FRANCISCO GRAMSCIANO
[El siguiente es un magnífico artículo que constata un hecho
extraordinario: Francisco I, exporta desde su pequeña cátedra de Santa
Marta la ideología del comunista Gramsci, o mejor la estrategia de dicho
autor para convertir a la fe comunista destruyendo la Fe Católica, a
todo el mundo. Nos preguntamos cómo puede ser que la "Cátedra de la
Verdad" exporte la corrupción a gran escala, dicho sea con palabras de
León XIII, la abominación y la impiedad. Ésta pregunta debe tener una
respuesta que dejo al lector avisado.]
Gramsci en el Vaticano
Por Fray Gerundio
Siempre
me llamó la atención la inteligente y habilidosa estrategia de Antonio
Gramsci para conseguir que se extendiera como la pólvora la ideología
comunista en los paises latinos. Mientras en Rusia se andaban aburriendo
con El Capital de Marx, o la no menos insoportable obra de Lenin Materialismo y Empiriocriticismo,
o los diversos panfletos de tantos y tantos teóricos del Partido,
Gramsci desde la cárcel ponía los cimientos a una estrategia sumamente
inteligente y práctica. Eso sí que era verdadera praxis. Se trataba de
hacer llegar a todos los rincones de la vida cotidiana de los italianos y
por ende de todos los europeos, el modo de pensar, de actuar, de vivir
que impone el ideario marxista. Y no de una forma teórica y filosófica,
sino de una forma práctica: Marxismo a la cultura, a la prensa, a los
hogares y a las familias, a las iglesias y a los mercados, a las
fábricas y a los colegios, a las universidades y los conventos. Marxismo
hasta en la sopa, inteligentemente cocida a base de pocos, pequeños,
pero constantes sobrecitos y pastillitas a los que todos pudieran tener
acceso.
Así
se introdujo el maxismo en los países no-marxistas en los años sesenta
del pasado siglo, así se introdujo en la Iglesia postconciliar y así
continúa el marxismo después de la caída del muro, aunque los tontos
piensan que ha desaparecido tras el derribo. Creo que aquella
destrucción, abrió las puertas a la extensión ya descarada de las ideas
marxistas por el mundo liberal. Al fin y al cabo son los mismos perros
con distintos collares. Nuestra cultura putrefacta está infectada por
todas estas ideillas marxistonas que la
televisión se ha encargado de popularizar. No hay pueblo, villorrio o
ciudad, que no tenga un concejal o concejala, consejero o funcionario
comunista encargado de los Festejos Culturales (?), especialmente si el
alcalde es de derechas, dedicado a promover lo más granado de la
retrointeligencia -que dicho sea de paso-, siempre es anticatólica,
anticlerical y pro-todo lo que venga desde las alcantarillas más zafias del pecado.
La
misma estrategia viene utilizándose en la Iglesia desde hace años. Sólo
que ahora, de modo más informal, más dicharachero, más campechano, con
buen humor y sobre todo, sin ceremonia. Para que se vea que hay
naturalidad y que no hay hipocresía. Hay un modo muy útil de ir
desmoronando columnas levantadas hace siglos, como-quien-no-quiere-la-cosa,
con habilidad, descaro y cierta soltura. Este método lo han aprendido
de forma especial los más malos del Colegio. No me refiero al
Cardenalicio, sino a cualquier colectivo que quiera destruir lo que antes quedó firme y seguro.
Y
es que una frasecita dicha por aquí, un comentario jocoso hecho por
allá, una recomendación ingenua (aparentemente ingenua) realizada por
acullá, una sonrisita y un gesto por no muy allá… en el momento
oportuno, ante el auditorio oportuno, con la retórica oportuna, pueden
ser fenomenales para la destrucción y muerte de lo que se proponga. Si
esto lo hace una Alta Autoridad, entonces está servido el éxito. Y si
todavía más, lo realiza una Alta Autoridad con la que están drogadas y
fanatizadas las masas, entonces ya la aceptación alcanza niveles
estratosféricos.
