Grabación en italiano, subtitulada en español, de las palabras del pontífice
Sobre terrorismo, ofensas y puñetazos: la grabación de lo que dijo el Papa Francisco
Está habiendo una gran polémica por unas palabras dichas por el
Papa Francisco, en tono coloquial, a unos periodistas que le acompañaban
en el vuelo de Sri Lanka a Filipinas. He leído toda clase de titulares
al respecto, y en algunos medios incluso le acusan de apología del
terrorismo. Pues bien: en este vídeo de 3:45 minutos en el que se escucha lo que dijo el Papa y su contexto.
Lo que dijo textualmente el Papa, traducido al español
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El vídeo lo ha subido a Youtube Javier Smaldone, y en el texto del vídeo ha incluido la transcripción de las palabras del Papa, traducida al español (las negritas son mías):
“También nosotros fuimos pecadores en esto, pero no se puede matar en nombre de Dios: esta es una aberración. Matar en nombre de Dios es una aberración. Esto es lo principal de la libertad de religión: se debe hacer con libertad —sin ofender— pero sin imponer y sin matar.
La libertad de expresión: cada uno no sólo tiene la libertad, sino que tiene el derecho y la obligación de decir lo que piensa para ayudar al bien común. La obligación. Si un diputado o un senador no dice lo que piensa que es el verdadero camino, no colabora al bien común. Y no sólo estos, sino tantos otros. Tenemos la obligación de decir abiertamente, tener esta libertad, pero sin ofender.
Porque, es verdad que no se puede reaccionar violentamente. Pero si el doctor Gasbarri —gran amigo— dice una mala palabra en contra de mi mamá, ¡puede esperarse un puñetazo! ¡Es normal! ¡Es normal! No se pude provocar, no se puede insultar la fe de los demás. No se le puede tomar el pelo a la fe.
El papa Benedicto XVI en un discurso, no me acuerdo cuál, había hablado de esta mentalidad post positivista, de la metafísica post positivista, que llevaba a creer que las religiones o las expresiones religiosas son una suerte de subculturas; que son toleradas, pero que son poca cosa, no son parte de la cultura ilustrada. Y esta es un herencia de la Ilustración.
Hay mucha gente que habla mal de otras religiones —o de las religiones— les toma el pelo, digamos que juguetea con las religiones de los otros. Y estos provocan, y puede pasar lo que le podría pasar al doctor Gasbarri si dice algo en contra de mi mamá. Es decir, ¡hay un límite!
Cada religión tiene dignidad, cualquier religión que respeta la vida humana, la persona humana. Y yo no puedo tomarle el pelo. Y esto es un límite. Tomé este ejemplo de límite, para decir que en esto de la libertad de expresión hay límites, como el de mi mamá.“
Mi opinión sobre lo dicho por el Papa y las reacciones de ciertos medios
Con la transcripción, y sin tener que basarme en titulares de prensa,
comentaré mi opinión sobre las palabras del Papa. En primer lugar, creo que el ejemplo del puñetazo fue desafortunado.
Uno no espera oír al Papa hablando sobre sí mismo como el autor de un
hipotético puñetazo, ni siquiera en una situación como ésa. Vejar y humillar a otro también es una forma de violencia: así lo entienden la mayoría de las campañas contra el maltrato a la mujer, por ejemplo. Pero hay que recordar que la legítima defensa implica que la respuesta sea proporcionada a la agresión.
En este sentido, el Papa es absolutamente claro al condenar el
terrorismo, tachándolo de “aberración” en el caso concreto del
terrorismo que invoca el nombre de Dios para asesinar. Su
referencia al puñetazo la hizo para hablar sobre los límites de la
libertad de expresión, no para dar una calificación moral sobre el
terrorismo. Sí es cierto que el momento, desde luego, no era el adecuado para poner un ejemplo como ése.
Por lo anteriormente dicho, me parece injusto acusar al Papa de justificar el terrorismo o incluso de hacer apología del terrorismo,
acusación que he leído en algunos medios. No entiendo qué clase de
justificación o de apología del terrorismo -en este caso, del terrorismo
islamista- es la que ven algunos en calificar como “aberración” el
hecho de matar en nombre de Dios. Estamos hablando del Papa Francisco, no del Ayatolá Jomeini o de Bin Laden.
Sí que es cierto que el Papa debería ser más cauteloso a la hora de
expresarse ante los medios, lo haga en una entrevista con el director de
un diario o en una charla coloquial con unos periodistas en un avión. Un Papa no se puede permitir el lujo de improvisar
ni de expresarse de modo informal como si estuviese departiendo con un
grupo de amigos. Francisco ya ha incurrido en ese modo de expresarse más
veces de las que sería deseable, y en unas cuantas ya han tenido que
acudir algunos prelados para aclarar lo que el Papa dijo, no dijo o
quiso decir. Convendría evitar estas cosas.
Por lo demás, y en lo que respecta a la libertad de expresión,
insisto: creo que agredir verbalmente a otros por sus creencias sin más
ánimo que ofender es algo que rebasa los límites de la libertad de
expresión. Esto no sólo es aplicable a las creencias, por supuesto: basta
con ver cómo juzgan la violencia verbal contra homosexuales y personas
de otras razas, quienes al mismo tiempo consideran “libertad de
expresión” la violencia verbal contra los creyentes. Esta misma
semana hemos tenido un ejemplo de ello en un programa de Telecinco del
que dos concursantes han sido expulsados por hacer comentarios
irrespetuosos hacia los homosexuales y hacia las personas de otras
razas: muchos que venían afirmando una libertad de expresión sin límites
tras el atentado contra “Charlie Hebdo”, de repente encontraron los
límites a esa libertad. Dicho esto, hay que distinguir la violencia
verbal de la crítica: de igual forma que la libertad de
expresión incluye el derecho a criticar y cuestionar el estilo de vida,
las ideas y planteamientos filosóficos de otros, también incluye el
derecho a criticar y cuestionar sus creencias religiosas,
aunque esas críticas no sean del agrado de unos u otros. Estoy el Papa
lo entiende perfectamente. Lo que espero es que lleguen a entenderlo
algún día quienes consideran “libertad de expresión” las viñetas
ofensivas de “Charlie Hebdo” después de, por ejemplo, pedir que se censure un libro porque contenía opiniones que no les agradaban (o incluso porque el título no les gustaba, pues doy por hecho que el libro ni se lo habían leído).
