domingo, 6 de julio de 2014

¿Existió realmente Cristo? El “testimonium flavianum”

¿Existió realmente Cristo? El “testimonium flavianum”

¿Existió realmente Cristo?: El “testimonium flavianum
El más antiguo escrito no cristiano que habla de Cristo
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 Quienes alguna vez se hayan planteado la duda acerca de la existencia histórica de Jesucristo, se habrán encontrado seguramente con lo que se conoce como el “testimonium Flavianum”, un antiquísimo texto del siglo I del historiador judío Flavio Josefo. Veamos el texto más conocido en una traducción literal:
 “63  En aquel tiempo apareció Jesús, hombre sabio, si es que conviene llamarlo hombre; era, en efecto, hacedor de obras gloriosas, maestro de los hombres que reciben la verdad con placer y convenció a muchos judíos y también [a muchos provenientes] del helenismo. Éste era el Ungido (el Cristo)
 64  y a él, habiéndolo Pilato condenado a la cruz por instigación de los que entre nosotros son los varones principales, no lo dejaron quienes los que amaron en el pasado. En efecto se manifestó a ellos de nuevo, viviente, habiendo pasado tres días, habiendo dicho los divinos profetas estas cosas y también otras miles maravillas con respecto a él. Y aún hasta ahora no ha desaparecido la tribu de los cristianos que de él toma nombre”[1].
Flavius_Josephus_1582_by_Froben 
Respecto al testimonium flavianum, el texto extra-neotestamentario (fuera del Nuevo Testamento) más completo sobre la existencia de Jesucristo, existen entre los historiadores tres posturas.
1) El texto es simplemente falso: es la postura radical de algunos ultra- historicistas (surgidos a finales del siglo XIX) que sostienen que se trata de una interpolación ajena a la obra apoyándose en que dos Padres de la Iglesia, san Justino (inicios del año 100) ni Orígenes (185.283) no lo citan.
2) La segunda postura es que el texto sería auténtico pero interpolado por una mano cristiana posterior a Orígenes pero anterior al siglo IV, dado que Eusebio de Cesarea (230-320) lo cita literalmente en tal modo.
3) La última es que el texto es auténtico, como sostenía la apologética católica de unos cien años atrás, y como algunos siguen sosteniendo, apoyados en el hecho de que desde el punto de vista de la crítica textual no existe ningún manuscrito que carezca de este texto, siendo idénticas todas las copias que se conservan del mismo.
A favor de esta última postura, se puede citar el parecer el conocido exégeta e historiador Giusseppe Riccioti, en su artículo sobre Flavio Josefo en la Enciclopedia católica que dice:
«Particularmente importante es el paso de Antigüedades Judías XVIII, 63-64, donde Josefo habla de Jesús, de su Crucifixión y Resurrección y de los cristianos; es el llamado testimonium flavianum. Transmitido concordemente por toda la tradición manuscrita, su autenticidad fue puesta en duda y negada en el s. XIX. Sin embargo, a finales de ese siglo se perfiló una reacción a favor de la autenticidad, de la que fueron defensores también protestantes como Burkitt y Harnack. 
El examen filológico puro está claramente a favor de la autenticidad, mientras que una indudable terminología cristiana que expresa conceptos cristianos denota una inspiración tomada de una fórmula de símbolo cristiano ya existente en aquella época. Pero, ¿quién si ha inspirado al símbolo, el mismo Josefo, que indudablemente estuvo en relación con los cristianos, el presupuesto interpolador cristiano? A tal pregunta por ahora es imposible responder. En el estado actual de las cosas, podría presentar interpolaciones cristianas, pero con igual y tal vez mayor probabilidad se puede sostener que este sea integralmente auténtico»[2].
josefo Sin embargo, en la actualidad, sobre todo a partir del descubrimiento en 1970 de una versión en árabe del testimonium flavianum con un texto que en el parecer de muchos se acerca con mayor probabilidad al salido de la mano de Flavio Josefo, la mayoría se inclina a pensar en el fondo histórico del testimonio, aunque esté interpolado por una mano cristiana, cuyos añadidos son fácilmente reconocibles.
