yo
por ventura? Dejémoslos pasar como la fiera —Corriente del gran Betis...— Pero
es que éstos llevan sotana y engañan a la gente... No es verdad: ni llevan
sotana ni engañan sino al que quiere.
El Tercer Mundo es algo más difícil: es un
movimiento como ellos se llaman, o partido político como ellos no quieren los
llamen, aunque usan los procedimientos de los antiguos partidos, como ser
asambleas, elecciones, comités y proclamas. Son 400 sacerdotes,
según dice el libreto Sacerdotes para el Tercer Mundo, firmado por los Pbros.
Bresri y Concatti, de 160 páginas, sin pie de imprenta y con una prelusión de
Mons. Antonio Devoto, obispo. Son 31 documentos, o sea proclamas precedidas de
una breve crónica y seguidos de una "Reflexión Teológica" a cargo del
Pbro. Lucio Gera. Todas son
respuestas, exhortaciones y admoniciones a los obispos, sobre todo al actual
gobernante de la Arquidiócesis; y al inactual general Onganía, pues con
Levingston todavía no han empezado.
Su lenguaje es el de los políticos,
mezclado con el de los pastores protestantes; y han hecho ya más proclamas que
Balbín. La autoridad invocada son los Evangelios; la bandera enarbolada es la
liberación de los pobres; la meta es la reforma de la Iglesia o si acaso la
fundación de otra nueva; la Carta Magna es Medellín.
Si esto no es política, que venga Dios y lo diga; no otra cosa dicen y
hacen los socialistas. Lástima que la doctrina de ellos sea mala; pero así y
todo, prefiero antes que a Lucio Gera a Leónidas Barletta, que al menos sabe
escribir. Una de
esas proclamas dice netamente que lo que ellos quieren es un socialismo
auténtico. Se atribuyen al menos oscuramente el don de profecía, evocan la
futura revolución y citan al voleo a San Basilio, Medellín, Paulo VI y
diversas conferencias episcopales.
Para no ser mero panfletario, aquí habría que detenerse a alabar las
buenas intenciones, las algunas verdades enunciadas, la preferencia evangélica
por los menesterosos,
y el amor a Córdoba, a Tucumán, la América Latina y Reconquista, mi pueblo
natal. Pero el triste caso es que no dispongo aquí del espacio (29 páginas) de
que dispone Lucio Gera en la
revista Víspera, uruguaya, y Cristianismo y Revolución, Nº 25, de
Buenos Aires, para su caudaloso “Apuntes para una interpretación de la Iglesia
Argentina”.
Este es el más letrado y
entitulado de los escritores de ambas caudalosas revistas que son una sola.
Para entrar en el fiero y fosco follaje de estos Apuntes, ahí sí que no
alcanzan ni el espacio ni el tiempo ni las ganas. Suerte que la cosa se puede
arreglar con una palabra: "No sabe lo que se pesca". El núcleo íntimo
de la disertación es la decadencia de la Iglesia. Ahora bien, él no puede saber
si la Iglesia está en decadencia; segundo, si lo estuviera, él no sabría ni la
causa ni el remedio; y tercero, la Iglesia no está en decadencia. Él está en
decadencia y es una lástima, siendo un muchacho muy bien dotado.
Si usted lo lee con atención, verá que en el fondo no dice nada, de
modo que el artículo oriental-argentino viene a ser un vacío mal envuelto;
envuelto en un lenguaje confuso, abstruso y pedantesco, que parece mal alemán
mal traducido.
"En razón de este elemento nuclear vital, interno de la Iglesia, la, comunidad
creyente se torna portadora de una estructura institucional y sujeto de
acontecimientos. Cuando el núcleo místico de la fe (Iglesia-Misterio) se
manifiesta en su sacramentalidad, la experiencia interior... se torna
epifanía... la vivencia contemplativa se dobla en acción creativa de la
historia..." dice por ejemplo en la parte V, capítulo 10, Marco teórico de las contradicciones. Esto sí que no puede destruir la Iglesia
Constantiniana, pero puede destruir si acaso la lengua de Cervantes. Para
saber si esta realidad inmensa que es la Iglesia está o no en
"decadencia", éste tendría que ser Francisco de Sales y Francisco
Javier en uno. Haber gobernado una diócesis 50 años, haber recorrido el mundo y
tanteado por todos lados. Pero los dos Franciscos se limitaron a convertir a
cuantos protestantes o idólatras toparon dentro del círculo de su acción; y
todos los abusos y "contradicciones" que topaban, dejárselas a Dios
que podía más que ellos.
Pero todas las revistas judaicas
de la Argentina dicen que la Iglesia Católica está en decadencia. Es verdad.
Podrían nombrarlo a Lucio Cera Director-Fundador Honorario de Primera Plana y
Panorama. Una cosa es predicar y otra cosa es dar trigo. Estos predican bien;
pero; ¿dan trigo? Nunca lo he visto. Al contrario, conozco dos de ellos que en
vez, de distribuir trigo, atrojan. Segundo, la trabajosa definición de esa
decadencia se sitúa en lo administrativo, Organizativo y nada vivo, sino
meramente en lo mecánico, en la mecánica accidental de la Iglesia externa. La
causa no puede estar allí: la causa tiene que ser moral. Es como si Jesucristo
hubiese predicado que el Sanedrín debía constar de 53 miembros en vez de 40,
la elección de Sumo Sacerdote hacerse más democrática y el sacrificio matutino
volverse vespertino cambiando todo el ritual de hebreo a arameo; y además
echar cuanto antes a los romanos. Jesucristo gritó contra la ambición y la
soberbia religiosa que hoy llamamos fariseísmo. Si hay males hoy en la
Iglesia, de allí han venido siempre.
Y lo más curioso es que no hay
decadencia. Conocemos un firme frente de curas de 30 a 50 años que sin hacer la
menor alharaca siguen cumpliendo día tras día y año tras año esa cantidad de
cositas prosaicas, fastidiosas, fútiles en apariencia que constituyen el deber
del párroco; el cual eleva a Dios sus manos cada día implorando auxilios para
su múltiple oficio, que comprende desde basurero a médico; unificado todo por
una sencilla, invisible cosa que es creer en Dios y creer a Dios. Estos buenos
párrocos son el Cuarto Mundo que ha de venir, no por obra de los curas
politicantes sino por obra del Creador del único Mundo conocido. Porque todo este barullo de tercer mundo, curas
progresistas y democracia cristiana es pura política, mezclar religión y
política o querer usar la religión para arramblar votos.
¿Y todo este bochinche acabará?
Ciertamente acabará. ¿Y cuándo? Eso sí que no lo sabe ni Cera ni yo, ni
Monseñor Aramburu ni los ángeles del cielo.
Fuente:
http://cruzamante.blogspot.com.ar/2009/03/tercero-mundo.html