Veamos por ejemplo,
cómo se puede quitar de un plumazo en la mentalidad de los oyentes la
obligatoriedad de cumplir con el tercer mandamiento que es santificar
las fiestas: o sea, ir a misa todos los domingos y fiestas de guardar:
“¿Cuáles son los deberes del cristiano? Quizás me dirás que ir a Misa todos los domingos o vivir el ayuno y la abstinencia en Semana Santa. Pero el primer deber del cristiano es escuchar al amor de Dios. Escuchar a Jesús”.
No
cabe duda de que aquí nadie ha dicho nada malo. Pero ¿es lo correcto?
¿puede generar en los oyentes (en este caso va a llegar a todo el mundo)
una cierta impresión de que no estan necesario ir a misa en domingo?
Veamos
otro ejemplo, para decir como si nada que la penitencia y la conversión
consisten en el socorro a los necesitados, como en este discurso:
“La Cuaresma es para ajustar la vida, organizar la vida, cambiar la vida, para acercarnos al Señor. El signo de que estamos lejos del Señor es la hipocresía. El hipócrita no tiene necesidad del Señor, se salva por sí mismo, así piensa, y se viste de santo. El signo de que nosotros nos acercamos al Señor con la penitencia, pidiendo perdón, es que nosotros cuidamos a nuestros hermanos necesitados”.
¿Y quién es el hipócrita?
¿Qué hacen los hipócritas? Se disfrazan, se disfrazan de buenos: ponen cara de imagencita, rezan mirando hacia el cielo, haciéndose ver, se sienten más justos que los demás, desprecian a los demás. ‘Pero – dicen – yo soy muy católico, porque mi tío es un gran benefactor, mi familia es ésta, y yo soy… he aprendido… conocido a tal obispo, a tal cardenal, a tal padre… Yo soy…’. Se sienten mejores que los demás. Ésta es la hipocresía. El Señor dice: ‘No, eso no’. Ninguno es justo por sí mismo. Todos tenemos necesidad de ser justificados. Y el único que nos justifica es Jesucristo.
Todo
perfecto. Pero me parece que mi frailuna experiencia puede desbrozar en
estas palabras –una vez más-, ciertas referencias a ciertas actitudes.
Esos son los hipócritas: los que rezan mirando hacia el cielo… pero no
atienden a sus hermanos. Es verdad, pero hay una cierta intencionalidad
muy-muy populista en estas palabras, que va calando entre los oyentes de
todo el mundo. Sacar de aquí un titular para El País, es de lo más
sencillo.
Sin
embargo, en la misma misa que se celebraba en Santa Marta, se había
leído la lectura del Antiguo Testamento sobre Sodoma y Gomorra. Qué
ocasión tan estupenda para hablar y explicar por qué Dios castigó a
aquellas ciudades. Parece, sin embargo, que se pasa de puntillas por el
pecado de la sodomía
Y comentando la primera Lectura, tomada del Libro de Isaías, observó que el Señor llama a la conversión a dos “ciudades pecadoras” como Sodoma y Gomorra. Lo que evidencia que todos “tenemos necesidad de cambiar nuestra vida”, mirar “bien en nuestra alma” donde siempre encontraremos algo.
Así
se va extendiendo el reguero de pólvora. Igual que se ha extendido con
la futura comunión -que en realidad ya se ha aceptado con naturalidad-,
de los divorciados vueltos a casar; con el ya famoso ¿quién soy yo para juzgar? que se lo conocen hasta los niños de pecho; con el hagan lío, que ya se lo han aprendido hasta los santos sindicalistas Cándido Méndez y Fernández Totxo y con el recen por mí, que va a empezar a decirlo muy pronto Mariano Rajoy.
Voy
a hacer circular entre los hermanos de mi comunidad, que lo importante
para ser buen fraile es tener misericordia de los viejos monjes
tradicionales –como yo-, y no tanto el asistir a los conciertos de los
curas rockeros de las localidades adyacentes a este viejo monasterio.
Aunque dudo del éxito de mi empresa.
Y es que para emular a los populistas, hay que ser populista.
Tomado de Gramsci en el Vaticano
Visto en Radio Cristiandad.