A este propósito citamos el comentario de Romano Penna, en su obra sobre el “ambiente histórico-cultural de los orígenes cristianos”, uno de los estudios más completos de los antiguos testimonios paganos y judíos sobre los inicios del cristianismo:
«Como se ve, este pasaje parecería una confesión de fe cristiana, ya que contiene la explícita admisión que Jesús “fue el Cristo” y la afirmación casi otro tanto explícita de su resurrección (se les “apareció el tercer día de nuevo vivo”). Pero Flavio Josefo no fue ciertamente un cristiano, como resulta del conjunto de su obra y de la precisa afirmación de Orígenes (In Matth. 1, 17; Contra Celsum 1, 47), según la cual el escritor hebreo no creyó en la mesianidad de Jesús. En cambio, Eusebio de Cesarea cita el texto tal como lo hemos reproducido (cf. Hist. eccl. 1, 11,7; Dem. evang. 3,5105-106). Esta discordancia en campo cristiano hace suponer que el pasaje de Josefo está retocado en un segundo tiempo, después de Orígenes, aunque la tradición manuscrita que ha llegado hasta nosotros es unánime sobre el tenor del texto. Por lo tanto, entre la posición de los que aceptan integralmente el Testimonium flavianum y la de quien lo rechaza en bloque como pura interpolación, se coloca la mayoría de los estudios más recientes[3], que prefieren distinguir entre un texto base, que se remonta al historiador judío y algunas glosas de mano cristiana. La individuación de estas últimas varía, pero generalmente se trata de estas cuatro frases: “si incluso conviene llamarlo hombre”, “él era el Cristo”, “los mayores responsables de nuestro pueblo”, una dicción inusual bajo la pluma de Josefo, y “se les apareció al tercer día de nuevo vivo”.
A confirmar la probabilidad de estas glosas y en todo caso la existencia de un testimonio de Flavio Josefo sobre Jesús está su versión árabe muy interesante, que se remonta al siglo X y que forma parte de la “Historia universal” de Agapio, obispo de Hierapolis en Siria. Ella ha sido estudiada y sólo publicada en el 1971 de un profesor hebreo de la universidad de Jerusalén»[4]
 La versión árabe del testimonium flavianum[5]dice:
«En este tiempo hubo un hombre sabio que era llamado Jesús. Su conducta era buena y era conocido por ser virtuoso. Y muchos entre los judíos y entre las otras naciones llegaron a ser sus discípulos. Pilato lo condenó a ser crucificado y a morir. Pero los que se habían convertido en sus discípulos no abandonaron su discipulado. Ellos contaron que él se les apareció tres días después de su crucifixión y que estaba vivo; quizás, por tanto, era el Mesías, del que los profetas han contado maravillas»[6]. 
 A lo que comenta Romano Penna:
«Salta a la vista la sobriedad de esta versión árabe, en el que están ausentes justo aquellas locuciones del texto griego, que la simple crítica interna ya tendió a excluir, la mención de las apariciones “tres días después”, incluso también estando aquí presente, pero es puesta en boca a los discípulos: “ellos contaron”, y no es afirmación directa de Josefo. La cosa es tanto más sorprendente y digna que fe, dado que el que reproduce esta versión es un cristiano, un obispo: es difícil pensar que ambientes cristianos hayan el texto de Josefo en sentido minimizante, al punto tal de reducir la importancia de Jesús y un testimonio sobre de él. 
Es lógico concluir, por tanto, que tanto las reservas críticas sobre el texto griego cuanto la versión árabe de Agapio convergen en el ofrecernos, aunque sea con aproximación, el probable tenor original del Testimonium flavianum, que nos da las informaciones esenciales sobre la figura, la actividad y la suerte final de Jesús, además de la relación de sus discípulos con él»[7]. 
 En la actualidad la mayor parte de los historiadores se inclina por esta opinión, aunque el debate sobre la autenticidad total o no del fragmento sigue abierto. Sea como fuere, como señala Penna “las informaciones esenciales sobre la figura, la actividad y la suerte final de Jesús” no están en discusión y, por lo tanto, tampoco la existencia histórica de Jesucristo testimoniada por un autor judío como Josefo.
Algunos, con el prurito cientificista de querer analizar si tales palabritas estaban o no en el texto original, intentan mostrar sólo el árbol para que el bosque no se vea: “si el texto más antiguo no habla de la resurrección de Jesús, entonces todo el texto es falso”; “si tal verbo no está en tal manuscrito, entonces el relato completo no es fidedigno”. Es decir, incurren en la famosísima falacia de tomar la parte por el todo: “si tienes el pelo largo, lo mejor es cortar la cabeza, así ya no crece más…”.
 Que no te la cuenten
P. Javier Olivera Ravasi, IVE
[1]Flavio Josefo, Antigüedades judaicas 18:63-64.
[2] «Il Testimonium Flavianum. Particolarmente importante è il passo di Ant. Giud. XVIII, 63-64, ove Giuseppe parla di Gesù, della sua Crocifissione e Risurrezione e dei cristiani; è detto testimoniumflavianum. Trasmesso concordemente da tutta la tradizione manoscritta, la sua autenticità fu messa in dubbio e negata nel sec. XIX. Sulla fine però di questo secolo si delineò una reazione a favore dell’autenticità, della quale furono sostenitori anche protestanti come il Burkitt e l’Harnack.
L’esame filologico puro è nettamente a favore de l’autenticità, mentre un’indubbia terminologia cristiana che esprime concetti cristiani denota una ispirazione tratta da una formola di simbolo cristiano fosse già esistente in quell’epoca. Ma chi si è ispirato al simbolo, Giuseppe stesso, che indubbiamente fu in relazione con cristiani, o il presupposto interpolatore cristiano? A tale domanda per ora è impossibile rispondere. Allo stato attuale delle cose, potrebbe presentare interpolazioni cristiane, ma con eguale e forse maggiore probabilità si può sostenere che esso si integralmente autentico» (G. Ricciotti, “Giuseppe Flavio”, in Enciclopedia cattolica, vol. VI, 810).
[3]Cf. Pelletier A., « L’originalité du témoignage de Flavius Josèphe sur Jesús », Recherches de Scienses Religieuses 52 (1964) 177-203 ; Dubarte A.M., « Le témoignage de Josèphe sur Jesús d’après des publications récentes », Revue Biblique 84 (1977) 38-58.
[4] «Come si vede, questo passo sembrerebbe una confessione di fede cristiana, poiché contiene l’esplicita ammissione che Gesù “era il Cristo” e l’affermazione quasi altrettanto esplicita della sua risurrezione (“apparve loro il terzo giorno di nuovo vivo”). Ma Fl. Giuseppe non era certamente un cristiano, come risulta dall’insieme della sua opera e dalla precisa puntualizzazione di Origine (In Matth. 1, 17; Contra Celsum 1, 47), secondo cui lo scrittore ebreo non credeva alla messianicità di Gesù. Invece Eusebio di Cesarea cita il testo come l’abbiamo riportato (cf. Hist. eccl. 1, 11,7; Dem. evang. 3,5105-106). Questa discordanza in campo cristiano fa supporre che il passo di Giuseppe si stato ritoccato in un secondo tempo (dopo Origene), anche se la tradizione manoscritta a noi nota è unanime sul tenore del testo sopra citato. Perciò, tra la posizione di coloro che accettano integralmente il Testimoniumflavianum e quella di chi lo respinge in blocco come pura interpolazione, si colloca la maggioranza degli studi più recenti[4], che preferiscono distinguere tar un testo base, risalente allo storico ebreo, e alcune glosse di mano cristiana. L’individuazione di queste ultime varia; ma si tratta solitamente di queste quattro frasi: “se pur conviene chiamarlo uomo”; “egli era il Cristo”, “maggiori responsabili del nostro popolo” (una dizione inusuale sotto la penna di Giuseppe), e “apparve loro il terzo giorno di nuovo vivo”.
A confermare la probabilità di queste glosse e comunque l’esistenza di una testimonianza di Fl. Giuseppe su Gesù, c’è una sua versione araba molto interessante, risalente al secolo X e facente parte della “Storia universale” di Agapio, vescovo di Hierapolis in Siria. Essa è stata studiata e pubblicata solo nel 1971 da un professore ebreo dell’Università di Gerusalemme» (Romano Penna, L’ambiente storico-culturale delle origini cristiane. Una documentazione aggiornata, Bologna 1986, 257-258).
[5]Cf. Pinès S., An Arabic Version of the TestimoniumFlavianum and itsImplications, Jerusalem 1971, pp. 14 e 16 (testo arabo e versione, da cui dipende la nostra).
[6]Traducción de Romano Penna, p. 258: «In questo tempo ci fu un uomo saggio che era chiamato Gesù. La sua condotta era buona ed era noto per essere virtuoso. E molti fra i giudei e fra le altre nazioni divennero suoi discepoli. Pilato lo condannò ad essere crocifisso e a morire. Ma quelli che erano diventati suoi discepoli non abbandonarono il suo discepolato. Essi raccontarono che egli era apparso loro tre giorni dopo l a sua crocifissione e che era vivo; forse, perciò, era il Messia, del quale i profeti hanno raccontato meraviglie».
[7]«Salta agli occhi la sobrietà di questa versione araba, nella quale sono assenti proprio quelle locuzioni del testo greco, che la semplice critica interna tendeva già ad escludere (la menzione delle apparizioni “tre giorni dopo”, pur essendo presente anche qui, è però messa in bocca ai discepoli: “essi raccontarono”, e non è affermazione diretta di Giuseppe). La cosa è tanto più sorprendente e degna di fede, in quanto a riportare questa versione è un cristiano, un vescovo: è difficile  pensare che ambienti cristiani abbiano ritoccato il testo di Giuseppe in senso minimizzante, così da ridurre l’importanza di Gesù e di una testimonianza su di lui.
È logico concludere, pertanto, che tanto le riserve critiche sul testo greco quanto la versione araba di Agapio convergono nell’offrirci, sia pur con approssimazione, il probabile tenore originale del Testimoniumflavianum, che ci dà le informazioni essenziali sulla figura, l’attività e la sorte finale di Gesù, oltre che sul rapporto dei suoi discepoli con lui» (Romano Penna, p. 258).